CAPÍTULO III, DADO DE ALTA

Viene de Capítulo II, SCORPIO, EL TAROT Y SUS PREDICCIONES

Seguíamos mal en nuestro matrimonio, ya no era como antes, ya no había armonía; ya no salíamos a comer o cenar varias veces a la semana; yo me dediqué a escribir una novela que me tenía obsesionada, me levantaba directo a la máquina de escribir, la ventaja es que tenía yo quien hiciera todo en la casa, ella, ese ángel que me ayudaba, me llevaba el desayuno al escritorio donde me pasaba todo el día escribiendo, me molestaba que me interrumpiera para preguntarme qué hacía de comer; mi hijo adolescente comía en la casa, con un amigo suyo que teníamos casi viviendo con nosotros como “invitado” y yo a veces ni comía, por escribir y escribir. Tenía yo la mesa llena de libros abiertos, donde buscaba datos para la novela, el escritorio igual, no había espacio casi ni para la pila de hojas que sacaba yo, una tras otra.

Sólo en la noche, a la hora que pasaban en la televisión una serie que nos gustaba a Juan Gerardo, mi hijo, y a mí, es que merendábamos juntos, platicábamos un poco y él se iba a escuchar su música a su “baticueva” como llamaba a su recámara.

Mi marido llegaba totalmente bebido como a las 3 ó 4 de la mañana, cuando yo aún estaba escribiendo, casi no hablábamos, si yo podía evitarlo y se iba a dormir la borrachera a la recámara de los huéspedes, porque hacía tiempo que no dormíamos juntos.

En tiempos pasados ambos nos mostrábamos lo que escribíamos y nos hacíamos sugerencias o críticas constructivas, pero como estaban las cosas, esta novela no se la mostraba, aunque sabía que en las mañanas leía lo que había yo escrito el día anterior, pero no me la podía criticar (constructiva o destructivamente), porque yo no se la enseñaba. Eso generaba más tensión entre nosotros.

Cuando ya estaba a punto de terminar la novela y se acercaba la fecha límite para el envío a un concurso, llegó el día de nuestro aniversario, cayó en domingo y como todo buen matrimonio que se respete, Gerardo y yo salimos a comer, ambos pensando que no iba a ser una experiencia grata, pero teníamos que pasar por ella, afortunadamente nos equivocamos, ya que volvimos a ser como antes, platicamos muy a gusto de temas que nos interesaban a los dos y al salir, voltee a verlo y dije:

-Me la pasé muy bien, como antes, muchas gracias.

-Yo también me la pasé muy a gusto, ¿te parece que hagamos las paces?

-Por mí encantada ¿vamos a oír mariachis?

Fuimos y yo estaba muy contenta (ese día sí me tomé algunas copas) y con mucho ambiente en el bar de mariachis al que fuimos. Algunas parejas bailaban en su lugar y yo quise hacerlo también, pero él no quiso,

-Ven, vamos a bailar.

-No, no tengo ganas.

-Anda, ven, vamos a divertirnos.

-Ya te dije que no, mejor siéntate y tranquilízate.

¡Bonito anticlímax! Ya que nos habíamos contentado, pero en fin, me senté con cara de aburrimiento y enojo al mismo tiempo y en 5 minutos le dije.

-Para que estés así, mejor vámonos.

Finalmente acabamos enojados de nuevo y al llegar a la casa cada quién tomó su camino y así acabó nuestro festejo de aniversario, medio bien, medio mal, de todos modos, ya se había roto el hielo, el resultado al día siguiente, fue que estuvimos más cordiales.

El lunes siguiente desayunamos juntos y él aprovechó para decirme:

-Hoy voy a ir al cardiólogo para un nuevo chequeo, creo que todo va bien.

– Me da gusto, ¿a qué hora vas?

-Temprano, porque en la tarde tengo dos juntas.

-¿Me avisas lo que te diga?

-Claro, te llamo.

-Gracias –le di un beso de despedida, porque ya iba saliendo para la oficina, y yo me fui rápidamente a seguir escribiendo mi novela, la que ese día iba a terminar, al fin, y la iba a enviar a un concurso, la fecha límite era ese mismo día a las 5 pm.

-Por cierto, necesito algunas fotocopias ¿me las puedes sacar en la oficina?

No le gustó mucho la idea, me di cuenta.

-No, pero dámelas y mando al chofer a que las saque en alguna papelería, sé que la tienes que mandar hoy y estás atrasada.

Le sonreí –Sí, algo atrasada y me quitaría tiempo ir a la papelería a sacarlas – le di las hojas que necesitaban ser fotocopiadas. Necesito 4 copias de cada una-aprovechó para darme otro beso en la mejilla y las guardó en su portafolios.

Dos horas más tarde, él mismo me las llevó, no el chofer, y me ayudó a separarlas, como estaba yo hincada en el piso con las 4 pilas de hojas a mi alrededor, se rio y preguntó.

-¿Y ahora qué vendes?

-Jajaja, papeles, ¿cuántos quieres?

Se sentó en el suelo a ayudarme a hacer los 4 tantos que necesitaba, 3 para enviar al concurso, 1 para quedarme con él. Terminamos y me preguntó si quería que la llevara el chofer, que lo estaba esperando afuera.

-Gracias, pero no. Quiero vivir la emoción de llevarla –vi el reloj- jajaja a última hora, , nerviosa, viviendo el momento de que me den el comprobante minutos antes de la hora límite. Voy a engargolar las copias, meterlas al sobre y llevarlas a Estafeta, apenas tengo tiempo.

Él sonrió y me dijo –Buena suerte.

Envié la novela apenas a tiempo, a las 4:50 pm., mi hijo me acompañó y me quedé con ganas de celebrar haberla terminado y mandado, así que, desde un teléfono público, llamé a Gerardo, pensando que ya no sería aguafiestas.

-Listo, ya la envié, tengo ganas de celebrar ¿vamos a bailar?

Silencio al fin roto por unas palabras que no me gustaron –No, disculpa, hoy no tengo ganas.

-Tú nunca tienes ganas, está bien. Nos vemos en la noche – pensé que seguramente de nuevo iba a llegar tarde y borracho – Por cierto, no me has dicho lo que te dijo el doctor Matsumoto (un cardiólogo, recomendado por Armando, nuestro médico de cabecera).

-Me dio de alta hoy.

-¿De alta? – me extrañó que en una enfermedad cardiaca dieran de alta a un paciente que no estaba en el hospital, pero bueno ¿qué sabía yo de esas cosas?

-Ok, qué bien, bueno, nos vemos en la noche.

Llegó temprano y se acostó, yo seguía con ganas de celebrar y él me fallaba como cuando estudié mi carrera, ya casados, y quería yo celebrar haber pasado un examen difícil, nunca contaba yo con él y esta vez tampoco, pero ahora tenía yo un as en la manga, mi hijo adolescente.

-Juan Gerardo, me acompañarías a celebrar la terminación y envío de la novela?

-¡Claro mamá! Por supuesto, ¿quieres ir a bailar?

-Esa pregunta ni se pregunta, vamos a la casa para arreglarme – y diciendo y haciendo, con una última mirada a la sucursal de Estafeta donde había enviado mi novela, entramos al auto y nos dirigimos a casa.

Gerardo llegó temprano ¡milagro!, pero no me iba a echar a perder la celebración, ya casi estaba yo arreglada.

-¿Entonces, no quieres ir? Voy a ir con Juan Gerardo.

-No, diviértanse, a ver quién cansa a quién.

-Creo que todavía puedo cansar a un jovencito, jajaja – Recordé los tiempos en que cansaba yo a más de una pareja de baile, era yo incansable.

Resultó que mi hijo me heredó, ninguno se cansó, hasta que empezaron a parpadear las luces, indicando que ya iban a cerrar, salimos y fuimos a cenar a un Vip’s. Estábamos muy contentos, con la adrenalina hasta arriba. Cuando llegamos Gerardo ya había apagado la luz, no quise despertarlo.

Al día siguiente me levanté tarde y no lo vi cuando se fue. Pero a medio día me llamó.

-Mañana van a venir mi sobrina Denise con mi hermana y mi cuñado, porque van a recoger un auto en la agencia, como conozco al dueño, le conseguí buen precio, por eso vinieron acá a comprarlo.

-Ah, qué bien ¿van a venir a comer a la casa?

-No, se quieren regresar temprano, pero te voy a pedir un favor.

-Dime.

-¿Por qué no aprovechan tú y Juan (nunca le decía el nombre completo) y se van con ellos a la Ciudad de México a buscarle departamento al chamaco? Como se va a ir a estudiar allá, necesita dónde quedarse, pero no confío que él elija algo conveniente ¿lo acompañarías?

-¡Claro! ¿por qué no me lo pidió él?

-Tal vez preferiría ir solo, pero no creo que sea lo mejor, por eso si se van con mi hermana y familia, hay pretexto de que vayas tú también.

-Está bien ¿él ya lo sabe?

-Va a venir al rato y se lo voy a decir.

-Ok, mañana iremos a México.

Ese viaje…

Continúa en el Capítulo IV Era yo Feliz.

 

Ciudad de México, Siglo XXI

 

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© Silvia Eugenia Ruiz Bachiller, Puedes copiar y publicar este artículo, siempre y cuando incluyas el enlace al artículo, no lo uses con fines comerciales, no lo modifiques, no quites el © ni este último párrafo que le sigue, enlaces incluidos.

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Imágenes tomadas de internet y Pinterest.

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Silvia Eugenia Ruiz Bachiller, Autora de “TÚ Y YO SIEMPRE”, novela romántica. La historia de amor de Almas gemelas, su karma, reencarnación y regresiones a vidas pasadas.

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7 comentarios en “CAPÍTULO III, DADO DE ALTA”

    1. Hola mi querida Stella, los estoy publicando uno por semana, mientras me dedico a escribir una novela de amor con mayor grado de dificultad, porque me retaron a escribirla desde el p unto de vista masculino y además ahora el retador quiere «meter su cuchara», así que está un poco complicada, pero ahí vamos y mientras se supone que sólo publicaré una vez a la semana.

      El capítulo IV sale hoy 27 de marzo, 2017 a primera hora, en el primer minuto (hora de México centro), espero lo leas la primera, Por supuesto que habrá Capítulo V, no sé si siga con el capítulo VI, todo eso era para una novela (otra), por lo pronto lo publico como saga de cuentos.

      Lo más interesante empezaría en el Capítulo VI, pero por el momento estoy con la novela, después seguiré con Capítulo Prohibido y también con Sussy, que ha quedado pendiente.

      Muchas gracias por leerme, por estar pendiente y, sobre todo por comentar.

      Me gustan tus microrelatos, acabo de disfrutar uno.
      Abrazo de luz

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