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VIERNES 17 DE MARZO DE 1995.

Valeria sintió la profunda mirada desnudándola, no sólo el cuerpo, sino también el alma. Su incomodidad era evidente.

-¿Te sientes mal?- preguntó Margui, acercándose a su amiga y ofreciéndole una copa.

-No, pero sí un tanto extraña… – disimuladamente miró hacia el bar, donde estaba ese extrañísimo hombre -¿quién es él?

Margui sonrió con complicidad – un europeo recién llegado, se llama Vladimir le comte de Walakia, o algo así, pero le dicen Vlad. Acaba de quitarle la migraña a la anfitriona; estuvimos a punto de cancelar la fiesta porque ella se sentía mal, pero él subió y…- sonrió pícaramente mirando a su amiga por sobre su copa de champaña.

Valeria tomó una copa de la charola y antes de llevarla a sus labios también sonrió, comprendiendo

-…Y se le quitó la migraña.

-Sí- Margui rió  levantando los hombros.

Valeria, con más mundo, observó al extraño, pero atractivo hombre desconocido entrecerrando los bellos y perfectamente bien maquillados ojos.

– Pues a mí también me la quitaría con sólo una mirada… pero no quisiera probarlo, me da miedo.

-¿Miedo, pero ¿de qué?, es un galanazo; raro, sí, pero… -volteó a mirarlo por sobre su hombro -yo sí le entraba.

-Falta ver con quién quiere él, ¿no?- olvidando el miedo, su voz sonaba segura, como siempre que Valeria se proponía algo.  

Bueno – Margui se alisó el vestido ajustadísimo a la altura de las caderas -podemos ayudarlo un poco, ¿verdad?

Valeria asintió casi imperceptiblemente y las dos se encaminaron hacia el bar, ambas derramando sensualidad por todos los poros. Se colocaron una a cada lado, como escoltándolo, y él recibió dos sonrisas como bofetadas.

Los extraños ojos masculinos, rodeados de enormes pestañas y pequeñas ojeras brillaron, burlones. Tenía una mirada suave-dura, amorosa-cruel, tierna-cínica, llameante e hipnótica, que de alguna manera parecía ser lo único viviente en esa pétrea faz cortada a hachazos. Visto de cerca no era tan guapo, pero sí mucho más atractivo, con una atracción difícil de definir: ¿animal?, ¿espiritual?, ¿o simplemente sensual?

Les devolvió la sonrisa como si hubiera estado esperando años para verlas, las lucecitas de sus ojos enviaban mensajes; ellas escucharon todas las palabras amorosas y eróticas que siempre habían soñado escuchar del hombre amado. Vladimir no había abierto la boca. Tomó a ambas por la cintura y salieron al jardín.

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Margui hizo el clásico comentario -qué hermosa luna llena.

Valeria supo que le llevaba ventaja a su amiga -¿De dónde eres?

-De una pequeña aldea llamada Lupeni, en los Cárpatos.

A Valeria le sonó familiar el nombre y empezó a buscar en su memoria, pero justo cuando sonó una alarma en su cerebro, él le sonrió y ella olvidó todo.

-¿Y a qué te dedicas?

-Bienes raíces. «la tierra», como diría un holandés.

-¿Te agradan los holandeses?

Salieron chispas de sus ojos – los odio, son demasiado entrometidos. Mejor hablemos de ustedes, ¿son amigas?, o se llevan bien.

Las dos rieron de la ocurrencia, Valeria contestó -Ambas cosas.

El las estudió por unos segundos antes de arriesgarse.

-Si las invito a las dos a mi casa, ¿aceptarían?

Margui se dejó ir -Sí.

Valeria, en la semi penumbra, trató de verlo a los ojos y vio tantas promesas, que decidió «…te prefiero compartido…» y movió afirmativamente la cabeza. Eso le agradó más a Vlad y en ese momento se estableció la complicidad con ella; la otra mujer iría de relleno, aunque fuera la más joven, sexy y audaz, porque también era la más inexperta.

Llegaron a una casa muy antigua en Coyoacán, Valeria hubiera podido jurar que fue una de las primeras que construyeron los españoles justo al término de la Conquista, sus muros de piedra eran muy gruesos y, a pesar de la decoración elegantísima, básicamente Chippendale, se percibía una sensación de humedad y un olor a encerrado.

Los recibió un mayordomo un tanto lúgubre. Las dos mujeres se miraron a los ojos con algo de interrogación ¿miedo? Se dieron valor una a la otra y se dejaron conducir por Vladimir, que nuevamente las había tomado por la cintura, comunicándoles un cierto calorcillo extraño, más allá del usual en el roce macho-hembra al inicio de un ligue.

-Iván, súbenos champaña rosa, Törley, 1890, Extra Rubin.

-No conozco esa champaña- Margui se le untó al hablar. Desde su estatura, él le sonrió.

-Es húngara, de la primera cosecha, ¡la mejor!- Margui le creyó.

Mientras, Valeria estaba husmeando en la otra habitación. El fue allá, se le acercó por la espalda y, cosquilleándole la nuca con su cálido aliento, preguntó:

-¿Te gusta esta cama?, mira su dosel, es de seda de Samarkanda y tiene varios siglos, la colcha es de piel de ciervo nonato y las sábanas de satín- mientras hablaba hacía los arreglos necesarios e invitantes. Valeria intentó ganar tiempo.

-Samarkanda, piel de ciervo, satín, ¿no es una mezcla extraña?

-Lo extraño es lo más interesante- se volvió hacia ella -He viajado mucho tiempo. Tengo objetos de alrededor del mundo y me agrada integrarlos- extendió el brazo y abarcó la habitación -todo tiene el mismo origen.

-¿Cuál?

-¿No lo sabes?- se acercó más a ella, que pudo percibir su aliento ardiente y con aroma de deseo. Valeria dio un paso atrás, pero tropezó con la cama y perdió el equilibrio, mientras él seguía acercándosele. Quedó sentada, contemplándolo hacia arriba; no quería desprender la vista de sus ojos, porque casi frente a los suyos podía sentir algo mucha más interesante… demasiado interesante.

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El se reclinó para tomar sus manos y volteando las palmas hacia arriba, apenas las rozó con sus labios. En ese instante el control de Valeria se esfumó como bruma al sol; Vlad se había adueñado de su voluntad.   Cuando ella estaba esperando iniciar el camino del deseo, entró Margui para decirles que la champaña estaba dispuesta en la otra habitación.

Vlad volteó y casi la fulminó con la mirada, ayudó a Valeria a levantarse y los tres se encaminaron a saborear la alegría en burbujas.

Después del ritual del descorche y de llenar las copas de las dos mujeres, él se alejó para verter algo en la suya, antes de elevarla para brindar «por la belleza».

Las infinitas luces del candelabro se reflejaron en sus ojos y en la copa de opaco líquido escarlata, formándose un triángulo de reverberaciones que impactó a Valeria, mientras Margui apuraba hasta la última gota y distraía la atención de le comte para pedirle más. Este, con exquisitos ademanes volvió a llenarle la copa, pero volteando hacia Valeria, le preguntó con la mirada:

-¿Qué hacemos con ella?

Valeria captó el mensaje, se encogió de hombros y le hizo la seña de emborracharla. Vladimir torció la comisura de sus delgados labios aceptando la travesura y se quedó junto a Margui para volver a servirle la alegría líquida, que para ella iba a convertirse en líquido sueño.

Ninguna de las dos notó que le comte vertió unas gotas de somnífero en la copa; después se volvió hacia Valeria con sonrisa pícara y la invitó a beber con él en su recámara. Margui ya estaba casi dormida y no iba a ser obstáculo.

Al cerrar la puerta de la recámara bajó la intensidad de las luces hasta casi dejarla en penumbras. En la mesita de centro había otras dos botellas enfriándose.

-¿A mí también vas a emborracharme?- su mirada era retadora e invitante.

-¿Hace falta?

-Hmmm… no sé…

-Vamos a averiguarlo. Ven, siéntate conmigo en el sofá, pero permíteme ponerme cómodo- se quitó el saco y la corbata y abrió un poco su camisa. Al contemplar el bello torso masculino, ella percibió su propia cálida humedad y su respiración se aceleró más cuando bajo la blanca camisa de seda descubrió una alfombra de ensortijados vellos negros, que la hicieron estremecerse de deseo. El lo notó y le pidió en un susurro:

-¿Puedo quitarte los zapatos?

Valeria sabía su cuento, lo miró coquetamente.

-Estás muy lejos.

-Me acerco con una condición: que tú me quites la camisa.

Ella rio -me sonó a amenaza… ¿o fue promesa?

Se acercaron poco a poco, él se inclinó para quitarle las zapatillas de altísimos tacones, mirándolas con algo de frustración: no eran cerradas, sino de tiritas. Las contempló un segundo y con un suspiro susurró para sí mismo -ya nada es como antes- Como no servían para beber champaña en ellas, las arrojó hacia atrás y se acercó un poco más para que ella pudiera cumplir su parte.

Valeria, con manos temblorosas, empezó a desabrochar los botones, pero antes de terminar, su creciente pasión la hizo introducir los dedos en el tupido vello del viril pecho; Vlad la tomó por la cintura y, como si fuera una pluma, la colocó hincada a horcajadas sobre sus piernas al mismo tiempo que subía su vestido recorriendo lentamente la parte posterior de sus muslos, hasta llegar a lo que hubiera querido morder de tan carnoso y suave, apoyando ahí sus manos, la atrajo bruscamente hacia él, hasta poder percibir, a través de la ropa, la tibia humedad femenina.

Su boca lo buscó exigiendo entregarse, pero Valeria no pudo encontrar sus labios y, extrañada, abrió los ojos; estaban muy cerca de los suyos, pero él no le permitía alcanzarlos, esquivando cada movimiento que ella hacía para acercarse, enardeciéndola más con el deseo no cumplido, hasta que al fin se fundieron en un beso que era más como querer devorarse el uno al otro, empequeñecerse y entrar en la otra boca hasta fusionarse con el otro. Fue algo decisivo y no una simple promesa.

Con las toscas y a la vez delicadas manos, él guiaba sus caderas, haciéndolas efectuar movimientos tan sensuales, que ella lo logró varias veces, mientras ambos ronroneaban, gemían, gruñían.

En la calma que siguió a la tempestad, Vlad le susurró al oído -¿Cómo quieres que nos amemos?

Con la mirada aún perdida, ella no pudo contestarle. El volvió a preguntar, pero ahora sugiriendo:

-Podemos fundirnos, comernos o amarnos. ¿Tienes alguna preferencia?

-¡Ámame!

Con una sonrisa siniestra, él la tomó en sus poderosos brazos.

-Vas a confiar en mí totalmente, relájate, voy a llevarte a la cama, tú no debes hacer ningún esfuerzo, sólo déjate amar. Sé sumisa, tierna y obediente- la depositó suavemente en la cama -dulce y femenina; te vas a entregar completamente a mi voluntad y vas a…

Ella se incorporó -No puedo.

Vlad se irguió separándose un poco de ella -¿Cómo que no puedes?- la dulzura se volvió aspereza.

-No, yo no soy así, yo tengo que amar activamente, soy muy apasionada…

Cubrió los suaves y femeninos labios con dos dedos -shhh. Haz lo que te digo, preciosa, eres hermosa- su voz era nuevamente dulce -bella, tu piel es suave, como debes serlo tú.

Mientras le susurraba las palabras más tiernas, acariciaba delicadamente todo su cuerpo sin olvidar manos, codos, pies, rodillas y otros lugares que no se consideran erógenos, pero que Valeria descubrió que sí lo son. Ella empezó a responder apasionadamente, la respiración cada vez más acelerada, hasta que él detuvo sus caricias y mirándola como un maestro a su pequeña alumna le murmuró:

-Controla la respiración, cálmate y entrégate a mí cuando exhales, no cuando inhales.

Ella no entendió nada; necesitaba más caricias, llegar una y otra vez a la cima, pero él la retuvo hasta que lo obedeció y respiró como él se lo ordenaba. Para el volcán que era Valeria, eso era como querer controlar la erupción de lava poniéndole un grifo y esperando que saliera un chorro de agua tibia; lógicamente, ella perdió la excitación, pero parecía que eso era lo que él quería porque, sin inmutarse siguió acariciándola y diciéndole cosas bellas.

Valeria pensó que, aunque ella siempre había dicho que el día que encontrara a un hombre que la amara tiernamente, sin querer llegar al final de inmediato, habría encontrado al hombre ideal, ahora no estaba gozando como ella podía hacerlo; claro, él era tierno y dulce, pero a la vez impositivo y, como no la dejaba excitarse, ella tenía tiempo para pensar y no le gustaba pensar cuando hacía el amor… lo sentía acariciarla y lo escuchaba decir cosas bellísimas, pero estaba fría… él la quería fría.

Vlad le pidió que lo acariciara en la misma forma y ella lo obedeció; sentía algo de ternura, pero no lo que esperaba cuando empezaron a acariciarse. En otras circunstancias tal vez esto fuera lo mejor, pero como ella había esperado una apasionada relación sexual, era algo frustrante. Para ella el amor tenía que ser embriagante; si no perdía la cabeza, si no se volvía loca, si estaba lúcida, le era difícil darse, porque su mente no se lo permitía.

El ¡al fin! se dio cuenta y le preguntó si quería pasar a la segunda lección.

-¿Y cuál es?

-Comernos, ¿quieres?, pero tienes que confiar en mí y dejarme hacer todo lo que quiera.

Ella lo miró a los ojos y, aunque sintió miedo, aceptó porque, como iban las cosas, ya estaba pensando que él había perdido su … oportunidad, así que casi cualquier cambio podría ser bueno.

-De acuerdo.

Empezó por besarle la nuca continuando hacia un lado del cuello; ahora sí su respiración era acelerada y sintiéndolo casi jadear, Valeria volvió a excitarse y a responderle. Fue entonces cuando sintió un punzada en el cuello, fue larga, dolorosa y húmeda, pero placentera, excitante. Conoció una sensación extraña, un como irse desvaneciendo poco a poco, como ir entrando en una bruma roja…en un remolino escarlata… se le olvidó que quería excitarse y entró poco a poco en un mar rojo sangre… hasta que llegó al final.

                                              – 0 –

Margui se despertó. Aún medio dormida llamó a su amiga y a le comte.

-¡Valeria!, ¡Vlad!

El conde se acercó a ella.

-Aquí estoy, preciosa, junto a ti. Valeria se sintió cansada y se fue a su casa, lo cual me da la oportunidad de tenerte para mí solo, sin estorbos.

-¿De verdad se fue?- Margui se restregó lo ojos, con un ademán de niña pequeña.

-¡Claro!, ¿No me crees? – la miró a los ojos profundamente, tanto, que ella se estremeció. Se estiró sensualmente y se levantó del love-seat donde había dormido, preguntando sin mirarlo.

-¿Le hiciste el amor?

-No, es muy mala alumna, a la segunda lección se me fue.

Margui se sentó en la cama -¿así que das lecciones?- mirada coqueta y retadora -¿tan bueno eres?

-¿Quieres probar?

-¿Y qué me enseñarías?

-A Valeria le di a escoger: comernos, amarnos o fundirnos; escogió las dos primeras, pero ya no aguantó la última – su mirada atenta denotaba un gran interés en su respuesta – ¿qué quieres tú?

-La que ella se perdió, pero hoy no puedo… tú entiendes, ¿verdad? – se sonrojó.

El asintió, comprensivo -¿peligro, o la ola roja?

-lo segundo- bajó la mirada tímidamente.

Vlad se sentó junto a ella y le tomó dulcemente la mano -¡mi amor!, no te preocupes, a mí me parece perfecto… aunque preferiría primero comerte, ¿si?

-Pues si a ti no te importa, yo no tengo inconveniente.

El la atrajo hacia su pecho y empezó a acariciarla suavemente, diciéndole lo mismo que a Valeria: «tienes que ser suave, sumisa, obediente, confiar totalmente en mí y dejar que te ame como nunca has sido amada»

El carácter de Margui era más dócil que el de Valeria y como aún se encontraba bajo los efectos del somnífero y la champaña, a todo dijo que sí.

Vlad comenzó el ritual de acariciar todo su cuerpo y la fue desnudando poco a poco, pero con tanta lentitud, que ella tampoco reaccionó; sin embargo, lo dejó hacer. Vlad se colocó a horcajadas sobre ella y se fue acercando a su cara; Margui lo veía venir y no sabía si quería alejarlo o besarlo, pero como él le había ordenado ser pasiva, sólo lo acarició con la mano. el la besó en la frente y siguió besando todo su cuerpo, hasta llegar al Monte de Venus, entonces le pidió:

-Rodéame el cuello con tus piernas- Margui obedeció y él la hizo llegar a alturas increíbles, en las que todo lo veía como un oleaje rojo, que a veces parecía sangre, a veces lava.

Percibió que Vlad deslizó la boca hacia su ingle izquierda, besándola de tal manera que la excitación la hizo gritar… y entonces sintió el dolor, un agudísimo dolor, como si un par de agujas quemantes se hubieran introducido en su carne. Extrañamente, le causó placer y las sensaciones de lava y sangre la envolvieron, cubriéndola hasta que sólo fue una pequeña gota de sangre en medio de esa marea roja…

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EL PERIODICO DE LA TARDE

DESCUBREN DOS CADAVERES EN CASA ABANDONADA

 

Lunes 20 de Marzo de 1995.

Esta mañana fueron encontrados los cadáveres de dos mujeres en una casa que ha estado abandonada desde principios de siglo, ubicada en Coyoacán.  

 Ambas mujeres presentan dos heridas punzocortantes, la más joven en la ingle izquierda y la otra en el cuello.

Al parecer, toda la sangre les fue extraída limpiamente a través de esas heridas.   No hay signos de violencia, ni pistas del asesino.

                                              – 0 –

Vlad leyó la noticia, terminó su «Bloody Mary» y le tendió el periódico a Iván.

-Archívalo junto con los otros.

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Ciudad de Puebla, Abril de 1995.

(Ciudad de México, 22 de enero, 2016, editado cambiando el nombre de las protagonistas por el de dos amigas actuales: Marguimargui y Valeria, para elegir quién sería quién, lo hice cambiando por el de Margui el nombre que empezaba con «M»: Mónica y por el de Valeria, el que tiene en él «V»: Ivette, espero les haya gustado amigas Margui y Valeria).

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© Silvia Eugenia Ruiz Bachiller, todos los derechos reservados.

Imágenes tomadas de internet y Pinterest.

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RITOS FUNERARIOS ANCESTRALES, 2ª PARTE

©  condiciones al final

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. Viene de: https://serunserdeluz.wordpress.com/2011/11/14/ritos-funerarios-ancestrales/

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CREENCIAS PALEOLÍTICAS Y ANTERIORES

RELIGIÓN Y ESPIRITUALIDAD  DESDE LOS HOMÍNIDOS PREPALEOLÍTICOS?

. Aunque generalmente se piensa que la humanidad desarrolló por primera vez creencias religiosas y espirituales durante el Paleolítico Medio o Paleolítico Superior, antropólogos como James Harrod y Vincent W. Fallio, han propuesto que la religión, la espiritualidad y el arte) pueden haber surgido desde los homínidos pre-paleolíticos o en las sociedades tempranas del Paleolítico Inferior. Según Fallio, el ancestro común de los chimpancés y los humanos pudo haber  experimentado estados alterados de conciencia, participando en algún ritual, utilizado en sus sociedades con la finalidad de fortalecer los lazos sociales y la cohesión del grupo. Pero aquí empezaremos con los ritos funerarios ancestrales del Homo antecessor:

LA SIMA DE LOS HUESOS, ATAPUERCA, ESPAÑA

English: Homo antecessor, incomplete skull fro...
English: Homo antecessor, incomplete skull from «Gran Dolina», in Atapuerca, Spain (replica) Español: Homo antecessor, réplica del cráneo incompleto procedente de Gran Dolina, del complejo cárstico de Atapuerca (Burgos, España) (Photo credit: Wikipedia)

Existen hipótesis de que la Sima de los Huesos, uno de los yacimientos de la Sierra de Atapuerca, podría haber sido un santuario en el que fueron depositados los cadáveres, en lugar de ser abandonados en el campo, empezando así los rituales funerarios más antiguos que se conocen hasta ahora, ya que parecen una acumulación consciente de cadáveres con fines religiosos y la presencia de un bifaz cuidadosamente tallado (bautizado «Excalibur»), que suponen es la ofrenda funeraria más antigua (por lo menos hasta ahora no se conoce alguna anterior) pues la datan en unos 350,000 años.

Excalibur-hacha-de-mano-en-cuarcita-roja1
Excalibur-hacha-de-mano-en-cuarcita-roja1

NEANDERTALES LA CREENCIA EN UNA VIDA DESPUÉS DE LA MUERTE Y EL ARTE PALEOLÍTICO

Hombre de Neandertal
Hombre de Neandertal

Mucho tiempo después (hace unos 75,000 años), el Hombre de Neandertal enterraba a sus muertos con ajuares funerarios[1] y llevaban a cabo ritos mortuorios.

Español: Ajuar funerario de la cultura de El A...
Español: Ajuar funerario de la cultura de El Argar, Bronce Pleno en el sur de España (Photo credit: Wikipedia)

Éste no es ajuar funerario neandertal, sólo es un ejemplo

Cuando un individuo moría era enterrado en una fosa, que en algunos casos tenía fosas secundarias a su alrededor, y con el difunto se enterraban animales -probablemente como ofrenda- así como instrumentos y/o comida, por eso se piensa que tenían la creencia en una vida después de la muerte.

Fuera del ámbito de Europa, ocurrió el hallazgo de dos placas de ocre con grabados abstractos pero intencionales, con una pauta geométrica concreta (reticulado), en la caverna de Blombos (República Sudafricana), cuya edad podría ser de unos 70 000 años (Edad  de Piedra media africana). El ocre se usaba como un pigmento de adorno corporal (todos estos hallazgos proceden tanto de lugares de habitación, como en auténticas inhumaciones rituales).

ENTERRAMIENTOS CON OFRENDAS EN LA ÉPOCA PREHISTÓRICA
ENTERRAMIENTOS CON OFRENDAS EN LA ÉPOCA PREHISTÓRICA

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Hay antropólogos que afirman que aunque los neandertales no eran Homo sapiens, eran humanos en el más espiritual de las creencias y los sentimientos: la muerte, y hay otros que los clasifican como Homo sapiens neandertalensis

Ver:

https://serunserdeluz.wordpress.com/2011/11/14/ritos-funerarios-ancestrales/

ARTE PALEOLÍTICO O RUPESTRE

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Bisontes pintados en la Cueva de Altamira, España

 

 

 

 

 

 

 

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Una de las manifestaciones de estos rituales fue el arte paleolítico, también llamado rupestre, pues generalmente se encontraba en cuevas, como la Cueva de Altamira, la Cueva de Lascaux y otras muchas, aunque no se han hallado enterramientos en ellas.

Las obras de arte paleolítico están pintadas o esculpidas en las paredes de las cuevas (arte parietal) o decorando objetos de uso cotidiano (arte mobiliar): sobre todo, de hueso, como arpones, puntas de lanza, bastones, etc., que era el tipo de objetos que se ponían en los ajuares funerarios.

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Para una lista de publicaciones sobre la cueva de Altamira Ver:

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https://serunserdeluz.wordpress.com/?s=Altamira&submit=Buscar

Sobre la cueva de Lascaux:

https://serunserdeluz.wordpress.com/?s=lascaux&submit=Buscar

VENUS PALEOLÍTICAS

El arte mobiliar también se encuentra representado en las figuras esculpidas en piedra como las Venus paleolíticas.

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Ya en el Pleistoceno Medio los seres humanos tenían creencias religiosas; lo más revolucionario ha sido el descubrimiento de estatuillas que, a pesar de su tosquedad, han sido interpretadas como figuras femeninas: La Venus de Berejat Ram (Altos del Golán) y la Venus de Tan-Tan (Marruecos),

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Venus_of_Tan-Tan José-Manuel Benito: Locutus Borg

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Las Venus Paleolíticas, que son figuras  femeninas que aparecieron en el Paleolítico Superior, nos dan un indicio, pues podrían haberse utilizado para asegurar el éxito en la caza o para lograr la fertilidad de la tierra y mujeres (según opinan algunos).

Estas Venus se han explicado a veces como representaciones de la Madre Tierra, similar a la diosa Gea, además, han sido descritas por James Harrod como representantes de los chamanes más antiguos (mujeres y hombres).

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Ver:

https://serunserdeluz.wordpress.com/2012/03/06/ritos-magicos-en-la-prehistoria-2/

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“Sus pinturas rupestres tienen impronta artística y la profundidad del sentimiento; sus pinturas y sus esculturas evidencian cierta forma de «religión», en apariencia, el culto a una Diosa Madre que se representaba a veces con el signo de una Luna Creciente”,  Zecharia SITCHIN. “EL 12º PLANETA ILUSTRADO”

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También hay ejemplos de hace 40 000 años o más de este arte en rocas talladas o esculpidas en todo el mundo. No se sabemos aún exactamente para qué servían las obras de arte paleolítico, pero es posible que tuvieran una finalidad mágica (probablemente se trataba de magia homeopática[2]) o religiosa. Se piensa que podría haber sido con fines religiosos, (la religión era generalmente apotropaica, protectora) sobre todo las que se incluían en los ajuares funerarios, pues podían ser ofrendas para los dioses, para lograr una buena vida en el más allá.

Ver:

http://2012profeciasmayasfindelmundo.wordpress.com/2013/06/12/la-magia-en-la-prehistoria/

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https://serunserdeluz.wordpress.com/2012/03/15/chamanes-magia-espiritismo-y-medicina-moderna-%C2%AD/

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El arte mobiliar se incluía en los ajuares funerarios y en ocasiones también las pinturas rupestres: “Esta creencia en la regeneración también se manifiesta en algunas pinturas rupestres, que podrían indicar un origen diferente, por ejemplo, en una cueva con más de 15.000 años de antigüedad, se encontró una pintura de una persona muerta de la que sale su alma, simbolizada esquemáticamente bajo la forma de un pájaro. (curiosamente miles de años después, en Egipto, el baalma– se representaba con un pájaro con rostro humano“,

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Tomado de: https://serunserdeluz.wordpress.com/2011/10/27/la-muerte-¿a-donde-vamos-cuando-morimos-1/

¿DESDE CUÁNDO SE USAN LOS AJUARES FUNERARIOS?

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Español: Ajuares funerarios de la Cultura de Los Millares. Museo de Almeria. (Photo credit: Wikipedia)

Hay evidencias de la práctica de enterramiento, por lo menos, desde el Paleolítico Medio, por ejemplo la Sima de los Huesos, Atapuerca, España -como dijimos arriba- en donde se han encontrado los restos humanos fósiles más arcaicos de Europa. En la Gran Dolina de Atapuerca se encontraron en 1994 restos fósiles humanos de 800.000 años de antigüedad con los que definieron en 1997 el Homo antecessor) aunque no haya sido un enterramiento propiamente dicho, pero sí un lugar especial donde colocaban a sus muertos.

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Atapuerca, searching for Homo antecessor… (Photo credit: Ametxa)

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En el Paleolítico Superior se han encontrado ajuares funerarios consistentes en

  • Colmillos perforados de ciervo
  • Cuentas de valvas marinas
  • Algunos objetos de  piedra

además, al difunto o a su alrededor, le ponían polvo de ocre rojo. Ejemplos de ajuares funerarios se han encontrado en: las cuevas de Grimaldi (Italia):un raro gorro parecido a un bonete con 3000 conchas Cuevas de Cavillon (Francia): un esqueleto cubierto con

  • Más de 200 conchas perforadas
  • Alrededor del cuello tenía 22 dientes perforados de animales,
  • Dos cuchillos de pedernal
  • otro utensilio de asta de ciervo.

Por lo que hemos visto, los ritos funerarios ancestrales tienen una larga historia, aunque antropólogos y arqueólogos no se ponen de acuerdo desde cuándo se iniciaron, sí podemos asegurar que por lo menos con el Homo Heidelbergensis, si no es que antes, como piensan algunos.

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Bibliografía

Le Gros Clark, W. E. El Testimono de la Evolución Humana. 1ª edición en español. México, D. F.: Fondo de Cultur Económica, 1976. Leakey, Richard y Lewin Roger. Nuestros Orígenes. En Busca de lo que nos Hace Humanos. Barcelona: Editorial Crítica, 1999.

Comas, Juan. Introducción a la Prehistoria General. México, D. F.: Universidad Nacional Autónoma de México, 1971.

A, Toledo Manzur V. M. y García Sánchez. Evolución. 1ª edición. México, D. F.: Asoc. Nal. de Universidades e Institutos de Enseñanza Superior, 1972.

Arsuaga, Juan Luis y Martínez Ignacio. La Especie Elegida. Ediciones Temas de Hoy, 1998.

Eliade, Mircea. El Chamanismo y las Técnicas Arcaicas del Éxtasis. 2ª edición en español, de la 2ª edición en francés. México, D. F.: Fondo de Cultura Económica.

Frazer, James. La Rama Dorada. 7ª reimpresión. México, D. F.: Fondo de Cultura Económica, 1980.

Garnier, J. The Worship of the Dead. Londres, 1904.

Marín R., Enrique. El Híbrido del Hombre y el Antropoide. 1ª edición. México, D. F.: B Costa-Amic Editor, 1978.

Sitchin, Zecharia. el 12ª Planeta. Obelisco Ediciones2008.

Waechter, John. Prehistoric Man. Primera. Hong Kong: Octopus Book Limited, 1977.

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Silvia Eugenia Ruiz Bachiller, Autora de “TÚ Y YO SIEMPRE”, novela romántica. La historia de amor de Almas gemelas, su karma, reencarnación y regresiones a vidas pasadas.

 

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ENLACES RELACIONADOS

http://es.wikipedia.org/wiki/Paleol%C3%ADtico#Creencias http://commons.wikimedia.org/wiki/File%3AVenus_of_Tan-Tan.jpg Algunos datos tomados de Wikipedia


[1] En arqueología y antropología, se refiere a los objetos colocados con el cuerpo de los muertos en su tumba. Fue muy común durante el Neolítico y en la Edad de Bronce, cuando se depositaban en recipientes de cerámica objetos como vasos de incienso, utensilios de sílex, dagas o collares y se colocaban en las tumbas. Wikipedia [2] Magia homeopática: Lo semejante produce lo semejante, o que los efectos semejan a sus causas, Frazer, James, La Rama Dorada

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Por: Silvia Eugenia Ruiz Bachiller (SER), ver  condiciones de (c) al final

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VIERNES 17  DE MARZO DE 1995.

Ivette sintió la profunda mirada desnudándola, no sólo el cuerpo, sino también el alma.  Su incomodidad era evidente.

-¿Te sientes mal?-  preguntó Mónica, acercándose a su amiga y ofreciéndole una copa.

-No, pero sí un tanto extraña… – disimuladamente miró hacia el bar, donde estaba ese extrañísimo hombre -¿quién es él?

Mónica sonrió con complicidad – un europeo recién llegado, se llama Vladimir le comte de Walakia, o algo así, pero le dicen Vlad.  Acaba de quitarle la migraña a la anfitriona; estuvimos a punto de cancelar la fiesta porque ella se sentía mal, pero él subió y…- sonrió pícaramente mirando a su amiga por sobre su copa de champaña.

Ivette tomó una copa de la charola y antes de llevarla a sus labios también sonrió, comprendiendo

-…Y se le quitó la migraña.

-Sí- Mónica rio bobalicona levantando los hombros.

La otra, con más mundo, observó al extraño, pero atractivo hombre desconocido entrecerrando los bellos y perfectamente bien maquillados ojos.

– Pues a mí también me la quitaría con sólo una mirada… pero no quisiera probarlo, me da miedo.

-¿Miedo, pero ¿de qué?, es un galanazo; raro, sí, pero… -volteó a mirarlo por sobre su hombro -yo sí le entraba.

-Falta ver con quién quiere él, ¿no?- su voz sonaba segura, como siempre que Ivette se proponía algo.   

Bueno – Mónica se alisó el vestido ajustadísimo a la altura de las caderas -podemos ayudarlo un poco, ¿verdad?

Ivette asintió casi imperceptiblemente y las dos se encaminaron hacia el bar, ambas derramando sensualidad por todos los poros.  Se colocaron una a cada lado, como escoltándolo, y él recibió dos sonrisas como bofetadas.

Los oscuros ojos masculinos, rodeados de enormes pestañas y pequeñas ojeras brillaron, burlones.  Tenía una mirada suave-dura, amorosa-cruel, tierna-cínica, llameante e hipnótica, que de alguna manera parecía ser lo único viviente en esa pétrea faz cortada a hachazos.  Visto de cerca no era tan guapo, pero sí mucho más atractivo, con una atracción difícil de definir: ¿animal?, ¿espiritual?, ¿o simplemente sensual?

Les devolvió la sonrisa como si hubiera estado esperando años para verlas, las lucecitas de sus ojos enviaban mensajes; ellas escucharon todas las palabras amorosas y eróticas que siempre habían soñado escuchar del hombre amado.  Vladimir no había abierto la boca.  Tomó a ambas por la cintura y salieron al jardín.

Mónica hizo el clásico comentario -qué hermosa luna llena.

Ivette supo que le llevaba ventaja a su amiga -¿De dónde eres?

-De una pequeña aldea llamada Lupeni, en los Cárpatos.

A Ivette le sonó familiar el nombre y empezó a buscar en su memoria, pero justo cuando sonó una alarma en su cerebro, él le sonrió y ella olvidó todo.

-¿Y a qué te dedicas?

-Bienes raíces. «la tierra», como diría un holandés.

-¿Te agradan los holandeses?

Salieron chispas de sus ojos – los odio, son demasiado entrometidos.  Mejor hablemos de ustedes, ¿son amigas?, o se llevan bien.

Las dos rieron de la ocurrencia, Ivette contestó -Ambas cosas.

El las estudió por unos segundos antes de arriesgarse.

-Si las invito a las dos a mi casa, ¿aceptarían?

Mónica se dejó ir -Sí.

Ivette, en la semi penumbra, trató de verlo a los ojos y vio tantas promesas, que decidió «…te prefiero compartido…» y movió afirmativamente la cabeza.  Eso le agradó más a Vlad y en ese momento se estableció la complicidad con ella; la otra mujer iría de relleno, aunque fuera la más joven, sexy y audaz, porque también era la más inexperta.

Llegaron a una casa muy antigua en Coyoacán, Ivette hubiera podido jurar que fue una de las primeras que construyeron los españoles durante la época de la Colonia, justo al término de la Conquista; sus muros de piedra eran muy gruesos y, a pesar de la decoración elegantísima, básicamente Chippendale, se percibía una sensación de humedad y un olor a encerrado.

Los recibió un mayordomo un tanto lúgubre.  Las dos mujeres se miraron a los ojos con algo de interrogación ¿miedo?  Se dieron valor una a la otra y se dejaron conducir por Vladimir, que nuevamente las había tomado por la cintura, comunicándoles un cierto calorcillo extraño, más allá del usual en el roce macho-hembra al inicio de un ligue.

-Iván, súbenos champaña rosa, Törley, 1890, Extra Rubin.

-No conozco esa champaña- Mónica se le untó al hablar.  Desde su estatura, él le sonrió.

-Es húngara, de la primera cosecha, ¡la mejor!- Mónica le creyó.

Mientras, Ivette estaba husmeando en la otra habitación.  El fue allá, se le acercó por la espalda y, cosquilleándole la nuca con su cálido aliento, preguntó:

-¿Te gusta esta cama?, mira su dosel, es de seda de Samarkanda y tiene varios siglos, la colcha es de piel de ciervo nonato y las sábanas de satín- mientras hablaba hacía los arreglos necesarios e invitantes.  Ivette intentó ganar tiempo.

-Samarkanda, piel de ciervo, satín, ¿no es una mezcla extraña?

-Lo extraño es lo más interesante- se volvió hacia ella -He viajado mucho tiempo.  Tengo objetos de alrededor  del mundo y me agrada integrarlos- extendió el brazo y abarcó la habitación -todo tiene el mismo origen.

-¿Cuál?

-¿No lo sabes?- se acercó más a ella, que pudo percibir su aliento ardiente y con aroma de deseo.  Ivette dio un paso atrás, pero tropezó con la cama y perdió el equilibrio, mientras él seguía acercándosele.  Quedó sentada, contemplándolo hacia arriba; no quería desprender la vista de sus ojos, porque casi frente a los suyos podía sentir algo mucha más interesante… demasiado interesante.

El se reclinó para tomar sus manos y volteando las palmas hacia arriba, apenas las rozó con sus labios.  En ese instante el control de Ivette se esfumó como bruma al sol; Vlad se había adueñado de su voluntad.   Cuando ella estaba esperando iniciar el camino del deseo, entró Mónica para decirles que la champaña estaba dispuesta en la otra habitación.

Vlad volteó y casi la fulminó con la mirada, ayudó a Ivette a levantarse y los tres se encaminaron a saborear la alegría en burbujas.

Después del ritual del descorche y de llenar las copas de las dos mujeres, él se alejó para verter algo en la suya, antes de elevarla para brindar «por la belleza».

Las infinitas luces del candelabro se reflejaron en sus ojos y en la copa de opaco líquido escarlata, formándose un triángulo de reverberaciones que impactó a Ivette, mientras Mónica apuraba hasta la última gota y distraía la atención de le comte para pedirle más.  Este, con exquisitos ademanes volvió a llenarle la copa, pero volteando hacia Ivette, le preguntó con la mirada: «¿qué hacemos con ella»?

Ivette captó el mensaje, se encogió de hombros y le hizo la seña de emborracharla.  Vladimir torció la comisura de sus delgados labios aceptando la travesura y se quedó junto a Mónica para volver a servirle la alegría líquida, que para ella iba a convertirse en líquido sueño.

Ninguna de las dos notó que le comte vertió unas gotas de somnífero en la copa; después se volvió hacia Ivette con sonrisa pícara y la invitó a beber con él en su recámara.  Mónica ya estaba casi dormida y no iba a ser obstáculo.

Al cerrar la puerta de la recámara bajó la intensidad de las luces hasta casi dejarla en penumbras.  En la mesita de centro había otras dos botellas enfriándose.

-¿A mí también vas a emborracharme?- su mirada era retadora e invitante.

-¿Hace falta?

-Hmmm… no sé…

-Vamos a averiguarlo.  Ven, siéntate conmigo en el sofá, pero permíteme ponerme cómodo-  se quitó el saco y la corbata y abrió un poco su camisa.  Al contemplar el bello torso masculino, ella percibió su propia cálida humedad y su respiración se aceleró más cuando bajo la blanca camisa de seda descubrió una alfombra de ensortijados vellos negros, que la hicieron estremecerse de deseo.  El lo notó y le pidió en un susurro:

-¿Puedo quitarte los zapatos?

Ivette sabía su cuento, lo miró coquetamente.

-Estás muy lejos.

-Me acerco con una condición: que tú me quites la camisa.

Ella rio -me sonó a amenaza… ¿o fue promesa?

Se acercaron poco a poco, él se inclinó para quitarle las zapatillas de altísimos tacones, mirándolas con algo de frustración: no eran cerradas, sino de tiritas.  Las contempló un segundo y con un suspiro susurró  para sí mismo -ya nada es como antes- Como no servían para beber champaña en ellas, las arrojó hacia atrás y se acercó un poco más para que ella pudiera cumplir su parte.

Ivette, con manos temblorosas, empezó a desabrochar los botones, pero antes de terminar, su creciente pasión la hizo introducir los dedos en el tupido vello del viril pecho; Vlad la tomó por la cintura y, como si fuera una pluma, la colocó hincada a horcajadas sobre sus piernas al mismo tiempo que subía su vestido recorriendo lentamente la parte posterior de sus muslos, hasta llegar a lo que hubiera querido morder de tan carnoso y suave, apoyando ahí sus manos, la atrajo bruscamente hacia él, hasta poder percibir, a través de la ropa, la tibia humedad femenina.

Su boca lo buscó exigiendo entregarse, pero Ivette no pudo encontrar sus labios y, extrañada, abrió los ojos; estaban muy cerca de los suyos, pero él no le permitía alcanzarlos, esquivando cada movimiento que ella hacía para acercarse, enardeciéndola más con el deseo no cumplido, hasta que al fin se fundieron en un beso que era más como querer devorarse el uno al otro, empequeñecerse y entrar en la otra boca hasta fusionarse con el otro.  Fue algo decisivo y no una simple promesa.

Con las toscas y a la vez delicadas manos, él guiaba sus caderas, haciéndolas efectuar movimientos tan sensuales, que ella lo logró varias veces, mientras ambos ronroneaban, gemían, gruñían.

En la calma que siguió a la tempestad, Vlad le susurró al oído -¿Cómo quieres que nos amemos?

Con la mirada aún perdida, ella no pudo contestarle.  El volvió a preguntar, pero ahora sugiriendo:

-Podemos fundirnos, comernos o amarnos.  ¿Tienes alguna preferencia?

-¡Ámame!

Con una sonrisa siniestra, él la tomó en sus poderosos brazos.

-Vas a confiar en mí totalmente, relájate, voy a llevarte a la cama, tú no debes hacer ningún esfuerzo, sólo déjate amar.  Sé sumisa, tierna y obediente- la depositó suavemente en la cama -dulce y femenina; te vas a entregar completamente a mi voluntad y vas a…

Ella se incorporó -No puedo.

Vlad se irguió separándose un poco de ella -¿Cómo que no puedes?- la dulzura se volvió aspereza.

-No, yo no soy así, yo tengo que amar activamente, soy muy apasionada…

Cubrió los suaves y femeninos labios con dos dedos -shhh.  Haz lo que te digo, preciosa, eres hermosa- su voz era nuevamente dulce -bella, tu piel es suave, como debes serlo tú.

Mientras le susurraba las palabras más tiernas, acariciaba delicadamente todo su cuerpo sin olvidar manos, codos, pies, rodillas y otros lugares que no se consideran erógenos, pero que Ivette descubrió que sí lo son.  Ella empezó a responder apasionadamente, la respiración cada vez más acelerada, hasta que él detuvo sus caricias y mirándola como un maestro a su pequeña alumna le murmuró:

-Controla la respiración, cálmate y entrégate a mí cuando exhales, no cuando inhales.

Ella no entendió nada; necesitaba más caricias, llegar una y otra vez a la cima, pero él la retuvo hasta que lo obedeció y respiró como él se lo ordenaba.  Para el volcán que era Ivette, eso era como querer controlar la erupción de lava poniéndole un grifo y esperando que saliera un chorro de agua tibia; lógicamente, ella perdió la excitación, pero parecía que eso era lo que él quería porque, sin inmutarse siguió acariciándola y diciéndole cosas bellas.

Ivette pensó que, aunque ella siempre había dicho que el día que encontrara a un hombre que la amara tiernamente, sin querer llegar al final de inmediato, habría encontrado al hombre ideal, ahora no estaba gozando como ella podía hacerlo; claro, él era tierno y dulce, pero a la vez impositivo y, como no la dejaba excitarse, ella tenía tiempo para pensar y no le gustaba pensar cuando hacía el amor… lo sentía acariciarla y lo escuchaba decir cosas bellísimas, pero estaba fría… él la quería fría.

Vlad le pidió que lo acariciara en la misma forma y ella lo obedeció; sentía algo de ternura, pero no lo que esperaba cuando empezaron a acariciarse.  En otras circunstancias tal vez esto fuera lo mejor, pero como ella había esperado una apasionada relación sexual, era algo frustrante.  Para ella el amor tenía que ser embriagante; si no perdía la cabeza, si no se volvía loca, si estaba lúcida, le era difícil darse, porque su mente no se lo permitía.

El ¡al fin! se dio cuenta y le preguntó si quería pasar a la segunda lección.

-¿Y cuál es?

-Comernos, ¿quieres?, pero tienes que confiar en mí y dejarme hacer todo lo que quiera.

Ella lo miró a los ojos y, aunque sintió miedo, aceptó porque, como iban las cosas, ya estaba pensando que él había perdido su … oportunidad, así que casi cualquier cambio podría ser bueno.

-De acuerdo.

Empezó por besarle la nuca continuando hacia un lado del cuello; ahora sí su respiración era acelerada y sintiéndolo casi jadear, Ivette volvió a excitarse y a responderle.  Fue entonces cuando sintió un punzada en el cuello, fue larga, dolorosa y húmeda, pero placentera, excitante.  Conoció una sensación extraña, un como irse desvaneciendo poco a poco, como ir entrando en una bruma roja…en un remolino escarlata… se le olvidó que quería excitarse y entró poco a poco en un mar rojo sangre… hasta que llegó al final.

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Mónica se despertó.  Aún medio dormida llamó a su amiga y a le comte.

-¡Ivette!, ¡Vlad!

El conde se acercó a ella.

-Aquí estoy, preciosa, junto a ti.  Ivette se sintió cansada y se fue a su casa, lo cual me da la oportunidad de tenerte para mí solo, sin estorbos.

-¿De verdad se fue?- Mónica se restregó lo ojos, con un ademán de niña pequeña.

-¡Claro!, ¿No me crees? – la miró a los ojos profundamente, tanto, que ella se estremeció.  Se estiró sensualmente y se levantó del love-seat donde había dormido, preguntando sin mirarlo.

-¿Le hiciste el amor?

-No, es muy mala alumna, a la segunda lección se me fue.

Mónica se sentó en la cama -¿así que das lecciones?- mirada coqueta y retadora -¿tan bueno eres?

-¿Quieres probar?

-¿Y qué me enseñarías?

-A Ivette le di a escoger:  comernos, amarnos o fundirnos; escogió las dos primeras, pero ya no aguantó la última – su mirada atenta denotaba un gran interés en su respuesta – ¿qué quieres tú?

-La que ella se perdió, pero hoy no puedo… tú entiendes, ¿verdad? – se sonrojó.

El asintió, comprensivo -¿peligro, o la ola roja?

-lo segundo- bajó la mirada tímidamente.

Vlad se sentó junto a ella y le tomó dulcemente la mano -¡mi amor!, no te preocupes, a mí me parece perfecto… aunque preferiría primero comerte, ¿si?

-Pues si a ti no te importa, yo no tengo inconveniente.

El la atrajo hacia  su pecho y empezó a acariciarla suavemente, diciéndole lo mismo que a Ivette: «tienes que ser suave, sumisa, obediente, confiar totalmente en mí y dejar que te ame como nunca has sido amada»

El carácter de Mónica era más dócil que el de Ivette y como aún se encontraba bajo los efectos del somnífero y la champaña, a todo dijo que sí.

Vlad comenzó el ritual de acariciar todo su cuerpo y la fue desnudando poco a poco, pero con tanta lentitud, que ella tampoco reaccionó; sin embargo, lo dejó hacer.  Vlad se colocó a horcajadas sobre ella y se fue acercando a su cara; Mónica lo veía venir y no sabía si quería alejarlo o besarlo, pero como él le había ordenado ser pasiva, sólo lo acarició con la mano.  el la besó en la frente y siguió besando todo su cuerpo, hasta llegar al Monte de Venus, entonces le pidió:

-Rodéame el cuello con tus piernas- Mónica obedeció y él la hizo llegar a alturas increíbles, en las que todo lo veía como un oleaje rojo, que a veces parecía sangre, a veces lava.

Percibió que Vlad deslizó la boca hacia su ingle izquierda, besándola de tal manera que la excitación la hizo gritar… y entonces sintió el dolor, un agudísimo dolor, como si un par de agujas quemantes se hubieran introducido en su carne.  Extrañamente, le causó placer y las sensaciones de lava y sangre la envolvieron, cubriéndola hasta que sólo fue una pequeña gota de sangre en medio de esa marea roja…

– 0 –

EL PERIODICO DE LA TARDE

DESCUBREN DOS CADAVERES EN CASA ABANDONADA

 
Lunes 20 de Marzo de 1995. 
Esta mañana fueron encontrados los cadáveres de dos mujeres en una casa que ha estado abandonada desde principios del siglo pasado, ubicada en Coyoacán.   Ambas mujeres presentan dos heridas punzocortantes, la más joven en la ingle izquierda y la otra en el cuello.Al parecer, toda la sangre les fue extraída limpiamente a través de esas heridas.  No hay signos de violencia, ni pistas del asesino.


 

Vlad leyó la noticia, terminó su «Bloody Mary» y le tendió el periódico a Iván.

-Archívalo junto con los otros.

 

© Silvia Eugenia Ruiz Bachiller

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Imágenes tomadas de internet, Pinterest  o de los enlaces relacionados.  Creo que no es necesario advertir que algunas fotos, son imágenes actuales, sólo para dar una idea de cómo fueron en aquellos tiempos y lugares.

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Silvia Eugenia Ruiz Bachiller, Autora de “TÚ Y YO SIEMPRE”, novela romántica. La historia de amor de Almas gemelas, su karma, reencarnación y regresiones a vidas pasadas.

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03/01/14 5:14 p.m.