» V L A D «

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VIERNES 17 DE MARZO DE 1995.

Valeria sintió la profunda mirada desnudándola, no sólo el cuerpo, sino también el alma. Su incomodidad era evidente.

-¿Te sientes mal?- preguntó Margui, acercándose a su amiga y ofreciéndole una copa.

-No, pero sí un tanto extraña… – disimuladamente miró hacia el bar, donde estaba ese extrañísimo hombre -¿quién es él?

Margui sonrió con complicidad – un europeo recién llegado, se llama Vladimir le comte de Walakia, o algo así, pero le dicen Vlad. Acaba de quitarle la migraña a la anfitriona; estuvimos a punto de cancelar la fiesta porque ella se sentía mal, pero él subió y…- sonrió pícaramente mirando a su amiga por sobre su copa de champaña.

Valeria tomó una copa de la charola y antes de llevarla a sus labios también sonrió, comprendiendo

-…Y se le quitó la migraña.

-Sí- Margui rió  levantando los hombros.

Valeria, con más mundo, observó al extraño, pero atractivo hombre desconocido entrecerrando los bellos y perfectamente bien maquillados ojos.

– Pues a mí también me la quitaría con sólo una mirada… pero no quisiera probarlo, me da miedo.

-¿Miedo, pero ¿de qué?, es un galanazo; raro, sí, pero… -volteó a mirarlo por sobre su hombro -yo sí le entraba.

-Falta ver con quién quiere él, ¿no?- olvidando el miedo, su voz sonaba segura, como siempre que Valeria se proponía algo.  

Bueno – Margui se alisó el vestido ajustadísimo a la altura de las caderas -podemos ayudarlo un poco, ¿verdad?

Valeria asintió casi imperceptiblemente y las dos se encaminaron hacia el bar, ambas derramando sensualidad por todos los poros. Se colocaron una a cada lado, como escoltándolo, y él recibió dos sonrisas como bofetadas.

Los extraños ojos masculinos, rodeados de enormes pestañas y pequeñas ojeras brillaron, burlones. Tenía una mirada suave-dura, amorosa-cruel, tierna-cínica, llameante e hipnótica, que de alguna manera parecía ser lo único viviente en esa pétrea faz cortada a hachazos. Visto de cerca no era tan guapo, pero sí mucho más atractivo, con una atracción difícil de definir: ¿animal?, ¿espiritual?, ¿o simplemente sensual?

Les devolvió la sonrisa como si hubiera estado esperando años para verlas, las lucecitas de sus ojos enviaban mensajes; ellas escucharon todas las palabras amorosas y eróticas que siempre habían soñado escuchar del hombre amado. Vladimir no había abierto la boca. Tomó a ambas por la cintura y salieron al jardín.

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Margui hizo el clásico comentario -qué hermosa luna llena.

Valeria supo que le llevaba ventaja a su amiga -¿De dónde eres?

-De una pequeña aldea llamada Lupeni, en los Cárpatos.

A Valeria le sonó familiar el nombre y empezó a buscar en su memoria, pero justo cuando sonó una alarma en su cerebro, él le sonrió y ella olvidó todo.

-¿Y a qué te dedicas?

-Bienes raíces. «la tierra», como diría un holandés.

-¿Te agradan los holandeses?

Salieron chispas de sus ojos – los odio, son demasiado entrometidos. Mejor hablemos de ustedes, ¿son amigas?, o se llevan bien.

Las dos rieron de la ocurrencia, Valeria contestó -Ambas cosas.

El las estudió por unos segundos antes de arriesgarse.

-Si las invito a las dos a mi casa, ¿aceptarían?

Margui se dejó ir -Sí.

Valeria, en la semi penumbra, trató de verlo a los ojos y vio tantas promesas, que decidió «…te prefiero compartido…» y movió afirmativamente la cabeza. Eso le agradó más a Vlad y en ese momento se estableció la complicidad con ella; la otra mujer iría de relleno, aunque fuera la más joven, sexy y audaz, porque también era la más inexperta.

Llegaron a una casa muy antigua en Coyoacán, Valeria hubiera podido jurar que fue una de las primeras que construyeron los españoles justo al término de la Conquista, sus muros de piedra eran muy gruesos y, a pesar de la decoración elegantísima, básicamente Chippendale, se percibía una sensación de humedad y un olor a encerrado.

Los recibió un mayordomo un tanto lúgubre. Las dos mujeres se miraron a los ojos con algo de interrogación ¿miedo? Se dieron valor una a la otra y se dejaron conducir por Vladimir, que nuevamente las había tomado por la cintura, comunicándoles un cierto calorcillo extraño, más allá del usual en el roce macho-hembra al inicio de un ligue.

-Iván, súbenos champaña rosa, Törley, 1890, Extra Rubin.

-No conozco esa champaña- Margui se le untó al hablar. Desde su estatura, él le sonrió.

-Es húngara, de la primera cosecha, ¡la mejor!- Margui le creyó.

Mientras, Valeria estaba husmeando en la otra habitación. El fue allá, se le acercó por la espalda y, cosquilleándole la nuca con su cálido aliento, preguntó:

-¿Te gusta esta cama?, mira su dosel, es de seda de Samarkanda y tiene varios siglos, la colcha es de piel de ciervo nonato y las sábanas de satín- mientras hablaba hacía los arreglos necesarios e invitantes. Valeria intentó ganar tiempo.

-Samarkanda, piel de ciervo, satín, ¿no es una mezcla extraña?

-Lo extraño es lo más interesante- se volvió hacia ella -He viajado mucho tiempo. Tengo objetos de alrededor del mundo y me agrada integrarlos- extendió el brazo y abarcó la habitación -todo tiene el mismo origen.

-¿Cuál?

-¿No lo sabes?- se acercó más a ella, que pudo percibir su aliento ardiente y con aroma de deseo. Valeria dio un paso atrás, pero tropezó con la cama y perdió el equilibrio, mientras él seguía acercándosele. Quedó sentada, contemplándolo hacia arriba; no quería desprender la vista de sus ojos, porque casi frente a los suyos podía sentir algo mucha más interesante… demasiado interesante.

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El se reclinó para tomar sus manos y volteando las palmas hacia arriba, apenas las rozó con sus labios. En ese instante el control de Valeria se esfumó como bruma al sol; Vlad se había adueñado de su voluntad.   Cuando ella estaba esperando iniciar el camino del deseo, entró Margui para decirles que la champaña estaba dispuesta en la otra habitación.

Vlad volteó y casi la fulminó con la mirada, ayudó a Valeria a levantarse y los tres se encaminaron a saborear la alegría en burbujas.

Después del ritual del descorche y de llenar las copas de las dos mujeres, él se alejó para verter algo en la suya, antes de elevarla para brindar «por la belleza».

Las infinitas luces del candelabro se reflejaron en sus ojos y en la copa de opaco líquido escarlata, formándose un triángulo de reverberaciones que impactó a Valeria, mientras Margui apuraba hasta la última gota y distraía la atención de le comte para pedirle más. Este, con exquisitos ademanes volvió a llenarle la copa, pero volteando hacia Valeria, le preguntó con la mirada:

-¿Qué hacemos con ella?

Valeria captó el mensaje, se encogió de hombros y le hizo la seña de emborracharla. Vladimir torció la comisura de sus delgados labios aceptando la travesura y se quedó junto a Margui para volver a servirle la alegría líquida, que para ella iba a convertirse en líquido sueño.

Ninguna de las dos notó que le comte vertió unas gotas de somnífero en la copa; después se volvió hacia Valeria con sonrisa pícara y la invitó a beber con él en su recámara. Margui ya estaba casi dormida y no iba a ser obstáculo.

Al cerrar la puerta de la recámara bajó la intensidad de las luces hasta casi dejarla en penumbras. En la mesita de centro había otras dos botellas enfriándose.

-¿A mí también vas a emborracharme?- su mirada era retadora e invitante.

-¿Hace falta?

-Hmmm… no sé…

-Vamos a averiguarlo. Ven, siéntate conmigo en el sofá, pero permíteme ponerme cómodo- se quitó el saco y la corbata y abrió un poco su camisa. Al contemplar el bello torso masculino, ella percibió su propia cálida humedad y su respiración se aceleró más cuando bajo la blanca camisa de seda descubrió una alfombra de ensortijados vellos negros, que la hicieron estremecerse de deseo. El lo notó y le pidió en un susurro:

-¿Puedo quitarte los zapatos?

Valeria sabía su cuento, lo miró coquetamente.

-Estás muy lejos.

-Me acerco con una condición: que tú me quites la camisa.

Ella rio -me sonó a amenaza… ¿o fue promesa?

Se acercaron poco a poco, él se inclinó para quitarle las zapatillas de altísimos tacones, mirándolas con algo de frustración: no eran cerradas, sino de tiritas. Las contempló un segundo y con un suspiro susurró para sí mismo -ya nada es como antes- Como no servían para beber champaña en ellas, las arrojó hacia atrás y se acercó un poco más para que ella pudiera cumplir su parte.

Valeria, con manos temblorosas, empezó a desabrochar los botones, pero antes de terminar, su creciente pasión la hizo introducir los dedos en el tupido vello del viril pecho; Vlad la tomó por la cintura y, como si fuera una pluma, la colocó hincada a horcajadas sobre sus piernas al mismo tiempo que subía su vestido recorriendo lentamente la parte posterior de sus muslos, hasta llegar a lo que hubiera querido morder de tan carnoso y suave, apoyando ahí sus manos, la atrajo bruscamente hacia él, hasta poder percibir, a través de la ropa, la tibia humedad femenina.

Su boca lo buscó exigiendo entregarse, pero Valeria no pudo encontrar sus labios y, extrañada, abrió los ojos; estaban muy cerca de los suyos, pero él no le permitía alcanzarlos, esquivando cada movimiento que ella hacía para acercarse, enardeciéndola más con el deseo no cumplido, hasta que al fin se fundieron en un beso que era más como querer devorarse el uno al otro, empequeñecerse y entrar en la otra boca hasta fusionarse con el otro. Fue algo decisivo y no una simple promesa.

Con las toscas y a la vez delicadas manos, él guiaba sus caderas, haciéndolas efectuar movimientos tan sensuales, que ella lo logró varias veces, mientras ambos ronroneaban, gemían, gruñían.

En la calma que siguió a la tempestad, Vlad le susurró al oído -¿Cómo quieres que nos amemos?

Con la mirada aún perdida, ella no pudo contestarle. El volvió a preguntar, pero ahora sugiriendo:

-Podemos fundirnos, comernos o amarnos. ¿Tienes alguna preferencia?

-¡Ámame!

Con una sonrisa siniestra, él la tomó en sus poderosos brazos.

-Vas a confiar en mí totalmente, relájate, voy a llevarte a la cama, tú no debes hacer ningún esfuerzo, sólo déjate amar. Sé sumisa, tierna y obediente- la depositó suavemente en la cama -dulce y femenina; te vas a entregar completamente a mi voluntad y vas a…

Ella se incorporó -No puedo.

Vlad se irguió separándose un poco de ella -¿Cómo que no puedes?- la dulzura se volvió aspereza.

-No, yo no soy así, yo tengo que amar activamente, soy muy apasionada…

Cubrió los suaves y femeninos labios con dos dedos -shhh. Haz lo que te digo, preciosa, eres hermosa- su voz era nuevamente dulce -bella, tu piel es suave, como debes serlo tú.

Mientras le susurraba las palabras más tiernas, acariciaba delicadamente todo su cuerpo sin olvidar manos, codos, pies, rodillas y otros lugares que no se consideran erógenos, pero que Valeria descubrió que sí lo son. Ella empezó a responder apasionadamente, la respiración cada vez más acelerada, hasta que él detuvo sus caricias y mirándola como un maestro a su pequeña alumna le murmuró:

-Controla la respiración, cálmate y entrégate a mí cuando exhales, no cuando inhales.

Ella no entendió nada; necesitaba más caricias, llegar una y otra vez a la cima, pero él la retuvo hasta que lo obedeció y respiró como él se lo ordenaba. Para el volcán que era Valeria, eso era como querer controlar la erupción de lava poniéndole un grifo y esperando que saliera un chorro de agua tibia; lógicamente, ella perdió la excitación, pero parecía que eso era lo que él quería porque, sin inmutarse siguió acariciándola y diciéndole cosas bellas.

Valeria pensó que, aunque ella siempre había dicho que el día que encontrara a un hombre que la amara tiernamente, sin querer llegar al final de inmediato, habría encontrado al hombre ideal, ahora no estaba gozando como ella podía hacerlo; claro, él era tierno y dulce, pero a la vez impositivo y, como no la dejaba excitarse, ella tenía tiempo para pensar y no le gustaba pensar cuando hacía el amor… lo sentía acariciarla y lo escuchaba decir cosas bellísimas, pero estaba fría… él la quería fría.

Vlad le pidió que lo acariciara en la misma forma y ella lo obedeció; sentía algo de ternura, pero no lo que esperaba cuando empezaron a acariciarse. En otras circunstancias tal vez esto fuera lo mejor, pero como ella había esperado una apasionada relación sexual, era algo frustrante. Para ella el amor tenía que ser embriagante; si no perdía la cabeza, si no se volvía loca, si estaba lúcida, le era difícil darse, porque su mente no se lo permitía.

El ¡al fin! se dio cuenta y le preguntó si quería pasar a la segunda lección.

-¿Y cuál es?

-Comernos, ¿quieres?, pero tienes que confiar en mí y dejarme hacer todo lo que quiera.

Ella lo miró a los ojos y, aunque sintió miedo, aceptó porque, como iban las cosas, ya estaba pensando que él había perdido su … oportunidad, así que casi cualquier cambio podría ser bueno.

-De acuerdo.

Empezó por besarle la nuca continuando hacia un lado del cuello; ahora sí su respiración era acelerada y sintiéndolo casi jadear, Valeria volvió a excitarse y a responderle. Fue entonces cuando sintió un punzada en el cuello, fue larga, dolorosa y húmeda, pero placentera, excitante. Conoció una sensación extraña, un como irse desvaneciendo poco a poco, como ir entrando en una bruma roja…en un remolino escarlata… se le olvidó que quería excitarse y entró poco a poco en un mar rojo sangre… hasta que llegó al final.

                                              – 0 –

Margui se despertó. Aún medio dormida llamó a su amiga y a le comte.

-¡Valeria!, ¡Vlad!

El conde se acercó a ella.

-Aquí estoy, preciosa, junto a ti. Valeria se sintió cansada y se fue a su casa, lo cual me da la oportunidad de tenerte para mí solo, sin estorbos.

-¿De verdad se fue?- Margui se restregó lo ojos, con un ademán de niña pequeña.

-¡Claro!, ¿No me crees? – la miró a los ojos profundamente, tanto, que ella se estremeció. Se estiró sensualmente y se levantó del love-seat donde había dormido, preguntando sin mirarlo.

-¿Le hiciste el amor?

-No, es muy mala alumna, a la segunda lección se me fue.

Margui se sentó en la cama -¿así que das lecciones?- mirada coqueta y retadora -¿tan bueno eres?

-¿Quieres probar?

-¿Y qué me enseñarías?

-A Valeria le di a escoger: comernos, amarnos o fundirnos; escogió las dos primeras, pero ya no aguantó la última – su mirada atenta denotaba un gran interés en su respuesta – ¿qué quieres tú?

-La que ella se perdió, pero hoy no puedo… tú entiendes, ¿verdad? – se sonrojó.

El asintió, comprensivo -¿peligro, o la ola roja?

-lo segundo- bajó la mirada tímidamente.

Vlad se sentó junto a ella y le tomó dulcemente la mano -¡mi amor!, no te preocupes, a mí me parece perfecto… aunque preferiría primero comerte, ¿si?

-Pues si a ti no te importa, yo no tengo inconveniente.

El la atrajo hacia su pecho y empezó a acariciarla suavemente, diciéndole lo mismo que a Valeria: «tienes que ser suave, sumisa, obediente, confiar totalmente en mí y dejar que te ame como nunca has sido amada»

El carácter de Margui era más dócil que el de Valeria y como aún se encontraba bajo los efectos del somnífero y la champaña, a todo dijo que sí.

Vlad comenzó el ritual de acariciar todo su cuerpo y la fue desnudando poco a poco, pero con tanta lentitud, que ella tampoco reaccionó; sin embargo, lo dejó hacer. Vlad se colocó a horcajadas sobre ella y se fue acercando a su cara; Margui lo veía venir y no sabía si quería alejarlo o besarlo, pero como él le había ordenado ser pasiva, sólo lo acarició con la mano. el la besó en la frente y siguió besando todo su cuerpo, hasta llegar al Monte de Venus, entonces le pidió:

-Rodéame el cuello con tus piernas- Margui obedeció y él la hizo llegar a alturas increíbles, en las que todo lo veía como un oleaje rojo, que a veces parecía sangre, a veces lava.

Percibió que Vlad deslizó la boca hacia su ingle izquierda, besándola de tal manera que la excitación la hizo gritar… y entonces sintió el dolor, un agudísimo dolor, como si un par de agujas quemantes se hubieran introducido en su carne. Extrañamente, le causó placer y las sensaciones de lava y sangre la envolvieron, cubriéndola hasta que sólo fue una pequeña gota de sangre en medio de esa marea roja…

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***

EL PERIODICO DE LA TARDE

DESCUBREN DOS CADAVERES EN CASA ABANDONADA

 

Lunes 20 de Marzo de 1995.

Esta mañana fueron encontrados los cadáveres de dos mujeres en una casa que ha estado abandonada desde principios de siglo, ubicada en Coyoacán.  

 Ambas mujeres presentan dos heridas punzocortantes, la más joven en la ingle izquierda y la otra en el cuello.

Al parecer, toda la sangre les fue extraída limpiamente a través de esas heridas.   No hay signos de violencia, ni pistas del asesino.

                                              – 0 –

Vlad leyó la noticia, terminó su «Bloody Mary» y le tendió el periódico a Iván.

-Archívalo junto con los otros.

 ***

Ciudad de Puebla, Abril de 1995.

(Ciudad de México, 22 de enero, 2016, editado cambiando el nombre de las protagonistas por el de dos amigas actuales: Marguimargui y Valeria, para elegir quién sería quién, lo hice cambiando por el de Margui el nombre que empezaba con «M»: Mónica y por el de Valeria, el que tiene en él «V»: Ivette, espero les haya gustado amigas Margui y Valeria).

***

© Silvia Eugenia Ruiz Bachiller, todos los derechos reservados.

Imágenes tomadas de internet y Pinterest.

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29 comentarios en “» V L A D «”

  1. Realmente se puede decir que el vampirismo existe en pleno siglo XXI, hay muchos artículos que demuestran, que existen sociedades para tal fin, aunque no llegan al extremo de tener que matar, para adquirir la sangre de un humano, o quizás cuando se hacen ritos satánicos, si se requiere, pueden sacrificar a personas
    Hay estudios en que la sangre humana, sana y además alimenta el libido de la persona, a tal punto que no les importa el sexo de la persona, con tal de saciar su apetito sexual, no obstante se ha demostrado, que dependiendo de las dosis, puede alcanzar peligrosidad para ell@s mismos.

    Este relato, que tiene un alto porcentaje de sensualidad y belleza, nos hace plantearnos, que en ocasiones hay que ser muy objetivos y guiarnos por nuestro instinto, aunque en este caso pudo más el deseo, que escuchar el mensaje, de su interior, que les anunciaba el peligro que corrían, pues al final, pierden la vida por su inconsciencia, se puede decir que ambas murieron con una muerte dulce como algunos lo definen cuando se están desangrando.
    Del mismo modo que en algunas enfermedades, necesitan beber su propia orina, quizás también es licito beber su propia sangre o la de otros, aunque claro está con el consentimiento del donante, hay estudios médicos que aportan mucha información al respeto, aunque existe un riesgo enorme a ser infectados por muchas pruebas que se hagan al donante.

    Las apariencias de algunas personas, esconden grandes secretos, nunca deberíamos entregarnos tan inconscientemente, sin medir las posibles consecuencias y sobe todo cuando el subconsciente nos alerta.

    Un relato de vampirismo, que está mas vigente de lo que nos imaginamos y espero que si alguien es bebedor de sangre humana, no tenga que cargar con la muerte de su donante.

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  2. ¡Uaaaarrrr! Vampierótico relato, excitante y terrorífico, sí señora (5).
    Pero no está bien que te nos hayas cargado a Valeria y a Margui 😛 jajaja. —O mejor, risa terrorífica, ¡muajuajuajua!— Y lo del mayordomo Iván, por un momento me ha recordado a Igor, el de «El jovencito Frankestein», pero se me ha pasado enseguida con esa efusiónsanguilenta.
    Sigo por aquí un rato, que tengo algunas entradas pendientes 😉
    Un abrazo mega gama.

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    1. Hola Paco, gracias por el comentario y la calificación.

      L@s protagonistas casi nunca salen bien librados (y en tus cuentos, ¡menos!, jajaja), por eso les tocó morir a Margui y a Valeria.
      Me encanta que las pesques al vuelo, en efecto Ivan es un homenaje a Igor en Frankestein, no sé cuántos lo hayan captado, pero tú fuiste el único, hasta ahora que me lo ha dicho.
      Abrazos mega gama y gracias por tu comentario.

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  3. Basado en un hecho real. Una historia que se puede adaptar perfectamente al hallazgo de los dos cadáveres encontrados.
    Creo en el vampirismo, y en la escritora donde el erotismo se une a la docilidad de las dos mujeres, y redondean una historia creíble.
    Muy bueno Silvia.
    Buen fin de semana…

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