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COSAS DE LA VIDA

 Maru salió de la óptica un poco desconcertada; le entregarían sus anteojos arreglados en tres horas, pero ella nunca salía sin ellos; le daba miedo hasta atravesar la calle. Se detuvo en la puerta sin saber a dónde dirigirse y casi se da la vuelta para esperar las tres horas dentro del establecimiento, pero recordó que a media cuadra había un Sanborn’s y decidió ir a comer ahí, ya que así no tendría que atravesar la avenida Insurgentes de la Ciudad de México.

Se dirigió un poco torpemente al restorán, lleno a esa hora, y se sentó en la única mesa vacía para dos; como estaba en un rincón, casi se sienta mirando a la pared, pero, olvidando su timidez, se atrevió a mirar de frente a todo el restorán. Después de ordenar, se levantó, para quitarse el saco y colocarlo en el respaldo de la otra silla, al hacerlo sus movimientos permitieron que sus pechos lucieran en todo su esplendor y un hombre joven sentado un poco más allá de su mesa, casi se la comió con los ojos, pero ella (sin anteojos) no se dio cuenta y regresó inocentemente a su silla.

Para «despistar» había comprado una revista y se entretuvo hojeándola, más o menos viendo las fotos, porque no podía leer los textos, pero así aparentaba estar muy interesada en lo que «leía».

De vez en cuando levantaba la vista y su mirada se cruzaba con la del joven y atractivo vecino de mesa, que al principio medio le sonreía, después le sonreía francamente y al final le guiñó un ojo, pero como ella no se daba cuenta, él creía que estaba siendo discretamente aceptado y empezó a fantasear. Ella no se había enterado de nada, sin lentes no veía de lejos. Cuando terminó y le dieron la cuenta, se levantó, caminó unos pasos y volteó a la mesa para asegurarse de no haber dejado nada, pero él interpretó que le estaba enviando el mensaje de «sígueme».

Maru fue a hablarle a su marido para que pasara a recogerla a casa de una amiga, e irse juntos a Cuernavaca, donde vivían desde hacía unos meses, porque no le gustaba tener que viajar por carretera en autobús. Arturo la siguió discretamente y se colocó en el otro teléfono, aprovechando para reportarse a su nuevo trabajo.

-Alcalá y Asociados, buenas tardes.

-Habla Arturo López, reportándome ¿a qué hora me necesita el licenciado?

-Hoy no lo necesita, tiene la tarde libre- Arturo fingió hacer otra llamada, esperando que Maru terminara.

Mientras, Maru colgó la bocina porque a donde estaba llamando daba el tono de «ocupado», buscó la agenda en su bolso y llamó al nuevo número del teléfono directo de su marido. La llamada de Maru por fin entró y la secretaria le informó que su esposo tendría una junta a las 9, y que le pedía que se regresara a Cuernavaca en autobús; si hubiera hablado un poco antes, hubieran podido haberle enviado al chofer. Enfurruñada Maru colgó la bocina y al tomar sus cosas, se le cayó el saco, Arturo, que observaba sus movimientos, lo levantó de inmediato y cuando se lo entregó, se miraron a los ojos; como ahora sí estaba cerca (tal vez demasiado) ella notó «algo», se sonrojó, dio media vuelta y se dirigió al tocador.

Le impactó esa mirada de un hombre joven y guapo «¡qué ojos! parecen de árabe, y el bigote mmm debe hacer cosquillitas» y un poco alterada, terminó de lavarse las manos y levantó la vista al espejo, lo que le recordó quién era, de quién era esposa y también que estaba un poco pasada de peso; así que sacudió la cabeza para ahuyentar esos pecaminosos pensamientos, y salió del tocador directamente a la puerta, sin voltear, pero con unas ganas enormes de echar una miradita y ver si el joven aún estaba ahí, en el pasillo, pero no… sería demasiado esperar que ella le hubiera interesado tanto como para esperarla.

Cuando llegó a la puerta de la calle, él se adelantó a abrirle y Maru lo miró sorprendida… después de todo sí la esperó.

-Permítame.

-Gracias – Salió lo más dignamente que pudo (después de los dos vodkas que tomó en la comida) y se encaminó a la óptica tratando de no pensar en el «árabe».

Ya con sus anteojos arreglados salió más segura de sí, pero sin saber qué hacer, pues era muy temprano para regresarse a Cuernavaca a estar sola en ese caserón nuevo. Decidió hablarle a Elisa para ir con ella al cine y se dirigió a uno de los teléfonos de la esquina que, cosa rara estaban desocupados.

-¿Elisa?, soy Maru, estoy en México con la tarde libre y me gustaría que fuéramos al cine…

-Lo siento, Maru, pero tengo visitas, si quieres venir a la casa, te esperamos.

Desencantada, Maru se despidió, colgó la bocina y se dio la vuelta sin percatarse de que el «árabe» estaba en el otro teléfono; lo pensó un poco y se decidió a ir aunque sea sola al cine. Caminó hasta la esquina y mientras esperaba para atravesar, escuchó algo muy cerca de su oído.

-Buenas tardes…- ¡era el «árabe»! rápidamente la balanza de su conciencia sopesa el descuido de su marido, la soledad … la aventura…

-Buenas tardes – sonrisa luminosa.

-Sin querer escuché que va a ir sola la cine… -ella no lo había dicho en palabras, pero esa era su idea – ¿me permite acompañarla?

Nuevo cuestionamiento de su conciencia, pero ahora la respuesta fue más rápida.

-Si no tiene nada mejor qué hacer.

-No encontraría nada mejor qué hacer- la tomó del brazo, ella sintió un choque eléctrico, y mientras llegaban, platicaron intrascendencias.

Se sentaron en la última fila, sin enterarse qué película estaban «viendo». Él, aparentemente tímido, tocándole el brazo le preguntó si deseaba comer algo, ella sólo movió negativamente la cabeza y, antes de que pudiera reaccionar, sus labios quedaron apresados en los de él.

Se besaron sin descanso, él jugueteaba con la lengua dentro de la boca de ella, que se estremecía, como no recordaba haberlo hecho antes, pero Arturo era tan tímido que Maru tuvo que tomarle la mano y colocarla sobre sus pechos, después de eso, él ya no tuvo necesidad de que le indicara que le desabrochara la blusa, luego descansó la mano sobre su falda y la fue subiendo poco a poco hasta que ella gemía en sus brazos aún antes de que él tocara su tibia humedad. Parecía que estuvieran solos en el cine, no se enteraron de lo que ocurría a su alrededor hasta que se encendieron las luces. Maru bajó su falda, cerró su blusa y se arregló el pelo, él se acomodó la corbata y el pantalón, respiraron profundo y ella vio el reloj.

-Debo irme.

-¿Podemos ir a otro lado?

-Hoy no, tengo que regresar a Cuernavaca- dudó un poco -pero si quieres, podemos vernos el viernes, como ya platicamos.

-¿A dónde?

-En la cafetería de la Terminal del Sur, a las 4.

-Ahí te espero hasta las 6.

Se despidieron y Maru tomó un taxi a la terminal. Todo el camino fue recordando una por una todas las caricias y que Arturo le había dicho que quisiera que viviera en México, para poderla besar y abrazar todos los días. Cuando ella le preguntó si podía verla el viernes por la tarde, temprano, él respondió que en su trabajo no tenía horario fijo, pero que aunque ese día tuviera trabajo, se reportaría enfermo, para no dejar de verla; Maru tristemente pensó «se nota que va a ser la primera vez, ¡ojalá de verdad me espere! y que siempre sea así, pero ya sé que no va a durar mucho… en fin …»

El viernes siguiente en la mañana le dijo a Carlos, su marido, que había quedado de ver a su amiga Laura en México y que lo llamaría en la noche para ver si se regresaban juntos. Carlos apenas le contestó antes de subirse al auto. En cuanto él se desapareció avenida abajo, ella se fue al salón de belleza y se arregló como nunca, antes de salir hacia México.

Arturo la estaba esperando con un ramo de rosas rojas en la mano. A Maru le costó trabajo contener las lágrimas.

Fueron a tomar un café y ahí la convenció de ir «a otro lado». Ella sentía que se le caía la cara de vergüenza al entrar al hotel de paso. Desde la primera vez, ella se había dado cuenta de que Arturo no era de su «clase», pero no importaba, era joven, guapo y la hacía sentir cosas que hacía muchos años ni se acordaba que pudieran sentirse; así que ya se había hecho a la idea de que no la podía llevar a los lugares a que ella estaba acostumbrada, pero, pensó «váyase lo uno por lo otro», en ésta su primera aventura de esposa descuidada por su marido, le había tocado alguien diferente a ella, tal vez eso la atraía más.

En la modesta y casi vulgar habitación, pasó los momentos más emocionantes de su vida; ni siquiera en su luna de miel en París recordaba haber tenido esas sensaciones, haber sentido esa felicidad y plenitud.

Salieron apresuradamente cuando ella se dio cuenta de que ya eran las 7 y tenía que llegar a casa de Laura para que ahí la recogiera Carlos;   por supuesto su amiga ya estaba enterada de todo y estaba encantada de participar en la aventura, aunque solo fuera como «alcahuete». Arturo le dijo que él también tenía que reportarse a su empleo, porque había pedido permiso sólo hasta las 8 de la noche.

No quiso que Arturo la acompañara, no quería arriesgarse a que él tuviera la manera de localizarla si ella no quería; ni siquiera le había dicho su apellido, para evitar un posible chantaje «una nunca sabe…», le había dicho a Laura cuando la llamó por teléfono.

Después de contarle todo a Laura (bueno, casi) frente a un vodka Martini, llamó a Carlos, después de las 8:30, como habían quedado, para que pasara por ella. Como de costumbre, la secretaria le informó que estaba en una junta y que no sabía a qué hora se desocuparía, pero que, para que ella no se fuera en autobús tan tarde, le iba a mandar al nuevo chofer a donde ella le indicara. Tristemente le dio la dirección de Laura a la secretaria y cuando colgó la bocina pensó que su romance con Arturo podría justificarse por la actitud de su marido, quiso comentarlo con su amiga, pero Laura ya le estaba platicando sobre otra cosa y prefirió olvidar el asunto por el momento.

Media hora después tocaron el claxon (¡qué descortesía, pero no se puede esperar más de un chofer, y nuevo, para empeorar las cosas).

Salió despacio, porque el foco de la entrada de la casa de Laura se había fundido y casi no podía ver por dónde caminaba; el chofer, eso sí, con uniforme y quepí, ni siquiera se molestó en bajarse a abrirle la portezuela; Maru pensó decirle a su marido que lo despidiera. Se subió dificultosamente y se arrellanó en el mullido asiento trasero. Como no le indicaba al chofer a dónde quería ir, éste volteó para preguntarle y se quedó mudo, mientras ella lo miraba con la boca abierta, hasta que recuperaron la voz.

-¡ARTURO! / -¡MARU!

***

© Silvia Eugenia Ruiz Bachiller, Ciudad de México, Junio 26 de 1990.

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Imágenes tomadas de internet.

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Silvia Eugenia Ruiz Bachiller, Autora de “TÚ Y YO SIEMPRE”, novela romántica. La historia de amor de Almas gemelas, su karma, reencarnación y regresiones a vidas pasadas.

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DONDE LAS DAN, LAS TOMAN

                                    «DONDE LAS DAN…»

© condiciones al final

El portero del hotel le llamó un taxi y la ayudó a meter sus dos maletas de mano; Carmen se arrellanó en el asiento.

-A la terminal de San Lázaro, por favor.

El chofer observó a la señora de clase alta que lo había abordado en el Hotel María Isabel Sheraton , donde él tenía un lugar en el sitio de taxis turísticos; no estaba mal… tal vez un poco pasadita de peso, pero muy bien formada… buena pierna, aunque trataba de bajarse la falda, por el espejito alcanzaba a ver un panorama interesante. Buena ropa, muy elegante, joyería que se veía de buena clase, aunque él no entendía mucho de eso, pero su trabajo lo había hecho observador.

-¿A la TAPO?

-Sí, ahí- deseó que el chofer no la fuera a creer «fuereña», porque entonces, como era taxi turístico, le iba a querer cobrar el triple de lo normal. Quiso hacer comentarios sobre la ciudad o el tráfico, para que él se diera cuenta de que era capitalina, pero lo pensó mejor, porque después de vivir tantos años en Puebla, ya había adquirido el acento poblano, que es diferente, sólo un poquito diferente al del D. F., pero los taxistas lo captan al instante; así que prefirió no decir nada; no era que no tuviera dinero, pero le disgustaba que le cobraran de más; tampoco aceptaba que el chofer de su marido la trajera a México, porque no le gustaba sentirse «vigilada», así que prefería viajar en autobús, porque tampoco le agradaba manejar en la capital.

Miró por la ventanilla; había mucho tráfico a esa hora, hubiera sido mejor irse a las nueve de la noche como siempre, pero hoy había terminado temprano y a las cuatro ya no tenía cosas pendientes, así que fue al María Isabel por sus cosas y salió hacia la terminal de autobuses.

Mientras estaba perdida en sus pensamientos llegaron a la Av. Francisco del Paso esquina con Zaragoza.

-Por favor, váyase por la lateral, quiero que me deje en la Puerta 2.

-Sí, señora.

Carmen pensó que hacía mucho tiempo que no le decían «señorita»; era curioso, cuando pesaba menos de 61 kilos, aunque no trajera peinado de salón ni anduviera bien maquillada, no importaba si traía «jeans» o un vestido elegante; aunque estuviera en el supermercado o trajera a su sobrinito de la mano, siempre la llamaban «señorita»; ¡ah!, pero si pesaba más de los 61 kilos, no importaba que trajera el mejor maquillaje y acabara de salir del salón, aunque trajera portafolio, o anduviera cargada de libros, indefectiblemente la llamaban «señora», ¿es que (se preguntaba) el ser «señora» o «señorita» depende del peso?, cómo es extraña la gente…

-Son sesenta pesitos, señora.

Carmen buscó en su bolso el dinero, le pagó al chofer y salió del taxi, sin que el chofer la ayudara con las maletas. Entró al túnel mascullando lo poco caballeroso que son ahora los hombres y tratando de acomodarse una maleta en cada hombro, sin que le estorbaran su bolso y el saco.

Llegó a la terminal de los autobuses UNO, compró su boleto a Puebla sin tener que hacer fila, pues a esa hora había poca gente y se sentó a esperar la salida de su autobús.

Cuando anunciaron su salida, esperó a que todos se formaran y subió la última; no le gustaba esperar de pie a que los otros pasajeros se acomodaran y prefería subir cuando ya todos estaban sentados.

Buscó su asiento y vio que su vecina era una mujer de mediana edad, arreglada, aunque sencilla, que aparentemente trataba de dormir, pues tenía los ojos cerrados; Carmen le pidió permiso para pasarse al asiento junto a la ventanilla y también se acomodó con los ojos cerrados, aunque sabía que no podría dormir; ya debería poder hacerlo, después de tantos viajes Puebla-México-Puebla que hacía, a veces tan sólo por no aburrirse sola en su caserón poblano.

Por lo menos en México iba a visitar a sus amigas, a tomar un café con ellas, o hasta iba al cine sola, si no encontraba a ninguna amiga que la acompañara, cosa que era punto menos que imposible hacer en Puebla… ¡lo que pensarían si algún conocido la viera!, que no era difícil, pues siempre que salía a cualquier parte se encontraba a alguien conocido, y no era que ella fuera muy sociable o amiguera, sino que conocía a toda esa gente por las relaciones de su marido; ni modo, «noblesse oblige», era un pequeño precio que pagar, a cambio de que todo el mundo le tuviera consideraciones especiales debido al alto puesto que Hans tenía en la fábrica de autos.

Durante el trayecto por Zaragoza fue pensando en la cena que tendría que ofrecer la siguiente semana a uno de los más altos directivos venidos de Alemania, que recién había llegado al país, para confirmar o negar el ascenso de Hans a Director General; ya se estaba temiendo que la pusieran de cicerone de la esposa, aunque en realidad no sería desagradable pasear por Puebla, México, Tlaxcala y tal vez hasta Veracruz, lo que sí le disgustaba era tener que hacerlo por obligación y no por gusto, sabría Dios cómo sería la alemancita.

Claro que también a ella algunas esposas de ejecutivos menores la habían tenido que pasear, pero al menos ella era mexicana como las demás… recordó el viaje que hicieron a Xalapa, para ver el entonces nuevo Museo de Antropología y la casa de Santa Ana; también recordó que en ese entonces se había dado cuenta de que Hans la engañaba… bueno, también era un precio, aunque no pequeño, que había que pagar a cambio del status, las comodidades y todo lo demás. No cabe duda que todo tiene un precio…

Mientras pensaba en todo esto, ya estaban en lo alto de la montaña y empezó a percibir un olor desagradable. Abrió los ojos y vio que su vecina también estaba olfateando algo; unos minutos después, el olor era mucho más fuerte y un pasajero de más atrás advirtió:

-¡Chofer!, ¡huele a quemado!

El chofer ni se inmutó y todos los pasajeros empezaron a inquietarse, ella y su vecina se miraron.

-Desde hace rato huele a quemado, ¿verdad?

-Sí- respondió Carmen – espero que no sean los frenos.

-Si eso fuera, ya se hubiera detenido el chofer, ¿no crees?

-¡Quién sabe!, no me explico por qué no se para… tal vez sea por las curvas y la subida.

Otros pasajeros repitieron su advertencia al chofer, pero él seguía sin contestar. Por fin llegaron a Río Frío y se detuvo. Entonces sí abrió la puerta de comunicación, y se dirigió a sus pasajeros antes de bajar del autobús.

-Los que deseen bajar, pueden hacerlo, tal vez estemos aquí una media hora- sin esperar respuesta, se apeó y se dirigió al taller mecánico frente al que se había estacionado.

Carmen y Diana, su vecina de asiento, se miraron, sonrieron y se dispusieron a bajar. Diana sólo llevaba un suéter y una mascada para protegerse del frío, Carmen se puso el saco con cuello de piel sintética y los guantes de cabritilla, que no calientan, pero al menos protegen.

Se dirigieron a una de las pequeñas fondas situadas a la orilla de la carretera, escogieron una mesa lo más adentro posible, para protegerse del frío y pidieron sendos cafés; siempre sería mejor el café de aquí, que el agua tibia con café soluble que ofrecían en la «cafetería» del autobús.

Soplándole al café para no quemarse la lengua, Diana se atrevió a preguntarle -¿Eres casada?

Carmen la miró sorprendida, ella siempre ha dado por hecho que todas las mujeres maduras lo son -sí, ¿y tú?

-No…-mirada nostálgica -soy viuda.

-¡Ah!- no supo qué más contestar, dentro de su realidad sólo existían las casadas sin problemas económicos.

-¿A qué se dedica tu marido?- insistió Diana tratando de seguir conversando.

-Trabaja en la Volkswagen, es ingeniero automotriz, pero su puesto es administrativo, es funcionario de alto rango.

Diana la miró un tanto sorprendida -Qué curioso, mi «galán» también es ingeniero y trabaja ahí.

-Ah, ¡sí?- volteó a buscar a la mesera -¿tiene pan dulce?- volvió a prestar atención a su interlocutora -y ¿cómo se llama el «galán»?

-Otto, es alemán, o de origen alemán, no estoy segura, pero tiene un apellido impronunciable e inescribible, al menos para mí -ambas rieron de la ocurrencia, Carmen también encontró curioso el nombre del amante de su nueva «amiga».

-Mi marido se llama Hans Otto, como te dije, es ingeniero y también trabaja en la planta, pero, como sabes, toda la fábrica está plagada de alemanes, creo que con excepción de los obreros y algunas secretarias, todos son alemanes o hijos de alemanes ¿no?- sin esperar respuesta continuó, como dándose explicaciones a sí misma – y ambos nombres son tan comunes entre ellos, como José o Juan entre nosotros. ¿En qué departamento trabaja tu Otto? conozco a varios.

-No lo sé, nunca me platica de su trabajo, pero si te lo describo, tal vez lo identifiques: tiene como cincuenta años, es gordo, calvo, y alcohólico, pero sexualmente está bastante bien, parece como de treinta -Carmen pensó que en todo se parecía a su marido exceptuando en lo último, porque Hans era casi impotente.

Diana continuó, recordando algunos desagradables episodios pseudo-eróticos con su amante -lo único que me agrada, es que me da una muy buena ayuda económica, cosa que verdaderamente necesito, porque, como no sé hacer nada, desde que enviudé he intentado mantenerme vendiendo seguros.

-Así lo conocí -sonrió como disculpándose – pero la verdad es que nunca saco ni para pagar la renta- suspiró – además, me agrada sentir que tengo un compañero «casi» formal -volteó hacia otro lado -a pesar de ser casado, pero prefiero no pensar en eso- le sonrió tímidamente, esperando su aprobación.

Carmen, a pesar de sí misma, estuvo de acuerdo con Diana, porque ella estaba en el mismo caso: su marido era «igualito» al amante de Diana, con la diferencia de que ya casi no tenían relaciones sexuales, porque él la mayoría de las veces que lo intentaba no «podía» (alguna vez se había preguntado si serían así todos los alemanes maduros, pero según su interlocutora, por lo menos había una excepción).

Carmen no se sentía a gusto y hubiera querido divorciarse, pero, por otro lado, también necesitaba ser la «esposa de» y no quería perder la posición económica de su marido; como se sintió identificada con la viuda, la invitó a comer el siguiente martes, pues su marido todos los martes tenía comida con el Director de la Planta.

Diana dudó por un momento, pues ese era el día en que su amante a veces la llevaba a comer a Tlaxcala o a otra ciudad cercana, pero como no eran muchas las amigas que tenía y menos las invitaciones que le hacían, decidió aceptar.

-Entonces te espero, ten mi tarjeta, aquí están la dirección y el teléfono- le dio su tarjeta de la asociación caritativa en la que fungía como sub directora, con su nombre de soltera.

Diana tomó la tarjeta y se apresuró a sacar de su enorme bolso, que le servía también de portafolios, una suya, para entregársela a Carmen; a lo mejor y hasta conseguía un cliente.

Apenas estaban terminando su café con pan dulce, cuando se asomó el chofer a la puerta de la fonda y vio platicando amigablemente a las dos señoras tan distintas: una elegante y con mucha clase y la otra sencilla y con aspecto corriente, pero un poco más joven.

-Ya vamos a salir, ustedes son las últimas – y sin más se dio la vuelta.

Carmen dejó un billete en la mesa -yo invito, vámonos rápido.

Ya en el autobús platicaron de cómo eran sus respectivas casas, de lo que hacían en su tiempo libre -para Carmen era casi todo el tiempo, porque en la asociación caritativa su puesto era casi honorífico y prácticamente no hacía nada, en cuanto a sus obligaciones como anfitriona y acompañante de su marido no las consideraba como una ocupación, sino más bien como una distracción… aunque en ocasiones era obligada, y muchas veces había deseado ser libre, pero sin renunciar a todo lo que estaba acostumbrada, lo cual no era muy fácil de lograr… a menos que…

Pero nada de esto le comentó a su amiga y más bien la escuchó hablar sobre sus idas al cine dos veces al mes, sus comidas «extraordinarias» en Vips, con alguna compañera, no más de una vez por mes y, claro, cuando su amante la «sacaba» a comer a Tlaxcala o a San Martín Texmelucan y más raramente a Atlixco; jamás la invitaba a ningún lugar en Puebla, porque tenía una esposa que «respetar», como él mismo decía.

Carmen le lanzó una irónica mirada a Diana, que ésta no captó, o fingió no captar, ¡respetar!, qué manera de «respetar» tienen los hombres.

II

El siguiente martes, cuando ambas estaban en el jardín trasero, cómodamente sentadas alrededor de la mesa con sombrilla, observando la piscina, escuchando música y tomando el aperitivo antes de comer, inesperadamente se apareció Hans en el hermoso y arbolado patio, caminando por la vereda que dividía en dos el prado, saludando a sus dos sabuesos, que brincaban alegremente frente a él, dificultándole caminar. Carmen y Diana lo vieron antes que él a ellas, porque toda su atención estaba en sus consentidos perros.

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Diana palideció de pronto y casi le dio un infarto, pero trató de disimular lo mejor que pudo; cuando él la vio sentada ahí en su propio jardín, junto a su esposa, se detuvo en seco y se acuclilló, pretextando acariciar a los canes. Trató de pensar rápidamente de qué se trataba todo eso, ¿habría Diana venido a decirle todo a Carmen?… pero no, las dos se veían muy contentas, bueno Diana estaba con cara de espanto, así que… Como no vio ninguna reacción por parte de su esposa, se acercó, esperando hasta ver el comportamiento de ambas.

Se agachó a saludar a su esposa y Carmen, inocentemente, lo besó en la mejilla como siempre

-Te presento a mi amiga Diana, la conocí en el autobús de México la semana pasada – le sonrió candorosamente -¿vas a comer?

Él había decidido ir a comer a su casa cuando Diana le dijo que no se podían ver ese martes, pero, ante las circunstancias, decidió no hacerlo.

-No, querida, sólo vine por unos papeles que olvidé en la mañana, recuerda que los martes como con el Director de la Planta -volteó a ver a Diana de la manera más impersonal que pudo -mucho gusto.

Diana sólo lo saludó con la cabeza, estaba muda, quería meterse debajo de la mesa, si antes se puso pálida, ahora sus mejillas estaban tan calientes, que sentía que iban a estallar; sólo deseaba que Carmen no se diera cuenta.

Cuando Hans Otto captó toda la situación se tranquilizó inmediatamente; se sintió más incómodo porque Diana lo hubiera visto sin bisoñé, que por tener a la esposa y a la amante juntas y tranquilamente se sentó a beber un vaso de limonada -hace mucho calor, ¿la están pasando bien, señoras?

Diana, sin contestar, pensando que ese era el colmo del cinismo, también tomó su vaso de limonada y apuró el agridulce y helado líquido de un solo trago. Para no tener que ver a Otto, prefirió acariciar a uno de los perros que se había echado entre él y ella.

De la manera más cándida, Carmen se levantó -por lo menos voy a ordenar que te sirvan una copa, querido- se dirigió a la casa dejándolos solos.

Hans la observó alejarse pensando «verdaderamente, es la mujer más inocente e ingenua que conozco… por algo me casé con ella, ¡pobrecilla!», se volteó hacia Diana, le sonrió cínicamente levantando los hombros, sin más comentario; ella se volvió a agachar a acariciar al perro, para no tener que verlo.

Carmen, después de ordenar que les llevaran una copa a los tres, salió de la cocina y se encerró en la elegante y acogedora biblioteca, amueblada y adornada con un gusto exquisito, como el resto de la casa, para llamar a su abogado.

-Ya confirmé todo al verlos juntos; podemos sacarle lo que queramos, porque no le conviene el divorcio ahora que tiene la posibilidad de ser nombrado Director General. Por supuesto, yo voy a aparentar que no sé nada, para que tú puedas chantajearlo; hoy grabé buena parte de mi conversación con Diana, platicándome, con nombres y datos, los detalles más truculentos de su relación con su amante ¡imagínate!- rió de buena gana.

-¿Estás segura de que no querrá ser libre para casarse con ella y te salga el tiro por la culata?

-¿Con esa? ¡para nada!, jamás se casará con alguien así, si desea ese puesto, necesita a alguien con clase y ésta no la tiene.

-Si estás tan segura, tenemos que tramar un plan, cuanto antes mejor.

Carmen suspirando, se estiró y se levantó el pelo de la nuca con la mano libre -Te espero mañana a las 10 a desayunar ¿quieres liguero negro o blanco?

 ***

© Silvia Eugenia Ruiz Bachiller, Puebla, Pue., Julio, 1994

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Imágenes tomadas de internet,

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AMA DE PERRO O ESCLAVA DE MARIDO

 

A mediados del Siglo XX, en un pequeño pueblo de México, en una enorme casa muy antigua, una mujer se dispone a dormir.

-Ven, Niky, perrito bonito, ven… – le ofreció una galletita – ven, así, bonito, acuéstate en tu canasto para que te tape, si no, vas a tener frío – el perrito se metió de un brinco al canasto y moviendo la cola le pidió su recompensa – eso es, aquí está tu galleta, que duermas bien.

Eloísa – solterona, 80 años, flaca, consumida, amarillenta, ya medio encorvada- acabó de tapar a su perrito, se enderezó con dificultad, y poniéndose la mano en la espalda, a la altura de la cintura, se dirigió a su cama. Lecho de solterona, colcha blanca, almidonada, con muchos holanes y encajes en el vuelo.

Se desvistió tratando de no ver su cuerpo: ella sabía que podría ser causa de pecado. Rezó sus oraciones y se dispuso a dormir… pero pasó una hora, dos horas, tres, y no podía conciliar el sueño.

Hacía mucho que no pensaba en «él», ¡EL!, el hombre que la había hecho sentir todas y cada una de las fibras de su cuerpo; sus caricias eran tan ardientes que la consumían en el fuego del infierno. Mientras él la besaba, la acariciaba y la volvía loca, un vértigo trastornaba su mente. No la dejaba pensar y la hacía desear ser suya, suya, ¡eternamente suya!

Eso sucedía cuando se veían a las 12 de la noche en la huerta. Ella no pensaba, sentía, se entregaba a un éxtasis divino (¿o pecaminoso?), guiada por las expertas manos y deliciosos labios de Antonio; que tocaban acariciaban y besaban todo su cuerpo, al principio lenta y suavemente, luego con apremio, con una fiebre que le contagiaba a ella hasta que la envolvía por completo y ya no podía negar su cuerpo a esa entrega total y absoluta.

Antonio la hacía que olvidara a Dios, a su padre, a su madre, a su tío el sacerdote; hasta se olvidaba de ella misma, que era templo del Espíritu Santo. En esos momentos, ella no era ella, era una llama dentro de una hoguera inextinguible. Qué feliz era: no pensar, sólo sentir, gozar, ser amada… llegar al éxtasis…

Pero siempre llegaba el día siguiente.

A las cuatro de la tarde en punto, sonaba el aldabón del zaguán. Era ¡él!, pero no el «él» de la noche anterior, este «él» era cortés, distante -y distinto- caballeroso, respetuoso de su prometida, incapaz de tocarla ni con el pétalo de una rosa.

Se sentaban con su padre y su madre a tomar el té. Antonio en el sillón de enfrente, ¡jamás se atrevería, sin estar casados, a acercarse más! -por lo menos, eso creían sus padres- ella era su prometida, su futura esposa, la que iba a ser madre de sus hijos.

II

Llegó el día en que se formalizó el compromiso y se habló de cosas prosaicas como la dote y la participación del yerno en los negocios del suegro (el hombre más rico del pueblo).

Claro, esto sólo se habló entre suegro y yerno. La mujer es un objeto que se negocia entre dos hombres, ella no tenía por qué estar presente.

Ambos quedaron conformes con los términos del contrato y luego Antonio y Eloísa salieron a la terraza. por primera vez solos -según sus padres- a platicar sus planes.

Antonio, distante más de un metro, para guardar las apariencias, se dirigió a su futura esposa.

-Bueno, querida, ahora sí serás mi esposa, ante Dios, ante los hombres y ante la ley.

-Sí, mi amor, ahora podremos amarnos sin miedo ni sobresaltos; ahora todo estará de acuerdo a lo que ordenan las leyes de Dios y de los hombres y podré ser aún más tuya que antes, ahora ya no temeré al pecado ¡qué feliz soy! ¡te voy a amar completamente!

La miró severamente -querida, creo que no has entendido. A MI ESPOSA no puedo ofenderla con caricias como las que te hacía en la huerta. Entiende, ahora llevarás MI NOMBRE y te debo respeto; como esposos ante Dios, no podemos dejarnos tentar por el pecado de la lujuria; recuerda que serás LA MADRE DE MIS HIJOS – bajó la vista y observó atentamente sus manos, como si fuera lo más importante que tuviera que hacer -lo pasado no quiero recordarlo ni mencionarlo y te ruego que lo olvides para siempre.

Ante el mudo asombro de su futura esposa continuó parsimoniosamente, con tono de adulto que le habla a un niño no muy inteligente, como si le estuviera dando una clase a un niño de cinco años.

-De ahora en adelante, si me acerco a ti, sólo será para tener hijos. Además, ten presente que si tu padre te consintió, por ser hija única, nuestro matrimonio cambiará las cosas. Cuando nos casemos, tendrás que servirme, adivinarme el pensamiento, ayudarme a desvestir y acostar si llego bebido y no decir nada si te enteras de mis amantes. De ahora en adelante, tú me perteneces, lo mismo que tu herencia -le sonrió siniestramente -«querida».

Eloísa no pudo pensar por un lapso que nunca supo cuánto duró, pero al fin encontró su voz.

-Si he de ser tu esclava, con todas las obligaciones y ningún derecho, si he de entregarme a ti sólo para tener hijos y no por el placer de hacerlo, si sólo seré un objeto más de los bienes que acabas de negociar con mi padre – no pudo evitar que el tono de su voz se fuera elevando hasta convertirse en un grito agudo, histérico -¡Sal de mi casa, no quiero volver a verte! ¡prefiero morir soltera!

Y soltera se quedó; no fue esclava de un marido, ahora es ama de un perro.

© Silvia Eugenia Ruiz Bachiller

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Imágenes tomadas de internet.

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Silvia Eugenia Ruiz Bachiller, Autora de “TÚ Y YO SIEMPRE”, novela romántica. La historia de amor de Almas gemelas, su karma, reencarnación y regresiones a vidas pasadas.

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ANUNNAKI , ENKI, REPTILIANOS ¿SON BUENOS O MALOS?

Image of the Sumerian god Enki, with character...
Image of the Sumerian god Enki, with characteristic symbols: bird, goat and water flows. Nederlands: Enki (Photo credit: Wikipedia)

© condiciones al final.

¿CUÁL ES EL ORIGEN DE LA HUMANIDAD?

La educación (los conocimientos) que recibimos desde pequeños es inadecuada e inexacta, dicho más claramente, casi todo es mentira, pues se nos ocultan muchas cosas, sobre todo sobre nuestros orígenes como humanidad. 

Por ejemplo, la historia de los Anunnaki y los primeros seres humanos, una de las mas interesantes sobre la historia de la humanidad.

La Historia y la arqueología oficiales enseñan muy poco acerca de la civilización sumeria y sólo se mencionas cosas muy generales, como que fue la primera civilización y ahí nacieron la agricultura y la ganadería, pero ¿enseñan a fondo sobre su religión o sus dioses? ¡No!

Sin embargo, esa información se puede encontrar en bibliotecas, o internet, si  eres analítico e investigador te asombrará la cantidad de información que existe sobre lo que aquí menciono. 

LA CIVILIZACIÓN SUMERIA

El imperio sumerio fue el primer imperio oficial, hace mas de 10 mil años.

En las tablillas de barro encontradas en Nínive y otros lugares de Mesopotamia, interpretadas por Zecharia Sitchin en su gran mayoría, los sumerios dejaron registrada la historia de que sus creadores eran los anunnaki, una Raza Reptiliana extraterrestre proveniente de Nibiru, el décimo planeta del sistema solar.

Clay tablet with Sumerian cuneiform script lis...
Clay tablet with Sumerian cuneiform script listing gods in order of seniority, 2400-2200 BC (Photo credit: Wikipedia)

LOS ANUNNAKI BUSCABAN ORO

Los Anunnaki, que significa “los que del cielo bajaron”, vinieron a buscar oro porque lo necesitaban para reconstituir la atmósfera en su planeta, según las traducciones; pero tal vez también les era necesario por la electricidad, ya que el oro, el metal mas perfecto, es un excelente transportador de energía electromagnética.

CREACIÓN DEL HOMO SAPIENS

Los anunnaki necesitaban trabajadores para la extracción del oro, por lo que Enki y Ninhursag crearon una raza esclava dando genéticamente un salto evolutivo a los homínidos predecesores del Homo sapiens.

Después, por la razón que fuera, tuvieron que irse para su planeta y decidieron dejar una raza “superior” al mando, así que mezclaron su ADN reptil con el ADN de los homínidos que ya habían mutado como esclavos en África y crearon al Homo sapiens, pero también dejando a sus descendientes mas directos no mezclados (o poco mezclados) con humanos, que vendría a ser la élite que gobierna al mundo hasta el día de hoy (según algunas teorías).

Más sobre evolución y nuestros creadores extraterrestres en:

https://serunserdeluz.wordpress.com/2012/07/16/nuestros-creadores-los-extraterrestres/

http://2012profeciasmayasfindelmundo.wordpress.com/2013/09/03/hay-genes-extraterrestres-en-el-genoma-humano-dicen-cientificos/

MITOS DE LA CREACIÓN

En los mitos de todas las culturas ancestrales, nos encontramos con la misma historia:

Algunos seres “brillantes”  (en la mayoría de los mitos son seres en forma de serpiente) bajan del cielo, nos crean, viven con nosotros, nos enseñan a crear herramienta, el uso del fuego, la agricultura y ganadería, fitoterapia (curación con hierbas medicinales), alfarería, tejido, construcción, astronomía, matemáticas, y varias artesanías y después  estos seres creadores deciden marcharse (o esconderse de los humanos) y ya no los volvemos a ver (al menos no como antes).

 En la Biblia Yahvéh (otro extraterrestre -¿Enlil que se “pirateó” el crédito?) creó a Adán y Eva en el jardín del Edén, ellos podían verlo hasta que llego la serpiente parlante (Enki) que indujo a Eva a comer el fruto  del árbol del conocimiento, simbolizado por la manzana ¿alegoría de que Enki aumentó el cerebro de Eva y luego el de Adán?  la serpiente primero tentó a Eva y ésta a Adán; científicamente, la “Eva Primigenia” encontrada por los genetistas en África es más antigua que el Adán cromosómico.

EL CONOCIMIENTO

Yahvé les dijo que podían comer de cualquier árbol del Edén, menos de ese ¿por qué ese misterio? puede ser una historia simbólica de que los extraterrestres no querían que tuviéramos el mismo conocimiento que ellos, en el Popol Vuh se menciona que los dioses creadores no querían que los humanos se parecieran tanto a ellos en cuanto a conocimiento.

MÁS DATOS EN:

http://2012profeciasmayasfindelmundo.wordpress.com/2012/02/27/popol-vuh-fragmento-e-historia-del-libro/

LOS MITOS DE LA SERPIENTE

Según la Biblia, la serpiente tentó a  Eva para que probara la manzana del árbol del conocimiento. Según lo traducido e interpretado por Sitchin, supuestamente eso ocurrió con nuevas modificaciones genéticas que hicieron Enki y Ninhursag  en el cerebro de los homínidos, para convertirlos en Homo sapiens, para que ella y Adán fueran tan sabios como los dioses (extraterrestres) que los crearon y ese era el temor de Enlil y otros anunnaki, como ya vimos arriba.

Otra versión es que Enki hizo a sus mutantes capaces de procrear por sí mismos, pues anteriormente eso no era posible.

Una versión (que no estoy segura sea de Sitchin) dice que Enki y/u otros anunnaki se aparearon con hembras humanas y tuvieron descendencia (eso está en la Biblia, cuando los hijos de los dioses se mezclaron con las hijas de los hombres y se les llamó «ángeles caídos»)

¿LA SERPIENTE (ENKI) ERA BUENA O MALA?

Los aztecas tienen su dios bueno Quetzalcóatl,  la serpiente emplumada (que vuela, como dragón), que les impartió muchos conocimientos culturales y religiosos y prohibió los sacrificios humanos.

Más sobre Quetzalcóatl en:

https://serunserdeluz.wordpress.com/2013/01/31/quetzalcoatl-dioshombrerey-mitos-astronomicos-y-de-extraterrestres/

https://serunserdeluz.wordpress.com/2012/05/30/quetzalcoatl-crea-el-quinto-sol-y-a-los-seres-humanos-leyenda-de-los-soles/

https://serunserdeluz.wordpress.com/2012/05/31/historia-de-los-mexicanos-por-sus-pinturas-fragmento/

https://serunserdeluz.wordpress.com/2013/01/04/dioses-aztecas-o-extraterrestres/

En China adoran a los dragones (dragón: reptil volador que arroja fuego).

Algunas tribus africanas afirman descender de dioses serpientes, lo mismo que varias tribus indígenas australianas, norteamericanas, europeas etc.

 

MISMO MITO DE LA CREACIÓN  EN TODAS LAS CULTURAS

En todas las culturas antiguas del mundo se cuenta la misma historia, la pregunta sería ¿por qué?, según antropólogos e historiadores los mitos son formas ingenuas de nuestros antepasados de explicarse el mundo, según la real academia de la lengua española un mito es:

“Narración maravillosa situada fuera del tiempo histórico y protagonizada por personajes de carácter divino o heroico. con frecuencia interpreta el origen del mundo o grandes acontecimientos de la humanidad”.

también:

“fábula, ficción alegórica, especialmente en materia religiosa…”

y en cuanto a leyenda…: “relación de sucesos que tienen más de tradicionales o maravillosos que de históricos o verdaderos”.

PERO LA PREGUNTA SIGUE. ¿POR QUÉ los mitos de la creación en todo el mundo son similares? ¿no será que nuestros antepasados no eran tan ingenuos, no se inventaron los  mitos de la creación y solamente narraron lo que les enseñaron sus dioses o lo que los humanos mismos vivieron y transmitieron oralmente de generación en generación?

LOS ANUNNAKI Y LA ENEMISTAD DE DOS HERMANOS

Enlil with his wife, Ninlil
Enlil with his wife, Ninlil (Photo credit: Wikipedia)

Aquí hay que hacer algunas aclaraciones, según Zecharia Sitchin, en sus libros de “Crónicas de la Tierra”, el “dios” (extraterrestre) principal era Anu y tenía dos hijos peleándose por el poder:

Enki, su primogénito, pero no hijo del matrimonio con su hermana, sino hijo de otra “esposa” de origen reptiliano, por lo tanto era mestizo de un extraterrestre con apariencia de humano y de una reptiliana, con apariencia de serpiente y no era considerado como el verdadero sucesor de Anu y, por lo tanto, del poder, y

Enlil, hijo nacido después, pero era descendiente de Anu y su hermana y esposa legítima, por lo tanto Enlil era considerado el legítimo heredero de Anu.  Esto generó una enorme enemistad entre Enki (el reptiliano) y Enlil.

Te comparto aquí un video sobre el primer ser humano, no estoy muy segura de que esté basado totalmente en lo escrito por Zecharia Sitchin, si quieres comprobarlo de la fuente, lee sus libros.

ENKY Y LOS REPTILIANOS BUENOS Y MALOS

Enki as portrayed in various cylinder seals, B...
Enki as portrayed in various cylinder seals, British Museum (Photo credit: Wikipedia)

Ahora bien, quien nos creó o mutó genéticamente para hacernos humanos fue Enki (junto con Ninhursag, diosa también conocida como Mam) y se supone que él mismo fue el dios/extraterrestre que avisó del Diluvio a Utnapishtim (equivalente sumerio de Noé), al mismo Noé y a muchos otros humanos en los diferentes pueblos ancestrales que existían en la época ¿fue eso malo para los humanos? no.

Además debemos tomar en cuenta de que así como hay reptilianos “malos” (que hacen daño a los humanos) también los hay “buenos” (que nos ayudan), lo mismo se puede decir de los otros extraterrestres.

En resumen, la respuesta a la pregunta de si Enki fue bueno o malo para los humanos no es simple; en primer lugar él nos convirtió en humanos (Homo sapiens) mutándonos a partir de los homínidos de África, posiblemente del Homo erectus o quizá, en etapas sucesivas, desde los Australopitecus, pasando por todos los homínidos que los evolucionistas reconocen como nuestros ancestros.

  • Su objetivo era crear esclavos: malo para nosotros
  • En algún momento y en contra de los deseos de su hermano Enlil, nos dio mayor capacidad cerebral, convirtiéndonos en Homo sapiens: bueno para nosotros.
  • Cuando ocurrió el Diluvio Universal, avisó a varios seres elegidos por él para salvarlos: bueno para nosotros.
  • Según la mitología mundial (con excepción de la Biblia, que dice lo contrario) el dios serpiente (Enki) nos dio la cultura y nos enseñó: bueno para nosotros.

La conclusión final de si Enki/serpiente es bueno o malo, depende de cada quién.  Sin embargo debo recalcar que Enki no es el único extraterrestre reptiliano y que entre los reptilianos hay buenos y malos.

Más sobre dioses creadores extraterrestres en:

https://serunserdeluz.wordpress.com/2011/08/31/¿nos-crearon-dioses-extraterrestres-azules/

Sobre este tema hay mucho que decir, Zecharia Sitchin escribió muchos libros al respecto, entre los más conocidos, su serie “Crónicas de la Tierra”:

1- EL 12º PLANETA – 1976

2- LA ESCALERA AL CIELO – 1980

3- LA GUERRA DE LOS DIOSES Y LOS HOMBRES – 1985

4- LOS REINOS PERDIDOS – 1980

5- EL GÉNESIS REVISADO – 1990

6- WHEN TIME BEGAN – 1993

7- DIVINE ENCOUNTERS – 1995

8- EL CÓDIGO CÓSMICO – 1998

Trataré de publicar poco a poco mis comentarios sobre la obra de Sitchin, los anunnaki y otros extraterrestres que nos han visitado en la antigüedad, basándome en autores como Erik Von Däniken, J. J. Benitez, Andreas Faber Kaiser, Zecharia Sitchin y tantos otros, algunos de ellos incluidos en la serie de History Channel: “Alienígenas Ancestrales”, aunque no siempre esté de acuerdo en lo que ellos dicen y escribiré de acuerdo a mis investigaciones y conclusiones, a veces semejantes a las de estos autores y en otras ocasiones diferentes.

Aquí aprovecho para darte un consejo, querid@ lector@, si te pones a investigar, encontrarás muchas contradicciones entre los diferentes autores que consultes, tú debes aprender a separar la paja del trigo y hacerte tu propia opinión, según con lo que sientas que estás de acuerdo y veas que «encaja» en el panorama general (el «rompecabezas» como yo le llamo).

Continúa en:

https://serunserdeluz.wordpress.com/2014/09/01/anunnaki-enki-reptilianos-son-buenos-o-malos-2/

***

Imágenes tomadas de internet, Pinterest  o de los enlaces relacionados.  Creo que no es necesario advertir que algunas fotos, son imágenes actuales, sólo para dar una idea de cómo fueron en aquellos tiempos y lugares.

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ENLACES RELACIONADOS

http://deepweeb.blogspot.mx/2012/12/de-donde-venimos.html

http://www.sitchin.com

¿Quién fue Horus?

Horus dios egipcio con cabeza de halcon 1
Horus dios egipcio con cabeza de halcon 1

La mejor versión que he leído sobre las historia de Osiris, Isis y Horus

Historias de un practicante zen

Parece contradictorio que, para una investigación seria y rigurosa, la paleoastronáutica recurra a “beber” de fuentes tales como son los mitos y las leyendas. La razón de ello no es otra que el propio significado de estos términos, pues según la Real Academia de la Lengua Española un mito es…: “fábula, ficción alegórica, especialmente en materia religiosa. Relato o noticia que desfigura lo que realmente es una cosa, y le da apariencia de ser más valiosa o más atractiva”. Y otro tanto nos sucede con leyenda…: “relación de sucesos que tienen más de tradicionales o maravillosos que de históricos o verdaderos”.

Ver la entrada original 2.992 palabras más

MILEVA MARIC Y ALBERT EINSTEIN

Por Silvia Eugenia Ruiz Bachiller ver (c) abajo

Mileva Maric, colaboradora en la Teoría de la Relatividad de Einstein
Mileva Maric, colaboradora en la Teoría de la Relatividad de Einstein

EL DETERMINISMO EN EL DESTINO DE LAS MUJERES

Esposa y madre… Las pocas mujeres que podían escapar a esta especie de determinismo histórico en los albores del siglo XX y lograban acceder a una formación académica o científica estaban condenadas a desarrollar su carrera   a la sombra de sus maridos (con la quizá única honrosa excepción de Marie Curie[i]).

Tan asumido tenía su rol Mileva Maric, la única mujer de su promoción en el instituto Politécnico Federal de Zúrich, que en una carta que dirige a su amiga Helene Kaufer comenta satisfecha: “Hace poco hemos terminado un trabajo muy importante que hará mundialmente famoso a mi marido”.

El trabajo no era otro que La Teoría de la Relatividad y su compañero era Albert Einstein.

Pero solo pasará a la historia el genio de aspecto despistado de melena blanca y encrespada. Muy pocos rendirán tributo a esta matemática que puso soporte a una de las teorías que revolucionó el mundo de la Física.

BIOGRAFÍA DE MILEVA MARIC

LUGAR DE NACIMIENTO Y ESTUDIOS

Nacida a finales de 1875 en Titel (Serbia) en el seno de una familia acomodada, su paso por el Instituto de Sremsja Mitrovica, que contaba con un completo laboratorio, decantará su vocación por la Física y las Matemáticas. Sus notas le permiten ingresar en el muy elitista Colegio Real de Zagreb, donde fue la única mujer en asistir a clases de Física, y le llevará a estudiar Medicina durante un semestre en la Universidad de Zúrich.

Albert Einstein cuando trabajaba en la Oficina de Patentes
Albert Einstein cuando trabajaba en la Oficina de Patentes

Afincada en Suiza, Mileva cambiará sus intereses académicos e ingresa en el Instituto Politécnico (1896), donde conocerá a Albert Einstein y se enamorará de él.

Completará su formación con estudios de Teoría de Números, Cálculo Diferencial e Integral en la Universidad de Heidelberg, Alemania.

A pesar de su impresionante talento, no consiguió pasar el examen final de su licenciatura en Física-Matemáticas y cabe preguntarnos ¿en realidad no lo pasó o no la pasaron por ser mujer?

EINSTEIN Y MILEVA MARIC SE CONOCEN Y SE ENAMORAN

Mileva Maric y Alberto Einstein a finales de Siglo XIXl
Mileva Maric y Alberto Einstein a finales de Siglo XIXl

Mileva Maric y Albert Einstein se conocieron en la Universidad Politécnica de Zürich a finales del siglo XIX.

Maric era la única mujer que estudiaba matemáticas y física en aquella universidad. En 1896 iniciaron una relación sentimental y Einstein estaba fascinado por la intensa colaboración intelectual que recibía de parte de su compañera serbia. A la única persona que disgustaba aquella relación era a la madre del genio, una alemana misógina y xenófoba, que nunca vio con buenos ojos a la serbia: “Ella es un libro igual que tú, pero lo que tú necesitas es una mujer. Cuando tengas 30 años, ella será una vieja bruja”.

MILEVA NO PUDO TERMINAR SUS ESTUDIOS

Aunque Mileva fue una sobresaliente matemática, nunca logró terminar formalmente sus estudios, pues el matrimonio la obligó a abandonar definitivamente la universidad y la física; en cambio Albert pudo defender su tesis doctoral en 1905. Para 1908, Einstein consiguió finalmente un puesto de profesor en la Universidad de Berna. En cuanto a Mileva, se convirtió en ama de casa ¿o esclava de la casa?

Mientras ella cuidaba de sus hijos y renunciaba a la ciencia, Einstein desde su puesto académico tuvo el tiempo suficiente para concluir sus estudios y desde luego para desarrollar la teoría, de la que se sabe ahora, que el crédito no era del todo suyo. En esa pareja de físicos alguien tenía que cuidar a los niños, alguien tenía que lavar y preparar la comida; y ése fue el papel que Einstein y la sociedad patriarcal asignaron a Mileva, quien subordinó todas sus aspiraciones a las necesidades de sus hijos, a los objetivos de su esposo y puso todos sus conocimientos a su servicio.

«Mi gran Albert ha llegado a ser célebre, físico respetado por los expertos que se entusiasman por él. Trabaja incansablemente en sus problemas. Puedo decir que sólo para eso vive. Tengo que admitir, no sin vergüenza, que para él somos secundarios y poco importantes», escribía Mileva a unos amigos. Einstein a su vez admitía: «Nuestra vida en común se ha vuelto imposible, hasta deprimente, aunque no sé decir por qué».

MILEVA Y EINSTEIN TIENEN UNA HIJA, ÉL SE ALEJA

En enero de 1902, un acontecimiento marcaría profundamente la relación de la pareja. Mileva dio a luz a una hija, Lieserl, cuando Mileva y Albert aún no estaban casados, de esta hija se sabe muy poco, sólo que la entregaron en adopción o murió de escarlatina, según se deduce de una carta de Einstein de septiembre de 1903. Después del nacimiento de la niña, la actitud de Einstein cambia y se aleja de su compañera adoptando una actitud distante y fría.


MILEVA Y ALBERT SE CASAN

Mileva Maric y sus hijos,
Mileva Maric y sus hijos,

En 1902, Einstein se trasladó a la ciudad de Berna, Suiza, donde consiguió empleo en una oficina de patentes. Tras cinco años de convivencia, Albert y Mileva terminaron casándose en enero  de 1903 y tuvieron a su primer hijo, dentro del matrimonio,  Hans Albert Einstein, en mayo de 1904.  El segundo hijo, Eduardo, nació en Zurich en julio de 1910.

Aunque contrajeron matrimonio, la vida de pareja se centró casi exclusivamente en la colaboración profesional, y la de Mileva, además, en el cuidado de los dos hijos frutos del matrimonio, uno de ellos con problemas mentales, al que después dieron en adopción.


DIVORCIO DE MILEVA Y ALBERT.  AUTORITARISMO DE EINSTEIN

Albert_Einstein_(Nobel)
Albert_Einstein_(Nobel)

Con el paso del tiempo la relación se tornó disfuncional. Ella ya no le resultaba divertida a Einstein y tampoco contaba con el tiempo para aportar nuevas ideas ni conocimientos.

Las “Reglas de conducta” que Albert Einstein le impuso por escrito en 1914 son una cruda muestra de su autoritarismo y, a su vez, del machismo y violencia sicológica que ejerció en contra de Mileva:

REGLAS DE CONDUCTA

“A. Te encargarás de que:

1.Mi ropa esté en orden,

2.Que se me sirvan tres comidas regulares al día en mi habitación,

3.Que mi dormitorio y mi estudio estén siempre en orden y que mi escritorio no sea tocado por nadie, excepto yo.

B. Renunciarás a tus relaciones personales conmigo, excepto cuando éstas se requieran por apariencias sociales. En especial no solicitarás que:

1.Me siente junto a ti en casa,

2.Que salga o viaje contigo.

C. Prometerás explícitamente observar los siguientes puntos cuanto estés en contacto conmigo:

1.No deberás esperar ninguna muestra de afecto mía ni me reprocharás por ello,

2.Deberás responder de inmediato cuando te hable,

3.Deberás abandonar de inmediato el dormitorio o el estudio y sin protestar cuanto te lo diga.

D. Prometerás no denigrarme a los ojos de los niños, ya sea de palabra o de hecho.”

Con este tipo de imposiciones obviamente que las cosas no funcionarían nunca, por lo que los Einstein terminaron separándose en 1914.

Einstein se fue a Berlín en 1914, mientras Mileva se quedó en Zurich con sus hijos; después de vivir cinco años separados,  Einstein y Mileva se divorciaron el 14 de febrero de 1919.

EINSTEIN SE VUELVE A CASAR

Elsa Einstein, prima y segunda esposa de Albert Einstein
Elsa Einstein, prima y segunda esposa de Albert Einstein

Einstein volvió a casarse en 1915 con una de sus primas (en primer grado por lado materno y segundo grado por el lado paterno), Elsa (Löwenthal)[ii] Einstein, quien también era divorciada y tenía dos hijas.

El aún desconocido físico, un año después dio a conocer su famosa Teoría General de la Relatividad que Mileva había preparado.

Elsa fue la mujer sumisa que Einstein buscaba, pues en total sumisión supo mantenerse a prudente distancia, dedicada al hogar y facilitándole el trabajo de investigación. Su doméstica obediencia llegó hasta aceptar organizarle la agenda y restringirle el número de visitantes que aspiraban hablar con él, a medida que crecía su fama.

De los hechos se desprende que Einstein nunca necesitó una esposa sino una sirvienta, nana de sus hijos y secretaria, y que no quiso formar una pareja científica ni conceder crédito alguno en su teoría a su ex esposa Mileva. Quizá por eso, de alguna manera le pagó por su aporte, al otorgarle el dinero que ganó por el Premio Nobel de Física.

COLABORACIÓN DE MILEVA CON EINSTEIN

Hasta que abandonó los estudios en 1901 -y luego mientras duró su matrimonio-, fue una estrecha colaboradora de Einstein, como refleja una carta del propio Einstein donde afirma que espera acabar pronto su trabajo en común (con Mileva) sobre el “movimiento relativo” del éter.

MILEVA MARIC ERA MEJOR MATEMÁTICA QUE ALBERT EINSTEIN

Como sea, la pareja estaba flechada porque ambos hablaban el mismo lenguaje: ella le dio clases de matemáticas (que nunca fueron el fuerte de Einstein), preparaban juntos sus exámenes y compartían el mismo interés por la ciencia y por la música. Einstein le escribió en 1900: “Estoy solo con todo el mundo, salvo contigo. Qué feliz soy por haberte encontrado a ti, alguien igual a mí en todos los aspectos, tan fuerte y autónoma como yo”.

Los amigos de la pareja definen a esta mujer como a una diosa.  “Tanto nos impresionaban sus conocimientos matemáticos y su genialidad. Los problemas matemáticos sencillos los resolvía mentalmente en un instante, y no tardaba más de dos días en aquellos que ocupaban varias semanas a los más hábiles especialistas. Y para resolverlos siempre encontraba vías originales y propias, las más cortas. Le resolvía (a Einstein) todos los problemas matemáticos. Resultaba desconcertante lo buena matemática que era” (Dr. Ljubomir Bata Dumic).

DESARROLLO CONJUNTO DE LA TEORÍA DE LA RELATIVIDAD ESPECIAL

En sus ratos libres, Einstein desarrolló, entre otras cosas, la Teoría de la relatividad especial que habría de revolucionar la física moderna. Los frutos de su trabajo fueron publicados en 1905, en la -en aquel entonces- prestigiosa revista Annalen der Physik.

Portada de de Anales de la Física
Portada de de Anales de la Física

Un ejemplar de «Anales de la Física»

Cuando se le preguntaba a Mileva por qué no firmaba los artículos que elaboraba junto a su esposo, su respuesta era: «Wir sind ein Stein!» (Somos Einstein), que en alemán significa “somos una piedra”.

Existen varias cartas del noviazgo en las que Einstein le pide aclarar información,  debate  con ella  el por qué de sus ideas de la relatividad (de ella) e inclusive se refiere a “nuestra teoría” y le da un trato de colega.

A partir de estas evidencias hay estudiosos, como el investigador E. H. Walker, que concluyen que las ideas fundamentales de la teoría de la relatividad fueron de Mileva Maric, quien no pudo continuar con su carrera puesto que se hizo cargo del cuidado de los hijos, uno con retraso mental, lo que desde luego le exigió más cuidados maternales.

CLÁUSULA LEGAL SOBRE PREMIOS POR LA TEORÍA DE LA RELATIVIDAD

Un detalle bastante revelador aportado por la feminista alemana Senta Trömel-Plözt es que, cuando Albert y Mileva se separaron oficialmente en 1919, el documento del divorcio incluyó una cláusula de que, en caso de recibir Einstein algún premio por los artículos publicados en 1905 en los Annalen der Physik, debía entregárselo íntegramente a Mileva. ¿Tenía la esperanza Mileva que ese trabajo revolucionaría al mundo? ¿Cómo pudo saberlo si no fue parte del mismo? Es claro que ella fue la autora del mismo.  Fue en los años de su vida conjunta, hasta 1914, cuando nacieron las obras más importantes de Einstein, por lo que algunos creen que el papel de su mujer era significativo y definitivo, sobre todo en matemáticas, materia en la que alguna vez brilló en su Facultad.

EL PREMIO NOBEL, SÓLO PARA EINSTEIN

Mileva pagó con creces el destacar en un mundo de varones misóginos, pues ni la Academia Sueca, ni siquiera Einstein, compartieron los honores del Nobel. Hasta ocho años después del divorcio, el Einstein tuvo el gesto de reconocer indirectamente la coautoría o aportación de su descubrimiento, al otorgarle íntegramente la aportación económica del premio Nobel (legalmente debía hacerlo, pues había una cláusula al respecto en el acuerdo de divorcio).

Algunos biógrafos del Nobel mencionan que Einstein impuso a Mileva, por escrito, una serie de obligaciones conyugales que la marcaban definitivamente como esposa y madre sumisa y obediente al genio.

MILEVA MARIC UNA GRAN MATEMÁTICA, ADEMÁS DE ABNEGADA ESPOSA Y MADRE.

Mileva Maric, después de divorciada vivió algunos años en Berna, encerrada en su casa entregada al cuidado de su hijo.

Ella compró el departamento con el dinero del Premio Nobel que debió ganar ella junto con Einstein.

Mileva vivió hasta el último de sus días en Zúrich, en ese departamento con vista a la facultad en la que estudió junto con Einstein.

Murió sola y olvidada en Zúrich en 1948.

Este post sobre Mileva Maric es un homenaje a esas miles, millones de abnegadas esposas y madres, que han sacrificado sus sueños, carreras e ideales, porque el instinto maternal y el amor han sido más fuertes que el estatus, sus ambiciones y sus sueños.

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© Silvia Eugenia Ruiz Bachiller

Autora de “TÚ Y YO SIEMPRE”, novela romántica. La historia de amor de Almas gemelas, su karma, reencarnación, regresiones a vidas pasadas, con temas como psicología, PES, sueños, tantra, kundalini, iniciaciones, brujería, esoterismo, arqueología, etc.Tu y Yo Siempre, novela romántica

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ENLACES RELACIONADOS

http://mqciencia.com/2011/05/31/mileva-maric-el-deber-y-la-devocion/

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http://astrojem.com/mujeres/milevamaric.html

http://en.wikipedia.org/wiki/Elsa_Einstein

Algunos datos tomados de un eMail de Carlos Alberto Bassi


[i] Marie Curie (Varsovia, Zarato de Polonia, 7 de noviembre de 1867Passy, Francia, 4 de julio de 1934), fue una química y física polaca, posteriormente nacionalizada francesa. Pionera en el campo de la radiactividad, fue, entre otros méritos, la primera persona en recibir dos premios Nobel, la única persona en haber recibido dos premios Nobel en distintas especialidades, Física y Química, y la primera mujer en ser profesora en la Universidad de París.

[ii] El apellido paterno de Elsa era Einstein, pero lo cambió al casarse con su primer esposo, Max Löwenthal, luego lo recuperó al casarse con Albert Einstein