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ENÉSIMA UTOPÍA (CUENTO)

ENÉSIMA UTOPÍA

Nave espacial Columbia despegando
«abordé una nave transparente, parecida a nuestros cohetes espaciales»

Estando en el tema de «Sueños», este cuento está basado en un sueño, de esos que llevan una historia coherente desde el principio hasta el fin y al despertar los recuerdas completos. Éste lo edité sólo con puntos y comas, está plasmado tal y como lo soñé.

Para sueños que he recordado al despertar y compartido tal cual, ver también:

https://serunserdeluz.wordpress.com/2016/07/04/anoche-te-sone-el-sendero/

https://serunserdeluz.wordpress.com/2016/03/06/los-lagartos/

Este cuento fue mi segundo post, allá hace casi 5 años (2011) no tenía seguidores todavía, pero, con el tiempo, sí hubo algunos comentarios ¡casi 1 por año!.

Eso quiere decir que mis nuevos (y no tan nuevos) amig@s/seguidores/seguid@s no lo han leído y es uno de mis favoritos, por esa razón lo vuelvo a publicar, espero les guste. ❤

nave-nodriza-y-nave-pequec3b1a

«ENÉSIMA UTOPÍA«

Ya ha pasado mucho tiempo (aunque creo que mi percepción de eso que llaman tiempo ha cambiado), desde que llegué; tanto, que ya me acostumbré a este estilo de vida; es cómodo, es agradable, es… diferente.

La mayoría de las cosas que no soportaba de mi país (o continente, o planeta, o sistema solar, o galaxia, o tal vez estoy en otro universo u otra dimensión) aquí no existen; por  ejemplo: aquí no hay «sufridas y abnegadas madrecitas», no hay «machos muy machos», ni mujeres frustradas, ni drogadictos, ni alcohólicos, ni muy ricos, ni muy pobres, ni explotadores ni explotados; no hay miseria, ni tampoco «clase media» mediatizada y enajenada.  Es más: no hay clases sociales.

La gente, al principio, trabaja en todo, pero después de un tiempo decide dónde es más feliz y, por lo tanto, más productiva (hay capacitación y educación universitaria, todo gratuito).  Por curioso que parezca (a mí me lo parece), a pesar de que no existen monopolios, ni trasnacionales, vaya, ni siquiera IP., la eficiencia y la productividad están al máximo y todos tenemos todo, aunque no lo mismo (salvo los derechos y las libertades que, aquí sí, son iguales para todos).

Todavía no sé dónde estoy; sólo recuerdo que un día, mientras efectuaba una investigación documental, sentí la imperiosa necesidad de acudir a un sitio a una hora determinada y que ahí, junto con un hindú, una cubana, un finlandés, una etíope, un aborigen australiano, una rusa y un italiano del sur, abordé una nave transparente, parecida a nuestros cohetes espaciales, pero que puede despegar como helicóptero y cuyo combustible es sal magnetizada.

Después, navegamos por el espacio exterior por sabe Dios cuando tiempo, posiblemente a la velocidad de la luz, o más rápido, y llegamos aquí.

Cuando arribamos, nuestra nave espacial, como si fuera un émbolo, entró a un túnel cilíndrico y cuando las puertas de nuestra nave y las del túnel se abrieron en perfecta sincronía, pudimos entrar a un pasillo cuyos mullidos pisos eran de luminosos colores cambiantes, vimos y olimos (además de oírla, claro) una música al mismo tiempo relajante y estimulante; vimos, olimos y escuchamos las exuberantes y frondosas plantas sembradas a lo largo del pasillo, cuyas hojas y flores emitían una cierta luz translúcida, que nunca habíamos visto en otra parte.

Sabíamos que estábamos bajo techo, pero la sensación era como si estuviéramos en campo abierto, bajo los rosados (sí, porque era una luz rosa y no dorada) rayos del ¿Sol?

Llegamos a la recepción, una especie de laboratorio de la NASA, donde entramos a unas cabinas individuales en cuyo interior una luz azul nos recorrió de cabeza a pies y en dos segundos nuestra «ID»  con todos nuestros antecedentes personales, estaba lista (el FBI,  la CIA, la KGB, la Gestapo y la SS, nos parecieron párvulos cuando vimos todos nuestros datos en las pequeñas micas que salieron de las computadoras).

Al salir de las identificadoras, nos estaban esperando varios entrevistadores, uno para cada quién, y ellos nos informaron que somos algo así como «elegidos» y que fuimos seleccionados entre nuestros congéneres porque tenemos ideas muy singulares, pero muy firmes, acerca de la sociedad, la cultura, la educación, la política, la sexualidad, la salud, el dinero, etc., etc., etc.: es decir, que allá éramos descontentos, rebeldes (algunos hasta sediciosos y revolucionarios) y aquí somos los escogidos.

Aquí nadie habla (porque no los hay) de miseria; subdesarrollo; tercer mundo; hambre; analfabetismo; desigualdad social, sexual, racial o religiosa; trasnacionales; deudas externas; devaluación; contaminación del ambiente, de los alimentos o del agua; SIDA; narcotráfico, secuestros, drogadicción, ni ninguna otra de las plagas que existen (¿o existían?, ¿es que aún existe nuestro planeta?) allá; bueno ¡ni siquiera hay guerra!

Lo que más me gusta es que el amor, mejor dicho Amor, el verdadero, no el mito romántico-erótico que conocíamos, sino el Amor Universal, el Amor al semejante, que es mezcla de respeto, cariño, interés, afecto, devoción, estimación, ternura, comprensión y aceptación, entre otras cosas; ese Amor que abarca a la humanidad entera, ése es el que sentimos todos por todos; claro que hay atracción sexual y hay «matrimonio», pero no como allá, «por contrato», sino sólo cuando la frecuencia de onda es la misma en los dos; es decir, sólo con el «alma gemela» (parece que todos los que venimos aquí, lo hicimos con nuestra «mitad perfecta», sólo que nos damos cuenta únicamente hasta que ambos estamos preparados).  Por supuesto que al unirse las dos mitades no hace falta ninguna clase de contrato, puesto que esa no es una simple unión, sino una reunión de dos que antes fueron uno.

Todas las tareas domésticas que allá efectúa el ama de casa (¿o debería decir «esclava de casa»?) aquí están socializadas: hay comedores públicos con comida natural, balanceada, sabrosa nutritiva y ¡gratis!; aquí no hay basura, porque los desperdicios orgánicos van a la composta y los demás se reciclan; las habitaciones se limpian con sólo apretar un botón que pone en marcha una «aspiradora» colocada dentro de las paredes a lo largo, alto y ancho y que deja tanto muebles como pisos impecables; la ropa para la lavandería se deja fuera de la habitación y al día siguiente ya está acomodada en su lugar (a todos nos toca una vez cada seis meses trabajar en la cocina, la lavandería, los jardines, los centros infantiles, etc., lo cual ni siquiera es molesto).

No se podría llamar «guardería» a los lugares donde se quedan los niños  mientras sus padres trabajan, porque ahí no se «guarda» a los pequeños, sino que se les mima, cuida, atiende, socializa y, lo más importante, no se les condiciona a que <<los niños tienen que hacer esto y las niñas no pueden y viceversa>>; no, ahí tanto los niños como las niñas hacen lo que les nace hacer.  Podemos ver niñas subidas en los árboles y niños jugando a las muñecas, tanto como niños en los árboles y  niñas con muñecas.

Mis compañeros de viaje y yo, aún siendo de países (y continentes) tan diferentes y tener distintas culturas y lenguaje, nos entendemos perfectamente entre nosotros y con los demás; no me explico cómo, pero así es: yo hablo en mi idioma y ellos en el suyo y todos comprendemos lo que los otros dicen.  Siempre que nos encontramos en el comedor nos platicamos nuestras nuevas experiencias.

El finlandés, que es pedagogo, está en uno de los centros infantiles; el hindú, que es maestro yogui, da clases de meditación a niños y adultos; la cubana, que era coronela en la milicia, enseña educación física y artes marciales (como ejercicio físico y elevación espiritual, no para ofensa o defensa); la rusa, que es física nuclear, está en investigaciones médicas; la etíope, que se doctoró en economía en Inglaterra, está en la Comisión Económica del …¿país?, ¿nación?, ¿Estado?, ¿gobierno?… aún no sé cómo llamar a este conglomerado tan perfectamente organizado; pero ella está entre los que estudian las cuestiones económicas (como la eliminación del dinero), para que después todos, por votación decidamos lo mejor para la mayoría.

Los descontentos (aún no he conocido ninguno) tienen derecho a manifestarse durante las sesiones de votación de nuevas reglas y leyes, una vez al mes, pero nadie lo ha hecho desde que llegamos.

Continuando el recuento, el australiano – es ecólogo – enseña en la Universidad cómo viven los aborígenes australianos, enfocándose en las ventajas de vivir de acuerdo a la naturaleza; también enseña medicina natural, básicamente herbolaria, que es la que ellos utilizan.  El italiano (un moreno del sur, atractivísimo), es sexólogo y da clases de educación sexual a niños, adolescentes y adultos.

Finalmente yo, que soy mexicana y antropóloga (especializada en la situación de la mujer en las diversas épocas y culturas), tengo encomendado un estudio comparativo de las diferencias entre la condición de la mujer allá, de donde venimos, y aquí.

Nunca me había entusiasmado tanto con una investigación, ¡son tantas y tan importantes las diferencias!

Aquí no hay matrimonio en el cual la mujer pierda sus  derechos, ni amas de casa, ni roles sexuales, ni discriminación sexual, ni división sexual del trabajo, ni violaciones, ni embarazos no deseados, ni abortos, ni nada de lo que subyuga allá a la mujer.

El problema que tengo, es que para poder comparar, tendría que…

-¡Silvia!, ¡despierta!, tienes que terminar tu trabajo sobre la discriminación de la mujer en el Tercer Mundo…

***

© Silvia Eugenia Ruiz Bachiller

***

Imágenes tomadas de internet.

***

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Silvia Eugenia Ruiz Bachiller, Autora de “TÚ Y YO SIEMPRE”, novela romántica. La historia de amor de Almas gemelas, su karma, reencarnación y regresiones a vidas pasadas.

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Tú y Yo Siempre

foto Angel Sosa

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© Silvia Eugenia Ruiz Bachiller, Puedes copiar y publicar este artículo, siempre y cuando incluyas el enlace al artículo, no lo uses con fines comerciales, no lo modifiques, no quites el © ni este último párrafo que le sigue, enlaces incluidos.

 

***

Euruba

15 DE ABRIL DE 2012 A LAS 6:22 PM EDITAR

  1. También tu cuento está excelente, hasta dan ganas de ir a vivir allá.

    Me gusta

  2. MI MUY QUERIDA SILVIA, COMO ERES UN SER DE LUZ, IMAGINASTE LO QUE LOS CRISTIANOS LLAMAMOS EL CIELO, Y PARA NOSOTROS ES LA RECOMPENSA QUE OBTENEMOS DESPUES DE MORIR EN ESTADO DE GRACIA ES DECIR SIGUIENDO LOS DOS PRINCIPIOS FUNDAMENTALES DE JESUCRISTO,
    NO PONDRAS OTROS DIOSES ANTES QUE YO, Y AMARAS A TU PROJIMO COMO A TI MISMO.
    PALABRAS QUE ENCIERRAN UNA FORMA DE VIDA, PARA MI PERFECTA, Y QUE ACEPTANDOLAS NO NECESITAS OTRAS FILOSOFIAS, NI DOCTRINAS, NI CREENCIAS, CON MI CARIÑO DE SIEMPRE NOS SEGUIM,OS ESCRIBIENDO, TE QUIERO MUCHO, MANUEL

    Te gusta a ti

  3. Precioso sueño. Precioso relato. Precioso viaje… Pero…
    … Creo que no me gustaría vivir en ese lugar.
    Tal vez me resulta difícil hacerme a la idea de tal idílica forma de vida.
    Tal vez me resulte difícil hacerme a la idea de tener que hacer cosas en plan comunal.
    Una vez cada seis meses se hacen las cosas que en el primer mundo terrestre hacemos los de clase baja a diario.
    Lavandería, jardines, hacer zanjas, barrer las calles, limpiar alcantarillas, reciclar basura, criar vacas o pescar en alta mar.
    Espero que los meses en ese lugar tengan 1000 días en lugar de 30. Si no,… No veo el momento de hacer lo que mejor se me da… Descansar y leerte!!!
    Supongo que estoy cansado por haber dormido poco al haber estado toda la noche platicando con un ser alucinante que me desveló, y mi cerebro está ahora poco fantasioso.
    Volveré a leerlo en otro momento en el que mis endorphinas salgan por mis ojos.
    Aun así, insisto…. Precioso cuento, precioso sueño, y perfectamente descrito y narrado.
    Muchos besos desde España.

    Te gusta a ti

    1. Sé que eres único y diferente, no se te da la comunidad.
      Gracias por tu amable comentario Rosaluma, descansa y léeme (me encanta la idea), y sobre todo, recupera tu fantasía para prepararnos la grata sorpresa de tu nuevo post el próximo jueves, ¡lo espero ansiosa!
      Besos desde México

      Le gusta a 1 persona







HISTORIA DE AMOR DE MIRANA, UNA PRINCESA HINDÚ 1

POR: SILVIA EUGENIA RUIZ BACHILLER, ver condiciones de (c) al final

REGRESIONES A VIDAS PASADAS: MIRANA

Estábamos en mi casa y Tylor[i] me estaba platicando un sueño:

http://blog.procesosaltavida.com/

«… había víboras de agua» y en ese momento entré a nivel alfa,[ii] vi un río, en la orilla había pasto como de medio metro y en medio un elefante; Tylor seguía platicándome su sueño y yo le estaba prestando atención, pero el elefante no se iba de mi mente; por unos minutos estuvo quieto, pero luego vi que por un camino entre la maleza venia otro elefante que transportaba a un hombre, vestido con brocado de oro, turbante y estaba sentado en la cabeza del elefante, sentado en flor de loto; su piel era morena oscura, su espalda estaba muy recta y tenia los brazos cruzados, se iba moviendo rítmicamente según el vaivén de su montura.  Mas atrás venia otro elefante ricamente enjaezado, la cabeza y el lomo cubiertos con una rica tela roja bordeada con una cinta dorada, arriba del elefante, en una como casetita forrada de la misma tela, venia una mujer joven, vestida con una blusa corta hasta abajo del busto y pantalones bombachos como de gasa, todo en rojo; la boca tapada con un velo; tenia unos ojos preciosos.

La joven era yo; iba a casarme con un rajá, khan o sultán de un lugar lejano, el matrimonio era por razones políticas, porque yo era princesa y se trataba de unir a nuestros dos países.

Ahí acabo la regresión porque Tylor no me hizo preguntas, sólo me llegaron esas imágenes y las ideas de que esa joven era yo  y de lo que estaba pasando ahí.

Supongo que debido a una sincroncidad[iii] al día siguiente vimos anunciada una exposición de la cultura de Rajastán, India y por supuesto asistimos y compramos algunos objetos y un casete  de música tradicional de esa cultura.

-o-

Ya en la casa, al escuchar música de Rajastán, tuve una segunda regresión y empecé a visualizar mujeres hindúes, vestidas de rojo [blusita corta, pantalones a la cadera y velos sobre su pelo], bailando una danza erótica, pero delicada; supe que era el festejo de mi despedida.

ELEFANTE ENJAEZADO EN INDIA

Vino un niño trayendo un elefante lujosamente enjaezado y me ayudo a subir a la pequeña caseta colocada sobre el lomo del animal.  Mi vestimenta era parecida a la de las danzarinas, pero mucho mas lujosa y yo llevaba un velo cubriéndome la cara, muchas pulseras y ajorcas de oro y sobre la frente una joya azul [tal vez zafiro].  Me vi sentada casi en flor de loto, con los brazos abiertos y recargados  hacia atrás, balanceándome con el vaivén del lento andar del elefante.  Mi actitud era de nadie me merece.

mujer cubierta con velo
mujer cubierta con velo

En una parada me bañé en el rio, lave mi larguísimo pelo negro me subí al elefante con él aun húmedo y suelto y con la misma actitud hacia los sirvientes que me acompañaban.  Iba conmigo una doncella muy jovencita [la conozco en esta vida], que era mi preferida.

Seguimos la ruta por la ribera y una manada de elefantes salvajes se unió a nuestra caravana, que iba en fila india, y los otros elefantes nos fueron siguiendo por un trecho, a los sirvientes que guiaban a nuestras bestias les parecía muy gracioso y querían integrarlos al grupo, pero me opuse, porque no eran animales domesticados.

MANADA DE ELEFANTES
MANADA DE ELEFANTES

Mi prometido vino a encontrarme a la mitad del camino, venia con su visir, la religión de su país era el Islam, pero él era de ascendencia china o de Mongolia, pues en alguna época los chinos o mongoles dominaron esa zona y él era de la raza dominante y sus rasgos eran chinos.

No era muy alto (aunque mas que yo), obeso, con un enorme vientre, ojos rasgados y un bigotito delgado y largo [pregunté si lo conozco en esta vida y me llegó la certeza de que fue José Luis, mi finado esposo].

Se bajó del elefante en que venía y se acerco a mi campamento a saludarme, contra todo el protocolo, que ordenaba que el visir viniera por mi y me llevara ante él; al visir esta falta de su Señor al protocolo no le hizo nada de gracia y yo pensé que quizá tendría un enemigo en él.

El visir era árabe, mas alto que mi prometido, delgado, ojos preciosos, barba terminada en punta y piel morena clara, su nombre era Ramán.

Yo estaba sentada fuera de la tienda, vestida de blanco, mi brazo izquierdo lleno de ajorcas de oro.  Mi prometido llegó, dificultosamente se sentó frente a mí y empezamos a platicar sin ningún ceremonial, el visir árabe me veía con rabia.

-o-

Al anochecer, ya dentro del ceremonial indicado, Ramán vino por mi, para llevarme con su señor, no nos caímos bien, pero él era tan atento como tenía que serlo con la futura esposa del sultán, su  soberano.

Me llevo a la gran tienda de Omán, quien me esperaba cómodamente recostado en muchos almohadones de gran tamaño [como él] y forrados de vivos colores.

Obviamente  no se levantó y sólo me indicó con la mano, que me recostara en otros cojines junto a él.  Ramán se quedo parado del otro lado, a su espalda.

Mientras cenábamos, llegaron unas bailarinas árabes con vestidos semejantes al mío, pero mas sexis [mas escotados, apenas cubriendo el Monte de Venus y mas transparentes] y empezaron con la Danza del Vientre (belly dance), sus movimientos eran tan sensuales, que me sentí ofendida, me levanté y me encamine a la salida.  Omán se asombro, pero le divirtió mi gesto, que hizo sufrir al protocolario Ramán, quien corrió tras de mí para detenerme y convencerme de que regresara a mi lugar y aceptara las costumbres de mi esposo; todo esto en su idioma, que no era el mío, sin embargo yo entendía de que se trataba su arenga y me negaba a regresar; aunque por ser mujer, no se me permitía tener esos desplantes, mi rango me concedía ciertos derechos.

A el le parecía yo una chiquilla caprichosa y le era bastante desagradable; durante la discusión, tanto él como yo estábamos manoteando y en una de esas, su mano toco mi brazo y ambos recibimos una descarga eléctrica y erótica, todo nuestro cuerpo se estremeció y lo que sentimos salió por nuestros ojos, que se miraron   primero con asombro, luego con deseo y finalmente con entendimiento, todo en menos de un segundo.  Nos seguimos viendo por dos o tres segundos, sonreímos y, sin más, di media vuelta y regrese a sentarme junto a Omán, pero sin dejar de ver [cada vez que era posible] a Ramán, quien tampoco podía apartar la vista de mi.

Caravana de camellos
Caravana de camellos

Al día siguiente partimos, ahora sobre camellos, yo iba también en una silla especial y cubriéndome con una especie de sombrilla blanca.  Mi porte era el mismo, pero sin parar de observar a Ramán y miles de ideas románticas y eróticas cruzaban por mi mente.

MujerBakhtiarihaciendopan
MujerBakhtiarihaciendopan

En la siguiente parada, camine por el campamento y vi mujeres árabes haciendo pan árabe [de una manera semejante a como las indígenas mexicanas hacen tortillas, pero sin palmear la masa, sino que con la parte baja del pulgar le daban forma –semejante a como echan tortillas en algunos lugares de México, como en Soyaltepec, Oaxaca, pero sin hojas de plátano], que cocían en una especie de comales, pero creo que eran de metal ¿hierro?  Toda la comitiva [los sirvientes] vestían túnicas negras y turbantes blancos.  El emir y el visir, usaban túnicas blancas [Ramán a veces vestía de azul oscuro con líneas muy delgaditas amarillas]

-o-

Cambio de escena a un desierto, ahí estaban las tiendas, pero no vi mas detalles.

Pregunta de Tylor -¿Hubo boda?

CONTINUARÁ LA PRÓXIMA SEMANA.EN: https://serunserdeluz.wordpress.com/2011/11/23/regresiones-a-vidas-pasadas-historia-de-amor-de-mirana-una-princesa-hindu-parte-2/

© Silvia Eugenia Ruiz BachillerAutora de “TÚ Y YO SIEMPRE”, novela romántica. La historia de amor de Almas gemelas, su karma, reencarnación, regresiones a vidas pasadas, con temas como psicología, PES, sueños, tantra, kundalini, iniciaciones, brujería, esoterismo, arqueología, etc.

foto Angel Sosa

foto Angel Sosa

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[i] Tylor es la persona que me guiaba en mis Regresiones a Vidas Pasadas haciéndome preguntas y anotando todo lo que decíamos en esas regresiones.  También me hacía preguntas cuando canalizaba yo al Maestro Ascendido del Tercer Rayo, Pablo el Veronés o el Veneciano o a algún otro Ser de dimensiones más elevadas que la nuestra (ver Introducción).

[ii] Nivel alfa: nivel de la mente de concentración relajada y visualización mental vívida como medio para alcanzar niveles más profundos, conservando el estado de alerta, una vez alcanzado este nivel, el cerebro llega a funcionar de forma más eficaz. Cuando estoy en este nivel de mi mente es cuando tengo visualizaciones sobre algunas vidas pasadas: Regresiones a Vidas Pasadas.

[iii] Sincronicidad: Término acuñado por Carl Gustav Jung (…) “la simultaneidad de dos sucesos vinculados por el sentido pero de manera acausal (…) una coincidencia temporal de dos o más sucesos relacionados entre sí de una manera no causal, cuyo contenido significativo sea igual o similar” es decir, que eventos relacionados ocurren al mismo tiempo sin una causa aparente. Para evitarse malentendidos “lo diferenciaré del término sincronismo, que constituye la mera simultaneidad de dos sucesos»

ENLACES DE LAS FOTOS

http://elmonomudo.com/

http://elcofredemusa.blogspot.com/2011/02/fiesta-nacional-de-la-india.html

http://aquevineadondevoy.wordpress.com/2013/01/22/intervidas-juicios-despues-de-la-muerte-y-el-juicio-final/

http://av.celarg.org.ve/FarzinMalaki/ListadeobrasFarzinMalaki.htm

ENÉSIMA UTOPÍA (CUENTO)


Nave espacial Columbia despegando
"abordé una nave transparente, parecida a nuestros cohetes espaciales"


«ENÉSIMA UTOPÍA«

Ya ha pasado mucho tiempo (aunque creo que mi percepción de eso que llaman tiempo ha cambiado), desde que llegué; tanto, que ya me acostumbré a este estilo de vida; es cómodo, es agradable, es… diferente.

La mayoría de las cosas que no soportaba de mi país (o continente, o planeta, o sistema solar, o galaxia, o tal vez estoy en otro universo u otra dimensión) aquí no existen; por  ejemplo: aquí no hay «sufridas y abnegadas madrecitas», no hay «machos muy machos», ni mujeres frustradas, ni drogadictos, ni alcohólicos, ni muy ricos, ni muy pobres, ni explotadores ni explotados; no hay miseria, ni tampoco «clase media» mediatizada y enajenada.  Es más: no hay clases sociales.

La gente, al principio, trabaja en todo, pero después de un tiempo decide dónde es más feliz y, por lo tanto, más productiva (hay capacitación y educación universitaria, todo gratuito).  Por curioso que parezca (a mí me lo parece), a pesar de que no existen monopolios, ni trasnacionales, vaya, ni siquiera IP., la eficiencia y la productividad están al máximo y todos tenemos todo, aunque no lo mismo (salvo los derechos y las libertades que, aquí sí, son iguales para todos).

Todavía no sé dónde estoy; sólo recuerdo que un día, mientras efectuaba una investigación documental, sentí la imperiosa necesidad de acudir a un sitio a una hora determinada y que ahí, junto con un hindú, una cubana, un finlandés, una etíope, un aborigen australiano, una rusa y un italiano del sur, abordé una nave transparente, parecida a nuestros cohetes espaciales, pero que puede despegar como helicóptero y cuyo combustible es sal magnetizada.

Después, navegamos por el espacio exterior por sabe Dios cuando tiempo, posiblemente a la velocidad de la luz, o más rápido, y llegamos aquí.

Cuando arribamos, nuestra nave espacial, como si fuera un émbolo, entró a un túnel cilíndrico y cuando las puertas de nuestra nave y las del túnel se abrieron en perfecta sincronía, pudimos entrar a un pasillo cuyos mullidos pisos eran de luminosos colores cambiantes, vimos y olimos (además de oírla, claro) una música al mismo tiempo relajante y estimulante; vimos, olimos y escuchamos las exuberantes y frondosas plantas sembradas a lo largo del pasillo, cuyas hojas y flores emitían una cierta luz translúcida, que nunca habíamos visto en otra parte.

Sabíamos que estábamos bajo techo, pero la sensación era como si estuviéramos en campo abierto, bajo los rosados (sí, porque era una luz rosa y no dorada) rayos del ¿Sol?

Llegamos a la recepción, una especie de laboratorio de la NASA, donde entramos a unas cabinas individuales en cuyo interior una luz azul nos recorrió de cabeza a pies y en dos segundos nuestra «ID»  con todos nuestros antecedentes personales, estaba lista (el FBI,  la CIA, la KGB, la Gestapo y la SS, nos parecieron párvulos cuando vimos todos nuestros datos en las pequeñas micas que salieron de las computadoras).

Al salir de las identificadoras, nos estaban esperando varios entrevistadores, uno para cada quién, y ellos nos informaron que somos algo así como «elegidos» y que fuimos seleccionados entre nuestros congéneres porque tenemos ideas muy singulares, pero muy firmes, acerca de la sociedad, la cultura, la educación, la política, la sexualidad, la salud, el dinero, etc., etc., etc.: es decir, que allá éramos descontentos, rebeldes (algunos hasta sediciosos y revolucionarios) y aquí somos los escogidos.

Aquí nadie habla (porque no los hay) de miseria; subdesarrollo; tercer mundo; hambre; analfabetismo; desigualdad social, sexual, racial o religiosa; trasnacionales; deudas externas; devaluación; contaminación del ambiente, de los alimentos o del agua; SIDA; drogadicción, narcotráfico, secuestros; ni ninguna otra de las plagas que existen (¿o existían?, ¿es que aún existe nuestro planeta?) allá; bueno ¡ni siquiera hay guerra!

Lo que más me gusta es que el amor, mejor dicho Amor, el verdadero, no el mito romántico-erótico que conocíamos, sino el Amor Universal, el Amor al semejante, que es mezcla de respeto, cariño, interés, afecto, devoción, estimación, ternura, comprensión y aceptación, entre otras cosas; ese Amor que abarca a la humanidad entera, ése es el que sentimos todos por todos; claro que hay atracción sexual y hay «matrimonio», pero no como allá, «por contrato», sino sólo cuando la frecuencia de onda es la misma en los dos; es decir, sólo con el «alma gemela» (parece que todos los que venimos aquí, lo hicimos con nuestra «mitad perfecta», sólo que nos damos cuenta únicamente hasta que ambos estamos preparados).  Por supuesto que al unirse las dos mitades no hace falta ninguna clase de contrato, puesto que esa no es una simple unión, sino una reunión de dos que antes fueron uno.

Todas las tareas domésticas que allá efectúa el ama de casa (¿o debería decir «esclava de casa»?) aquí están socializadas: hay comedores públicos con comida natural, balanceada, sabrosa nutritiva y ¡gratis!; aquí no hay basura, porque los desperdicios orgánicos van a la composta y los demás se reciclan; las habitaciones se limpian con sólo apretar un botón que pone en marcha una «aspiradora» colocada dentro de las paredes a lo largo, alto y ancho y que deja tanto muebles como pisos impecables; la ropa para la lavandería se deja fuera de la habitación y al día siguiente ya está acomodada en su lugar (a todos nos toca una vez cada seis meses trabajar en la cocina, la lavandería, los jardines, los centros infantiles, etc., lo cual ni siquiera es molesto).

No se podría llamar «guardería» a los lugares donde se quedan los niños  mientras sus padres trabajan, porque ahí no se «guarda» a los pequeños, sino que se les mima, cuida, atiende, socializa y, lo más importante, no se les condiciona a que <<los niños tienen que hacer esto y las niñas no pueden y viceversa>>; no, ahí tanto los niños como las niñas hacen lo que les nace hacer.  Podemos ver niñas subidas en los árboles y niños jugando a las muñecas, tanto como niños en los árboles y  niñas con muñecas.

Mis compañeros de viaje y yo, aún siendo de países (y continentes) tan diferentes y tener distintas culturas y lenguaje, nos entendemos perfectamente entre nosotros y con los demás; no me explico cómo, pero así es: yo hablo en mi idioma y ellos en el suyo y todos comprendemos lo que los otros dicen.  Siempre que nos encontramos en el comedor nos platicamos nuestras nuevas experiencias.

El finlandés, que es pedagogo, está en uno de los centros infantiles; el hindú, que es maestro yogui, da clases de meditación a niños y adultos; la cubana, que era coronela en la milicia, enseña educación física y artes marciales (como ejercicio físico y elevación espiritual, no para ofensa o defensa); la rusa, que es física nuclear, está en investigaciones médicas; la etíope, que se doctoró en economía en Inglaterra, está en la Comisión Económica del …¿país?, ¿nación?, ¿Estado?, ¿gobierno?… aún no sé cómo llamar a este conglomerado tan perfectamente organizado; pero ella está entre los que estudian las cuestiones económicas (como la eliminación del dinero), para que después todos, por votación decidamos lo mejor para la mayoría.

Los descontentos (aún no he conocido ninguno) tienen derecho a manifestarse durante las sesiones de votación de nuevas reglas y leyes, una vez al mes, pero nadie lo ha hecho desde que llegamos.

Continuando el recuento, el australiano – es ecólogo – enseña en la Universidad cómo viven los aborígenes australianos, enfocándose en las ventajas de vivir de acuerdo a la naturaleza; también enseña medicina natural, básicamente herbolaria, que es la que ellos utilizan.  El italiano (un moreno del sur, atractivísimo), es sexólogo y da clases de educación sexual a niños, adolescentes y adultos.

Finalmente yo, que soy mexicana y antropóloga (especializada en la situación de la mujer en las diversas épocas y culturas), tengo encomendado un estudio comparativo de las diferencias entre la condición de la mujer allá, de donde venimos, y aquí.

Nunca me había entusiasmado tanto con una investigación, ¡son tantas y tan importantes las diferencias!

Aquí no hay matrimonio en el cual la mujer pierda sus  derechos, ni amas de casa, ni roles sexuales, ni discriminación sexual, ni división sexual del trabajo, ni violaciones, ni embarazos no deseados, ni abortos, ni nada de lo que subyuga allá a la mujer.

El problema que tengo, es que para poder comparar, tendría que…

-¡Silvia!, ¡despierta!, tienes que terminar tu trabajo sobre la discriminación de la mujer en el Tercer Mundo…

(c) Silvia Eugenia Ruiz Bachiller