EL MOLDE

Este cuento lo escribí en una época muy distinta de mi vida, lo tenía escrito en papel, había que capturarlo; estaba en 9º lugar en la fila para publicar, pero una conversación con una amiga muy querida, me hizo publicarlo ya; supongo que algunas mujeres se identificarán…

EL MOLDE

Amigas, les quiero comentar algo muy usual, tal vez trivial… pero importante.

Se trata de “el molde”, ¿lo conocen? ¡claro que lo conocen! Viven en él (casi todas las que tenemos pareja vivimos en él), pero pocas mujeres nos damos cuenta.

Todo empieza con un romance, el enamoramiento, el compromiso… y ¡abra cadabra! Ahí aparece; él nos presenta el molde, con el anillo de compromiso o antes, mucho antes.

Generalmente tiene en forma cúbica, a veces tiene más de cuatro lados (el mío tenía 12), pero siempre sus lados son cuadrados.

Puede ser de plástico duro o suave, de madera, de latón, de acero, de piedra o de lo que se les ocurra; el mío era de cristal con aristas de oro, pero… “aunque la jaula sea de oro…”

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Tu compañero te lo puede presentar envuelto de mil maneras; algunos (los más) te los cuelgan del cuello como dijes, sin que te enteres y desde ese momento empieza el proceso: cada vez que te ve o te llama, con una jeringa hipotética (que no hipodérmica) saca un poco de tu esencia y la guarda en su molde (que ahora tú traes colgado al cuello, pendiente de un hilo, una soga o una cadena).

Al principio la sencilla operación de sacar tu esencia para guardarla en su molde puede molestarte o, aún dolerte, pero las mujeres acabamos por acostumbrarnos, sobre todo después de platicar con nuestras amigas (y no digamos nuestras mamás, que son las más apegadas a los moldes) y ellas nos dicen que es “natural” que ellos nos digan:

-No te pintes.

-No te vistas así

-No hables de esa manera, no es de señoritas decentes.

-No deberías caminar así.

-Cuida cómo te sientas.

-¿Por qué hablas con extraños?

-Ese vestido está muy escotado.

Claro que cuando te cases vienen las operaciones mayores.

-Guárdate tus opiniones, a nadie le interesan.

-Tú no sabes nada.

-¡Tú te callas!

-¡Obedece!

-¡No te mandas sola!

-Puedes trabajar, pero sin desatender la casa (eso, si te dan “permiso” de trabajar).

-Tus hijos y yo estamos primero.

-Una “señora” no se comporta así.

-Ahora eres mi esposa, no puedes hacer eso.

Etc., etc., estoy segura de que a muchas les suena conocido.

Con el tiempo toda tu esencia, como lo que tú eres, está dentro del molde y no puede salir; toma la forma que él haya querido darle y no tiene nada que ver contigo. Es como si trajeras otra “tú” chiquita encerrada en un dije invisible que nunca te quitas. Lo malo es que tu cuerpo ya es sólo una cáscara vacía, pues toda tu esencia está en el molde y esa esencia ya tomó la forma del molde.

Casi puedo ver en el pecho de cada mujer su “yo” encarcelado. Algunos duermen plácidamente (los hay en estado de coma), otros miran con nostalgia el mundo exterior con el cual se comunicaban antes de ser encerrados.

Otros, como el mío están furiosos y arremeten contra las cuadradas paredes. A veces funciona y el molde se rompe, pero cuando eso sucede, casi siempre salimos heridas y nuestro compañero se aleja dolido o enojado porque “no lo comprendimos”.

En mi caso sucedió un milagro, pues sin saber cómo, choqué con una energía positiva que desintegró las paredes que me aprisionaban y mi esencia quedó libre: mi “yo” auténtico pudo regresar a mi cuerpo, no sabía por dónde entrar, pero encontró los ojos y así pude ver lo que había pasado; llegó al cerebro y entendí; alcanzó la garganta y hablé y así fue como dejé establecido que yo soy como yo soy y no como alguien pueda querer que sea.

Naturalmente me quedé sola, pero ahora soy presencia y esencia, no sólo un cascarón vacío cuyo verdadero ser está encerrado en un molde de un tamaño y una forma que no le corresponden, porque fue otro quien lo hizo.

Bien amigas ¿alguna reconoció su molde?

Si conoces alguna otra frase común de las que sus parejas dicen a las mujeres, por favor apórtala, ponla(s) en un comentario, seguramente habrás escuchado alguna.

Ciudad de México, enero 23 de 1990.

 

PD.

Como ven, este cuento lo escribí hace mucho, desde entonces las cosas han cambiado, muy poco en algunos temas, demasiado en otros, pero la esencia de lo que digo aquí, creo que, desafortunadamente, sigue más o menos igual.

Ciudad de México, diciembre 5 de 2016.

© Silvia Eugenia Ruiz Bachiller, Puedes copiar y publicar este artículo, siempre y cuando incluyas el enlace al artículo, no lo uses con fines comerciales, no lo modifiques, no quites el © ni este último párrafo que le sigue, enlaces incluidos.

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Imágenes tomadas de internet.

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Silvia Eugenia Ruiz Bachiller, Autora de “TÚ Y YO SIEMPRE”, novela romántica. La historia de amor de Almas gemelas, su karma, reencarnación y regresiones a vidas pasadas.

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