“ESPOSA TE DOY Y NO SIERVA”

La nave de la iglesia estaba totalmente iluminada, en el pasillo la alfombra roja y bordeándolo ramos de hermosas, aromáticas y frescas flores blancas en cada orilla de las bancas, formanban una perfumada valla en medio de la cual pasaría la novia.

Cuando llegó Mely a la entrada de la iglesia, el órgano empezó a tocar la marcha nupcial, ella estaba enojada y llorosa.

Había tenido un altercado con su padre, con el cual no vivía desde que cumplió los 18 años, pero su casi suegra, Carlota, había insistido en seguir todo el protocolo y ella y Miguel, su esposo habían ido a pedir, para su hijo Javier, la mano de Mely a un padre que nunca lo fue, que se desentendió de ella, salvo para explotarla y del cual no recibió ni casa ni sustento desde que cumplió los 18 años.

¿Por qué “pedirle su mano”? ¿él “no tenía vela en ese entierro” ni opinión en su boda, pero para seguir llevándose bien con Doña Carlota, la suegra en ciernes, aceptó, igual que había aceptado casarse por la iglesia, aunque ella había abandonado la religión hacía tiempo, pero, en fin, por llevar la fiesta en paz, aceptó casarse en la iglesia. ¿su papá iba a pagar la iglesia? ¡NOO!, por supuesto que no, para la fiesta le dijo en un aparte, mientras sus suegros, Doña Carlota y Don Miguel platicaban con su madrastra.

-Mira hija, si quieres una fiestecita, sería acá en la casa, con pocas de nuestras amistades (no de Mely y Javier, sino del papá y la madrasta de Mely, quiso decir), ustedes, claro, y tus suegros, no podríamos invitar a los 5 hermanos de tu novio y sus familias ni a sus amigos. Tú entiendes ¿verdad?

Mely lo había mirado entrecerrando los ojos y tratando de no decirle “¿para que sea un fiasco, como la fiesta de mis 15 años, en la que usaste el dinero que me dejó mi abuelo de herencia y lo que ahorró mi mamá para mis 15, en unos sándwiches, unas cervezas, refrescos y una pulsera de oro con un centenario para mi madrastra y sólo invitaste a 5 amigos tuyos?” tragó saliva y sólo dijo.

-No gracias, papá, no quiero fiesta de ningún tipo (interprétese “tipo” como se quiera).

Regresaron a la sala a seguir haciéndoles la cortesía a los suegros de ella y un momento después éstos entendieron la situación y se despidieron. Salieron todos juntos. Mely respiró profundamente con alivio.

-Bueno, requisito cumplido – le sonrió a su suegra –que conste que sólo por darle gusto a usted.

Javier la abrazó y le dio un beso en la mejilla- gracias hermosa – ella volteó a verlo y le sonrió, lo amaba tanto que estaba tragándose algunos de sus principios.

Doña Carlota la miró extrañada –Hija, hay que cumplir todo el protocolo, su boda es muy importante para las dos familias.

Mely se tragó su carcajada y bajó los ojos para que Carlota no adivinara sus pensamientos.

***

Cuando Mely y Javier fueron a hacer arreglos para la iglesia, varias veces Mely estuvo a punto de levantarse e irse, Javier la detenía ¡los costos eran exagerados!

-Mire padre, no me caso por la iglesia por gusto, no tengo casi a quien invitar por mi parte, yo voy a pagar estos gastos, no mi padre y me parecen exageradamente altos, así que no quiero ni alfombra roja, ni flores quizá acepte música, si me hace una rebaja.

El párroco no podía creer lo que estaba escuchando, pero tampoco los iba a dejar ir.

-Está bien si no tienen suficiente, la música les costará la mitad.

Mely sonrió – Ahora sí nos entendemos, así quedamos, firmó lo que le presentó el párroco, pagó y salió del brazo de Javier.

-¿De verdad no quieres ni flores ni alfombra? Yo las pago, nos regresamos y le decimos que siempre sí.

-Para empezar ya sabes que sólo me caso por la iglesia por darle gusto a tu mamá y para que no me rechace, además de darles en la cabeza a mis familiares que dijeron que por irme a vivir sola no me iba a casar de blanco, ¿pero tanto gasto? ¡noo! Prefiero gastarlo en la luna de miel ¿no crees?

Javier difícilmente lo creía, nunca había conocido a una mujer que no soñara con una boda espléndida, pero, en fin, sabía que Mely se cocinaba aparte, no seguía al rebaño, por eso la amaba.

***

Hacía unos meses que Mely había buscado a la familia de su mamá, los había encontrado y la habían recibido muy cariñosos, Su tía Esperanza le había hecho una comida especial, pastel incluido, su tío Chava le había regalado “Los Miserables” en 4 tomos, en una edición muy antigua y valiosa y su prima Flor, al escucharla despotricar con que no quería gastar en un vestido que sólo usaría unas horas, le ofreció prestarle el suyo.

-¿De veras harías eso, querida Flor?

-Claro prima, me da tanto gusto haberte recuperado que te presto mi vestido de novia encantada de la vida y con mucho cariño.

Mely se levantó y la abrazó muy entrañablemente, con mucho agradecimiento. Flor, ni tarda ni perezosa fue por el vestido y se lo entregó con mucho cuidado, Mely lo trató con toda la delicadeza que se merecía el vestido de su prima.

-Pruébatelo.

-Sí, claro – lo desenvolvió y se lo puso, le quedaba un poco justo del busto y grande de la cintura, además de algo corto, pero no iba a ponerle peros, ni a sugerir arreglos, así como estaba, así lo llevaría el día de su boda.

Días después, dado que había invitado a la familia de su mamá, recién re encontrada, quiso avisarle a su papá, puesto que sabía que desde que su madre falleció, su padre tuvo altercados muy fuertes con la familia de ésta y nunca dejó que Mely los volviera a ver, prefirió advertirle que iban a ir, pera que no hiciera una escena desagradable en la iglesia.

Lo llamó por teléfono.

-Bueno.

-Hola papá, soy Mely ¿cómo estás?

-¿Y ahora qué necesitas?

-No, yo no necesito nada – iba a añadir “de ti” pero se abstuvo – sólo quería avisarte que invité a mi tía Esperanza, mi tío Chava y mis primos a mi boda, para que no te sorprendas de verlos.

-¡¡QUÉE!! Si van ellos, no voy yo.

Mely no estaba de buen humor por haber tenido que arreglar los asuntos de la iglesia y constatar que todo es negocio para ellos. Así que como dicen, lo que se hereda no se hurta y contestó en el mismo tono.

-Pues si no quieres ir, no vayas, ellos al menos me proporcionaron el vestido, no puedo decirles que no vayan.

Su padre ya no la oyó, después del “no vayas”, pues azotó el teléfono.

Ella se quedó como en shock, no debía haberle contestado rebajándose a su nivel, debía haber tratado de convencerlo de que fuera, con razonamientos, pero por experiencia sabía que con su padre, cuando estaba enojado, no se podía razonar. Así que su padre no iría a su boda, bueno no se perdería mucho, sólo había ido a que sus suegros negociaran “su mano” con él, por darle gusto a doña Carlota, tan tradicional, pero si ni tenía tratos con él, ni le debía nada, finalmente ¿para qué lo quería en su boda?

***

Pues no lo quería, pero lo necesitaba, porque cuando llegó a la iglesia, ya lista para entrar, el sacristán le preguntó

-¿Y su papá?

-No va a venir.

-¿Y quién la va a entregar?

-Nadie, entro sola.

-Nonononono, eso no es posible

-Pues tendrá que serlo, porque no vino.

-Pues un tío, su abuelo, un hombre que la entregue

-No hay nadie que me entregue, ni necesito que me entreguen, no soy objeto, soy un apersona independiente y puedo caminar sola por el pasillo de la iglesia.

-Eso no va a ser posible, voy por el padre – y salió corriendo – gritando al mismo tiempo –¡ni se le ocurra entrar sola!

Ella se vio en el espejo y se acomodó el velo, pensando que era mejor entrar sola que con su papá, en eso llegó el párroco que los iba a casar.

-¿Qué es esa tontería de entrar sola? ¡imposible!

-Es que no vino mi papá, y además prefiero entrar sola

-¡Ni pensarlo! Consigue a alguien que te entregue.

Eso alborotó su rebeldía -¿y eso por qué? Si no soy objeto que tenga que ser entregado, soy una persona que no dependo de mi padre desde que tuve 18 años.

El párroco manoteo casi en su cara –No me importa, aquí se sigue el protocolo y las tradiciones y la regla es que la novia tiene que ser entregada por un hombre de autoridad sobre ella.

-Pues no hay ninguno ¿cómo ve?

-Que si no te agencias uno, no te caso y se acabó la discusión, ¡he dicho! –se dio la vuelta y volvió a entrar a la Iglesia por detrás del altar.

Eso sí la dejó sin habla: Javier, Doña Carlota, los invitados de ellos ¿no casarse sólo porque su padre no estaba? ¡no! Eso no.

Ya había hecho un berrinche como digna hija de su padre y eso le había causado este dilema ¿iba a hacer otro? ¿no había aprendido que a veces es mejor ceder?

Y cedió.

¿Quién podría “entregarla” como mercancía? ¡su tío Chava, por supuesto, se asomó a la iglesia, en los lugares designados a su familia estaban su tía Esperanza, Flor, su prima preciosa que le había prestado el vestido y Luis, su primo, pero su tío brillaba por su ausencia.

¿Quién podría entregarla? Vio a su suegra, que la estaba observando, le hizo una seña con la mano.

Doña Carlota se levantó y se dirigió a la sacristía, afligida preguntó.

-¿Qué pasa m’ija?

– Que no hay quien me entregue y no me casan si entro sola.

-¡Por supuesto que no puedes entrar sola! ¡no faltaba más!, voy por Miguel.

-P p pero ¿él? ¿mi suegro me va a entregar a su propio hijo?

-¿Tienes una mejor idea? Tu tío no ha llegado, su asiento está vacío ¿a quién más tienes?

-No, a nadie.

-Pues entonces te entregará Miguel, ve a la puerta de la iglesia, él te alcanzará ahí.

Ya se iba cuando recordó algo.

-Por cierto, ¿no me habían dicho que no habían pagado ni flores ni alfombra? ¡están preciosas ambas cosas.

-Es que la boda anterior y la siguiente pagaron por ellas, y les cuesta mucho tiempo y trabajo quitarlas y volverlas a poner, así que son cortesía de la casa.

-Ahh, qué bien, tuvieron suerte.

Y salió apresuradamente para irle a decir a su marido que él iba a entregar a la novia.

***

En el tercer compás de la Marcha Nupcial, llegó Don Miguel, la tomó gentilmente del brazo y empezaron a caminar… para entregar a una mujer como si fuera un objeto… como “debe ser”: una mujer debe ser entregada por un hombre a otro hombre, ya fue mucha concesión a las mujeres el que se diga al casarlos:

“Esposa te doy y no sierva…”

***

Ciudad de México, 25 de marzo, 2017.

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© Silvia Eugenia Ruiz Bachiller, Puedes copiar y publicar este artículo, siempre y cuando incluyas el enlace al artículo, no lo uses con fines comerciales, no lo modifiques, no quites el © ni este último párrafo que le sigue, enlaces incluidos.

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Imágenes tomadas de internet y Pinterest.

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Silvia Eugenia Ruiz Bachiller, Autora de “TÚ Y YO SIEMPRE”, novela romántica. La historia de amor de Almas gemelas, su karma, reencarnación y regresiones a vidas pasadas.

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10 comentarios en ““ESPOSA TE DOY Y NO SIERVA””

  1. Hola Silvia,
    gracias por estos fragmentos literarios. Me quedo con la última frase “Esposa te doy y no sierva…” Tengo en el borrador una serie de artículos que intentarán acercar a la mujer a través de la Historia y con mucho gusto iré compartiendo más adelante. La mujer, la gran olvidada de la historia, invisible durante milenios, y si me lo permites transcribo algo que dijo en algún momento la escritora inglesa Virginia Woolf… «Para la mayor parte de la historia, Anónimo, era una mujer».
    Abrazos de luz

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    1. Para las escritoras de antes (y tristemente aún ahora) ser «anónimo» era mejor presentación que poner su nombre de mujer, pues entonces no era publicada y suponiendo que lo fuera, casi no era leída, por el simple hecho de ser mujer.
      La mujer ha sido tratada como objeto de intercambio o de servicio desde el principio del patriarcado, lo de antes, no es fácil dilucidarlo, pero creo que estábamos mejor en el matriarcado.
      Espero esos artículos con impaciencia, seguro que nos aclararán muchos hechos actuales a los que no encontramos explicación.
      Abrazos de luz

      Le gusta a 1 persona

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