MI NAVE EN TU PUERTO
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Después de tantos mares,
lagos, charcas, océanos,
y a veces hasta pantanos
navegar.
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Para el amor verdadero buscar,
a tus blancas playas vine a dar,
y a un puerto bienaventurado recalar.
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Mares serenos, mares hermosos,
aguas tranquilas, maravillosas,
pero en las que también hay tormentas,
lluvias refrescantes, huracanes tumultuosos.
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Calores que queman, que causan ardores,
pero dejando atrás todos los temores,
en tus aguas me permitiste nadar, gozar.
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Bañados por el sol supimos amar,
envuelta en tu luz de cielo y de mar,
tú me hiciste volver a confiar.
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Ahí es donde mi nave tan dañada quería atracar,
en tu astillero reparar
lo poco que las tormentas inclementes
dejaron sin perjudicar.
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En tu puerto descansar,
lo dañino del mundo olvidar,
en tus brazos volver a amar.
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Amarte por siempre
envuelta en luz de luna,
salpicada de mar.
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Con cadencia de palmeras
mecerte en la pleamar,
entre mis brazos tenerte
y los dos así volver a amar.
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Al llegar a tu puerto
olvidarme de navegar
estar ahí seguro.
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Para poder remendar
este barco resquebrajado,
este corazón tan duro,
que ha sido roto como el cristal.
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Que contigo se ablanda
y sus pedazos vuelve a unir,
aquí entre tus brazos
volverá a latir.
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Mientras dure mi vida
no volveré a partir
en busca de nada,
porque todo lo tengo aquí.
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Aquí en tu playa
de arena blanca,
donde mi corazón halla
la luz del cielo y la calma.
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Estando aquí
quería morir
y así fue,
pero antes, mucho antes
de lo que pretendí.
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Y así sola te dejé,
envuelta en nubarrones
en tormentas y sinsabores.
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Te pido perdón por eso,
pero “Ella” vino por mí
cuando mi amor estaba en ti.
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No lo pude evitar,
pero te aseguro
que tanto amar
fue lo más duro
al tenerte que dejar.
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Nos queda el amor
de las almas,
el amor en energía
.
Los recuerdos
de tanto amor
y el refugio de tu puerto.
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De las playas el calor,
de nuestra pasión el ardor
y todo lo que vivimos,
aunque ahora ya esté muerto.
*
Garmín y Silvia.
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Desde Intervidas, 27 de julio, 2018, 2 pm. © Silvia Eugenia Ruiz Bachiller. Todos los derechos reservados.
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AMBROSÍA
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Soy de sangre caliente
y tú la vuelves ardiente,
avivas el fuego,
pero nunca como un juego.
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Te toco con mis palabras
y te envuelves en llamas,
lo disfruto mucho
cuando me queman esas flamas.
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Porque también mi corazón inflamas,
me haces feliz, muy feliz
cuando al acariciarte,
la esencia de tu amor derramas.
.
Me enloqueces, vida mía,
con el perfume que de tu cuerpo emanas,
con la dulzura de tu entrega
y la pasión que se desata.
.
Cuando apagas mi hambre, mi sed
y envuelves a todo mi ser
en tu maravillosa ambrosía.
.
Una y otra vez
hasta que yo te ofrendo la mía
y juntos llegamos al cielo,
como debe ser.
*
Garmín
***
Desde Intervidas, 25 de julio, 2018, 3:20 am. © Silvia Eugenia Ruiz Bachiller. Todos los derechos reservados.
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