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El derretimiento oculto de Groenlandia

Dije que no iba a publicar, pero hay noticias, aún vigentes, que no puedo ignorar.  Desgraciadamente, son malas.

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Más del 90 por ciento del hielo de agua dulce de nuestro planeta está unido a las enormes láminas de hielo y a los glaciares de la Antártida y de Groenlandia. A medida que las temperaturas ascienden lentamente en todo el mundo, las aguas de deshielo que provienen de estos vastos depósitos de hielo colaboran para que se produzca un aumento en el nivel del mar. Por sí sola, Groenlandia podría hacer elevar 7 metros (23 pies) el nivel del mar si su hielo se derritiera por completo.

Y… se está derritiendo.

 

Los investigadores patrocinados por la NASA han descubierto que la cubierta de hielo de Groenlandia se está derritiendo más rápidamente que lo que se pensaba (video en idioma inglés).

En agosto del año 2014, Eric Rignot, un glaciólogo que trabaja en la Universidad de California, Irvine, y en el Laboratorio de Propulsión a Chorro (Jet Propulsion Laboratory o JPL, por su sigla en idioma inglés), de la NASA, dirigió un equipo que confeccionó mapas de acantilados de hielo ubicados en los bordes frontales de tres glaciares “emisarios” en Groenlandia. Los investigadores descubrieron cavidades que socavan la base de estos bordes protuberantes y que pueden desestabilizar el frente del hielo y aumentar los desprendimientos en los icebergs; un proceso llamado “parto”, por el cual partes del glaciar se rompen y flotan a la deriva.

“En Groenlandia, tenemos tasas de deshielo de unos pocos metros por díaen los meses de verano”, dice Rignot.

¿Qué está causando este “gran deshielo”?

El equipo de Rignot descubrió que los glaciares de Groenlandia que se dirigen al océano tienen bases más profundas debajo del nivel del mar que lo que se había medido anteriormente. Esto significa que las corrientes oceánicas cálidas en las profundidades pueden cubrir las caras de los glaciares y erosionarlos.

“En las regiones polares, las capas más altas del agua del océano son frías y dulces”, explica. “El agua fría es menos efectiva para derretir el hielo”.

“El calor oceánico real se encuentra a una profundidad de 350-400 metros, y más abajo también. Esta agua cálida, salada, tiene origen subtropical y derrite el hielo mucho más rápidamente”.

El equipo de investigadores de Rignot está aportando información clave que resulta necesaria para documentar este efecto y predecir con precisión dónde y cuán rápidamente se notará en los glaciares. Día y noche, el equipo reunió y analizó mediciones relacionadas con la profundidad, la salinidad y la temperatura de las aguas de los canales y su intersección con el borde costero de la capa de hielo de Groenlandia.

Ellos descubrieron que algunos de los glaciares se balancean sobre enormes umbrales de barro que los protegen, por ahora. Pero otros glaciares están siendo seriamente socavados, sin que podamos verlos, debajo de la superficie, lo que significa que podrían colapsar y derretirse mucho más pronto.

No es fácil reunir estos datos. Por encima de las aguas turbulentas, del viento, de la lluvia y del clima frío, está el hielo mismo.

“Vinimos a estudiar glaciares que descargan en los fiordos. Y los fiordos están repletos de hielo. En algunos sitios, puede llegar a haber tanto hielo que el bote ni siquiera puede avanzar”.

Pero el hielo presenta una fascinación peculiar para Rignot. “Siempre me han interesado las regiones polares”, afirma. “Mis amigos quisieron viajar por el Caribe pero yo preferí hacerlo aquí, en estas aguas. No sé por qué. Simplemente me gustan estas regiones”.

¿Qué será lo próximo?

“OMG”, responde Rignot. Y no está usando el lenguaje de mensajes de texto.

OMG quiere decir Ocean Melting Greenland, el nombre de un nuevo proyecto de cinco años de duración patrocinado por la NASA que llevará aún más lejos su investigación, hasta las cuatro esquinas de Groenlandia, en barco y en avión.

“Esperamos que los datos recolectados sean un punto de inflexión para el estudio de la interacción entre el hielo y el océano en Groenlandia”, dice Rignot. “Ayudará a quienes confeccionan los modelos para hacer mejores proyecciones del derretimiento de la capa de hielo de Groenlandia en el futuro”.

Los resultados que obtuvo Rignot han sido aceptados para su publicación en la revista Geophysical Research Letters y ahora se encuentran disponibles en línea.

 

Fuente:

https://ciencia.nasa.gov/ciencias-tierra/28aug_greenland

CÓDICE MENDOZA DIGITALIZADO, INAH

El códice está al final del texto

Códice Mendoza – Referencias

Introducción

La presente edición digital del Códice Mendoza es el primer esfuerzo que se hace en el mundo por crear un recurso digital que permita el estudio a fondo de un códice mexicano. El Instituto Nacional de Antropología e Historia muestra a través de este trabajo la pertinencia de este tipo de ediciones, y la necesidad de encontrar nuevas formas de representación para sistemas tan complejos de conocimientos. Así mismo, el esfuerzo se inscribe en la vocación permanente del INAH por estudiar, preservar y difundir el patrimonio cultural de los mexicanos.

A continuación se describen los antecedentes, la justificación y las características técnicas de esta edición digital.

Los códices mexicanos

Los códices mexicanos son documentos pictóricos e icónicos que la culturas prehispánicas (mexicas, mayas y mixtecos, principalmente) utilizaban para preservar y transmitir su conocimiento. Fueron creados sobre diferentes tipos de superficies, principalmente en piel de venado o en papel amate. Gordon Brotherston (1992), enumera las características esenciales de los códices como no fonéticos, aunque algunos pueden registrar sonidos-concepto por ejemplo los elaborados por los mayas; altamente flexibles en términos de presentación, ya que puede estructurarse como una crónica narrada de hechos históricos, un mapa o una tabla tributaria. Esta integración holística de letra, imágenes y aritmética, sin duda rompe la concepción occidental que tenemos sobre la escritura.

Como lo menciona Brotherston, una de las características principales de los códices es que el conocimiento dentro de la mayoría de ellos no está escrito en un lenguaje que represente una lengua, como es el caso de las lenguas modernas. Los códices son parte de un sistema de comunicación diferente que se apoyaba también en la oralidad, y otros elementos semánticos que no utilizamos hoy día. Están constituidos por imágenes e iconos que trabajan en conjunto con la memoria, la voz y el saber de aquellos capaces de leerlos: “las historias pictóricas están más cerca de ser guiones, y la relación con los lectores se parece más a la de un ‘libreto’ de una obra teatral con los actores que la interpretan. Los códices aztecas eran leídos en voz alta a una audiencia, eran representados y sus imágenes eran exaltadas y embellecidas en la ejecución oral de la historia completa. Las historias pictóricas eran pintadas específicamente para ser el texto base de una acto performático.” (Hill, 1994: 71).

En este sentido, los codices pueden entenderse como elementos de un acto performático mucho más complejo que el acto íntimo e individual de lectura que practicamos en nuestros días. Este tipo de representación y transmisión del conocimiento entre las culturas prehispánicas ha sido definido por Elizabeth Hill Boone como sistemas semasiográficos, que representan ideas independientes de la lengua. Las imágenes contenidas en el códice funcionan en sí como  el texto, y la relación entre estos elementos pictóricos contiene el significado. (Hill, 1994: 20)

El Códice Mendoza

La creación del Códice Mendoza fue ordenada por el virrey Antonio de Mendoza para obtener un panorama económico, político y social de la tierra recién conquistada. Fue creado en 1542, y desde 1659 se encuentra alojado en la Biblioteca Bodleiana de Oxford, en Reino Unido. Frances Berdan, autora del que probablemente sea el estudio más completo sobre el Códice Mendoza nos dice: “El más completo de los códices mesoamericanos conocidos combina la historia de las conquistas imperiales, las cuentas de los tributos de las provincias y una crónica etnográfica de la vida cotidiana.” (Berdan & Rieff, 1997: xi). En este sentido es un documento esencial para el entendimiento de la historia prehispánica de México.

El Códice Mendoza también se considera una de las fuentes primarias para comprender cómo se representaba el conocimiento en los códices mesoamericanos antes de la conquista. Las glosas en español para cada una de las páginas anotadas, son una fuente invaluable para entender cómo funcionaban estos objetos culturales. La yuxtaposición entre iconografía y glosa en español, no es la única oposición entre dos sistemas de pensamiento: el códice fue pintado por escribas mexicanos sobre papel español, en vez de papel amate o alguna piel de venado. Además, fue encuadernado como los libros españoles (Berdan & Rieff, 1997: xii).

La edición digital

Las diferentes características del Códice Mendoza lo hacen un caso de estudio singular. En primer lugar, porque presenta de manera formal y de contenido, una constante ambivalencia entre la cultura europea y mesoamericana, lengua española y náhuatl, entre sistemas semasiográficos y fonéticos, texto e imágenes. Este diálogo entre diferentes registros y formas de almacenar el conocimiento adquiere un nivel más complejo, cuando nos planteamos traducirlo a un recurso digital. A diferencia de un texto plano, por ejemplo un manuscrito colonial, trasladar el códice a un medio digital implica esfuerzos totalmente distintos.

Miguel León-Portilla (2003) ha dicho que todos los intentos por traducir los códices a palabras o texto escrito han sido insuficientes por ser aquellos un sistema de representación de conocimiento tan complejo. León-Portilla se pregunta: ¿qué pudo haber sobrevivido si traducimos a palabras sistemas tan complejos de representación? Llevando este pregunta un poco más allá, ¿podemos utilizar herramientas digitales para enriquecer semánticamente la representación de estos artefactos?

Como bien señala Miguel León-Portilla llevar un códice a otro formato resulta una tarea compleja por todo lo que se pierde al trasladarlos de su contexto y contenedor original al papel. Aún así, el mismo León Portilla estableció una analogía muy pertinente entre los códices y los CD-ROM’s en su libro  Códices: los antiguos libros del nuevo mundo. Allí nos dice que los códices al igual que estos dispositivos contienen varias o diversas formas de lectura, combinadas con imágenes y sonidos. Además, al igual que los códices, los CD-ROM tienen o tenían un afán totalizador de incluir diversas facetas del conocimiento. (León-Portilla, 2003: 67, 117, 122). Esta analogía nos obliga a pensar que un medio digital (el equivalente tecnológico de un CD-ROM en nuestros días sería una aplicación digital para web o móviles) podría ser el medio idóneo para representar un códice.

Por otro lado uno de los teóricos más importantes de las humanidades digitales, Willard McCarty, refiere la complejidad y la pérdida de significado que sufre una obra una obra literaria o artística al ser traducida a un medio digital: “La inevitable y radical pérdida de sentido en la traducción que se le impone a cualquier objeto real, en especialmente severa si se trata de obras artísticas o literarias.” (McCarty, 2008: 254)

En los dos casos las traducciones tal y como lo señalan estos especialistas conllevará una pérdida. Sin embargo a diferencia de lo que señala León Portilla, la traducción del códice no se hace a papel sino a un medio dinámico y multimedia; a diferencia de lo que señala McCarty, la traducción al medio digital no es de un documento estático como un fragmento de prosa, sino un objeto tan complejo como un códice prehispánico.

Esto nos ayuda a entender la necesidad y las ventajas de pensar en una edición digital para los códices mexicanos. Por supuesto que con esto no se pretende menospreciar las ediciones facsimilares o impresas que se han hecho, donde se incluyen estudios críticos que han ayudado enormemente a la comprensión de los códices. Lo que se quiere hacer notar es que es probable que los medios digitales de los que podemos echar mano hoy día, nos permitan representar y estudiar de mejor manera a los códices.

Otro aspecto que vale la pena señalar sobre la creación de ediciones digitales, que fácilmente puede ser extendido a nuestra ediciçon, es que el proceso que implica el desarrollo de un recurso de este tipo, hace que el investigador, editor o el equipo cobren una consciencia más amplía o al menos diferente sobre el documento que será trasladado a la edición digital. Una visión muy diferente a la que implicaría la creación de una edición impresa. En palabras de Jerome McGann: “las herramientas electrónicas en estudios literarios no sólo ofrecen un nuevo punto de vista sobre los materiales, también elevan el nivel general de atención a un orden más complejo.”(McGann, 1997: 3).

Una de las ventajas que ofrece la presente edición es que las características materiales pueden ser estudiadas con mayor detalle haciendo uso de una herramienta de zoom. Otra funcionalidad nos permite vincular el contenido del códice con elementos multimedia alojados remotamente, y que permitirán ampliar la comprensión del contenido.

De igual forma la navegación y comprensión de códice a través de mapas y representaciones geográficas, es una aportación novedosa, ya que permite comprender el contenido del códice en una dimensión espacial.

Una más de las razones por las que la edición digital del Códice Mendoza resulta relevante, es porque permite una mayor accesibilidad. Como se dijo con anterioridad, el Códice Mendoza está alojado en la Biblioteca Bodleiana de Oxford, desde 1659. La edición y estudio más completo sobre él fue publicado por la Universidad de California en 1992. Las autoras, Frances Berdan y Patricia Rieff Anawalt lograron una amplísima edición facsimilar con traducciones y estudios. En 1997, publicaron una edición sintética y más manejable titulada Essential Codex Mendoza. El libro actualmente está agotado y sólo está disponible en inglés lo que hace que muchos estudiantes hispanoparlantes no puedan acceder al contenido. Tomando esto en consideración, la edición digital del Códice Mendozaestá orientada a diferentes usuarios, con intereses generales y especializados. Además la edición será bilingüe, inglés-español, para permitir un acceso más amplio. El público especializado abarca desde historiadores, paleógrafos, estudiantes de literatura mexicana o latinoamericana, humanidades, sociología y antropología. Así, la versión web permite un acceso más profundo, mientras que la versión para iOS está enfocada a un público más general.

Objetivos

A corto plazo:

– Permitir el acceso al Códice Mendoza a quien desee acercarse a conocer y estudiar una fuente fundamental del pasado mexicano.

– Crear una edición amplia del documento permitiendo a interesados de todo el mundo estudiar el códice, y ampliar la investigación en torno a él.

– Crear diferentes niveles de comprensión sobre el texto: materialidad, contenido y contexto.

A largo plazo:

– Crear un recurso de investigación dentro del recurso digital, donde los usuarios puedan agregar, extraer y compartir información.

– Aplicar el conocimiento generado para crear ediciones digitales de otros códices.

– Motivar a instituciones a compartir dentro del recurso información pertinente para la comprensión del códice.

– Crear un antecedente para una política de repatriación virtual de documentos importantes para la nación mexicana.

Diseño

El diseño de la edición fue creado tomando en cuenta las siguientes consideraciones:

Multimedia : Como se dijo con anterioridad los códices mexicanos funcionan en varios niveles semánticos que coinciden en el códice. Pueden ser entendidos como dispositivos multimedia, similares a lo que una edición digital puede ofrecer. En este sentido, el diseño y la estructura del sitio fueron pensados para ser coherente con estas características, permitiendo al usuario relacionar diversos tipos de medios a los códices. En otras palabras, texto (monografías, estudios, artículos y bibliografía), imágenes y videos pueden ser incorporados a la edición digital del códice para ampliar su contenido.

Icónica : Elizabeth Hill Boone (1994) señala que el lenguaje en los códices puede ser entendido como un lenguaje icónico. En este sentido el diseño y la navegación dentro de la edición digital se pensaron para ser lo más icónica posible. La decisión de utilizar un lenguaje icónico para navegar dentro de la aplicación responde a una síntesis de la información y a una suerte de guiño hacia el documento representado. Es necesario aclarar que este guiño no implica una descontextualización de símbolos precolombinos para usarlos en la navegación.

Simplicidad : Sin importar que estemos hablando de artefactos culturales complejos el diseño y la navegación están concebidos para ser lo más simple posible y accesible al público.

Desarrollo tecnológico

Las imágenes del códice fueron proporcionadas por la Biblioteca Bodleiana de Oxford, en alta resolución (600 dpi).

Las transcripciones y comentarios de la edición creada por Berdan y Rieff se incorporaron para aportar la interpretación del códice. Además la curaduría de Baltazar Brito y de Gerardo Gutiérrez aportó nuevos materiales, interpretaciones y perspectivas que amplían y actualizan la comprensión del códice. Lo mismo se puede decir de la curaduría digital a cargo Peter Stokes, especialista en manuscritos digitales del King’s College de Londres, quien ofreció asesorías para optimizar la funcionalidad y navegación de la edición.

Conclusiones

El Códice Mendoza Digital demuestra la pertinencia de utilizar herramientas tecnológicas para crear una representación más transparente de los códices mexicanos.

La importancia de este trabajo no sólo radica en ser el primer esfuerzo de este tipo en el mundo, también ayuda a enfatizar el compromiso del INAH por encontrar nuevas formas de pensar, estudiar y difundir el patrimonio cultural de México.

Bibliografía

Berdan, F. F. & Rieff Anawalt, P. (1997) Essential Codex Mendoza. USA: University of California Press.

Boone Hill, E. & Mignolo, W. (eds.) (1994) Writing Without Words: Alternative Literacies Mesoamerica & the Andes. USA: Duke University Press.

Brotherston, G. (1992) Book of the Fourth World. USA: Cambridge University Press.

León-Portilla, M. (2003) Códices: los antiguos libros del nuevo mundo. México: Aguilar

McCarty, W. (2008). «What’s going on?». Literary and Linguistic Computing. 23(3). pp. 253-261

McGann, J. (1997). “The Rationale of Hypertext”. In: Sutherland, K. (ed). Electronic Text: Investigations in Method and Theory. Oxford: Clarendon Press.

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EL CÓDICE MENDOZA

http://codicemendoza.inah.gob.mx/index.php?lang=spanish

EL GENOMA NEANDERTAL

TOMADO DE: http://www.cienciorama.ccadet.unam.mx/articulos_extensos/219_extenso.pdf

«El genoma neandertal

Alicia García Bergua*

Un gran equipo internacional de investigadores del Proyecto del Genoma Neandertal dirigido por el doctor Svante Pääbo, paleogenetista del Instituto Max Planck de Leipzig, Alemania, pudo analizar una secuencia equivalente al 60% del genoma neandertal obtenida a partir de las cadenas de ADN de tres fragmentos de hueso de tres mujeres neandertales que vivieron en Croacia hace más de 38,000 años. Este análisis resulta muy importante porque permite por primera vez en la historia comparar al ser humano con un ser de su misma especie, es decir, de características muy similares. Como ya se dijo en otra nota de Cienciorama, los neandertales tenían un cerebro muy similar al nuestro, fabricaban herramientas, se adornaban, enterraban a sus muertos, tenían el gen FOXP2 (afecta al lenguaje y su articulación) y el aparato fonológico necesarios para comunicarse con un lenguaje.

Al comparar la composición del genoma nuclear neandertal con los genomas completos de cinco seres humanos actuales de las distintas regiones del mundo, los investigadores hallaron que los europeos y los asiáticos comparten entre e1 1 y el 4% de su ADN nuclear con los neandertales, pero los africanos no. Esto sugiere que los primeros Homo sapiens se cruzaron con los neandertales después de abandonar África y se dispersaran en Asia y Europa. Al parecer, la evidencia es incontrovertible y hace suponer -al contrario de lo que se pensó durante mucho tiempo- que los neandertales no desaparecieron súbitamente debido a fenómenos climáticos y a la aparición de Homo sapiens en su territorio, sino que hasta cierto punto siguen vivos dentro sus descendientes de europeos o asiáticos.

El descubrimiento de que estas dos especies pudieron aparearse sorprendió mucho a los investigadores del genoma neandertal, pues no había signo alguno de dicho evento en el análisis completo del genoma mitocondrial neandertal ni en los primeros estudios de genes de otros linajes neandertales.1 Hasta entonces no se había revisado el genoma nuclear humano con esta intención de hallar rastros neandertales. En un principio muchos investigadores pensaban que podía haber habido cruzamientos pero sin descendencia entre los neandertales y los seres humanos. Pero los investigadores se dieron cuenta de que el ADN nuclear neandertal tendía a ser más parecido al europeo de Homo sapiens que al africano y aunque al comienzo pensaron que era sólo una desviación estadística, pudieron ver que esta tendencia persistía y la confirmaron con distintos métodos y en diferentes laboratorios. La tendencia les hizo pensar que sí había habido cruzamientos entre ambas especies homínidas habían sido muy pocos. Para probar rigurosamente la hipótesis de estos pocos apareamientos, compararon el ADN nuclear neandertal de los huesos de las tres mujeres neandertales que vivieron en la cueva de Vindija en Croacia, hace entre 38,000 y 48,000 años, con cantidades mucho más pequeñas de ADN nuclear proveniente de neandertales que vivieron en España, Alemania y Rusia en los mismos periodos, para tener un modelo de este ADN que representara a la mayor parte de su distribución geográfica.

Una vez que lograron hacer un modelo de la composición del genoma nuclear neandertal lo compararon con el genoma del chimpancé para determinar cuáles características compartía con él y así saber cuál era el material genético específico del neandertal. Si se compara el material genético de los seres humanos actuales y de los neandertales con el del chimpancé resulta que comparten alrededor de un 99%, pues los tres tienen un ancestro común. Después compararon las variantes genéticas específicas de los neandertales con las de los genomas completos de cinco seres humanos actuales: un san proveniente de Sudáfrica, un yoruba de África occidental, un papua de Nueva Guinea, un han de China y un francés. Escogieron una persona de Papua, Nueva Guinea, porque los neandertales nunca estuvieron allí.

El equipo midió la proximidad genética de los neandertales con distintos pares de estos seres humanos actuales de distintos continentes observando sitios del genoma que difieren entre los individuos por un solo nucleótido o base de la cadena de ADN para que las diferencias resultaran claras. Al comparar a los neandertales con los asiáticos y los europeos hallaron variaciones comunes en 78 nucleótidos (las partes del ADN que le dan capacidad a los genes de producir proteínas) y estas variaciones están sólo en cinco genes humanos que tienen más de una mutación. Que estas mutaciones sean tan pocas es lo interesante; y se dan, por ejemplo, en genes que producen proteínas importantes para sanar heridas, para el movimiento del flagelo de los espermatozoides y para la transcripción genética. Varias de estas mutaciones provenientes de los genes neandertales que son ahora parte de los genes del ser humano han dado lugar a nucleótidos o bases del ADN nuclear que producen proteínas que se expresan en la piel, en las glándulas sudoríparas, en las vainas internas de las raíces capilares y en la pigmentación de la piel. Hay mutaciones en tres a seis genes que tuvieron como consecuencia cambios en la piel, aunque no se sabe todavía de qué tipo. Muchos de los cambios no tuvieron ningún efecto y probablemente se fueron acumulando, pero los investigadores también utilizaron este estudio de los neandertales para hallar cambios evolutivos a nivel genético que han sido beneficiosos para los humanos modernos y cuya frecuencia se ha elevado en ciertas poblaciones. Se han identificado para ello 15 regiones que contienen entre uno y doce genes. La región más grande está ubicada en el cromosoma 2 y contiene el gene THADA; es una región que varía en los seres humanos modernos y que ha sido asociada con la diabetes tipo 2. Los cambios en este gene afectan el metabolismo de los seres humanos modernos.

Otras mutaciones parecen estar en genes importantes para el desarrollo cognitivo y cuando se expresan en las personas pueden contribuir también, pero no en la mayoría de los casos, a enfermedades como síndrome de Down, esquizofrenia y autismo. Un gene, el RUNX, está asociado con una enfermedad que lleva consigo varias anormalidades del desarrollo como clavículas encontradas y caja torácica en forma de campana. Los neandertales tenían el torax así y posiblemente clavículas peculiares, pero aún se tiene que saber más acerca de la expresión fisiólógica de todas estas diferencias genéticas, pues que los genes contengan cierta información no quiere decir que ésta se exprese en los organismos necesariamente.

Para comprobar el flujo de los nucleótidos de los genes neandertales a los humanos asiáticos y europeos, los investigadores utilizaron dos métodos más. Compararon grandes regiones del genoma de los antecesores europeos y africanos (para esto último utilizaron el genoma afroamericano, publicado en el Proyecto del Genoma Humano [buscar en Cienciorama genoma], que representa a los antecesores africanos) con las regiones del genoma neandertal y hallaron que los segmentos neandertales y europeos eran mucho más parecidos entre sí.

Y finalmente, el genetista de poblaciones Rasmus Nielsen de la Universidad de California, en Berkeley, escaneó los segmentos ancestrales y específicos del genoma humano, es decir, los que tuvo desde su origen hace 200,000 años , e identificó trece regiones variables e inusuales del genoma humano que fueran evolutivamente antiguas y estuvieran ausentes en 23 genomas afroamericanos actuales (pues como se dijo antes su genoma es representativo de los antecesores africanos) y que existieran en otros ancestros de Homo sapiens, en 48 europeos y asiáticos actuales Así, haciendo comparaciones, el equipo halló que diez de las trece regiones variables del genoma de los seres humanos actuales de Asia y Europa provienen de los neandertales. Esta hipótesis de apareamiento se adecua a los fósiles y herramientas de piedra de hace 80,000 años hallados en las cuevas de Skhul, Qafzeh y Tabun, que indican que fueron ocupadas intermitentemente por Homo sapiens y por neandertales. Estos fósiles y herramientas hacen pensar que ambas especies convivieron en ellas durante 10,000 años.

Hay quienes piensan que este cruzamiento entre especies pudo haber ocurrido con un grupo de Homo sapiens que salió de África hace 60,000 años y probablemente halló a los neandertales con los que conviviría 10,000 años en las cuevas. Quizá se deba a este cruce que el esqueleto neandertal de una hembra hallado en la cueva de Tabun luzca menos robusto.

Lo curioso es que se pensaba que la probabilidad de este cruzamiento hubiera sido más tarde, en Francia, hace entre 45,000 y 35,000 años, donde también coexistieron ambas especies y donde algunos investigadores piensan que los neandertales imitaban las herramientas de piedra que fabricaba Homo sapiens. Por alguna razón que ahora no se alcanza a entender, ambas especies no se cruzaron más. La genetista Sarah Tishkoff, de la Universidad de Pensilvania, se pregunta si hubo acaso una barrera cultural que lo evitó».

* Alicia García Bergua, es escritora y divulgadora de la ciencia. E-mail: aligarcia@gmail.com

Nota

1Se supone que el ADN de la mitocondria de la célula suele tener mayor antigüedad porque no es tan recombinante como el del núcleo y siempre proviene de la madre; gracias a este ADN mitocondrial se pudo ir hacia atrás y reconstruir en la década de los ochenta del siglo pasado, el origen africano de la especie humana. Cuando se vio que los ADN mitocondriales más antiguos provenían de África se hizo un estudio para comprobar si en África estaban todos los ADN nucleares de la población mundial mediante muestras sanguíneas de todas las poblaciones, y se comprobó que sí. Este estudio fue el gran antecedente de la investigación del genoma humano.

Bibliografía
*Science, número especial sobre el genoma neandertal, 2010.

*Matt Riddley, Genoma. La autobiografía de una especie en 23 capítulos, Taurus, México, 2004.

*Matt Riddley, Qué nos hace humanos, Taurus, México, 2004.

*Los genes ?periféricos? del neandertal, al descubierto, Público.es

Imagen del icono tomada de http://www.publico.es/ciencias/70893/neandertales/rompen/ silencio/300/siglos

El genoma neandertal

Alicia García Bergua*

Un gran equipo internacional de investigadores del Proyecto del Genoma Neandertal dirigido por el doctor Svante Pääbo, paleogenetista del Instituto Max Planck de Leipzig, Alemania, pudo analizar una secuencia equivalente al 60% del genoma neandertal obtenida a partir de las cadenas de ADN de tres fragmentos de hueso de tres mujeres neandertales que vivieron en Croacia hace más de 38,000 años. Este análisis resulta muy importante porque permite por primera vez en la historia comparar al ser humano con un ser de su misma especie, es decir, de características muy similares. Como ya se dijo en otra nota de Cienciorama, los neandertales tenían un cerebro muy similar al nuestro, fabricaban herramientas, se adornaban, enterraban a sus muertos, tenían el gen FOXP2 (afecta al lenguaje y su articulación) y el aparato fonológico necesarios para comunicarse con un lenguaje.

Al comparar la composición del genoma nuclear neandertal con los genomas completos de cinco seres humanos actuales de las distintas regiones del mundo, los investigadores hallaron que los europeos y los asiáticos comparten entre e1 1 y el 4% de su ADN nuclear con los neandertales, pero los africanos no. Esto sugiere que los primeros Homo sapiens se cruzaron con los neandertales después de abandonar África y se dispersaran en Asia y Europa. Al parecer, la evidencia es incontrovertible y hace suponer -al contrario de lo que se pensó durante mucho tiempo- que los neandertales no desaparecieron súbitamente debido a fenómenos climáticos y a la aparición de Homo sapiens en su territorio, sino que hasta cierto punto siguen vivos dentro sus descendientes de europeos o asiáticos.

El descubrimiento de que estas dos especies pudieron aparearse sorprendió mucho a los investigadores del genoma neandertal, pues no había signo alguno de dicho evento en el análisis completo del genoma mitocondrial neandertal ni en los primeros estudios de genes de otros linajes neandertales.1 Hasta entonces no se había revisado el genoma

nuclear humano con esta intención de hallar rastros neandertales. En un principio muchos investigadores pensaban que podía haber habido cruzamientos pero sin descendencia entre los neandertales y los seres humanos. Pero los investigadores se dieron cuenta de que el ADN nuclear neandertal tendía a ser más parecido al europeo de Homo sapiens que al africano y aunque al comienzo pensaron que era sólo una desviación estadística, pudieron ver que esta tendencia persistía y la confirmaron con distintos métodos y en diferentes laboratorios. La tendencia les hizo pensar que sí había habido cruzamientos entre ambas especies homínidas habían sido muy pocos. Para probar rigurosamente la hipótesis de estos pocos apareamientos, compararon el ADN nuclear neandertal de los huesos de las tres mujeres neandertales que vivieron en la cueva de Vindija en Croacia, hace entre 38,000 y 48,000 años, con cantidades mucho más pequeñas de ADN nuclear proveniente de neandertales que vivieron en España, Alemania y Rusia en los mismos periodos, para tener un modelo de este ADN que representara a la mayor parte de su distribución geográfica.

Una vez que lograron hacer un modelo de la composición del genoma nuclear neandertal lo compararon con el genoma del chimpancé para determinar cuáles características compartía con él y así saber cuál era el material genético específico del neandertal. Si se compara el material genético de los seres humanos actuales y de los neandertales con el del chimpancé resulta que comparten alrededor de un 99%, pues los tres tienen un ancestro común. Después compararon las variantes genéticas específicas de los neandertales con las de los genomas completos de cinco seres humanos actuales: un san proveniente de Sudáfrica, un yoruba de África occidental, un papua de Nueva Guinea, un han de China y un francés. Escogieron una persona de Papua, Nueva Guinea, porque los neandertales nunca estuvieron allí.

El equipo midió la proximidad genética de los neandertales con distintos pares de estos seres humanos actuales de distintos continentes observando sitios del genoma que difieren entre los individuos por un solo nucleótido o base de la cadena de ADN para que las diferencias resultaran claras. Al comparar a los neandertales con los asiáticos y los europeos hallaron variaciones comunes en 78 nucleótidos (las partes del ADN que le dan capacidad a los genes de producir proteínas) y estas variaciones están sólo en cinco genes humanos que tienen más de una mutación. Que estas mutaciones sean tan pocas es lo interesante; y se dan, por ejemplo, en genes que producen proteínas importantes para sanar heridas, para el movimiento del flagelo de los espermatozoides y para la transcripción genética. Varias de estas mutaciones provenientes de los genes neandertales que son ahora parte de los genes del ser

humano han dado lugar a nucleótidos o bases del ADN nuclear que producen proteínas que se expresan en la piel, en las glándulas sudoríparas, en las vainas internas de las raíces capilares y en la pigmentación de la piel. Hay mutaciones en tres a seis genes que tuvieron como consecuencia cambios en la piel, aunque no se sabe todavía de qué tipo. Muchos de los cambios no tuvieron ningún efecto y probablemente se fueron acumulando, pero los investigadores también utilizaron este estudio de los neandertales para hallar cambios evolutivos a nivel genético que han sido beneficiosos para los humanos modernos y cuya frecuencia se ha elevado en ciertas poblaciones. Se han identificado para ello 15 regiones que contienen entre uno y doce genes. La región más grande está ubicada en el cromosoma 2 y contiene el gene THADA; es una región que varía en los seres humanos modernos y que ha sido asociada con la diabetes tipo 2. Los cambios en este gene afectan el metabolismo de los seres humanos modernos.

Otras mutaciones parecen estar en genes importantes para el desarrollo cognitivo y cuando se expresan en las personas pueden contribuir también, pero no en la mayoría de los casos, a enfermedades como síndrome de Down, esquizofrenia y autismo. Un gene, el RUNX, está asociado con una enfermedad que lleva consigo varias anormalidades del desarrollo como clavículas encontradas y caja torácica en forma de campana. Los neandertales tenían el torax así y posiblemente clavículas peculiares, pero aún se tiene que saber más acerca de la expresión fisiólógica de todas estas diferencias genéticas, pues que los genes contengan cierta información no quiere decir que ésta se exprese en los organismos necesariamente.

Para comprobar el flujo de los nucleótidos de los genes neandertales a los humanos asiáticos y europeos, los investigadores utilizaron dos métodos más. Compararon grandes regiones del genoma de los antecesores europeos y africanos (para esto último utilizaron el genoma afroamericano, publicado en el Proyecto del Genoma Humano [buscar en Cienciorama genoma], que representa a los antecesores africanos) con las regiones del genoma neandertal y hallaron que los segmentos neandertales y europeos eran mucho más parecidos entre sí. Y

finalmente, el genetista de poblaciones Rasmus Nielsen de la Universidad de California, en Berkeley, escaneó los segmentos ancestrales y específicos del genoma humano, es decir, los que tuvo desde su origen hace 200,000 años , e identificó trece regiones variables e inusuales del genoma humano que fueran evolutivamente antiguas y estuvieran ausentes en 23 genomas afroamericanos actuales (pues como se dijo antes su genoma es representativo de los antecesores africanos) y que existieran en otros ancestros de Homo sapiens, en 48 europeos y asiáticos actuales Así, haciendo comparaciones, el equipo halló que diez de las trece regiones variables del genoma de los seres humanos actuales de Asia y Europa provienen de los neandertales. Esta hipótesis de apareamiento se adecua a los fósiles y herramientas de piedra de hace 80,000 años hallados en las cuevas de Skhul, Qafzeh y Tabun, que indican que fueron ocupadas intermitentemente por Homo sapiens y por neandertales. Estos fósiles y herramientas hacen pensar que ambas especies convivieron en ellas durante 10,000 años.

Hay quienes piensan que este cruzamiento entre especies pudo haber ocurrido con un grupo de Homo sapiens que salió de África hace 60,000 años y probablemente halló a los neandertales con los que conviviría 10,000 años en las cuevas. Quizá se deba a este cruce que el esqueleto neandertal de una hembra hallado en la cueva de Tabun luzca menos robusto.

Lo curioso es que se pensaba que la probabilidad de este cruzamiento hubiera sido más tarde, en Francia, hace entre 45,000 y 35,000 años, donde también coexistieron ambas especies y donde algunos investigadores piensan que los neandertales imitaban las herramientas de piedra que fabricaba Homo sapiens. Por alguna razón que ahora no se alcanza a entender, ambas especies no se cruzaron más. La genetista Sarah Tishkoff, de la Universidad de Pensilvania, se pregunta si hubo acaso una barrera cultural que lo evitó.

* Alicia García Bergua, es escritora y divulgadora de la ciencia. E-mail: aligarcia@gmail.com

Nota

1Se supone que el ADN de la mitocondria de la célula suele tener mayor antigüedad porque no es tan recombinante como el del núcleo y siempre proviene de la madre; gracias a este ADN mitocondrial se pudo ir hacia atrás y reconstruir en la década de los ochenta del siglo pasado, el origen africano de la especie humana. Cuando se vio que los ADN mitocondriales más antiguos provenían de África se hizo un estudio para comprobar si en África estaban todos los ADN nucleares de la población mundial mediante muestras sanguíneas de todas las poblaciones, y se comprobó que sí. Este estudio fue el gran antecedente de la investigación del genoma humano.

Bibliografía
*Science, número especial sobre el genoma neandertal, 2010.

*Matt Riddley, Genoma. La autobiografía de una especie en 23 capítulos, Taurus, México, 2004.

*Matt Riddley, Qué nos hace humanos, Taurus, México, 2004.

*Los genes ?periféricos? del neandertal, al descubierto, Público.es

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