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SUSSY Y SUS HISTORIAS, EL FLECHAZO VII, ME AMO MÁS A MÍ

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Jaime se levantó súbitamente de la mesa donde estaba desayunando con Sussy cuando ella le dijo:

-Te amo.

Iba a responderle “yo también te amo, con toda mi alma”, pero las palabras no salieron de su garganta; en realidad sí la amaba y lo más normal era que se lo dijera.

La noche anterior, en medio de la pasión desatada se lo había dicho ya, dos o tres veces, pero ahora, así, tranquilos, desayunando, significaba más, era lo real y la verdad sí la amaba, pero no podía ofrecerle nada, no podía prometerle matrimonio, quizá una vida juntos, pero Sussy no era para ser “la otra” ¡No! No, no, Sussy nunca lo aceptaría, eso lo sabía desde que la conoció y le dijeron cómo era ella, además a él también se lo había mencionado, ella “nunca andaría con un hombre casado”.

Por eso no la invitó a salir solos los dos, en una cita, durante tanto tiempo, a pesar de que se moría de ganas de hacerlo… hasta que no pudo evitarlo.

Sin pensar en que allá en Guanajuato había una mujer que era su esposa, no por gusto, sino por obligación, como consecuencia de una tarde de pasión adolescente, tuvieron que casarse porque ella resultó embarazada, ni siquiera eran novios, ni siquiera salían, sólo se dio la oportunidad y la tomaron y arrojaron sus vidas a la basura.

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Los padres de ella y de él lo exigieron, al ser adolescentes, tuvieron que aceptar y casarse. La única condición que puso el padre de Jaime fue que él, como estaba planeado, fuera a la Ciudad de México a estudiar su carrera en la Universidad Iberoamericana, que tenía más prestigio y peso que la Universidad de Guanajuato.

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Así fue, pero los padres de ella exigieron que todos los fines de semana regresara a Guanajuato para ver a su esposa e hijo. Dado que eran socios de los padres de Jaime y por cuestiones sociales también, así quedó establecido. Pensar en divorcio en esa sociedad, era algo impensable.

 .

La muchacha, Elisa, fue a vivir a la casa paterna de Jaime y la vida fue un infierno para todos: para ella, para Doña Lola, la mamá de Jaime, para Don Javier, el patriarca, y, en menor medida, porque de lunes a viernes no estaba ahí, para Jaime, el causante de todo (junto con Elisa, porque no la forzó).

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Así las cosas, cuando Jaime estaba en 8º semestre y su hijo tenía 4 años, Jaime empezó a trabajar en la empresa donde conoció a Sussy y todo se le complicó, desde el principio, cuando quería invitarla a salir, cortejarla, pero sabía que no debía hacerlo, pero sí se acercaba a ella y como ella esperaba más, él ponía frenos, hasta que un día salieron al mismo tiempo de la oficina y no pudo evitar invitarla, fueron al cine, se besaron y… lo demás era historia: cada vez más enamorados.

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Al principio ella tampoco lo podía ver los fines de semana, así que no hubo problema, pero cuando ella se fue a vivir sola, tenía que inventar lo que fuera para no verla los fines de semana o cuando no podía evitarlo, tenía que inventar algo en su casa, una situación estresante, pero no podía terminar con Sussy, ni divorciarse, por su padre, la empresa, su madre, la sociedad, su hijo, la religión, en fin, que estaba atrapado en ambos lados.

 .

Por eso había tenido que correr, cobardemente, porque no podía enfrentar a Sussy y decirle la verdad. Pero iba a tener que hacerlo, no podía dejarla así… sólo que… necesitaba tiempo para armarse de valor.

 .

Pensaba todo esto sentado un uno de los bancos de piedra del Paseo de la Reforma, a donde había llegado corriendo (como vil cobarde) y sin aliento, se había sentado, con los codos en las rodillas y el rostro entre las manos.

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Si le hubieran enseñado/permitido llorar cuando era niño, ahorita estaría llorando, pero como “los hombres no lloran”, como le había enseñado su padre, el patriarca de la familia, no sabia cómo hacerlo, ni podría tampoco.

 .

***

Sussy se quedó pasmada, literalmente con la boca abierta e inmóvil, escuchó la puerta cerrarse y siguió sin reaccionar por algunos minutos.

Sonó el timbre del horno eléctrico, indicando que los panes ya estaban tostados y eso la sacó de su estado. Parpadeó, sacudió la cabeza y fue a sacar los panes, los tiró a la basura y fue por su bolso y saco para irse a trabajar.

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No lloró, por alguna razón cuando algo le dolía al extremo, no salían las lágrimas por un tiempo, se quedaba como en estado suspendido, actuando “normal”, pero ausente, así fue esta vez, llegó al trabajo e hizo lo de siempre, pero como en “automático”.

Pudo llorar hasta esa noche y lo hizo todo el tiempo, desde que llegó a su casa, hasta que salió al día siguiente a la oficina.

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Llamó a su amigo Felipe a su antiguo trabajo, él había sido amigo de Jaime, quizá le despejara la incógnita de lo que pudo haber pasado para esa huida de su amor, después de la noche más maravillosa que habían tenido en los 3 años de ser novios.

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Felipe le dijo que la vería en la noche, saliendo del trabajo; quedaron de verse en el café de moda a unas cuadras de donde Sussy vivía y trabajaba, en Paseo de la Reforma.

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Ella llegó al “Rendez-Vous”, nombre muy sugestivo para Felipe: “cita”, pero no para Sussy, ella no se daba por enterada de los sentimientos de su amigo, ya que sólo lo veía así, como su mejor amigo y nada más; su físico era muy distinto del de Jaime, Felipe era blanco, rubio más alto y delgado y también (la debilidad de Sussy) tenía ojos verdes, pero sus ojos no tenían lo pícaro de la mirada de Jaime y, más importante, Felipe no era Jaime.

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Ella se sentía que aparentaba normalidad, pero era todo lo contrario, a Felipe le dolió verla con los ojos hinchados por llorar, caminando con los hombros caídos, casi arrastrando los pies, ella, que caminaba como una reina (o como Sophia Loren, decían algunos en la oficina), él no podía entender que alguien le causara  a esa mujer, tan segura de sí misma, una pena que resultara en un cambio tan drástico.

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Sussy le platico todo (sin detalles de la noche) y le preguntó angustiada.

 .

-¿Por qué son así los hombres? No sólo a mí, no sólo esta vez, es lugar común, entre las mujeres, decir que cuando más cercano sentimos a nuestro novio, se da la vuelta y huye, quizá no tan aparatosa y literalmente como Jaime, pero dejan de llamar o de ir y se esfuman, al menos por un tiempo y luego (algunos) pretenden regresar como si nada.

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Felipe no sabía qué contestar. Tomó un largo sorbo de su café para pensar qué decir.

 .

-Ya sabes que yo no soy como todos y aunque conozco a Jaime, no te podría decir qué pasó por su mente, eso, si es que estaba pensando – No podía abiertamente hablarle mal de Jaime, era su amigo, pero ella también, además de… su amor imposible ¿o posible?… quizás…

 .

-No, en serio, Felipe, dime cómo funciona la mente masculina, nosotras no los podemos descifrar en actitudes como éstas.

 .

-Bueno, mira, ¿te puedo ser franco?

 .

-Eso te estoy pidiendo.

 .

-Mira, todos los hombres queremos llevar a la cama a todas las mujeres- se detuvo porque Sussy abrió los ojos como platos.

 .

-¿Ya ves?, mejor no sigo.

 .

-Sussy tragó saliva – no, sigue por favor, aguanto lo que me digas (se preguntó mentalmente ¿Felipe… pensaría así de ella?

 .

-La mayoría sólo quieren acostarse, sin compromiso, le huyen al compromiso, pocos, como yo, buscamos una mujer con quien amanecer y tenerla en nuestra vida no sólo por sexo, una plática inteligente a veces cuenta más que un acostón (pensó en todas las pláticas interesantes que tenía con Sussy).

 .

Sussy lo observaba con los ojos entrecerrados, pensando.

 .

-Pero Jaime pasaba las noches conmigo, se iba en la mañana junto conmigo cuando salía yo al trabajo, no se despedía a media noche, como hacen muchos.

 .

-Contigo tal vez fuera así, porque quería algo más, algo más serio, pero no te puedo decir otra cosa, lo que te dijera serían elucubraciones y no quiero que tomes una mala decisión por algo que yo te diga.

 .

-Jajajaja, -se echó hacia atrás en su silla, su risa era medio histérica y sarcástica – ¿Tomar una decisión? Pero si ya se fue, ¿ya qué puedo decidir yo?

 .

-Va a regresar, te lo aseguro.

 .

Ella lo miró dubitativa – ¿tú crees?

 .

-Claro, ¿no regresó después de renunciar? Viene sólo a verte, ten paciencia va a regresar, pero piensa qué vas a hacer ¿seguir o no seguir? ¡esa es la cuestión!

 .

-No lo sé, a veces pienso que ya no quiero saber nada de él y cinco minutos después lloro y pienso que no puedo vivir sin él.

 .

-Pues decídete mujer.

 .

Suspiro – Sí, tienes razón, gracias por escucharme y ya me voy, ya es tarde.

 .

-Te acompaño a tu casa.

 .

Se levantaron y ella caminó delante de él, al salir la tomó del brazo y le dijo:

 .

-No es justo que una persona le cambie a otra hasta el modo de andar, mujer, tú eres TÚ, sigue siéndolo, ¿de dónde sacas ese arrastrar de pies? ¿y esos hombros caídos? Si tu modo de andar nos traía locos a todos, sigue igual, no lo cambies, no te derrumbes y si lo haces, que el orgullo te levante.

 .

Ella se detuvo, lo vio a los ojos, echó los hombros atrás, levantó la barbilla, respiró profundo y contestó.

 .

-Tienes razón, nadie puede cambiarme, muchas gracias ¿vamos?

 .

Y caminó como siempre, altiva, segura, sexy, derramando sensualidad. Felipe la miró, sonrió y le pasó el brazo sobre los hombros.

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Como lo sospechaba, no lo invitó a pasar, pero ya se lo esperaba, ni modo, seguiría siendo el “amigo”, algo era algo.

 .

Al día siguiente, ella estaba leyendo el periódico y desayunando unos huevos rancheros, rompió la yema de uno y tuvo una especie de déjà vu, recordó que casi en los últimos días que vivió con su madrina, un domingo estaba haciendo exactamente lo mismo cuando vio un anuncio de viajes a Europa, igual que en ese momento, y le había comentado a su madrina.

 .

-Voy a ir a Europa.

 .

La risa burlona de su madrina la ofendió mucho.

 .

-¿No me crees?, pues ¡te aseguro que antes de cumplir 40 años voy a ir por mi cuenta! y vas a ver que sí.

 .

La madrina se siguió riendo y enojándola cada vez más.

.

Ahora tenía 25 años, un trabajo donde ganaba un excelente sueldo, ahorraba un buen porcentaje de él cada mes en la caja de ahorros de la compañía; ya podía pedir vacaciones (2 semanas)…  ni acabó de desayunar, salió corriendo a la oficina para llamar a la agencia de viajes y solicitar todos los folletos de viajes a Europa.

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Así lo hizo y como ella era la que organizaba los viajes de todos los ejecutivos, era la consentida de la agencia de viajes, cuando llamó y pidió hablar con el gerente, éste de inmediato se puso al teléfono. Le solicitó todos los folletos que tuviera sobre viajes a Europa y en 10’ los tenía en su escritorio, ya que la agencia estaba en el mismo edificio que su oficina.

 .

Los extendió todos, eliminó a la primera los más caros y los de 4 semanas, buscó de 2 semanas, que era lo que tenía de vacaciones, no había ni uno, lo mínimo eran 3, humm, un contratiempo.

 .

Siguió eliminando los que estaban fuera de su alcance y sólo quedaron 4, quitó otros 2 dado que acababan de salir y la siguiente fecha de salida era hasta el siguiente mes.

 .

Quedaron 2, eligió sin pensarlo el que incluía Venecia, que tantas ganas tenía de conocer. Lo que tenía en la caja de ahorros le alcanzaba, pero necesitaba 2 cosas: una semana extra de vacaciones y un préstamo, sabía que su jefe se los concedería.

.

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Justo estaba pensando eso cuando él llegó, vio los folletos y preguntó.

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-¿Quién se va de viaje? No me he enterado.-

.

Sussy sonriendo le contestó

 .

-Yo, si usted me lo permite.

 .

Mr. Latimer ya había entrado a su oficina, ella entró tras él.

 .

Él ya hablaba un poco de español, pero siempre se comunicaba con ella en inglés.

 .

-A ver, cuénteme.

 .

-Ya tengo derecho a vacaciones.

 .

-Por supuesto, ya cumplió un año aquí.

.

-Y tengo 2 semanas de vaciaciones.

 .

-Sí.

 .

-Para este viaje necesito 3 ¿me daría permiso de una semana extra, sin goce de sueldo?

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Mr. Latimer se rascó la barbilla pensativo – Hummm

.

Sussy en tono de súplica -Por favor…

 .

-No, no le concedo una semana extra sin goce de sueldo, si le doy la semana, será con goce de sueldo.

 .

Sussy casi brinca del gusto – Y… también necesito un préstamo…

 .

-Llene el formato y me lo trae a firmar. ¿Qué tenemos para hoy?

 .

Sussy salió encantada, a hacer los preparativos para su viaje a ¡Europa!, uno de sus sueños más preciados desde hacía años.

 .

Por más que amara a Jaime, se amaba más a ella misma y las próximas semanas él dejaría de ser su prioridad, al menos hasta que regresara del viaje, después… ya vería qué hacer…

 .

Próxima historia de Sussy:

.

“En Madrid”.

.

***

Ciudad de México, 8 de noviembre de 2016.

 

Los hechos y personajes de esta historia son ficticios, cualquier semejanza con la realidad es pura coincidencia.

© Silvia Eugenia Ruiz Bachiller, Puedes copiar y publicar este artículo, siempre y cuando incluyas el enlace al artículo, no lo uses con fines comerciales, no lo modifiques, no quites el © ni este último párrafo que le sigue, enlaces incluidos.

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Silvia Eugenia Ruiz Bachiller, Autora de “TÚ Y YO SIEMPRE”, novela romántica. La historia de amor de Almas gemelas, su karma, reencarnación y regresiones a vidas pasadas.

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SUSSY Y SUS HISTORIAS (3), EL FLECHAZO V, LA OPORTUNIDAD Y LA FAMILIA

Su marido no había tenido trabajo por mucho tiempo, apenas había conseguido un puesto de regular importancia en oficinas del gobierno. Sussy había estado 3 años sin conseguir un empleo a su nivel, porque nadie la quería contratar por ser casada y tener un bebé. En una agencia le sugirieron decir que era soltera y, por supuesto, no mencionar a su bebé, a lo que se negó, desde luego.

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No tuvo más remedio que ir a una agencia de empleos eventuales y de ahí cada semana (a veces cada día) la enviaban a una compañía diferente, diversos trabajos, gente distinta, pero así eran estas agencias y tuvo que aceptarlo.

Por su desempeño la fueron subiendo de categoría, obteniendo cada vez mejores trabajos y de más larga duración.

El destino (y Manpower) la enviaron como temporal a una empresa trasnacional que apenas estaba iniciando, donde descubrió que había varias empleadas casadas, tenían hijos y algunas eran ejecutivas. Esa compañía le pareció como un paraíso, el trato era diferente, todos se hablaban de tú, el mozo tuteaba al Director General, había confianza y buen ambiente.

Por angas o mangas, por varios hechos “fortuitos” (causalidades, no casualidades) la secretaria del Director de la planta dejó de trabajar ahí y a ella la pusieron en el puesto, como eventual, todavía, pero su trabajo fue tan bueno, que su jefe peleó porque le dieran contrato definitivo, y peleó, porque por alguna razón el Director General le tenía tirria y la discriminaba cada vez que podía, pero su jefe, Douglas White, un inglés que tenía apariencia de todo menos de británico, lo convenció, diciendo que en la planta él era el que decidía quiénes serían sus empleados.

Así que ya siendo empleada con contrato, Sussy dio lo mejor de sí a su puesto, adecuándose a las características de su jefe, que hacía citas cada hora, sabiendo que se tardaría más, y retrasándose a partir de la segunda cita, esperando que su secretaria solucionara sus líos, que hiciera todo rápido y bien y le adivinara el pensamiento.

Todo eso lo cumplía Sussy y su desempeño fue tan apreciado, que cuando la planta estuvo construida, la maquinaria instalada, las secretarias y empleados de oficina contratados, las oficinas amuebladas, las máquinas de escribir, la copiadora y demás equipos de oficina comprados, la bodega de artículos de oficina surtida (todo lo relativo a las oficinas organizado y elegido por Sussy), cuando ya se iban a mudar a Morelia, Michoacán a dar inicio a la actividades de la planta, Douglas White la llamó a su oficina, le pidió que tomara asiento y aclarándose la garganta, le dijo:

-Sussy, ya sabes que en dos semanas nos mudamos a la planta y que yo ya no voy a estar en las oficinas de México, así que tu puesto desaparecerá.

Sussy se puso pálida, así que ahí acababa su maravilloso empleo, con alto estatus y un excelente sueldo… tuvo que retener las lágrimas y sonrió forzadamente.

-Sí, me doy cuenta.

-Entonces, te ofrezco el puesto de Gerente Administrativo en la planta, de hecho tú organizaste todo de una manera impecable, eso necesito en la planta, alguien que lleve la oficina sin que yo tenga que involucrarme, para poder dedicarme 100% a la producción. Sé que tú tomas buenas decisiones y no necesitas de mi opinión.

Ella sonrió, recordando que en muchas ocasiones cuando Douglas estaba fuera de la ciudad y había que decidir una compra o la contratación de una secretaria, ella había tomado las decisiones, con la anuencia posterior de su jefe, que siempre la apoyaba.

Pero lo más importante era el puesto que le estaba ofreciendo ¡dar un salto gigantesco de secretaria (aunque fuera de un Director) a nada menos que Gerente Administrativo de la planta!… ¡wow! Sin pasar por puestos de mando medios, directo a la cima ¡La oportunidad de su vida! Sonrió más ampliamente.

-Gracias Douglas, es una gran oportunidad.

-Estarás consciente de que tendrás que irte a vivir a Morelia…

Ella se mordió el labio, por el entusiasmo no había pensado en eso.

Douglas prosiguió

– Piénsalo por una semana, sé que eres casada y tienes un niño pequeño, habla con tu esposo. La compañía les pagará la mudanza, dará el aval si rentan y si organizas –risa- que algunas compras se hagan en conjunto, todos obtendrán muchos descuentos.

-Está bien y muchas gracias por la gran oportunidad.

-Te la mereces, Sussy.

Ella salió de la oficina sintiéndose feliz, ya hacía años que quería ser algo más que secretaria, pero se casó, se embarazó y en lugar de subir en la escala como siempre lo había hecho, bajó de nivel, hasta que encontró esta magnífica empresa en la que sí la aceptaron casada y con un hijo pequeño.

En esos tiempos no había muchos lugares de trabajo así, aún se pensaba que el lugar de la mujer era su casa y su labor cuidar de sus hijos, así que había que elegir entre carrera y familia.

Llegó feliz a su casa, esperando que su esposo llegara temprano esa noche, pero era viernes y si toda la semana llegaba tomado a las 2 ó 3 de la mañana, los viernes era peor, llegaba a las 4 am. Todas las noches se dormía de inmediato y empezaba a roncar como borracho y no la dejaba dormir, Sussy se molestaba mucho porque ella sí tenía que entrar a trabajar a las 8 am, no como él, que podía llegar a su trabajo a las 11 de la mañana, dado que las borracheras se las ponía con el jefe y otros compañeros de la oficina de gobierno donde laboraba.

Como se lo imaginó, dieron las 4 de la madrugada y él no aparecía. Trató de dormir, pensando en darle la noticia en la mañana, cuando despertara de dormir la mona.

El sábado en el desayuno, él estaba con cara de pocos amigos, sufriendo los estragos de la cruda y leyendo su periódico, pero aún así Sussy le dijo.

-Te tengo una gran noticia…

-¿Sí? – sin despegar la vista del diario.

-Sí, me ofrecen el puesto de Gerente Administrativo de la planta.

Él le prestó atención -¿Cómo dijiste? ¿gerente?

-Sí, Gerente, en la planta.

Él se tardó unos segundos en asimilarlo – ¿En Morelia?

Ella se mordió el labio – Sí, en Morelia, nos pagarían los gastos de la mudanza y…

-No, yo no voy a dejar mi trabajo, recuerda cuánto me tardé en conseguirlo y ahora que ya estoy empezando a subir y colocarme, no, no voy a dejarlo.

Ella vio que él estaba decidido a no aceptar irse a vivir a Morelia para que ella aceptara esa oportunidad.

-Bueno ¿y si yo me voy en la semana y regreso los fines de semana, me vendría los viernes en la tarde y saldría los lunes en la madrugada…?–lo miró con la interrogación en la mirada.

-No ¿y el niño? ¿No te vería en toda la semana?

-¿Y si me lo llevo y venimos los fines de semana?

-No.

Ella se engalló -¿Y por qué no? yo te seguí a Guadalajara, donde nos fue tan mal que yo tuve que sacar adelante a la familia ¿recuerdas? Te acuerdas que me puse a vender cosméticos de puerta en puerta y así tuvimos dinero para regresarnos, porque ni para eso teníamos? No se te olvide que yo mantuve a la familia con mi sueldo de eventual mientras tú entraste a trabajar al gobierno, los 4 primeros meses en que no te pagaron ¿y ahora que yo tengo la oportunidad de mi vida, te niegas?

Él vio a Sussy totalmente decidida, pero no cedió.

-Pues no voy a dejar mi empleo, ¿mientras consigo otro, de nuevo tú nos mantendrías?

-Puedes pedir tu cambio a Morelia.

-No lo creo factible y no me conviene, bajaría mi estatus.

Ella entrecerró los ojos y apretó los labios, él conocía ese gesto, no presagiaba nada bueno.

-Pues el niño y yo nos vamos, podemos venir o tú puedes ir los fines de semana, pero esta oportunidad no me la pierdo.

Su marido se levantó furioso de la mesa, fue al mueble cantina que tenían en la sala y sacó una botella de tequila llena, la abrió y se echó un trago a pico de botella.

-¿Y así lo vas a solucionar? – dijo ella más enojada.

-No te vayas – le dijo en tono más amigable después de tomar otros tres tragos.

-¿Tú crees que es muy agradable vivir con un alcohólico?

-No soy alcohólico, me gusta beber, pero lo hago socialmente.

-¿Cómo ahorita? – su tono era sarcástico.

Siguió bebiendo de la botella mientras se acercaba a ella -No te vayas.

-Es mi gran oportunidad – lo miró con la determinación en la mirada.

Su tono ahora era de ruego -No te lleves al niño – se acercó a ella, tomó otros tragos, la miró con ojos inyectados,.

-Yo lo cuidaría mejor, si tú llegas en la madrugada y borracho ¿qué futuro le espera contigo?

-Por eso no te vayas – más tragos, llevaba más de media botella ingerida. Se dejó caer de rodillas a sus pies –por favor, no te vayas, te lo ruego – le abrazó la cintura y comenzó a sollozar.

Era demasiado para Sussy, ella lo quería, era su esposo, su mejor amigo, su pareja, el padre de su hijo, tenía muchas fallas, pero ella lo quería. No sabía qué hacer, trató de zafarse del abrazo, pero él no la dejó y siguió rogándole.

Consideró irse de cualquier modo, llevarse al niño y verse los fines de semana, pero también pensó, ¿qué sería de él, solo y con su alcoholismo? Por otro lado, lo que él hiciera era su decisión, no la de ella.

Ella tenía la oportunidad de su vida, saltar de secretaria a Gerente Administrativo, una enorme, gran oportunidad, de las que se dan una sola vez en la vida y su marido alcohólico se la obstaculizaba.

Su cerebro le decía que debía pensar en ella, incluso en beneficio de su hijo, si ella hacía carrera en puestos gerenciales, tendría mejor sueldo, podría tener quien lo cuidara, en las tardes, como ahora en la Capital, y en ciudades de provincia se encuentran mejores elementos, más confiables como nanas o podía encontrar una escuela en la que se quedara a comer y tuviera actividades por la tarde, de todos modos era algo que, como estaban ahora, tenía que ser resuelto de un modo u otro, porque los dos trabajaban y él nunca estaba en las tardes de entre semana en la casa, en la noche tampoco veía al niño, porque llegaba en la madrugada… así que Arturito no lo echaría de menos y si veía a su papá los fines de semana sería casi igual que ahora…

-No te vayas – Sergio seguía llorando rogándole que no se fuera.

Su corazón no pudo resistir verlo así, no quería pensar que se tirara más al alcohol y hasta perdiera el empleo que ahora se resistía a dejar.

Lo pensó durante una eternidad, sopesando las alternativas, mientras él lloraba y le rogaba.

El corazón pudo más que el cerebro, aunque no tenía buenos argumentos, ella midió las posibilidades y no pudo pensar en ella, cedió, pensó en él y en seguir como estaban, con sus borracheras, pero juntos, no separados y creyó que eso, el no separar a la familia, sería bueno para su pequeño Arturo.

Levantó a su ya borracho esposo. Con todo el dolor y la frustración que podían caberle en el alma le dijo cariñosamente.

-Está bien, levántate… no me voy – Las lágrimas de Sussy brotaban de sus ojos como una cascada, sin sollozos, sin sonido, lágrimas silenciosas y amargas, muy amargas.

Él la abrazó llorando más, sus lágrimas se mezclaron, ella hacía lo posible por abrazarlo también, pero en ese momento no le nacía.

¿Por qué es tan difícil ver llorar a un hombre? – se preguntó Sussy- Como los enseñan a a no hacerlo, no estamos acostumbradas a que dejen salir sus sentimientos; me doblegué por la ternura que sentí al verlo así y cedí, dejé ir mi sueño, la oportunidad de mi vida .

El lunes se presentó a renunciar, había elegido a la familia y perdido su oportunidad.

Douglas se molestó, ya contaba con ella y no pudo menos que decirle

-Por eso no se les dan empleos de responsabilidad a las mujeres casadas, todavía están acostumbradas a renunciar a ellas mismas en aras de la familia. Se necesita otra educación para todos, hombres y mujeres, con el objetivo de que las mujeres no tengan que resignarse a dejar de existir al momento de casarse y ser madres; para que no ahoguen sus sueños.

Ella, bajando la cabeza se preguntaba si había hecho una buena elección, pero ya estaba hecho.

Su marido siguió bebiendo, la familia se fue a pique…

Estaba llorando y sudando, con la respiración agitada; eran las 5 am, extendió el brazo y buscó en la cama, estaba sola, se levantó aún entre sueños, temblorosa, lo fue a buscar a las otras habitaciones… nada… no había nadie, no estaba él, ni su ropa, ni sus cosas, nada, ni esposo ni hijo, Sussy estaba sola…

¿Todo fue sólo un sueño, una pesadilla?

Continuará…

 

Ciudad de México, octubre de 2016

© Silvia Eugenia Ruiz Bachiller.

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Imágenes tomadas de internet.

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EL FLECHAZO. SUSSY Y SUS HISTORIAS (2)

 

(Voy a hacer una presentación de Sussy, por si aún no han leído https://serunserdeluz.wordpress.com/2016/09/10/sussy-y-el-sr-h/

Los que ya leyeron esa historia, no crean que es la misma, aunque empiece muy parecida.

***

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Sucedió hace muchos años, antes de las computadoras personales, los teléfonos celulares e internet. Sussy, nuestra protagonista, trabajaba en una gran empresa trasnacional, era una muchacha muy atractiva, secretaria del Director General, por lo tanto, todos los empleados, jóvenes recién recibidos o a punto de serlo, la rondaban, pero no se atrevían a acercarse demasiado. Sólo la observaban de lejos.

En la oficina había un chiste con Sussy como protagonista, debido a sus exuberantes atributos femeninos; se decía que cuando veías a todos los muchachos de contabilidad, auditoría, contraloría y presupuestos (unos 250 jóvenes) mover la cabeza de arriba abajo al unísono, era que Sussy pasaba corriendo por el pasillo. Cuando ella se enteró, trataba de no correr por el pasillo,  pero su jefe todo lo quería “para ayer”, copias fotostáticas incluidas y para ir sacarlas, tenía que pasar por el pasillo y si no correr, al menos caminar muy rápido, eso sí, con la vista al frente nunca volteando hacia donde estaban los muchachos que la observaban al pasar.

Había estado enamorada platónicamente de su jefe, pero eso ya había pasado, al ver y saber que nunca iba a suceder nada entre ellos, debido a que él era casado. Luego tuvo un novio que le resultó casado, así que no quería saber nada de romances.

Ella siempre iba a comer sola, porque las otras secretarias la envidiaban y odiaban, estaba acostumbrada a no tener amigas. Por otro lado los muchachos no se atrevían a hacer nada más que saludarla y despedirse amablemente de ella; sólo hablaban cuando había algún asunto de trabajo que tratar.

Uno de tantos días en que tenía que ir a sacar copias, la vista al frente, como siempre, no pudo evitarlo, algo la hizo voltear y se encontró con unos ojos verdes mirándola fijamente directo a sus ojos, no como todos los demás; quizá por eso tuvo que voltear, sintió la mirada directa.

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El dueño de esos “Ojazos” verdes le sonrió con la vista y con los labios, una pícara pero respetuosa sonrisa, y bajó la cabeza en un saludo. Ella hasta el paso perdió y respondió de la misma manera, se recompuso y siguió rápidamente su camino simulando ver los papeles que iba a copiar.

Varios compañeros le informaron al “nuevo” que ella era la secretaria del Gran Jefe, muy seria y ni caso había de pretenderla, él les agradeció el consejo y siguió su trabajo, con la intención de que ella fuera su novia o algo más… se vale soñar.

Sussy, al regreso, no pudo evitar mirar de reojo a los ““Ojazos” verdes”, otra sonrisa y saludo, otra respuesta, ahora con una sonrisa incluida. Él quedó satisfecho y los otros admirados y envidiosos.

““Ojazos”” fue haciendo amistades, era un chico muy agradable, desde el primer día un grupo de los compañeros lo invitaron a ir a comer con ellos. Al siguiente día de quincena, fueron a un mejor restorán que la fonda de costumbre y vieron a Sussy sentada sola en un rincón.

“Ojazos” no lo pensó y se dirigió a ella.

-Hola ¿esperas a alguien?

Ella trató de que no le temblara la voz –No, a nadie, voy a comer sola, como siempre.

-¡Pero cómo! No puede ser que comas sola, por favor ven, únete al grupo.

Ella no sabía qué hacer, no sabía si era bueno o malo que en el grupo estuviera la secretaria de Contabilidad, tomó una respiración profunda y se levantó, él separó la silla, la dejó pasar primero y puso su mano en su espalda, el choque eléctrico lo sintieron ambos.

“Ojazos” se aclaró la garganta y quitó la mano, llegaron a la mesa del grupo, él por supuesto puso una silla junto a la de él, esperó a que se sentara y arrimó la silla a la mesa. Risitas disimuladas de todos.

-Uy, que caballero me saliste- la secre de Contabilidad dijo con sorna.

Ambos la ignoraron. Vino la mesera, ordenaron y la plática era general, “Ojazos” (se le quedó ese nombre en la mente de Sussy, aunque su nombre era Jaime) sólo le prestaba atención a ella.

Regresaron a la oficina, todo siguió normal, pasaron los días y “Ojazos” a veces iba a platicar con ella, en ocasiones la invitaba a ir a comer o a tomar café a la salida, siempre en grupo, pero nada más y Sussy ya estaba ansiosa que la invitara a salir en una cita, solos ellos dos, pero ¡nada! Ella sabía que le gustaba a Jaime, pero el chico no se decidía, ella se preguntaba por qué, ya que era evidente que iba a ser aceptado.

Ya había ido, en su calidad de secretaria del Gran Jefe, al Departamento de Personal y revisado el expediente de “Ojazos”/Jaime, vio que era de Guanajuato, soltero, un año menor que ella, estudiaba contabilidad, y tenía ya su carta de pasante. Soltero, eso era lo que más le interesaba, no quería otra decepción con un casado, aunque no llevaba anillo, ni marcas de haberlo llevado, eso no era garantía, bien lo sabia por amarga experiencia propia.

Finalmente un día, después de la hora de salida, ya que la puerta de la calle se había cerrado con llave y había que llamar a Seguridad para que la abrieran, esperando en un pequeño espacio, Jaime vio que Sussy estaba lista para salir, él se apresuró, pasó por su cubículo y se despidió, a ella le saltó el corazón, iban a salir juntos.

Él se tardó un poco para pedir que le abrieran, cuando la vio por el pasillo, llamó y la esperó para bajar juntos por la escalera. Esperaron al pie y cuando el guardia abrió, tuvieron que apretarse contra la pared, él le respiró en el cuello, ella se estremeció.

Salieron, ella se dirigió a tomar su transporte, él iba hacia el estacionamiento.

-¿A dónde vas?

-A mi casa.

-¿Tan temprano y ya a encerrarte?

-Puessss, sí, no tengo a dónde más ir, hoy no tengo clase de inglés.

Con una sonrisa pícara de las que sólo él podía tener -¡Falta de confianza! Te invito un café o al cine… –la miró expectante.

Ella había esperado este momento desde hacía semanas.

-No ssée…

Él se lanzó, la tomó del brazo, cambiando la dirección en la que ella iba.

-Vamos al cine, están estrenando una película buenísima.

-¿Sí? ¿cuál?- ya no lo pensó, caminó con él y de hecho aceptó ir al cine.

-Ehhh, no recuerdo el nombre, pero llegamos y si no te atrae elegimos otra.

Sussy no pudo menos que soltar la carcajada y “dejarse convencer” (nada difícil, puesto que era lo que ella esperaba).

-Jajaja, vamos pues.

Llegaron a su auto, él, todo caballeroso, le abrió la puerta y la cerro una vez que ella se acomodó en el asiento, cuando estuvo frente al volante la miró con “esa mirada” entre pícara y cariñosa que ella adoraba tanto.

-¿Vamos al Cine México?

-Sí, está bien- ella se estaba poniendo nerviosa, notó que él también lo estaba.

Al entrar a la sala ya oscura él la guió (ella sentía la calidez y el ligero temblor de su mano en su brazo) a los asientos de arriba y atrás, ella se dejó llevar.

Se sentaron en medio de la fila, él la ayudó a quitarse el saco e hizo lo mismo

-¿Quieres un refresco, chocolates, palomitas, algo?

Sussy sólo pudo negar con la cabeza, estaba nerviosa, él lo estaba más, la tensión crecía, ella esperando… algo, él deseando besarla y no atreviéndose, los dos mirando a la pantalla, pero de reojo viendo al otro.

Finalmente Jaime levantó el brazo para ponerlo sobre el hombro de Sussy, a ella se le cortó la respiración.

Jaime lo retiró antes de tocarla, deseando que el piso se lo tragara.

–Te voy a marear.

Sussy no podía regular su agitada respiración, quería gritarle:

-¡Abrázame! No me dejes así… el olor de tu sudor me excitó más ¡¡¡quiero que me beses!!!

A Jaime, odiándose por no haberse puesto desodorante al salir de la oficina, le temblaban las manos, le sudaba la frente, y todo el cuerpo, haciendo más fuerte ese aroma de sudor que Sussy percibía y disfrutaba, pues la excitaba mucho.

Finalmente él no soportó más la tensión de ambos y la urgencia de besarla, la abrazó con el brazo izquierdo y su mano derecha la colocó en sus mejillas, aunque se resistiera por su olor, no iba a dejarla ir sin al menos besarla, aunque lo abofeteara, ¡tenía que besarla! Aunque fuera una sola vez..

Sussy percibió el aroma del sudor masculino, el brazo sobre sus hombros, la mano apretándole las mejillas ¡cómo si fuera necesario! Su cuerpo temblaba su respiración se dificultaba, esperó esos labios que tanto había deseado.

Se dieron el beso más tierno y apasionado, Jaime al ver que ella no se resistía, sino por el contrario le devolvía el beso apasionadamente, le soltó la cara y puso la mano sobre su hombro, ella interpuso su brazo para poder acariciarle la cara y no permitirle bajar la mano a dónde ésta iba dirigida.

El beso pasaba de la ternura más dulce a la pasión más desatada, Jaime introdujo su lengua en la ansiosa boca de Sussy, ella gimiendo se entregaba toda en ese beso que prácticamente duró todo lo que restaba de la película con pequeñas interrupciones porque las manos de Jaime estaban muy inquietas y Sussy tenía que detenerlas, le decía

– No, no.

Él se detenía unos segundos, pero en seguida volvía a buscar esa boca deliciosa que lo estaba volviendo loco y a tratar de acariciarla más íntimamente, hasta pensó pedirle que fueran a otra parte, pero se veía que ella no era “de ésas”, así que se abstuvo, sólo trataba de acariciarla, pero ella no se lo permitía.

La película se terminó, se encendieron las luces y ellos aún seguían en el apasionado beso y la lucha entre él que la quería acariciar toda y ella, que no lo dejaba hacerlo.

Finalmente se dieron cuenta de que ya había luz, se separaron ella se acomodó la blusa y la falda que en la lucha habían quedado torcidas. No quería levantar la vista, pero él la tomó de la barbilla y le levantó cariñosamente la cara.

-Oye, me gustas mucho, me tienes loco desde la primera vez que te vi.

Ella se sonrojó y bajó la vista –Tú también me gustas desde esa vez.

Recuperaron el aliento y salieron los últimos.

Sussy vio su reloj y se angustió – ¡Mi madrina me mata!

-¿Por qué?

-Porque ya casi son las 10 y tengo que llegar a las 9 a más tardar.

-Pues vamos rápido – él manejó lo más rápido que era permitido y la pensaba dejar frente a su casa.

-No, por favor, déjame en la esquina, si mi madrina me ve llegar en coche y a estas horas, me mata.

-Como quieras, te espero por si tienes problemas, aquí estaré una media hora.

-No, no es necesario, tampoco me va a correr, sólo va a hacer drama y me va a gritar, pero nada más, gracias.

Él la besó en la boca, pero ya sin pasión para no volver a agitar las aguas.

-Hasta mañana.

-Hasta mañana hermosa – él se iba a bajar para abrirle la portezuela, pero ella lo detuvo.

-No por favor, no quiero que alguien nos vea.

Sussy iba a abrir la portezuela, se iba a bajar, pero su mano temblaba, no la abría, su respiración volvió a agitarse, pero esta vez por una razón muy distinta. Empezó a mover la manija…

Se detuvo,

pensó en irse no más

o…

No podía decidirse,

su mano se detuvo a medio camino,

luego, de golpe, se decidió;

abrió la portezuela

y de espaldas a Jaime,

le dijo de golpe:

-Esto no es serio.

Jaime se asombró, seguro que no había oído bien.

-¿Cómo? Te juro que…

-Que esto no es serio, tú puedes salir con quien quieras y yo lo mismo… sin pleitos ni celos, si quieres que volvamos a salir y yo también, saldremos, pero sin compromiso.

Salió rápidamente y cerró la portezuela. Corrió a su casa, llegó llorando, sollozando amargamente, pero fue algo que tuvo que hacer para proteger su herido corazón, Jaime era muy atractivo, muchas chicas andaban tras él y ella no iba a soportar que él coqueteara o saliera con otras a escondidas, así que mejor que lo hiciera abiertamente, ya no quería tener una relación exclusiva, porque nunca lo eran, porque los hombres son infieles por naturaleza y ella lo amaba profundamente, estaba apasionadamente enamorada de él, pero ya no quería sufrir otra decepción…

Jaime se había quedado sin palabras, no le pudo decir nada antes de que cerrara la portezuela y echara a correr. Tardó un rato en poder cerrar la boca, dio un arrancón y casi choca 3 veces en su camino a casa.

-¡¡No es serio!! ¡¡puedo salir con quien quiera!! ¡¡y ella también!! ¡de qué se trata?

Sussy pasó la mitad de la noche llorando y la otra mitad soñando despierta que vivía un gran romance con Jaime, el amor de su vida…

Continúa en:  https://serunserdeluz.wordpress.com/2016/09/20/sussy-y-sus-hi-storias-3-el-flechazo-ii/  UNA LARGA NOCHE

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CDMX Septiembre, 2016

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Imágenes tomadas de internet.

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Silvia Eugenia Ruiz Bachiller, Autora de “TÚ Y YO SIEMPRE”, novela romántica. La historia de amor de Almas gemelas, su karma, reencarnación y regresiones a vidas pasadas.

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