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MIS QUERIDOS AMIGOS, SEGUIDOS Y SEGUIDORES:

Quiero platicarles por qué es que no me han visto en sus blogs; se ha debido a algunos problemas personales primero y ahora porque me plantearon un reto al que no pude resistirme: escribir una novela totalmente diferente a las que he escrito, a mis cuentos, a los proyectos que tengo.

Se trata de problemas de pareja (eso sí es recurrente en mis escritos), pero ahora vistos desde el punto de vista masculino, o más bien, él es el que sufre y ella resulta “la mala”, es decir, inversión de papeles.

Cuando escribí mis novelas no tenía muy buen concepto de los hombres (perdón amigos, pero así era) y eso se reflejaba en mis personajes masculinos, por eso me retaron a escribir lo contrario, vamos a ver cómo manejo el tema.

Por lo pronto, pienso dedicarle casi tiempo completo a ese proyecto y no me verán mucho en sus blogs, cuando pueda me iré poniendo al día con la lectura de sus fantásticos posts.

En cuanto a publicar, ya tengo una saga de cuentos, que eventualmente podría ser novela, pero hasta ahora sólo van 5, que publicaré uno por semana, para darme tiempo de escribir la nueva novela y a la vez, no dejar de publicar.

Eventualmente, si me inspiro con un poema, ya lo subiré.

No me abandonen, acá sigo “al pie del cañón” sólo que en otro aspecto, pero escribiendo siempre.

Los quiero mucho, nos seguimos leyendo.

Abrazos infinitos de luz para todos.

Serunserdeluz

Silvia Eugenia Ruiz Bachiller

El Dios Humeante – Viaje al interior de la Tierra

¿Ficción o hechos reales?

Grutas en el hielo
Grutas en el hielo

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El Dios Humeante, o un Viaje al interior de la Tierra es el relato de un marinero noruego que navegó a través de una entrada al interior de la Tierra en el Polo Norte.


Títulos:
El Dios Humeante
El Dios Ahumado
Viaje al interior de la Tierra
The Smoky God

Willis George Emerson(1856-1918) fue un novelista estadounidense de Chicago, periodista, abogado, político y promotor, que formó la Sociedad Norteamericana de cobre en Wyoming y fundó la ciudad de Campamento, Wyoming.

El Dios Humeante, o un Viaje al interior de la Tierra es un libro de 1908 que se presenta como el relato verdadero de un marinero noruego llamado Olaf Jansen, y explica cómo éste navegó a través de una entrada al interior de la Tierra en el Polo Norte.  Un día Olaf Jansen y su padre iban en un bote pesquero con el fin de llegar a la tierra que estaba más allá del viento del norte. Sin embargo, una extraordinaria tormenta los llevó muy lejos, a través de una apertura polar que conduce al interior de la tierra.

En el regreso, su padre perdió la vida al chocar la embarcación con un témpano de hielo, quedando su bote destruido. Olaf Jansen se salvó para posteriormente pasar veinticuatro años en un manicomio por haber contado la historia de su experiencia. Al salir del manicomio guardó su secreto.

Empezó a trabajar como pescador y logró ahorrar lo suficiente para trasladarse a Estados Unidos, estableciéndose primero en Illinois y después en California. Próximo a cumplir 90 años, Olaf conoce a Willis G. Emerson, con quien hace amistad y le relata su aventura.

A la muerte del anciano, Emerson recibe no sólo los mapas del interior de la Tierra que Jansen había dibujado, sino también el manuscrito donde el noruego describió su experiencia y que, en vida, no mostró a ninguna persona por el temor de ser tomado nuevamente por un loco y ser detenido.

Emerson (que publicó la obra en 1908) rescata en sus páginas el extraordinario viaje de Olaf; en sus páginas se habla de las gentes que el marino vio en las entrañas del planeta, y cuya lengua nativa dice haber aprendido junto a su padre durante los dos años que pasaron con ellos.

Jansen afirma que los habitantes subterráneos viven de cuatrocientos a ochocientos años, tienen una estatura media superior a los tres metros y poseen un altísimo nivel científico. Su mundo estaba iluminado por un sol central «humo», su ciudad capital era denominada como Edén y existían cuatro grandes ríos:  el Éufrates, el Pisón, el Gihón y el Hidekel.

Trabajos posteriores de otros autores han identificado la civilización que Jansen encontró conAgartha.

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Tomado de:

EXPEDICIÓN A LA ZONA MAYA

© Condiciones al final.

Este es un fragmento de una novela aún inconclusa, que algún día terminaré y publicaré, pero les ofrezco un adelanto. Puede considerarse como cuento.

Mayas, primer trabajo de campo de Eugenia

Caminaban dificultosamente siguiendo el curso del  río Monos, los machetes volaban a derecha e izquierda abriendo una estrecha brecha en el corazón de la selva.  De vez en cuando, Mario Alonso Ruiz, el arqueólogo jefe de la expedición, dirigía la mirada hacia la cúpula  de altos árboles, cuyo tupido follaje apenas dejaba filtrar la luz, que a esa hora de la mañana se escurría entre el follaje como jade y oro líquidos.  Parvadas de loros multicolores y algunos vistosos tucanes volaban reclamando a gritos esa invasión de su hogar.

El guía se detuvo, había escuchado el crujir de una rama unos pasos adelante de él.; los demás lo imitaron y, levantando la vista,  escudriñaron la frondosa espesura de la selva  quedándose petrificados de miedo: un poderoso felino de hermosa piel manchada  los acechaba desde la frondosidad a unos dos metros sobre sus cabezas.

Ocelote Joel Sartore  NATIONAL GEOGRAPHIC BOOK RARE
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Mario recordó que su padre y sus compañeros de cacería consideraban la piel de un jaguar como uno de los más preciados tesoros y al contemplar el diseño de sus manchas, supo por qué; verdaderamente era un bellísimo ejemplar, pero tenerlo tan cerca y sin rejas de por medio era también sumamente peligroso. 

Observó los ambarinos ojos fijos en él y una carga de adrenalina corrió por sus venas; su primer impulso fue hincarse, apuntar al bello ejemplar con su rifle de alto poder y disparar, pero su mente lo detuvo; no venían a depredar especies en peligro.

-¡No disparen! -ordenó en un susurro- y no se muevan.

El  taimado y hermoso animal los observó sin mover un músculo. Al otear las armas arrugó la nariz y por unos segundos mostró sus afilados dientes, pero al no percibir señales de peligro, se lamió los bigotes y calmada y cadenciosamente se dio la vuelta en la rama y desapareció entre las hojas de su observatorio.

Tras respirar profundamente para alejar el miedo, los once hombres y Eugenia continuaron avanzando dificultosamente a través de árboles, arbustos, lianas y maleza de la selva tropical.  A veces, a lo lejos escuchaban los estentóreos chillidos de los monos aulladores, pero no pudieron ver ninguno, ya que éstos rara vez se dejan ver por los humanos que hoyan su selva, escondiéndose en lo más umbroso de los árboles más altos; a los que sí pudieron ver, fueron a los simpáticos monos araña, e incluso hasta compartieron un poco de comida con los más arriesgados, que se acercaron a ellos cuando se detuvieron a comer.

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José, uno de los  dos guías mayas, le ofreció un pedazo de fruta al monito más audaz y éste se acercó poco a poco moviendo en lo alto su larga cola prensil; unos minutos después, se vieron rodeados de ágiles y traviesos changos que alargaban sus manitas pidiendo comida.  A todos les hizo gracia, menos a Carlos, el geólogo de la expedición, que amaba las piedras, pero odiaba a los animales.  Por su parte, Eugenia,  futura arqueóloga, y  Luis, como buen biólogo, estaban fascinados con los changuitos y él les dio a sus compañeros una disertación sobre los monos araña.  Mario casi no le prestaba atención, porque su mente estaba muy lejos en el tiempo y el espacio, recordando dónde había comenzado esta expedición a la zona maya.

***

Tenía 9 años y estaba de vacaciones, cuando Alfonso, un amigo de su padre había llegado de visita a su casa en la Ciudad de México y lo había invitado a acompañarlo en varios viajes cortos a sitios arqueológicos cercanos a la capital.  Mario nunca los consideró como viajes de trabajo, sino como aventuras emocionantes, porque Alfonso, como buen arqueólogo, no lo llevaba a las zonas turísticas, sino que se dirigía directamente a los encargados de las instalaciones, museos o excavaciones, en su caso, y tenía entrada franca a lugares que los demás no podían visitar.

Además, y para Mario esto fue lo más importante, le permitían buscar y recoger pedacitos de cerámica,  obsidianas, etc., siempre y cuando los entregara a los encargados; cosa que a él no le molestaba, porque la emoción estaba en rascar la tierra con una pequeña pala que Alfonso le había regalado, y encontrar pequeños objetos o pedacería, que guardaba en una bolsa de lona  después de limpiarlos con una brocha especial (también obsequios de Alfonso), para luego ir y vaciarla enfrente de los asombrados arqueólogos que casi siempre encontraban algo que le prometían iría al museo local o, en dos ocasiones, hasta al Museo Nacional de Antropología e Historia.  Mario se había electrificado de emoción al escuchar a dónde iban a ir a parar sus hallazgos y cuando poco más de dos años después, en una de sus asiduas visitas al Museo Nacional de Antropología e Historia, efectivamente vio sus dos piezas exhibidas en una vitrina, casi se desmaya de la emoción y al siguiente fin de semana organizó una visita con algunos de sus recientes compañeros de primero de secundaria.  Para entonces ya sabía que iba a ser arqueólogo como Alfonso, con quien mantenía correspondencia, sin importar dónde se encontrara éste excavando.

***

Terminaron de comer y reanudaron la marcha; la selva se iba espesando gradualmente y Mario se decía a sí mismo que su hipótesis era correcta.

El pensaba que en la zona más rica y fértil de la selva, junto al río, en la montaña, al sureste de Bonampak, más al sur y más al este de Lacantum, en una zona fértil, con agua dulce y muy rica en minerales, debería haber asentamientos mayas aún no descubiertos; quizá muy anteriores a los conocidos hasta ahora y, al menos hasta el momento, todo parecía indicar que estaba en lo cierto.  Recordó sus viajes a la zona maya, siendo aún estudiante de arqueología en la ENAH; primero, naturalmente fue a Chichen Itzá y  Uxmal, después a Palenque, Cobá, Tulum, kabáh, Labná, Dzibil Chaltún y, por supuesto, a Bonampak, después de lo cual las otras zonas arqueológicas dejaron de interesarle y se especializó en los sitios mayas; no se arrepentía, era lo más fascinante que conocía, aún comparándolos con Egipto, Perú, o cualquier otro lugar.

Seguían internándose en la jungla virgen y, de pronto, por un pequeño claro vieron pasar  indolentemente a un animal casi del tamaño de un poni, aunque un poco más bajo de estatura, con una trompa semejante a la del elefante, pero más pequeña.  José estiro ambos brazos a los lados, para impedirles el paso y Juan, el otro guía, les hizo señas de que no hablaran; habían encontrado un tapir, animal casi en extinción, que sólo se encuentra en lo más recóndito de la selva, adonde no ha llegado el hombre blanco.

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-Tzimin- susurró Juan.

Los diez integrantes de la expedición acataron las órdenes de los dos guías mayas y se vieron premiados cuando el tapir asomó un poco a la izquierda de donde se encontraban, mordisqueando indolentemente las hojas de los arbustos a su alrededor.

Mario recordó los dioses o altos dignatarios representados en algunos de los más bellos edificios de Chichén Itzá y Uxmal y confirmó la creencia de los arqueólogos de que los mayas se inspiraron en este extraño animal para representar a esos trompudos personajes… sin embargo, él podría aceptar otras teorías nada ortodoxas al respecto, que hablaban de elefantes, en una época (al menos la oficial) en que los elefantes se habían extinguido en América.

Sus pensamientos se interrumpieron cuando algo cayó sobre el hombro de Eugenia y de ahí brincó hacia un árbol, los demás rieron de la ocurrencia de un pequeño tejón -coatí- corregiría Luis y Eugenia tuvo que tragar saliva reponiéndose del susto antes de también soltar la carcajada.

Emilio y Humberto, dos de los cinco arqueólogos de la expedición alcanzaron a Mario, emparejando su paso el de él.

-¿Crees que los asentamientos que buscamos estén por esta zona?- Emilio volteó a derecha e izquierda, como tratando de descubrir algo entre la espesura.

-Encontramos un tapir ¿no?…

-¿Y eso qué?-se engalló Humberto.

Luis acercándose, salió al quite -los tapires viven cerca de donde hay agua y Mario piensa que los antiguos mayas también buscarían un lugar con buenos depósitos acuíferos.

-Para eso traje a un biólogo- explicó Mario con una sonrisa de oreja a oreja, recordando que tanto Humberto como Emilio y Eduardo, otro colega, se habían opuesto a que hubiera un biólogo, un geólogo, una estudiante de arqueología -«¿una mujer y aún estudiante?»- y un mineralogista en el equipo, alegando que no tenían nada que hacer en una expedición arqueológica y sólo habían aceptado a José Antonio con reticencia, por ser etnólogo; sólo Jaime, el otro arqueólogo, no había puesto objeción alguna a sus copartícipes de otras especialidades.

Mientras hablaban se habían detenido a descansar un poco, pero tuvieron que avivar el paso para alcanzar al resto del grupo, que seguía a los guías y sus machetes abre-camino.  Mario aprovechó para ponerse al paso de Arturo, el mejor mineralogista que pudo encontrar dispuesto a correr esta aventura.

Casi jadeando por el paso rápido lo tomó por el brazo .

-¿Crees que por esta zona haya obsidiana, hematita o jade?

Hematita
Hematita

-Así, a ojo de pájaro, te diría que es bastante posible- se agachó tomó un puñado de tierra y lo estudió

-por la tierra, la vegetación, la zona y la altura, te podría decir que podría haber jade y también granito.

Mario lo observó un poco incrédulo haciendo sonreír a Arturo -También tengo la información de un estudio mineralógico y mapas de fotografías aéreas y de satélite, no sólo soy zahorí- y avanzó divertido por la expresión de su amigo.

Iba tan distraído que casi pisa la cola de un ocelote dormido, que, despertando rápidamente, volteó poniéndose en actitud de ataque; Arturo y los que venían atrás se detuvieron casi petrificados, porque aunque sólo parecía un gato grande, con una hermosa piel café grisácea y motas de color casi negro orladas de gris,  las franjas oscuras de su cabeza y cuello, hacían más visible lo erizado de su pelambre y sus fauces abiertas y su gruñido amenazante indicaban un peligro muy real.  Juan salió al quite, arrojándole al furioso animal un gran pedazo de carne seca.  El gato venteó el manjar, volteó indeciso hacia donde había caído y al no ver movimiento de parte de sus presuntos enemigos, se acercó a olfatearlo y por fin a comerlo con evidente placer.  Los expedicionarios avanzaron con sumo cuidado hasta considerarse convenientemente alejados del ocelote.

Poco después encontraron un arroyuelo y debido a que ya estaba oscureciendo, Mario decidió detenerse a pasar la noche, para iniciar la marcha al amanecer, cuando hace menos calor.  José y Juan, ayudados por Jaime, José Antonio y Luis, formaron un pequeño claro a machetazos; Emilio Arturo y Humberto recogieron ramas para la fogata, Carlos se dedicó a buscar muestras: piedritas, según Eduardo y Emilio (quizá en desquite de que a ellos los profanos también les achacaban que sólo estudiaban piedritas, pero al menos las que ellos estudiaban eran piedras trabajadas, labradas, construidas, colocadas en monumentos, no simples guijarros como el geólogo, que no les agradaba).  Aunque habían acordado que no habría roles sexuales, Eugenia se dedicó a recoger agua del arroyuelo, hacer café, preparar sopa de lata y freír huevos.  Eduardo y Mario lavaron los trastes, para compensar.

Después de la cena se reunieron alrededor del fuego a descansar y conversar.

Luis había estado tomando notas de los animales que habían encontrado.

-¿Qué les parece el  gatito que casi pisa Arturo?, ¿no les pareció hermoso?

-¿Cómo dices que se llama?- Eugenia se había quitado las botas y sobaba suavemente sus adoloridos pies sentada en un tronco caído.

-Ocelote…- iba a continuar, pero José Antonio lo interrumpió.

-Del nahuatl, océlotl,  ¿no es así?, en inglés se llama ocelot y por aquí también le llaman tigrillo.

-¿Te gustaría un abrigo de piel de ocelote?, es bellísima y en Europa las mujeres más elegantes pagan lo que sea por un abrigo de esa piel -terció Carlos, mientras seguía estudiando algunas de las piedras que había recogido

Eugenia lo volteó a verlo enojada -¿te parezco elegante? además, no soy partidaria de matar animales para lucir abrigos caros y no es políticamente correcto- bajó el pie que había estado masajeando y dio un grito.  A medio metro de ella, por un hueco del árbol en que estaba sentada asomaba la cabeza de una serpiente. 

Al ver la la serpiente tan cerca de Eugenia,  que ya sacaba su cuchillo de su bota, José le dijo que no se moviera y llegó cautelosamente junto a ella y de un machetazo cortó la cabeza de la víbora.

boa-constrictor
boa-constrictor

Eugenia casi no podía hablar; cuando recuperó su voz sólo dijo casi inaudiblemente-gracias-  y regresó el cuchillo a su bota, sin perder un movimiento de José que estaba sacando el cuerpo del enorme reptil de su madriguera. 

José jalaba y jalaba y la cola no acababa de aparecer; entre la cortada cabeza y la mitad del cuerpo tenía un enorme bulto, señal de que acababa de comerse a una gran presa.

Luis se acercó a observarla con admiración, acariciándola mientras informaba a los demás- es una boa constrictor-  al tocar la piel de diseño de diversos tonos de café, descubrió garrapatas y retiró la mano rápidamente

-Se dice que éstas son más agresivas que las de otras zonas; tal vez por las molestias que les causan estos ácaros-bromeó- tuvimos suerte de que acabara de comer, seguramente estaba disfrutando su siesta y aún estaba medio dormida cuando sacó la cabeza, porque si no…-miró a Eugenia significativamente.

-Ni lo digas-respondió ella poniéndose rápidamente las botas, cuchillo incluido.

Después de este último susto, decidieron irse a dormir para partir muy temprano al día siguiente.

Al principio a todos, menos a José Antonio, se les dificultó conciliar el sueño, porque ranas y cigarras les proporcionaron un estrepitoso concierto.  Afortunadamente todos llevaban mosquiteros, y de tábanos y mosquitos sí estuvieron a salvo.

Continuaron dos días más por las montañas, siempre en dirección sureste, Mario insistía en que las ciudades mayas más importantes deberían estar en el centro de la zona, más o menos equidistantes de Copán, Chichen Itzá, Uxmal y Palenque, porque aunque fueran ciudades estado autónomas, había comunicación y comercio entre ellas.

Al segundo día encontraron el sitio con un templo lleno de inscripciones en la escalera y las paredes, además de pinturas en las que se aprecian enemigos vencidos que han sido decapitados. Uno de los arqueólogos habla de las ofrendas de sangre a los dioses, pero nada más.

La excavación empezará mucho después…

CONTINUARÁ

***

NOTAS (DATOS ARQUEOLÓGICOS)

Mayas mapa
Mapa de la zona  maya
Mapa de la zona maya

El esplendor físico de la cultura maya se aprecia sobre todo en la arquitectura y decorado de sus ciudades. Estas ciudades-estado constituían la sede del poder de los reyes-sacerdotes que administraban la obediencia, el tributo y la fuerza de trabajo del pueblo que creía en ellos.

Se han identificado muchas ciudades y centros ceremoniales mayas, algunos de los cuales aparecen en nuestro mapa del país maya, que cubre desde los actuales estados de Campeche y Yucatán, en México, hasta lo que hoy es Honduras.

No todas las ciudades se desarrollaron al mismo tiempo. En los inicios de la cultura maya, las tierras altas edificaron las primeras construcciones. En el apogeo de la Época Clásica, entre los años 250 y 900 de nuestra era, las tierras bajas vieron florecer grandes ciudades, como Tikal, localizada en el corazón del Petén guatemalteco. Después de esto, el impulso creador se movió a las planicies y mesetas del sur de la península de Yucatán, en donde las ciudades Puuc tuvieron su momento de gloria.

Cada ciudad maya mantiene un estilo propio, aunque diferentes regiones y épocas presentan similitudes que se extienden a los centros ceremoniales dentro de ellas. Cuando visitamos las ruinas que aparecen de pronto entre la selva, no podemos menos que admirar las obras de ingeniería que garantizaban el abasto de agua y alimentos a los habitantes; los finos decorados de estuco; las estelas de piedra, mudos testigos del sistema calendárico más avanzado del mundo de entonces; la amplia red de carreteras que cruzaba todo el territorio, y que unía a las ciudades en el comercio y el intercambio.

Los nombres de las viejas ciudades fueron olvidados. Los que usamos hoy fueron inventados por exploradores y misioneros, viajeros y arqueólogos. Uno de los pocos nombres prehispánicos que ha llegado hasta nosotros es el de la ciudad de los brujos del agua, Chichén Itzá.

***

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© Silvia Eugenia Ruiz Bachiller, Autora de “TÚ Y YO SIEMPRE”, novela romántica. La historia de amor de Almas gemelas, su karma, reencarnación y regresiones a vidas pasadas.

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LA ISLA DEL DÍA ANTERIOR

LAS ISLAS DIOMEDES

La Isla del Día Anterior
La Isla del Día Anterior

Lugar donde puedes viajar al ayer o al mañana… a pie.

Umberto Eco hace alusión a estas islas en su novela

«La Isla del Día Anterior»

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EL RETORNO DE LOS BRUJOS, RESUMEN

EL RETORNO DE LOS BRUJOS RESUMEN

El Retorno de los Brujos, Pauwels y Bergier
El Retorno de los Brujos, Pauwels y Bergier

Un excelente resumen de “El Retorno de los Brujos”, por esta vez republico de otro autor (con la debida atribución), en un futuro no muy lejano espero hacer uno propio, ya que este libro marcó mi vida, creo que mucho de los que pienso ahora lo tomé de este libro, que leí en su 3ª edición en español (aunque varios temas ya los había leído anteriormente).

***

Una introducción al realismo fantástico“, así reza el subtítulo de El retorno de los brujos, que, en un principio, fue pensado como punta de lanza para una revolución cultural. En apenas una década vendió más de 2 millones de copias, y luego se diluyó en el olvido. En 1953, Louis Pauwels pensó en escribir un ensayo sobre sociedades secretas y misticismo. Jacques Bergier lo convenció, sin mucho trabajo, de expandir la obra por otros canales. Luego de varios años de estudio y recopilación de datos, El retorno de los brujos incluyó diversos temas. Demoliendo el reduccionismo del siglo XIX, El retorno de los brujos explica la alquimia como muestra de un saber técnico, alternativo, que no es opuesto a la ciencia. incluye interesantes apariciones de Gustav Meyrink, autor de El Golem (Der Golem), y de Jorge Luis Borges. El Golem (Der Golem) es una novela del austríaco Gustav Meyrink, publicada en 1915. Está basada en la leyenda judía del Golem, un ser creado artificialmente por un cabalista. El Golem recoge una antigua leyenda relacionada con el gran rabí Loew de Praga (1512-1609) y con imágenes vigorosas evoca los misterios del gueto de Praga. El Golem es una figura de arcilla animada por obra de la cábala, para defender a los judíos, pero que se escapa fácilmente del control y provoca catástrofes. Lo que podría ser sólo una extravagancia gratuita, sin más interés que el de un relato bien contado, adquiere significado simbólico: el Golem personifica a los autómatas humanos, que crean la sociedad moderna. Lo mismo que el Golem, el hombre moderno realiza la parte a él asignada contra su propia voluntad y con un rigor atroz. A este pesimismo fundamental, la novela añade un continuo misterio, una atmósfera de errores trágicos en los que juegan enigmáticos cabalistas, una metafísica expedita pero dramática: “la boca de cada hombre se convierte en la boca de Dios si creéis que sea la boca de Dios“. Esta habilidad para crear una visión turbulenta y grandiosa tiene su mejor realización en El Golem. Meyrink se inspiró en las descripciones de la gran ciudad de Charles Dickens, a quien había traducido, para recrear la atmósfera urbana de Praga. Ha sido objeto de múltiples estudios que exceden la literatura, tales como la filosofía, religión, ocultismo, alquimia, magia y cábala. El mismo año de su publicación fue adaptada al cine por el expresionista Paul Wegener. Desde su publicación, no ha habido una generación de lectores que no se haya visto cautivada por esta enigmática obra. Entre 1915 y 1920 se vendieron más de 150.000 ejemplares, encabezando Meyrink la lista de autores más vendidos entre 1915 y 1940, contribuyendo al éxito de la novela la edición de bolsillo destinada a los soldados del frente. Como la mayoría de las novelas de Meyrink, la obra está vinculada a la tradición de  Hoffmann y de los cuentos fantásticos, complaciendo el gusto alemán por las “historias raras“.

Inspirados en El libro de los condenados (The book of the damned), de Charles Fort, El retorno de los brujos analiza la posibilidad de que otras civilizaciones hayan florecido y caído sobre la Tierra, exponiendo datos e indicios que el tiempo transformó en mitos. Incluye un largo debate sobre las pirámides egipcias, la Isla de Pascua, las líneas de Nazca, los mapas de Piri Reis, o textos hindúes, entre otros. Hay notas sobre las civilizaciones demenciales vislumbradas por el escritor H.P. Lovecraft, y el mundo de la Tierra Media imaginado por J.R.R. Tolkien. Incluye una crítica ácida sobre la Alemania nazi como transformación de la base cultural y moral que permite explicar lo inexplicable. Se analizan los vínculos entre la elite nacionalsocialista y diversos cultos esotéricos, así como la creencia en mitologías y cosmogonías abominables que, en determinado punto, se transforman en la ciencia oficial. Valiéndose de El pueblo blanco (The white people) de Arthur Machen, miembro del Alba Dorada (Golden Dawn), donde se diferencia el mal absoluto de las pequeñas maldades castigadas por la ley, ilustran su posición. Los experimentos telepáticos organizados por la marina norteamericana en 1958 dan comienzo a un capítulo sobre parapsicología. Más allá de las curiosidades del libro, El retorno de los brujos plantea un cambio de paradigma, señalando que la realidad es mucho más compleja y sutil de lo que suponemos, y que nuestra percepción de los hechos está afectada por el reduccionismo racionalista, dejando poco margen a la imaginación. Lo fantástico es lo que subyace tras el mecanismo del sentido común, hijo del saber oficial. El “realismo fantástico” pretendía ser una especie de superrealismo, una integración de la poesía y de la ciencia, capaz de penetrar en las sombras de todos los misterios. Antes, en 1961, el éxito de El retorno de los brujos había llevado a Bergier y a sus colaboradores a editar una revista mensual sobre los mismos temas, llamada Planète, de cuyo primer número se publicaron 5000 ejemplares y tuvo cinco reediciones. En el momento de mayor venta, cada número sobrepasaba las 100 000 copias. No obstante el éxito inicial, la revista dejó de publicarse en 1968. Bergier fue un personaje público y notorio en su momento, que incluso llegó a ser caricaturizado por Hergé en el álbum de Tintín “Vuelo 714 para Sydney”, encarnando a Ezdanitoff, el estrambótico director de la revista Comète, supuestamente contactado por extraterrestres. En 1953, un amigo común puso en contacto a Jacques Bergier con Louis Pauwels, periodista y escritor humanista de tendencias místicas. Aunque aparentemente no tenían mucho en común, pronto surgió la amistad, y de ahí el proyecto de un libro en colaboración. Tal como ya he indicado, inicialmente la idea de Pauwels era escribir sobre la historia y la realidad de las sociedades secretas, pero Bergier lo convenció para ampliar los contenidos. Trabajaron juntos durante varios años. El material de trabajo era proporcionado por Bergier y la redacción final correspondía a Pauwels. El resultado final fue El retorno de los brujos, subtitulado Una introducción al realismo fantástico, que fue publicado por Gallimard en 1960.

(El resumen es tan interesante y amplio, que voy a compartir por temas, ya que el mismo libro cubre varios, empiezo por la

ALQUIMIA)

“Enlazando con una crítica al positivismo y reduccionismo científico, heredados del siglo XIX, los autores exponen el procedimiento alquímico como muestra de un saber técnico alternativo pero no forzosamente opuesto a la ciencia moderna. En la historia de la ciencia, la alquimia es una antigua práctica protocientífica y una disciplina filosófica que combina elementos de la química, la metalurgia, la física, la medicina, la astrología, la semiótica, el misticismo, el espiritualismo y el arte. La alquimia fue practicada en Mesopotamia, el Antiguo Egipto, Persia, la India, China, la Antigua Grecia, el Imperio romano, el Imperio islámico y, después, en Europa hasta el siglo XIX, en una compleja red de escuelas y sistemas filosóficos que abarca, al menos, 2500 años. La alquimia occidental ha estado siempre estrechamente relacionada con el hermetismo, un sistema filosófico y espiritual que tiene sus raíces en Hermes Trimegisto, una deidad sincrética greco-egipcia y un legendario alquimista. Estas dos disciplinas influyeron en el nacimiento del rosacrucismo, un importante movimiento esotérico del siglo XVII. En el transcurso de los comienzos de la época moderna, la alquimia dominante evolucionó hacia la actual química. Actualmente es de interés para los historiadores de la ciencia y la filosofía, así como por sus aspectos místicos, esotéricos y artísticos. La alquimia fue una de las principales precursoras de las ciencias modernas, y muchas de las sustancias, herramientas y procesos de la antigua alquimia han servido como pilares fundamentales de las modernas industrias químicas y metalúrgicas. Aunque la alquimia adopta muchas formas, en la cultura popular es citada con mayor frecuencia como el proceso usado para transformar plomo (u otros elementos) en oro. Otra forma que adopta la alquimia es la de la búsqueda de la piedra filosofal, con la que se era capaz de lograr la habilidad para transmutar metales en oro o para alcanzar la vida eterna. En el plano espiritual, los alquimistas debían transmutar su propia alma antes de transmutar los metales. Esto quiere decir que debían purificarse, y prepararse mediante la oración y el ayuno. La percepción popular y de los últimos siglos sobre los alquimistas es que eran charlatanes que intentaban convertir plomo en oro, y que empleaban la mayor parte de su tiempo elaborando remedios milagrosos, venenos y pociones mágicas.

Fundaban su ciencia en que el universo estaba compuesto de cuatro elementos  a los que llamaban por el nombre vulgar de las sustancias que los representan, a saber: tierra, aire, fuego y agua, y con ellos preparaban un quinto elemento que contenía la potencia de los cuatro en su máxima exaltación y equilibrio. La mayoría eran investigadores cultos e inteligentes, e incluso distinguidos científicos, como Isaac Newton y Robert Boyle. Estos innovadores intentaron explorar e investigar la naturaleza misma. La base es un conocimiento del régimen del fuego y de las sustancias elementales del que, tras profundas meditaciones, se pasa a la práctica, comenzando por construir un horno alquímico. A menudo las carencias debían suplirse con la experimentación, las tradiciones y muchas especulaciones para profundizar en su arte. Para los alquimistas toda sustancia se componía de tres partes: mercurio, azufre y sal, siendo estos los nombres vulgares que comúnmente se usaban para designar al espíritu, alma y cuerpo, partes que eran llamadas principios. Mediante la manipulación de las sustancias y a través de diferentes operaciones, separaban cada una de las tres partes, que luego debían ser purificadas individualmente, cada una de acuerdo al régimen de fuego que le es propicia, la sal con fuego de fusión y el mercurio y el azufre con destilaciones recurrentes y suaves. Tras ser purificadas las tres partes en una labor que solía conllevar mucho tiempo, y durante el cual debían vigilarse los aspectos planetarios, las tres partes debían unirse para formar otra vez la sustancia inicial. Una vez hecho todo esto, la sustancia adquiría ciertos poderes. A lo largo de la historia de esta disciplina, los aprendices de alquimista se esforzaron en entender la naturaleza de estos principios y encontraron algún orden y sentido en los resultados de sus experimentos alquímicos, si bien, a menudo, eran socavados por reactivos impuros o mal caracterizados, falta de medidas cuantitativas y nomenclatura hermética. Esto motivaba que, tras años de intensos esfuerzos, muchos acabaran arruinados y maldiciendo la alquimia. Los aprendices, por lo general, debían empezar por trabajar en el reino vegetal hasta dominar el régimen del fuego, las diversas operaciones y el régimen del tiempo. Para diferenciar las sustancias vulgares de aquellas fabricadas mediante su arte, los alquimistas las designaban de acuerdo a alguna de sus propiedades.

La «iluminación» sólo se alcanzaba tras arduos años de riguroso estudio y experimentación. Una vez que el aprendiz lograba controlar el fuego, el tiempo de los procesos y los procesos mismos, estaba listo para acceder a los arcanos mayores. Sostenían que la potencia de los remedios era proporcional a cada naturaleza. Los trabajos de los alquimistas se basaban en la naturaleza, por lo que a cada reino le correspondía una meta: al reino mineral la transmutación de metales vulgares en oro o plata, al reino animal la creación de una «panacea», un remedio que supuestamente curaría todas las enfermedades y prolongaría la vida indefinidamente. Todas ellas eran el resultado de las mismas operaciones. Lo que cambiaba era la materia prima, la duración de los procesos y la vigilancia y fuerza del fuego. Una meta intermedia era crear lo que se conocía como menstruo, que era una multiplicación de sí mismo por inmersión de otras substancias semejantes en fusión/disolución. De modo que se conseguía tanto la generación como la regeneración de las substancias elementales. Estos no son los únicos usos de esta ciencia, aunque sí son los más conocidos y mejor documentados. Desde la Edad Media, los alquimistas europeos invirtieron mucho esfuerzo y dinero en la búsqueda de la piedra filosofal. Los alquimistas sostenían que la piedra filosofal amplificaba místicamente el conocimiento de la alquimia por parte de quien la usaba. Muchos aprendices y falsos alquimistas, tenidos por auténticos alquimistas, gozaron de prestigio y apoyo durante siglos, aunque no por su búsqueda de estas metas ni por la especulación mística y filosófica que se desprendía de su literatura, sino por sus contribuciones mundanas a las industrias artesanales de la época, tales como la obtención de pólvora, el análisis y refinamiento de minerales, la metalurgia, la producción de tinta, tintes, pinturas y cosméticos, el curtido del cuero, la fabricación de cerámica y cristal, la preparación de extractos y licores, etc. La preparación del aqua vitae, el «agua de vida», era un experimento bastante popular entre los alquimistas europeos.

Los alquimistas nunca tuvieron voluntad de separar los aspectos físicos de las interpretaciones metafísicas de su arte. La falta de vocabulario común para procesos y conceptos químicos, así como también la necesidad de secretismo, llevaba a los alquimistas a tomar prestados términos y símbolos de la mitología bíblica y pagana, la astrología, la cábala y otros campos místicos y esotéricos, de forma que incluso la receta química más simple terminaba pareciendo un obtuso conjuro mágico. Más aún, los alquimistas buscaron en esos campos los marcos de referencia teóricos en los que poder encajar su creciente colección de hechos experimentales inconexos. A partir de la Edad Media, algunos alquimistas empezaron a ver cada vez más estos aspectos metafísicos como los auténticos cimientos de la alquimia y a las sustancias químicas, estados físicos y procesos materiales como meras metáforas de entidades, estados y transformaciones espirituales. De esta forma, tanto la transmutación de metales corrientes en oro como la panacea universal simbolizaban la evolución desde un estado imperfecto y efímero hacia un estado perfecto y eterno. Y la piedra filosofal representaba alguna clave mística que haría posible esta evolución. Aplicadas al propio alquimista, esta meta simbolizaba su evolución desde la ignorancia hasta la iluminación, y la piedra filosofal representaba alguna verdad o poder espiritual oculto que llevaría hasta esa meta. En los textos escritos, los crípticos símbolos alquímicos, diagramas e imaginería textual de las obras alquímicas tardías contienen típicamente múltiples capas de significados, alegorías y referencias a otras obras igualmente crípticas; y deben ser laboriosamente «descodificadas» para poder descubrir su auténtico significado».

Tomado de: http://oldcivilizations.wordpress.com/2013/08/24/el-retorno-de-los-brujos-el-libro-que-marco-toda-una-epoca/

Cover of "The Book of the Damned"
Cover of The Book of the Damned
Русский: Постер фильма "Голем" (1920...
Русский: Постер фильма «Голем» (1920) Français : Affiche de 1920 d’un film muet en noir et blanc allemand : «Der Golem, wie er in die Welt kam» (Photo credit: Wikipedia)
Deutsch: Golem vor der Manufaktur GOLEM in Sie...
Deutsch: Golem vor der Manufaktur GOLEM in Sieversdorf (Photo credit: Wikipedia)
Polski: Zdjęcie z filmu "Der Golem" ...
Polski: Zdjęcie z filmu «Der Golem» (1915) (Photo credit: Wikipedia)
Español: Jorge Luis Borges
Español: Jorge Luis Borges (Photo credit: Wikipedia)
English: reproduction of the Prague Golem Česk...
English: reproduction of the Prague Golem Česky: reprodukce pražského Golema Português: Reproducción del golem de Praga (Photo credit: Wikipedia)

Bibliografía

Jacques, Pawels Louis y Bergier. El Retorno de los Brujos. Tercera. Barcelona: Plaza & Janes, S. A. Editores, Barcelona, 1963.

REGRESIÓN A MI VIDA PASADA COMO RASPUTÍN

Una de mis regresiones a vidas pasadas, a la encarnación de Rasputín

A que vine

Regresión hecha en septiembre de 1989.

              operador CTP, graduado de un curso para dominar la propia mente.

En otros posts, en la introducción de mi novelaTú y Yo… Siempre” y en el Reporte de mis Regresiones a Vidas Pasadas (que por un tiempo estoy ENVIANDO GRATIS en la compra de “Tú y Yo… Siempre”), ya he mencionado que, al escribir la novela, tuve varias Regresiones a Vidas Pasadas espontáneas, entre ésas, una a mi vida pasada cuando fui Rasputín y en la que basé el Capítulo 4RASPUTÍN” de la mencionada novela.

Puedes adquirirla en

http://tuyyosiempre.yolasite.com/tienda-en-l%C3%ADnea.php

Pide tus bonos gratis.

REGRESIÓN A MI VIDA PASADA COMO RASPUTÍN

Esta es la transcripción del audio caset (fue hecha en 1989) donde se grabó la Regresión que me hizo un compañero del curso que tomé para poder controlar las Regresiones a Vidas…

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MIS REGRESIONES A VIDAS PASADAS

Por Silvia Eugenia Ruiz Bachiller ver (c) abajo

Así fue como empezaron…

A que vine

CAPITULO I

CÓMO EMPEZÓ TODO.

La primera regresión o mensaje con imágenes que tuve fue espontánea.  Sucedió hace algunos años, después de haber tomado un seminario sobre manejo de Energía Curativa en una congregacióninternacional proveniente de Japón.

Un amigo, después mi pareja, a quien llamaré  W[i]me invitó a tomar ese seminario para que pudiera solucionar un grave problema de insomnio que ya duraba 7 años, y al día siguiente de la terminación del curso, él me estaba dando energía curativa por medio de la imposición de manos[ii] 

en el Punto 8 (en el entrecejo, sitio del tercer ojo[iii])

y   yo debía permanecer quieta, en silencio, con las manos juntas como en oración y con los ojoscerrados; generalmente esto proporciona una paz sólo comparable a la que da la meditación o entrar a nivel alfa[iv]

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