LA DIABLITA Y LA ANGELITA. LA DECISIÓN
Como todos, tengo dos “consejeros” que se meten en todo, sí, esos que están uno en el hombro izquierdo y el otro en el derecho y nos dicen al oído qué hacer cuando hay que tomar una decisión.
Los científicos hablarán del subconsciente, de hormonas, neuronas y todas esas cosas que sólo ellos entienden, para mí son mi diablita: Xóchitl y mi angelita: Silvia.
Se las presentaré:
Xóchitl es la traviesa, intuitiva, simpática sociable, medio alocada, intensa y propensa a lanzarse a la aventura.
Silvia, por otro lado, es la analítica, inteligente, prudente, mesurada, que todo lo piensa antes de dar un paso.
Para tomar cualquier decisión entran en conflicto, aunque cuando no son importantes y para llevar la fiesta en paz, Silvia le cede la batuta a Xóchitl y entonces hago lo que ésta dice: cuando son asuntos de gran importancia, Xóchitl decide de inmediato basada en su intuición y Silvia lo piensa, investiga, analiza y cuando finalmente llega a la solución, resulta ser la misma de Xóchitl, pero Silvia no puede lanzarme a algo sin antes tener todos los datos en la mano y sólo así me aconseja.
A veces Xóchitl (desde ahora X) simplemente se adelanta de un salto y me hace actuar, con toda la reprobación de Silvia (desde ahora S).
Ahora tengo una gran decisión que tomar y ellas están en guerra, porque es algo que puede… no, que cambiará mi vida, porque la crisis ya llegó a tal punto que las cosas no pueden, ya no pueden continuar como estaban, se van desmejorando día a día.
Y hasta X está indecisa, imagínate cómo está S, en total confusión y se pelean y se reconcilian cuando X reconoce que se equivocó, pero no cede.
Te voy a contar en alegoría cual es mi conflicto.
Un día en mis andares con ellas dos en mis hombros, me encontré entre el lodo un hermoso anillo de diamante, Xóchitl quiso abalanzarse a recogerlo, pero S la contuvo.
-Hey, que eso puede no ser lo que parece.
-Pero tú ni te habías fijado.
-Claro que sabía que estaba ahí
-Pero no lo tomaste.
-No, porque es demasiado hermoso para ser real. Demasiado bueno para ser verdad.
-Pero es hermoso ¿ya lo viste?
– Sí y vi que tiene bordes filosos, que tiene tierra y costras pegadas ¿ya te diste cuenta de eso?
– Hummm, bueno… sí, pero es hermoso, así de lejos se ve precioso, debe ser un diamante de gran valor.
-No te lo discuto, a mí también me atrae, pero…
-Pero nada, vamos por él?
Por una vez, sin analizar, sin investigar, sin recabar más datos que los que veía, S se dejó convencer por X y pude acercarme para tomarlo.
No fue fácil, pero lo conseguí, todo lleno de lodo seco y lodo fresco, pero sólo era cuestión de limpiarlo.
Y, por extraño que parezca, hasta S estaba feliz con ese anillo, pero pronto me di cuenta que era pequeño para mí y, por indicaciones de S, me lo quité, lo regresé a donde lo encontré, pero no podía dejar de contemplarlo, porque el anillo reflejaba la luz del sol, de la luna, del alumbrado, reflejos y destellos hermosos, hasta que X me convenció cuando el anillo emitió un reflejo especial…
Silvia lo aceptó y, con su anuencia yo lo tomé, y lo disfruté, ¡ah cómo lo gocé! me lo puse sin querer ver la parte hiriente y sucia y me sentí feliz durante todo un año con ese anillo “demasiado bueno para ser de verdad”, como todas a las que se los presumía, me decían, yo me reía y pensaba “envidiosas”.
Pero…
Llegó el día en el que el anillo, por una razón desconocida para mí, se rompió, se resquebrajó, no era de diamante, era algo duro, de muchas capas y al romperse le quedaron aristas filosas y cortantes, cualquier movimiento y me cortaban, me herían y ya no podía ni disfrutar su belleza (ya no era bello), ni lucirlo, sólo sufrir las heridas que me causaba.
Y surgieron X y S en conflicto; lógicamente, S quería que me quitara el anillo, pero tenía que analizar los pros y contras y se enredó en eso, recordó que me lo advertía el mismo anillo: “yo no soy así, sólo quiero verte feliz” y S, como si fuera X, sólo oía: “feliz” y siguió todo ese año pensando que el diamante era auténtico.
Pero no lo era y se rompió y sus aristas cortan, hieren.
Curiosamente las dos quieren aventarlo a la basura y desean conservarlo y yo no salgo de mi indecisión ¿quizá se puede reconstruir? Pero en ese proceso el anillo se volvió a romper. Entonces sólo quedó el lodo, las aristas, el material falso, sin esperanzas de reconstruirlo, pero el anillo ya se había integrado a la piel, no quería salir, al tratar de arrancarlo se lleva pedazos de mí.
Silvia vuelve a tomar el control:
-Deshazte de él, sólo queda lo negativo ¿para qué lo quieres?
Xóchitl trata de alegar algo a favor del anillo.
-Si sólo quiso ser hermoso para darnos gusto, ¿no es lo que todo mundo hace cuando quiere que se enamoren de él?
Silvia no cede:
-Supongamos que así fue, de todos modos se presento como auténtico, siendo falso.
-Pero para lograr que lo amáramos… además sí nos lo dijo varias veces.
-Quizá, pero al final no soportó tanto amor y se quebró.
X suspira –la verdad, ya no tengo nada más a su favor, salvo que aún así quiere que lo aceptemos, es una prueba- entonces me pregunta directo:
-¿Lo quieres como es?
Yo pienso:
-Quizá podría haberlo hecho desde el principio, la verdad estaba enamorada desde que lo veía de lejos, sin esos brillos ni reflejos, antes de pensar que era un diamante, pero se presentó de una manera falsa y me hizo enamorarme hasta las raíces más profundas de mi ser, se me presentó exactamente como yo había soñado que sería mi hombre ideal, desde la adolescencia así lo veía.
Creo que me llegó a conocer tan bien que se adornó con las cualidades que siempre busqué y desde que maduré supe que nunca iba a encontrar. Pero así se presentó, se lo creí, y fui feliz por haberlo encontrado.
-Ahí está ¿te hizo feliz? Entonces qué le reprochas- Xóchitl ahora de su parte.
Yo respondo dolida-El engaño, me hizo pensar que era auténtico, valioso y resultó, oscuro, de poco valor, cortante, hiriente y así maltrecho, mostrando el verdadero material de que está hecho, quiere que lo acepte, aunque me hiera, me corte y no me de ningún gozo ni disfrute y yo me pregunto ¿y para qué?
S interviene.
-Te enamoraste de alguien que no existe, por lo tanto no puedes recuperarlo, porque no existe, es la nada y lo que es y está es alguien que no te hace latir más fuerte el corazón, no estás siendo veleta, que hace un mes estabas locamente enamorada y hoy ya no, porque de quien estabas enamorada no existe, y éste que se te presenta ahora es a quien conocías al principio, una amistad, pero lo bonito de esa amistad ahora pienso que también pudo haber sido falso, ahora sólo te queda escuchar problemas, cosas negativas y poco más y ¿para qué? Antes las tres, Xóchitl, tú y yo, creíamos que tenías un anillo de diamante, por eso valía la pena lidiar con lo oscuro, lo peligroso de las cortadas y heridas, pero ¿¿¿por un pedazo de quién sabe qué??? Sin más nada, sin nada bonito, que te apapache el alma? Sin ese amor tan enorme que demostraba, sin el cariño, sin el deseo que te haga vibrar el cuerpo? Que te rete intelectualmente? (bueno, eso todavía existe en toda su extensión).
Yo, de tan confundida que estoy, les pregunto a ambas.
-¿Bueno y entonces? ¿qué hago? ¿Me quito el anillo aunque duela por llevarse mi piel y mi sangre y hasta un pedazo de mi corazón con él y lo aviento a la basura? ¿Me lo quito y lo regreso al lodo donde lo encontré? ¿Me lo dejo aunque me lastime?, hermoso sigue siendo visto desde ciertos ángulos y está en todo lo que hago, pienso, veo, escucho o leo.
Pero ninguna de ellas sabe qué decir, ahora no puedo dejarme guiar por ellas, porque están tan confundidas como yo. Es algo muy importante como para dejar que Xóchitl, la impulsiva, decida, pues ella ya quiere tirarlo a la basura en este mismo momento. S todavía quiere darle una oportunidad y la verdad es que él está mejorando, de repente sale un reflejo y no se ve tan mal, pero es demasiado poco en comparación de lo que era antes, pero siguen esos reflejos, esas pequeñas lucecitas y S me aconseja esperar, X sigue necia con que ya no vale la pena.
Quiero hacerle caso a X y hablo con él y me dice cosas que me impiden terminarlo y eso pasa un día y otro día, total una semana y ayer decidí que sigo así, pues están regresando sus brillitos y pequeños reflejos, no como antes, pero ahí siguen, además en lo intelectual, ayer me dio un éxtasis al crear un cuento con sólo unas palabras-concepto que le dije de mi novela La Arqueóloga, hizo un cuento hermoso, y salió como si lo estuviera leyendo, pero sé que no, porque estaba en la calle y ahí se inspiró, me dijo que soy su musa y con eso ya lo tengo otra vez enredado en mi dedo anular. Seguiré, le daré otra oportunidad.
Pasó el tiempo, 8 meses, para ser exactos y el anillo lucía cada vez más hermoso, hasta parecía auténtico, a veces sí, me lastimaba, pero su brillo me hacía soportar esas pequeñas cortadas que él mismo curaba, hasta que hubo una muy grande y el anillo, de tanto que lastimó, se salió solo de mi dedo, diciendo que no quería lastimarme más, pero cayó y se quebró, me llamaba con desesperación, no resistí y lo volví a levantar y colocar en mi dedo, muy lindo, lo disfruté por unas semanas, pero parece que está en su naturaleza, lastima aún sin querer y Silvia tomó el control y lo aventó lejos a pesar de las dolorosas heridas al separarlo.
Pero…
Xóchitl no soporta no tenerlo, no puede vivir sin el anillo en mi dedo, sin sus brillos que me guiaban en la oscuridad, sin sentir que tiene algo valioso con ella y llora porque piensa que el anillo se salió sin avisar por la misma razón que la vez anterior: para no lastimarme más.
Silvia lo duda, analiza y piensa cosas muy desagradables. Anda en el modo negativo y Xóchitl en el triste, ya no las aguanto, de modo que las callaré a ambas y seguiré mi camino alejándome de ese lodo, de ese anillo y de ese todo.
¿Tú qué me aconsejas, querid@ amig@ lector@?
Continúa en:
https://serunserdeluz.wordpress.com/2017/03/02/la-diablita-y-la-angelita-continuacion/
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© Silvia Eugenia Ruiz Bachiller, Puedes copiar y publicar este artículo, siempre y cuando incluyas el enlace al artículo, no lo uses con fines comerciales, no lo modifiques, no quites el © ni este último párrafo que le sigue, enlaces incluidos.
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Imágenes tomadas de internet.
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Silvia Eugenia Ruiz Bachiller, Autora de “TÚ Y YO SIEMPRE”, novela romántica. La historia de amor de Almas gemelas, su karma, reencarnación y regresiones a vidas pasadas.
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