» V L A D » CUENTO

Por: Silvia Eugenia Ruiz Bachiller (SER), ver  condiciones de (c) al final

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VIERNES 17  DE MARZO DE 1995.

Ivette sintió la profunda mirada desnudándola, no sólo el cuerpo, sino también el alma.  Su incomodidad era evidente.

-¿Te sientes mal?-  preguntó Mónica, acercándose a su amiga y ofreciéndole una copa.

-No, pero sí un tanto extraña… – disimuladamente miró hacia el bar, donde estaba ese extrañísimo hombre -¿quién es él?

Mónica sonrió con complicidad – un europeo recién llegado, se llama Vladimir le comte de Walakia, o algo así, pero le dicen Vlad.  Acaba de quitarle la migraña a la anfitriona; estuvimos a punto de cancelar la fiesta porque ella se sentía mal, pero él subió y…- sonrió pícaramente mirando a su amiga por sobre su copa de champaña.

Ivette tomó una copa de la charola y antes de llevarla a sus labios también sonrió, comprendiendo

-…Y se le quitó la migraña.

-Sí- Mónica rio bobalicona levantando los hombros.

La otra, con más mundo, observó al extraño, pero atractivo hombre desconocido entrecerrando los bellos y perfectamente bien maquillados ojos.

– Pues a mí también me la quitaría con sólo una mirada… pero no quisiera probarlo, me da miedo.

-¿Miedo, pero ¿de qué?, es un galanazo; raro, sí, pero… -volteó a mirarlo por sobre su hombro -yo sí le entraba.

-Falta ver con quién quiere él, ¿no?- su voz sonaba segura, como siempre que Ivette se proponía algo.   

Bueno – Mónica se alisó el vestido ajustadísimo a la altura de las caderas -podemos ayudarlo un poco, ¿verdad?

Ivette asintió casi imperceptiblemente y las dos se encaminaron hacia el bar, ambas derramando sensualidad por todos los poros.  Se colocaron una a cada lado, como escoltándolo, y él recibió dos sonrisas como bofetadas.

Los oscuros ojos masculinos, rodeados de enormes pestañas y pequeñas ojeras brillaron, burlones.  Tenía una mirada suave-dura, amorosa-cruel, tierna-cínica, llameante e hipnótica, que de alguna manera parecía ser lo único viviente en esa pétrea faz cortada a hachazos.  Visto de cerca no era tan guapo, pero sí mucho más atractivo, con una atracción difícil de definir: ¿animal?, ¿espiritual?, ¿o simplemente sensual?

Les devolvió la sonrisa como si hubiera estado esperando años para verlas, las lucecitas de sus ojos enviaban mensajes; ellas escucharon todas las palabras amorosas y eróticas que siempre habían soñado escuchar del hombre amado.  Vladimir no había abierto la boca.  Tomó a ambas por la cintura y salieron al jardín.

Mónica hizo el clásico comentario -qué hermosa luna llena.

Ivette supo que le llevaba ventaja a su amiga -¿De dónde eres?

-De una pequeña aldea llamada Lupeni, en los Cárpatos.

A Ivette le sonó familiar el nombre y empezó a buscar en su memoria, pero justo cuando sonó una alarma en su cerebro, él le sonrió y ella olvidó todo.

-¿Y a qué te dedicas?

-Bienes raíces. «la tierra», como diría un holandés.

-¿Te agradan los holandeses?

Salieron chispas de sus ojos – los odio, son demasiado entrometidos.  Mejor hablemos de ustedes, ¿son amigas?, o se llevan bien.

Las dos rieron de la ocurrencia, Ivette contestó -Ambas cosas.

El las estudió por unos segundos antes de arriesgarse.

-Si las invito a las dos a mi casa, ¿aceptarían?

Mónica se dejó ir -Sí.

Ivette, en la semi penumbra, trató de verlo a los ojos y vio tantas promesas, que decidió «…te prefiero compartido…» y movió afirmativamente la cabeza.  Eso le agradó más a Vlad y en ese momento se estableció la complicidad con ella; la otra mujer iría de relleno, aunque fuera la más joven, sexy y audaz, porque también era la más inexperta.

Llegaron a una casa muy antigua en Coyoacán, Ivette hubiera podido jurar que fue una de las primeras que construyeron los españoles durante la época de la Colonia, justo al término de la Conquista; sus muros de piedra eran muy gruesos y, a pesar de la decoración elegantísima, básicamente Chippendale, se percibía una sensación de humedad y un olor a encerrado.

Los recibió un mayordomo un tanto lúgubre.  Las dos mujeres se miraron a los ojos con algo de interrogación ¿miedo?  Se dieron valor una a la otra y se dejaron conducir por Vladimir, que nuevamente las había tomado por la cintura, comunicándoles un cierto calorcillo extraño, más allá del usual en el roce macho-hembra al inicio de un ligue.

-Iván, súbenos champaña rosa, Törley, 1890, Extra Rubin.

-No conozco esa champaña- Mónica se le untó al hablar.  Desde su estatura, él le sonrió.

-Es húngara, de la primera cosecha, ¡la mejor!- Mónica le creyó.

Mientras, Ivette estaba husmeando en la otra habitación.  El fue allá, se le acercó por la espalda y, cosquilleándole la nuca con su cálido aliento, preguntó:

-¿Te gusta esta cama?, mira su dosel, es de seda de Samarkanda y tiene varios siglos, la colcha es de piel de ciervo nonato y las sábanas de satín- mientras hablaba hacía los arreglos necesarios e invitantes.  Ivette intentó ganar tiempo.

-Samarkanda, piel de ciervo, satín, ¿no es una mezcla extraña?

-Lo extraño es lo más interesante- se volvió hacia ella -He viajado mucho tiempo.  Tengo objetos de alrededor  del mundo y me agrada integrarlos- extendió el brazo y abarcó la habitación -todo tiene el mismo origen.

-¿Cuál?

-¿No lo sabes?- se acercó más a ella, que pudo percibir su aliento ardiente y con aroma de deseo.  Ivette dio un paso atrás, pero tropezó con la cama y perdió el equilibrio, mientras él seguía acercándosele.  Quedó sentada, contemplándolo hacia arriba; no quería desprender la vista de sus ojos, porque casi frente a los suyos podía sentir algo mucha más interesante… demasiado interesante.

El se reclinó para tomar sus manos y volteando las palmas hacia arriba, apenas las rozó con sus labios.  En ese instante el control de Ivette se esfumó como bruma al sol; Vlad se había adueñado de su voluntad.   Cuando ella estaba esperando iniciar el camino del deseo, entró Mónica para decirles que la champaña estaba dispuesta en la otra habitación.

Vlad volteó y casi la fulminó con la mirada, ayudó a Ivette a levantarse y los tres se encaminaron a saborear la alegría en burbujas.

Después del ritual del descorche y de llenar las copas de las dos mujeres, él se alejó para verter algo en la suya, antes de elevarla para brindar «por la belleza».

Las infinitas luces del candelabro se reflejaron en sus ojos y en la copa de opaco líquido escarlata, formándose un triángulo de reverberaciones que impactó a Ivette, mientras Mónica apuraba hasta la última gota y distraía la atención de le comte para pedirle más.  Este, con exquisitos ademanes volvió a llenarle la copa, pero volteando hacia Ivette, le preguntó con la mirada: «¿qué hacemos con ella»?

Ivette captó el mensaje, se encogió de hombros y le hizo la seña de emborracharla.  Vladimir torció la comisura de sus delgados labios aceptando la travesura y se quedó junto a Mónica para volver a servirle la alegría líquida, que para ella iba a convertirse en líquido sueño.

Ninguna de las dos notó que le comte vertió unas gotas de somnífero en la copa; después se volvió hacia Ivette con sonrisa pícara y la invitó a beber con él en su recámara.  Mónica ya estaba casi dormida y no iba a ser obstáculo.

Al cerrar la puerta de la recámara bajó la intensidad de las luces hasta casi dejarla en penumbras.  En la mesita de centro había otras dos botellas enfriándose.

-¿A mí también vas a emborracharme?- su mirada era retadora e invitante.

-¿Hace falta?

-Hmmm… no sé…

-Vamos a averiguarlo.  Ven, siéntate conmigo en el sofá, pero permíteme ponerme cómodo-  se quitó el saco y la corbata y abrió un poco su camisa.  Al contemplar el bello torso masculino, ella percibió su propia cálida humedad y su respiración se aceleró más cuando bajo la blanca camisa de seda descubrió una alfombra de ensortijados vellos negros, que la hicieron estremecerse de deseo.  El lo notó y le pidió en un susurro:

-¿Puedo quitarte los zapatos?

Ivette sabía su cuento, lo miró coquetamente.

-Estás muy lejos.

-Me acerco con una condición: que tú me quites la camisa.

Ella rio -me sonó a amenaza… ¿o fue promesa?

Se acercaron poco a poco, él se inclinó para quitarle las zapatillas de altísimos tacones, mirándolas con algo de frustración: no eran cerradas, sino de tiritas.  Las contempló un segundo y con un suspiro susurró  para sí mismo -ya nada es como antes- Como no servían para beber champaña en ellas, las arrojó hacia atrás y se acercó un poco más para que ella pudiera cumplir su parte.

Ivette, con manos temblorosas, empezó a desabrochar los botones, pero antes de terminar, su creciente pasión la hizo introducir los dedos en el tupido vello del viril pecho; Vlad la tomó por la cintura y, como si fuera una pluma, la colocó hincada a horcajadas sobre sus piernas al mismo tiempo que subía su vestido recorriendo lentamente la parte posterior de sus muslos, hasta llegar a lo que hubiera querido morder de tan carnoso y suave, apoyando ahí sus manos, la atrajo bruscamente hacia él, hasta poder percibir, a través de la ropa, la tibia humedad femenina.

Su boca lo buscó exigiendo entregarse, pero Ivette no pudo encontrar sus labios y, extrañada, abrió los ojos; estaban muy cerca de los suyos, pero él no le permitía alcanzarlos, esquivando cada movimiento que ella hacía para acercarse, enardeciéndola más con el deseo no cumplido, hasta que al fin se fundieron en un beso que era más como querer devorarse el uno al otro, empequeñecerse y entrar en la otra boca hasta fusionarse con el otro.  Fue algo decisivo y no una simple promesa.

Con las toscas y a la vez delicadas manos, él guiaba sus caderas, haciéndolas efectuar movimientos tan sensuales, que ella lo logró varias veces, mientras ambos ronroneaban, gemían, gruñían.

En la calma que siguió a la tempestad, Vlad le susurró al oído -¿Cómo quieres que nos amemos?

Con la mirada aún perdida, ella no pudo contestarle.  El volvió a preguntar, pero ahora sugiriendo:

-Podemos fundirnos, comernos o amarnos.  ¿Tienes alguna preferencia?

-¡Ámame!

Con una sonrisa siniestra, él la tomó en sus poderosos brazos.

-Vas a confiar en mí totalmente, relájate, voy a llevarte a la cama, tú no debes hacer ningún esfuerzo, sólo déjate amar.  Sé sumisa, tierna y obediente- la depositó suavemente en la cama -dulce y femenina; te vas a entregar completamente a mi voluntad y vas a…

Ella se incorporó -No puedo.

Vlad se irguió separándose un poco de ella -¿Cómo que no puedes?- la dulzura se volvió aspereza.

-No, yo no soy así, yo tengo que amar activamente, soy muy apasionada…

Cubrió los suaves y femeninos labios con dos dedos -shhh.  Haz lo que te digo, preciosa, eres hermosa- su voz era nuevamente dulce -bella, tu piel es suave, como debes serlo tú.

Mientras le susurraba las palabras más tiernas, acariciaba delicadamente todo su cuerpo sin olvidar manos, codos, pies, rodillas y otros lugares que no se consideran erógenos, pero que Ivette descubrió que sí lo son.  Ella empezó a responder apasionadamente, la respiración cada vez más acelerada, hasta que él detuvo sus caricias y mirándola como un maestro a su pequeña alumna le murmuró:

-Controla la respiración, cálmate y entrégate a mí cuando exhales, no cuando inhales.

Ella no entendió nada; necesitaba más caricias, llegar una y otra vez a la cima, pero él la retuvo hasta que lo obedeció y respiró como él se lo ordenaba.  Para el volcán que era Ivette, eso era como querer controlar la erupción de lava poniéndole un grifo y esperando que saliera un chorro de agua tibia; lógicamente, ella perdió la excitación, pero parecía que eso era lo que él quería porque, sin inmutarse siguió acariciándola y diciéndole cosas bellas.

Ivette pensó que, aunque ella siempre había dicho que el día que encontrara a un hombre que la amara tiernamente, sin querer llegar al final de inmediato, habría encontrado al hombre ideal, ahora no estaba gozando como ella podía hacerlo; claro, él era tierno y dulce, pero a la vez impositivo y, como no la dejaba excitarse, ella tenía tiempo para pensar y no le gustaba pensar cuando hacía el amor… lo sentía acariciarla y lo escuchaba decir cosas bellísimas, pero estaba fría… él la quería fría.

Vlad le pidió que lo acariciara en la misma forma y ella lo obedeció; sentía algo de ternura, pero no lo que esperaba cuando empezaron a acariciarse.  En otras circunstancias tal vez esto fuera lo mejor, pero como ella había esperado una apasionada relación sexual, era algo frustrante.  Para ella el amor tenía que ser embriagante; si no perdía la cabeza, si no se volvía loca, si estaba lúcida, le era difícil darse, porque su mente no se lo permitía.

El ¡al fin! se dio cuenta y le preguntó si quería pasar a la segunda lección.

-¿Y cuál es?

-Comernos, ¿quieres?, pero tienes que confiar en mí y dejarme hacer todo lo que quiera.

Ella lo miró a los ojos y, aunque sintió miedo, aceptó porque, como iban las cosas, ya estaba pensando que él había perdido su … oportunidad, así que casi cualquier cambio podría ser bueno.

-De acuerdo.

Empezó por besarle la nuca continuando hacia un lado del cuello; ahora sí su respiración era acelerada y sintiéndolo casi jadear, Ivette volvió a excitarse y a responderle.  Fue entonces cuando sintió un punzada en el cuello, fue larga, dolorosa y húmeda, pero placentera, excitante.  Conoció una sensación extraña, un como irse desvaneciendo poco a poco, como ir entrando en una bruma roja…en un remolino escarlata… se le olvidó que quería excitarse y entró poco a poco en un mar rojo sangre… hasta que llegó al final.

– 0 –

Mónica se despertó.  Aún medio dormida llamó a su amiga y a le comte.

-¡Ivette!, ¡Vlad!

El conde se acercó a ella.

-Aquí estoy, preciosa, junto a ti.  Ivette se sintió cansada y se fue a su casa, lo cual me da la oportunidad de tenerte para mí solo, sin estorbos.

-¿De verdad se fue?- Mónica se restregó lo ojos, con un ademán de niña pequeña.

-¡Claro!, ¿No me crees? – la miró a los ojos profundamente, tanto, que ella se estremeció.  Se estiró sensualmente y se levantó del love-seat donde había dormido, preguntando sin mirarlo.

-¿Le hiciste el amor?

-No, es muy mala alumna, a la segunda lección se me fue.

Mónica se sentó en la cama -¿así que das lecciones?- mirada coqueta y retadora -¿tan bueno eres?

-¿Quieres probar?

-¿Y qué me enseñarías?

-A Ivette le di a escoger:  comernos, amarnos o fundirnos; escogió las dos primeras, pero ya no aguantó la última – su mirada atenta denotaba un gran interés en su respuesta – ¿qué quieres tú?

-La que ella se perdió, pero hoy no puedo… tú entiendes, ¿verdad? – se sonrojó.

El asintió, comprensivo -¿peligro, o la ola roja?

-lo segundo- bajó la mirada tímidamente.

Vlad se sentó junto a ella y le tomó dulcemente la mano -¡mi amor!, no te preocupes, a mí me parece perfecto… aunque preferiría primero comerte, ¿si?

-Pues si a ti no te importa, yo no tengo inconveniente.

El la atrajo hacia  su pecho y empezó a acariciarla suavemente, diciéndole lo mismo que a Ivette: «tienes que ser suave, sumisa, obediente, confiar totalmente en mí y dejar que te ame como nunca has sido amada»

El carácter de Mónica era más dócil que el de Ivette y como aún se encontraba bajo los efectos del somnífero y la champaña, a todo dijo que sí.

Vlad comenzó el ritual de acariciar todo su cuerpo y la fue desnudando poco a poco, pero con tanta lentitud, que ella tampoco reaccionó; sin embargo, lo dejó hacer.  Vlad se colocó a horcajadas sobre ella y se fue acercando a su cara; Mónica lo veía venir y no sabía si quería alejarlo o besarlo, pero como él le había ordenado ser pasiva, sólo lo acarició con la mano.  el la besó en la frente y siguió besando todo su cuerpo, hasta llegar al Monte de Venus, entonces le pidió:

-Rodéame el cuello con tus piernas- Mónica obedeció y él la hizo llegar a alturas increíbles, en las que todo lo veía como un oleaje rojo, que a veces parecía sangre, a veces lava.

Percibió que Vlad deslizó la boca hacia su ingle izquierda, besándola de tal manera que la excitación la hizo gritar… y entonces sintió el dolor, un agudísimo dolor, como si un par de agujas quemantes se hubieran introducido en su carne.  Extrañamente, le causó placer y las sensaciones de lava y sangre la envolvieron, cubriéndola hasta que sólo fue una pequeña gota de sangre en medio de esa marea roja…

– 0 –

EL PERIODICO DE LA TARDE

DESCUBREN DOS CADAVERES EN CASA ABANDONADA

 
Lunes 20 de Marzo de 1995. 
Esta mañana fueron encontrados los cadáveres de dos mujeres en una casa que ha estado abandonada desde principios del siglo pasado, ubicada en Coyoacán.   Ambas mujeres presentan dos heridas punzocortantes, la más joven en la ingle izquierda y la otra en el cuello.Al parecer, toda la sangre les fue extraída limpiamente a través de esas heridas.  No hay signos de violencia, ni pistas del asesino.


 

Vlad leyó la noticia, terminó su «Bloody Mary» y le tendió el periódico a Iván.

-Archívalo junto con los otros.

 

© Silvia Eugenia Ruiz Bachiller

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Imágenes tomadas de internet, Pinterest  o de los enlaces relacionados.  Creo que no es necesario advertir que algunas fotos, son imágenes actuales, sólo para dar una idea de cómo fueron en aquellos tiempos y lugares.

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Silvia Eugenia Ruiz Bachiller, Autora de “TÚ Y YO SIEMPRE”, novela romántica. La historia de amor de Almas gemelas, su karma, reencarnación y regresiones a vidas pasadas.

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03/01/14 5:14 p.m.

17 comentarios en “» V L A D » CUENTO”

  1. RECUERDAS QUE TE DIJE QUE NO HABIAS ESCRITO NADA EROTICO, PUES ME DESDIGO, PORQUE ESTA NOVELA NO SOLO ME PARECIO EROTICA SINO HASTA QUE EXCITO Y DESPUES ME DI CUENTA DE QUE ERA UNA ADAPTACION DE DRACULA, QUE POR CIERTO SE LLAMABA VLAD DRACUL, QUE EN SU IDIOMA SIGNIFICA VLAD EL DRAGON, Y QUE ACTUALMENTE RESULTA EN UNA ATRACCION PARA LOS TURISTAS QUE COMPRAN GRAN CANTIDAD DE RECUERDOS EN LAS TIENDAS QUE VISITAN TRANSILVANIA, DONDE ESTABA EL CASTILLO DEL CONDE. ESTA ES SOLO MI MODESTA OPINION SOBRE TU NOVELA QUE REALMENTE ME PARECIO EXCELENTE, TE FELICITO MI MUY QUERIDA AMIGA DE PARTE DE TU AMIGO MANUEL.
    ESTAMOS EN LO DICHO, SIGO LA INVESTIGACION SOBRE TUS PREGUNTAS, TEN PACIENCIA MI QUERIDA SILVIA.

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  2. Así es mi querido Manolo, el nombre es el mismo, el personaje un vampiro, sólo que esta vez vino a México jajaja.

    Gracias por tu aportación cultural, que enriquece los conocimientos de los lectores, dices mucho en pocas palabras y le das amplitud al tema.

    También agradezco tu opinión acerca de este cuento, que me agrada lo eleves a novela corta, como sea, qué bueno que te gustó. Ya estaré publicando más.

    Cuando puedas, espero tu opinión acerca de las coincidencias en las religiones que he encontrado y tal vez en algún momento publique algo al respecto, pues es un tema que siempre me ha intrigado.

    Saludos

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  3. Silvia, me gusto tu cuento o novela corta, haces de Vlad (Drácula) un personaje no sanguinario o temible sino sensual con una trama de principio a fin sumamente erótica. Felicidades.

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  4. ¡Wow!, en realidad me falta mucho que leer de lo que escribes. Me encantó tu cuento, sí es muy erótico y me gusta que lo hayas ubicado en México, Carlos Fuentes tiene una novela con el mismo nombre, el mismo personaje de Bram Stocker y también en México, pero ¿te digo un secreto? ¡me gustó más el tuyo!, con todos mis respetos hacia Carlos Fuentes, que es uno de mis autores favoritos. Felicidades, escribe más cuentos.

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    1. Gracias, es un enooooooooorme halago. Escribí y registré este cuento antes de que Carlos Fuentes (también uno de mis autores favoritos) publicara su novela, por supuesto que con mayor éxito en librerías que mi cuento en internet, pero los que amamos escribir lo hacemos por amor al arte, aunque nadie nos pague por ello, con que nos lean, como tú, y nos comenten que les gustó (también como tú) estamos satisfechos. Gracias por leerme.

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  5. MI MUY QUERIDA SILVIA, VAYA QUE ME EXCITO TU NOVELA CORTA, NI HABLAR TIENES MUCHO TALENTO MI QUERIDA AMIGA, OBVIAMENTE TAMBIEN LEI LA NOVELA DE VLAD DRACUL, PERO COMO TE DICEN ANTERIORMENTE ME GUSTO MUCHO MAS TU VERSION, Y CREO QUE BIEN SABES QUE RECHAZO UNA INVASION DEL EJERCITO TURCO, SIMPLEMENTE POR EL HECHO DE QUE CUANDO LLEGARON AL FRENTE DE SU CASTILLO, SE ENCONTRARON CON QUE A CADA UNO DE SUS PRISIONEROS LOS HABIA EMPALADO POR EL ANO CON UNA ESTACA REDONDEADA, PARA QUE MURIERAN SUFRIENDO CRUELMENTE, PORQUE CADA VEZ MAS SENTIAN DENTRO DE SUS CUERPOS COMO SU PROPIO PESO LES HACIA DESGARRARSE INTERIORMENTE PERO EN FORMA MUY LENTA, AUNQUE CREO QUE YA LO SABIAS, TE RECUERDO ESTE HECHO, PARA SABER PORQUE LE LLAMARON EL DRAGON, «DRACUL». CON MI CARIÑO DE SIEMPRE NOS SEGUIMOS ESCRIBIENDO Y LEYENDO MUTUAMENTE, TU AMIGO MANUEL.

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    1. Gracias Manolo. Sí, se dicen muchas cosas terribles del verdadero Vlad Tepes, pero no sabemos qué tanto hay de cierto en esas historia, no lo defiendo, ni me agrada lo que dicen que hizo, sólo digo que a nadie le consta. Por otra parte, mi cuento sólo es otra versión teniendo como protagonista al Conde Drácula.

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  6. Ya lo leí. Tiene muchas cosas buenas, como que es fluido y la historia engancha. Me gustó bastante. Por otra parte, la historia es algo predecible, y el recurso ilustrado del periódico le resta contundencia al final. Me gusta el recurso. Igual y si estuviera integrado en la narración y no apareciera como algo externo, ahí sí estaría de maravilla.

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  7. Sin ser un amante de las novelas que tienen a Dracula u otros vampiros como protagonistas, he de reconocer que tu versión ( cuento o novela corta) me ha absorbido desde el principio. Me ha excitado a medida que leía y me ha hecho fantasear hasta casi el final.
    Final que me ha hecho pensar, que tal, vez alguno más de los que estamos por aquí, también archivamos bellas mujeres tras vampirizar sus esencias.
    Tal vez sin ser conscientes de ello.
    Estoy empezando a disfrutar de tu literatura. … Tal vez haber comenzado por un relato erotico, haga que mi visión quede un poco distorsionada para poder apreciar otros de tus textos. O tal vez no. Quizás el prisma atraves del cual te leeré la próxima vez, haga que vea erotismo oculto a los ojos de los demás, entre las líneas que tu efervescente imaginación logra poner ante la mía.
    Brindo por ti mientras espero saborear la alegría en burbujas.
    Besos desde España.

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    1. Muchas gracias Rosaluma, me halagas mucho, me agrada saber que mi cuento hace efecto y, como era de esperarse, en alguien sensible y sensual como tú, mayor efecto.

      Espero que no veas erotismo en donde no lo hay cuando leas otros de mis textos o cuentos, en las novelas definitivamente si lo hay y mucho.
      Salud con la alegría en burbujas.
      Besos desde México.

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