RECUERDOS DE UNA TRÁGICA VIDA PASADA, UN TRISTE PRESENTE Y UNA FELIZ VIDA FUTURA

ESCRITOS  PREMONITORIOS

He notado que algunas cosas que escribo (cuentos y novelas) con el tiempo se hacen realidad. Ya sé, muchos escritores han usado ese recurso de estar escribiendo algo que al final se da como lo escribieron, bueno, pues a mi me pasa a veces en la vida real, por lo que voy a escribir lo que quiero que me pase y me pasará y así será (decreto).

EL AMOR DE MIS VIDAS

Te escribo a ti, amor:

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Llegaste de pronto, despacito te fuiste metiendo en mi mente, cada noche, al hablar contigo me podía expresar, podía decir lo que pensaba; te leía o escuchaba hablar sobre lo mismo que yo, se fue creando la comunión de nuestro pensamiento, después… empezó la comunión de sentimientos, no sólo amaba tu mente, tu forma de pensar, tus grandes conocimientos; empecé a amar a la persona, al hombre, al ser que me llenaba de alegría cada noche al platicar, cada despedida con una canción hermosa, que me hacía ir a dormir con una sonrisa en los labios.

Y así empezó y así siguió, y también comenzaron los obstáculos desde el día siguiente al que nos dijimos que nos amábamos, y surgían nuevos constantemente, librábamos uno y llegaba otro, a veces venían juntos, pero seguimos y seguimos y continuamos por más de dos años, hasta que fueron tantos acumulados y muchos nuevos tan grandes, en el término de tan sólo dos semanas, que no pudimos con ellos y se cortó esa comunión, al menos en las apariencia; entonces dejamos de hablarnos, más no de amarnos, seguimos siendo uno, pero cortados a la mitad; de nuevo, otra vez a aguardar poder unirnos, pero anhelando que ya sin tantos obstáculos ni prohibiciones ni distancias, ni circunstancias adversas, ya enlazados para siempre.

En esta vida me tocó ser luz y a ti te tocó ser sombra, la peor parte, eso siempre me dolió, me dolió por ti, si tú sufres, yo también, por eso es que me hiciste sufrir tanto, porque te tocó pagar karmas y más karmas, creí que había venido a ayudarte a pagarlos y lidiar con ellos, pero no pude, fui débil, me sobrepasaron, aunque ya me había “entrenado” para soportar casi todas esas cosas que te pasaban a ti y a mí de rebote, no, no pude aguantar y menos cuando en tu desesperación te volviste, por un momento, contra mí, fue un momento crucial y todo se hizo añicos, para reiniciar necesitamos unir pieza por pieza y no sé si en esta vida sea posible.

Lo que sí sé es que algún día, en alguna vida, tendremos un amor sublime, grandioso, profundo, sin obstáculos ni dificultades, estoy convencida que tendremos ¡al fin! Una vida juntos y felices.

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***

AL FIN UN AMOR FELIZ

En el futuro, hablando en pasado.

Dalia (tú) y Salvador (yo) nacieron el mismo día, a la misma hora, en el mismo hospital, sólo que en esa vida tú eras niña yo era niño.

Sus madres estuvieron en las habitaciones 232, la de Dalia y en la 333 la de Salvador, ellas se conocieron mientras amamantaban a sus bebés en el solarium del hospital, ambas eran de familias acomodadas, sin problemas, de hecho, en ese mundo posterior, nadie tenía dificultades, no había hambre, ni guerras, ni enfermedades, todo ocurría en la mayor tranquilidad, de manera feliz.

La madre de Dalia se llamaba Esperanza, la de Salvador se llamaba Fran, ambas jóvenes y hermosas acababan de dar a luz a sus primogénitos y únicos vástagos (como en todas las familias) y se encontraban muy felices por su maternidad.

Salieron del hospital y siguieron la amistad, por el resto de sus vidas, y sus bebés crecieron juntos, eran alimentados al mismo tiempo, cuando ya pudieron comer algo más que leche materna, casi comían lo mismo, aunque tenían sus preferencias individuales, jugaban con los mismos juguetes, dormían al mismo tiempo.

Al empezar a caminar, iniciaron sus aventuras infantiles juntos, siempre de la mano explorando ese mundo ancho y propio. Empezaron a darse besos desde muy pequeñitos, a sus padres les hacía gracia la ternura con la que se besaban en la frente, las mejillas, las manos, los labios; también les daba risa cuando Dalia y Salvador querían tener en exclusiva algún juguete, cómo se peleaban y se enojaban, para acabar reconciliándose y jugando los dos con el juguete motivo de la riña, complementando uno, lo que el otro hacía.

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Cuando tenía apenas 11 años, Dalia fue la primera en darse cuenta de que su amor por Salvador había empezado a cambiar, al sentir que el corazón le saltaba al verlo llegar, cuando sentía maripositas en el estómago al verlo acercarse como siempre, sólo que ahora había algo eléctrico en esa cercanía, al principio no sabía qué le pasaba, pero pronto se dio cuenta: estaba enamorada.

No hizo nada, porque él seguía igual que siempre, tratándola como si fueran hermanos que se querían mucho y nada más, ella sí sufría un poco porque él no le correspondía y Salvador no se enteró de lo que ocurría hasta que ambos cumplieron los 14 años, cuando empezó a sentir cosas raras si ella se acercaba, cuando añoraba su presencia si ella no estaba, y sobre todo al percibir esa sensación de necesitar besarla en la boca, pero con otra clase de beso, diferente, no sabía explicarse por qué era distinto, pero lo deseaba, lo necesitaba y lo obtuvo.

Un día que estaban platicando como siempre, en el jardín de la casa de Dalia, sentados en la banca de piedra, Salvador la tomó por los hombros y le dio el beso más tierno y dulce, pero apasionado y erótico, sus labios se unieron, sus cuerpos se acercaron y sus brazos formaron un cerco de donde nunca más saldrían, a partir de entonces se sintieron más unidos que antes, más identificados al notar sus diferencias y correspondencias, al saber que eran complementarios.

Y se enamoraron profundamente, con su amistad de siempre como trasfondo, pudieron amarse totalmente, con pasión y con ternura, con entendimiento y comprensión, con un amor permitido y alentado por sus padres, amigos y toda la sociedad en general, al fin un amor sin trabas, que duró hasta que ambos murieron de viejos, con unas horas de diferencia.  Siempre se amaron, se desearon, se apasionaron, se apoyaron y se entregaron totalmente.

Y al irse al otro nivel, a intervidas pudieron seguir juntos, para ya no regresar a ser carne, terminaron felices su ciclo de reencarnaciones con este amor tan humano, que los elevó a ser divinos.

¡Al fin! Un amor no prohibido, sin obstáculos, distinto a aquéllos, los de vidas pasadas, los amores atormentados, prohibidos, como allá en Sumeria:

AMOR PROHIBIDO EN UNA VIDA PASADA, SUMERIA

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Sucedió en Sumeria, Ina (me reconocí en ella; era mujer, igual que soy ahora y tenía ese nombre entonces), vivía en un palacio con columnas en la entrada, con una calzada pavimentada con lajas de piedra blancas y planas, un camino blanco.

 

Cerca de las escalinatas de ese palacio, donde habitaban los tres generales al mando del país, había siempre dos filas de guardias apostados a los lados, firmes, casi sin movimiento.

 

Un día, Ina venía caminando, vestida de blanco, dirigiéndose al palacio por esa calzada y al pasar en medio de los guardias se detuvo de pronto porque se desató la atadura de una de sus sandalias, esas correas eran de cuero y se ataban cruzadas hasta las corvas; al desatarse ésta, la sandalia se zafó; Ina se detuvo para volver a atarla, pero antes de que pudiera agacharse, el guardia que quedaba enfrente, a su lado izquierdo rápidamente se hincó a colocarle la sandalia y se atrevió a tocarle la pantorrilla al atarle las correas, mientras ella subía su túnica para facilitarle la tarea.

 

Antes de terminar de atarlas, el guardia (te reconocí a ti) alzó la vista y sus miradas se encontraron, el clásico flechazo, que conmovió a ambos, ella sonrió y el jefe de guardias que venía dispuesto a azotar al atrevido, se detuvo en seco, ella le hizo una señal de que todo estaba bien y le agradeció al guardia tocándolo en el hombro, nuevo choque eléctrico entre ambos.

 

El guardia vestía una túnica gris corta y una especie de armadura, pero no tan elaborada como las de los romanos. Ella una túnica blanca de fino lino, ajustada al cuerpo, sandalias de cuero atadas con correas y una de ellas, muy oportunamente se había desatado.

 

Ina entró al palacio y se perdió de vista. Él la había seguido con la mirada. El Jefe de Guardias le preguntó

 

-¿Sabes quién es?

 

El atrevido bajó la vista ¡claro que sabía quién era ella! Pero no respondió.

 

-Es nada menos que la hija del General X (jefe del ejército de ese país).

 

El guardia (lo llamaré “G”) miraba al frente, sin pestañear, esperando el castigo seguro.

 

El jefe de guardias le dio en el pecho un pequeño latigazo de complicidad.

 

-Da gracias que la Señora no te mandó matar, podría haberlo hecho.

 

A G se le escapó una pequeña sonrisa de satisfacción, recordando la suavidad de la pierna, la frescura de la piel el aroma femenino. Suspiró y el Jefe sólo movió la cabeza ¿aprobación, desaprobación? Sólo él lo supo.

 

A partir de entonces Ina salía constantemente del palacio y al pasar frente a G lo miraba pícara de reojo y esbozaba una pequeña sonrisa, G le respondía con otra y un parpadeo.

 

Pocos meses después Ina tuvo que casarse con el casi anciano general “Y”, segundo al mando en el ejército, porque así estaba establecido para conservar las jerarquías de ambas familias.

 

A Ina y a G les afectó mucho, ambos estaban macilentos y demacrados sin que sus allegados adivinaran por qué.

 

Desde que G supo de la futura boda, no dejaba de pensar que si no lo hubieran castigado para ser guardia del palacio, quizá hubiera podido aspirar a casarse con Ina, pero a la vez, si no hubiera estado ahí ¿la hubiera conocido? ¿se hubieran enamorado?

 

Recordaba el hecho que lo llevó a ese lugar como castigo. Él era oficial del ejército (como capitán), estaban en guerra, invadieron al enemigo y las órdenes eran no dejar a nadie vivo, él se encontró con una mujer, la tomó del pelo, la levantó en vilo y le iba a cortar la cabeza con su espada, pero ella lo miró a los ojos y G no pudo hacerlo, la soltó y mató con su espada a un hombre que venía a socorrer a esa mujer, ella dio un grito desgarrador, que llamó la atención de otro soldado cercano, quien hundió su espada en el vientre de la mujer en diagonal desde el diafragma, matándola al instante.

 

G fue reportado y tuvo suerte de no haber sido condenado a muerte, debido a su historial militar; en lugar de eso lo mandaron a ser guardia del palacio del General al mando.

 

Ya había escapado dos veces de una muerte por no seguir las reglas, más todas las veces que se había salvado estando en la lucha cuerpo a cuerpo.

 

Sentía nostalgia por esa grandiosa época en la que iba hacia arriba, escalando jerarquías, lo único que lo consolaba era ver a Ina casi todos los días y que ella le sonriera.

  

Ina se casó y siguió viviendo en el palacio, ya que su esposo, el general Y, ocupaba un ala del mismo, así que aún pasaba frente a G, pero ahora lo evitaba en lo posible, se sentía triste y apenada por haberse casado, aunque fuera obligada, le avergonzaba el hecho de “pertenecer” a otro que no fuera G, a quien soñaba, dormida o despierta, todas las noches.

 

El general Y era casi impotente, sin embargo pudo embarazar a Ina y cuando ya era notorio, al pasar frente a G, ella bajaba la cabeza y se ruborizaba.

 

Nació el bebé, fue niño, así que se lo arrebataron a Ina para ser educado como guerrero desde recién nacido. A ella le dolió, pero era lo usual en esa sociedad, así que ya estaba hecha a la idea.

 

Semanas después, Ina salió a llevar una ofrenda al templo, en un cuenco metálico llevaba pequeñas figuras también de metal, animales, flores, frutos; al pasar frente a G dejó caer una rosa de oro y rápidamente la empujó hacia él con el pie. G suspiró y la cubrió con su tosca sandalia, hasta que pudo alzarla y conservarla en su mano, después, la hizo colgante y la traía siempre al cuello, de manera que Ina pudiera verla y pasar inadvertida a los demás.

 

Ina y G siguieron amándose a través de las miradas, hasta que hubo otra guerra y el general X y el general Y salieron en campaña.

 

El par de enamorados seguían enviándose su amor con miradas y sonrisas, pero un día, en que ambos ya no podían soportar ese amor sin poder manifestarlo, ella dejó caer un mensaje citándolo en la madrugada en un lugar semi escondido del palacio, cuando ella regresó él con un movimiento de cabeza le hizo saber que ahí estaría.

 

En la madrugada, ella salió de su habitación sin hacer ruido, no podía ir vestida como en el día, puesto que su doncella, como todas las noches, la había ayudado a desvestirse y guardado su larga túnica en el vestidor, donde dormía. Ina tuvo que salir vestida únicamente con una túnica ligera y corta. El guardia de la puerta estaba dormitando y no se dio cuenta, ella caminó descalza hasta el lugar de la cita.

 

G se iba a acostar vestido, pero sus compañeros empezaron a hacerle bromas, así que se desvistió y sólo quedó con la saya [prenda de vestir de hechura simple y amplia que  llevaban hombres y mujeres a modo de túnica] que todos usaban para dormir.

 

En cuanto los demás se durmieron, G salió sigilosamente de la habitación común de la guardia, que obviamente no estaba resguardada y se dirigió adonde lo había citado Ina, su corazón latía alocadamente.

 

Ina caminaba despacio y silenciosamente, sintiendo el corazón en la garganta, y pensando que sus latidos se escuchaban por todo el palacio.

 

Llegaron simultáneamente al lugar de la cita, se detuvieron en seco al verse, G reaccionó primero, la tomó de la mano y la guió a un lugar más discreto, sólo conocido por los guardias.

 

Cariñosamente la recargó en la pared, se acercó lentamente y la besó tiernamente, ella respondió igual, pero en unos segundos ambos perdieron el ritmo de la respiración y se besaron apasionadamente, queriendo comerse, integrarse uno al otro, cuando ya no podían esperar más, G tomó la pierna derecha de Ina, la doblo y la sostuvo con su brazo, mientras se unía a ella. Ina emitió un gemido G se detuvo

 

-¿Te lastimé?

 

Ina negó con la cabeza y se acercó más a él haciendo la unión total.

 

Se amaron tiernamente, apasionadamente, salvajemente, ella gemía, él temía que los escucharan, pero no podía detenerse, el final simultáneo fue maravilloso, se sintieron unidos ahora sí totalmente, siguieron abrazados y amándose por un tiempo indeterminado, hasta que se anunció la aurora.

 

Ina tenía que irse para que no la descubrieran llegando semidesnuda a su habitación. G se estaba jugando la vida si lo sorprendían fuera del dormitorio común.

 

Se despidieron acordando que la doncella de Ina dejaría caer una piedrita frente a G cuando ella pudiera verlo en la madrugada y él movería un pie si también podía, concertándose así la cita.

 

G llegó a acostarse unos minutos antes de la hora de levantarse, se colocó boca arriba, con las manos en la nuca, una gran sonrisa en los labios y cerrando los ojos repasó toda la escena con su amada Ina, casi no habían hablado, no hubo necesidad, por meses se habían comunicado a través de miradas y se habían dicho todo lo que se amaban.

 

Ella llegó a su habitación y se tiró a la cama suspirando abrazándose a sí misma y sonriendo y recordando todo lo que había pasado con su amor.

 

Pasaron varios meses, ellos seguían encontrándose en la madrugada, amándose cada vez más, hasta que regresó el ejército vencedor y los dos generales (el padre y el esposo de Ina) con él.

 

Se acabaron las citas antes de la aurora.

 

Ambos amantes empezaron a desmejorarse, él se veía macilento y demacrado, dado que no comía ni dormía, ella llegó un momento en que se rehusó a levantarse, la depresión la tenía muy débil y desganada. Se quedaba en su lecho, en posición fetal, todo el día y toda la noche, tampoco comía.

 

El general Y comenzó a sospechar, puso a varios subalternos a investigar lo que había pasado en su ausencia y descubrieron el amor prohibido de su esposa y un guardia. Decidió mandar matar a G sin necesidad de pretextos ni de explicaciones. Y en cuanto a Ina la llevó presa a una cárcel lejana e inhóspita, donde murió de tristeza e inanición.

 ***

Así terminó uno de nuestros amores trágicos, prohibidos, imposibles ¿por qué nos pasa esto? ¿qué hicimos en alguna vida anterior que nos castigan así? ¿qué estamos pagando?

 

Nuestro amor actual no es tan peligroso ni prohibido, sólo la distancia y una docena de circunstancias adversas nos separan, fuimos tercos por dos años e insistimos en amarnos, hasta que los obstáculos nos vencieron y se acabó la relación, más no la unión, seguimos teniendo comunión en muchas cosas, aunque ya no la podamos o queramos expresar.

***FIN***

Y continuaré este escrito con más vidas pasadas en las que he amado a esta alma compañera, con parecidas circunstancias adversas.

 

La que sigue sucedió en Teotihuacan, donde tuvimos un amor prohibido, que  nos costó el exilio y la separación.

 Ciudad de México, 14 de diciembre de 2016.

   ***

© Silvia Eugenia Ruiz Bachiller, Puedes copiar y publicar este artículo, siempre y cuando incluyas el enlace al artículo, no lo uses con fines comerciales, no lo modifiques, no quites el © ni este último párrafo que le sigue, enlaces incluidos.

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Imágenes tomadas de internet o Pinterest.

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Silvia Eugenia Ruiz Bachiller, Autora de “TÚ Y YO SIEMPRE”, novela romántica. La historia de amor de Almas gemelas, su karma, reencarnación y regresiones a vidas pasadas.

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15 comentarios en “RECUERDOS DE UNA TRÁGICA VIDA PASADA, UN TRISTE PRESENTE Y UNA FELIZ VIDA FUTURA”

    1. Jajaja, pues sí, pero ya hace falta una de esas historia que no es historia porque no hay conflictos, en una Utopía futura, como la que planteo aquí ¡aburrida!, en cambio la de Sumeria, tiene su encanto ¿no? aunque muy triste y frustrante.
      Abrazos gama
      PD ¡gracias por el 5×3!!!

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    1. Hola amiga, gracias, creo que será en enero, me parece que muchos han salido de vacaciones y quizá yo me tome algunos días para resolver asuntos importantes.
      Pero el que sigue sucedió en Teotihuacan, también muy trágico.
      Abrazos de luz y si ya no nos escribimos, ¡Feliz Navidad y Año Nuevo!
      y muchos abrazos de luz

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        1. Gracias hermosa, ahora, en este día no sé qué pensar, qué hacer, ni dónde estoy, luego te platico en qué acaba o sigue la cosa.
          Las vacaciones sólo serán de WordPress, a ver si puedo, porque ¡soy adicta!, jajaja
          Feliz navidad y que el año próximo traiga sólo cosas buenas a todos.

          Le gusta a 1 persona

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