Viene de:
CAPÍTULO IV ERA YO FELIZ
***
Llegamos al hotel, pedí la llave y el recepcionista con cara de circunstancias me dijo, señalando a los sillones de la recepción.
-La están esperando.
Voltee extrañada y me sorprendió ver a mi cuñada y mi cuñado con unas caras de aflicción muy extrañas. me acerqué.
-¿Qué pasó?, ¿por qué esas caras?
Mi cuñada me tomó del brazo y con voz mormada, como si hubiera estado llorando mucho (lo cual ya me decían sus ojos hinchados) me dijo.
-Vamos a tu cuarto.
Me encaminó al elevador, mi cuñado hizo lo mismo con Juan Gerardo, mientras subíamos se miraban los pies sin hablar, mi hijo y yo nos miramos interrogándonos con la vista, porque no teníamos idea de que estaba pasando.
Una vez en el cuarto, directamente le pregunté a Maggy.
-Bueno ¿qué pasa?
Ella tragó saliva y me dijo con voz muy queda.
-Que a Gerardo le dio un infarto…
-¡Quéee?? – al mismo tiempo Juan Gerardo y yo. Habíamos escuchado perfectamente bien, pero no lo queríamos creer.
La tomé por los brazos y casi sacudiéndola.
-¿Y cómo está? ¿dónde está?
Roberto entró al quite, me separó de Maggy y me dijo calmado.
-Está en un hospital, llegando allá nos dan la dirección.
-¿Pero cuál? ¿dónde? – empecé a dar vueltas para rehacer mi equipaje aventando la ropa a la maleta abierta, que había echado a la cama.
-Hijo, guarda tus cosas – casi a gritos al alelado Juan Gerardo, que tampoco sabía cómo reaccionar.
Maggy y Roberto trataban de calmarme, pero yo estaba como ida, funcionando en piloto automático. Finalmente Maggy me tomó del brazo y me sacó del cuarto, me llevó a lo más lejano del pasillo y con cara angustiada me soltó:
-En realidad es peor…
No la dejé terminar, le tapé la boca con dos dedos, me di la media vuelta y caminando respondí.
-No quiero saber, no me digas nada.
Ella me siguió y cuando entramos al cuarto Roberto estaba supuestamente ayudando a Juan Gerardo, pero estorbaba más que ayudar, estaba muy lento. Luego me dijo que iba a pedir un café al servicio a habitaciones.
-Pídelo, pero ya me quiero ir, por favor tómatelo rápido.
El servicio se tardó eternidades, mientras Roberto daba vueltas por la habitación, Maggy estaba sentada contemplándose las manos y Juan Gerardo y yo no sabíamos qué hacer, revisábamos si no se había quedado nada, nos sentábamos, caminábamos, bueno, una tensión que se podía cortar con un cuchillo.
Al fin llegó el servicio a la habitación y yo le pedí a quien nos llevó el café que pidiera nos tuvieran la cuenta lista, que ya íbamos a salir.
Roberto tardó eternidades en tomarse el café, Juan Gerardo y yo lo queríamos sacudir para que se apresurara, al fin terminó y ya no hubo pretexto, bajamos, pagué y en su coche fuimos a la terminal, porque dijo que no podía manejar en carretera, estaba muy nervioso.
En el autobús me senté del lado de la ventanilla; había luna llena, la contemplé todo el camino, pensando… ¡nada! Mi mente estaba en blanco totalmente, no pensaba en el futuro, ni en cómo íbamos a encontrar a Gerardo, ni qué iba yo a hacer, mi mente estaba bloqueada, me sentía como robot. Fueron las 2 horas más largas de mi vida, no quería pensar en el futuro, ni en el presente, no sabía nada, todo estaba borroso, cualquier plan que tuviera había sido eliminado, no había nada adelante, mi próximo paso era a la nada a lo absolutamente desconocido…
Pero como no había aceptado que Maggy me dijera que era eso “peor”, aún no era irremediable, aún había esperanza de… ¿o no?
Llegamos a la casa, Roberto hizo la llamada para preguntar a dónde habían llevado a Gerardo.
Me pidió que la anotara, dijo:
Avenida Juárez…
No tuvo que decir más, lo supe, ahí no había hospitales, sólo una funeraria…
Fin
Ciudad de México, Marzo de 2017.
***
© Silvia Eugenia Ruiz Bachiller, Puedes copiar y publicar este artículo, siempre y cuando incluyas el enlace al artículo, no lo uses con fines comerciales, no lo modifiques, no quites el © ni este último párrafo que le sigue, enlaces incluidos.
***
Imágenes tomadas de internet y Pinterest.
***
¿Te gustó este post? Ponme un comentario y/o un “me gusta” eso me alienta a seguir publicando, es la única recompensa que recibo: el agrado de mis lectores, y si piensas que en verdad vale la pena,
¡COMPÁRTELO!
Sígueme en Twitter
Silvia Eugenia Ruiz Bachiller, Autora de “TÚ Y YO SIEMPRE”, novela romántica. La historia de amor de Almas gemelas, su karma, reencarnación y regresiones a vidas pasadas.
tu-y-yo-siempre-novela-romantica
Tú y Yo Siempre
foto Angel Sosa
Puedes adquirirla en
http://tuyyosiempre.yolasite.com/tienda-en-l%C3%ADnea.php
O pídemela directamente a:
https://www.facebook.com/Serandra
o
serandra2@yahoo.com.mx
No siempre el final es feliz… Gracias por compartir tus letras 🙂
Me gustaLe gusta a 1 persona
Así es, como en la vida, el final de un capítulo no siempre es feliz, ahí es cuando hay que empezar uno nuevo.
Abrazo de luz
Me gustaMe gusta
Leido de principio a final de un tiron.
Muy bueno
Me gustaLe gusta a 1 persona
Gracias, me encanta tu comentario, la verdad es que así es mejor leer los 6 capítulos seguidos, los publiqué cada semana porque estoy escribiendo una novela y para poder dedicarme a ella, sin dejar de publicar, así lo hice.
Al mismo tiempo traté de que cada capítulo pudiera leerse independientemente, no sé si lo logré.
Saludos y gracias por leer y comentar.
Abrazos de luz
Me gustaLe gusta a 1 persona
Por fin …
Eres genial, Silvia
Me gustaLe gusta a 1 persona
Gracias Enrique, pero ¿ningún comentario a ese final?
Abrazo de luz
Me gustaMe gusta
Qué terrible forma de enterarte de algo. Se me pararon los pelos. Entiendo que todos los planes que se hacen no valen nada en un momento como ese.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Nunca sabemos lo que nos depara, no sólo el día de mañana, sino la próxima hora; lo único seguro es la muerte, pero nunca sabemos cuando nos llevará.
Abrazos de luz
Me gustaLe gusta a 1 persona
Mejor es no saber cuándo. Abrazos, querida mía.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Tienes razón, aunque si lo sabes puedes prepararte, en fin, la verdad, no sé si yo quisiera saber cuándo será mi fecha de caducidad, jajaja.
Abrazo de luz
Me gustaLe gusta a 1 persona
¿Quién sabe qué es mejor? Abrazos.
Me gustaLe gusta a 1 persona
No lo sé, yo no.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Jajajajaj… Estas cosas son como deben de ser, supongo.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Claro.
Me gustaLe gusta a 1 persona
No sé si éste es el final….Pero el dolor del desgarro lo sentí desde el primer capítulo.
Se dice que con cicatrices se puede seguir viviendo, no con heridas abiertas..
Muy bueno mi querida Silvia..
Me gustaLe gusta a 1 persona
Hola mi querida Stella, gracias por tu comentario.
Éste fue el final no de un capítulo, sino de una novela (he pensado hacer estos cuentos como novela, expanderlos), siguen otras, la vida sigue y hay que vivirla aunque se nos vayan seres queridos, aunque nos cambie la vida 180º, debemos seguir y seguimos, cerramos las cicatrices para poder ir adelante.
Abrazo de luz.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Muy bien tirado, hurgo más por aquí.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Eres bienvenido, paséate por todo el blog, espero comentarios.
Abrazos de luz
Me gustaMe gusta