Hace no mucho tiempo, érase que se era, allá en un lejano valle rodeado de montañas una comunidad de toda clase de aves y lindos animales.
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Las hermosas aves volaban en su propio espacio y según sus alas más o menos alto; había gorriones, codornices, faisanes, búhos, halcones y toda clase de aves de la región y de afuera, porque a veces llegaba un cóndor visitante y hasta algún quetzal.
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Para las águilas reales la zona era ideal, pero sólo había una, se llamaba Së y era muy querida por sus coterráneos, en el valle tenía muchos amigos entre aves y animales; era solitaria, porque no había otra águila real por esos rumbos. Ella tenía su nido allá en la montaña, muy arriba.
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Së disfrutaba de volar muy alto y su sueño era alcanzar las nubes, pero no llegaba a tales altitudes.
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También hacía lo contrario, a veces se posaba en el suelo y si no tenía hambre, hacía amistad con toda clase de animalitos e insectos, su zona de caza era muy lejos.
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En una ocasión que estaba posada en tierra cerca de un hormiguero, una de las hormigas obreras se subió en una de sus patas, aferrándose a una pluma, a Së le hizo gracia y la saludó.
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-Hola hormiguita ¿qué haces en mi pata?
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-Quiero que me lleves a volar contigo, yo no tengo alas como algunas privilegiadas de mi colonia, yo sólo hago lo que las demás.
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Së le sonrió y se dispuso a darle gusto.
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-Te voy a llevar a volar, pero sólo muy bajo, porque te podrías marear o hasta morir si te llevo muy alto.
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-¡No! – Exigió Elf – yo quiero volar alto.
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-Eso no se va a poder, si no quieres, pues no te llevo.
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Con cara de enojo y haciendo gestos Elf aceptó.
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-Está bien – y se aferró a la pluma de la pata de Së.
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Para Elf fue una experiencia maravillosa y le pidió a Së que lo hicieran con frecuencia, el águila, complaciente aceptó y así lo hacían.
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Mientras, en uno de sus vuelos solitarios más altos, Së conoció a otra águila real, llamada Ga, era un macho imponente que también gozaba volando lo más alto que podía; se saludaron y empezaron su vuelo en conjunto.
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Todos los días se encontraban en las alturas y volaban juntos disfrutando de los bellos paisajes, pero más de la compañía.
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Como era de esperarse se enamoraron y fueron una pareja muy feliz.
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Së seguía llevando a Elf en algunos vuelos, igual que antes, a ras del suelo.
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Y volaba todos los días cada vez más alto con Ga, disfrutando de los paisajes más hermosos desde las alturas y gozando de un hermoso romance.
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Todo iba bien, hasta que un fatídico día Ga fue víctima del peor predador de todos, el hombre, y fue asesinado, tan sólo por el gusto de matar que tienen algunos humanos.
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Para Së la vida cambió radicalmente, ya no tenía ganas de volar, se acurrucaba en su nido y se ponía a llorar.
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Pero tres días después, Së vio a Ga, luminoso y transparente volando frente a su nido, era su espíritu que había regresado para acompañarla.
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Desde entonces Së retomó sus vuelos y con el espíritu de Ga a veces llegaba hasta las nubes y más allá, así era feliz y cuando descendía, sus hermosas experiencias a sus amig@s les compartía.
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Algunos no le creyeron, dieron media vuelta y ya no la oían, otros se interesaron más y sus narraciones no se perdían.
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Së les platicaba de los maravillosos vuelos que con el espíritu de Ga efectuaba y de cómo se amaban; todos con arrobo la escuchaban.
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Elf seguía queriendo volar con Së y por eso ella hacía como que la oía, pero en realidad no lo hacía. Un día, en su hormiguero tuvo problemas y llena de ira salió a gritar su rabia; se encontró con Së, que había ido a visitarla para en uno de sus vuelos llevarla.
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Pero Elf estaba tan enojada que en lugar de montarse en la pata de Së, fue a picarla y con su ponzoña inocularla. Së no salía de su asombro ¿Elf atacándola?
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Era la época en que las hormigas con alas salían en su vuelo nupcial, a Elf le había dado un ataque de envidia; por ser obrera no tenía alas, sólo las reinas las tenían y podían salir a volar y encontrar pareja para ser felices en su nuevo nido. Elf tenía celos y envidia porque ella no podía, entonces vio a Së, que podía volar a grandes alturas y con ella se desquitó porque era a quien más cerca tenía.
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Al sentirse atacada, Së levantó el vuelo sin contraatacar a Elf, ya que de un pisotón podría eliminarla, pero en vez de eso, extendió sus alas y emprendió el vuelo.
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El lugar de Së era el aire, el espacio, las alturas, no el polvoriento suelo donde la hormiga vivía; tratando de olvidar el dolor, más que por el piquete, por el cambio de su amiga, durante su vuelo Së pensaba:
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“La culpa es mía, a una hormiga le di a probar el vuelo al ras de la tierra. Ella tiene envidia porque no entiende, porque ve las cosas desde el suelo, no alcanza a verlas durante un alto ascenso.
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Jamás entenderá lo que es el cielo, poder con tu pareja alcanzarlo en tu vuelo. Lástima que reaccione tan mal por su malogrado anhelo y al no entender agreda lo que ignora y por lo tanto, reprueba”.
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Së continuó volando junto al espíritu de Ga viviendo hermosas aventuras en lo alto del cielo y a veces más allá.