SUSSY Y SUS HISTORIAS/ EUROPA/VENECIA

 Viene de:

https://serunserdeluz.wordpress.com/2016/11/28/sussy-en-europamadrid/

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Llegaron al aeropuerto de Venecia, Ernesto los reunió para dirigirse al hotel, todos estaban emocionados por estar en esa bellísima y antigua ciudad en el agua, los originarios de Ciudad de México, recordando que su antigua ciudad de Tenochtitlan también era una ciudad en el agua, tenían más ganas de verla y vivirla.

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El transporte sería en el Vaporetto, por el Gran Canal, pero los que quisieran pagar, podrían ir en góndola.

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Los solteros decidieron tomar  el vaporetto, para ir en grupo, y seguir el coqueteo de todos con todas, aunque ya se empezaban a formar parejitas:

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Ernesto, el guía, con Lulú ya casi era un hecho.

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Marta (pasada de peso, muy simpática), aceptaba las galanterías de Lorenzo, el “güerito” del grupo; era la compañera de cuarto de Lulú, (chiquita y delgadita que desde el principio “ligó” con Ernesto, el guía) y esas dos parejas ya estaban definidas al llegar a Venecia”. (A las dos chicas, juntas, las llamaban la gorda y la flaca).

La pobre de Patricia (la pelirroja), compañera de cuarto de la solterona Cristina, se desvivía por Fernando, el mulato de Guadalajara, que era bastante atractivo, pero las atenciones de él eran para Sussy, que las aceptaba, pero muy superficialmente. A ella más bien se le iban los ojos tras Javier, que a su vez, andaba tras ella, se percibía el interés mutuo de Sussy y Javier, pero aún no se veía claro.

Pepe coqueteaba con todas, pero con más intensidad con Lulú y Sussy, si bien ninguna de ellas le hacía caso.

Guillermo, Memo, como le decían todos, (el serio, de quien se cuestionaba su orientación sexual) no se interesaba por ninguna, era el compañero de cuarto de Javier, de quien no se podía dudar de su virilidad, muy alto, muy fornido, moreno, con un color de piel que encantaba a Sussy, pelo negro que llevaba muy cortito (sólo le faltaban los ojos verdes para cumplir los requisitos de Sussy para su hombre ideal, pero compensaba el color con una mirada pícara y coqueta), agradable y dicharachero, a veces serio, pero siempre intenso (eso era lo que atraía a Sussy, pero lo alejaba de su mente, ella sólo iba a pasear, a aprender, a conocer y, sobre todo, a olvidar; no quería meterse en otro lío amoroso, pero… Javier era muy atractivo).

Carmen, la casada, no contaba en el asunto de las parejas, como tampoco Ana, la solterona amargada, así que eran 4 parejas y sobraban Pepe, con demasiado interés hacia todas y Guillermo con falta de interés hacia las muchachas.

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Llegaron a la hora del almuerzo y los solteros (como se les conocía en el grupo) decidieron ir a la Plaza de San Marcos a alguno de los cafés de la tan famosa plaza, para contemplar la magnificencia de la Basílica de San Marcos, a la vez que los muchachos harían lo posible por conquistar a las chicas (con total anuencia de ellas… o más o menos).

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Los muchachos ya se habían puesto de acuerdo para separarse por parejas. Al llegar, Javier tomó del brazo a Sussy y le dijo al oído.

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-¿Cuál café te gusta más? Dejemos a los otros que se vayan por su lado.

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Sussy volteó hacia arriba (él era muy alto) y lo miró con un poco de extrañeza.

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-¿El Café Florian es muy obvio?

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-Jajaja, a donde quieras preciosa.

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-Es el café más antiguo de Venecia y dicen que del mundo ¿quieres ver sus pequeños salones con una hermosa decoración antigua?. Dicen también que el servicio es impecable y los precios altos.

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-Yo pago mi consumo.

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Javier le lanzó una mirada de extrañeza – ¡pero por supuesto…! que ¡NO!

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No se decidían si quedarse en el exterior escuchando la música en directo o entrar al antiguo local con muebles de época y decoración al tono. Entraron a ver la decoración, pero decidieron comer afuera en una mesa de la terraza para escuchar la música en vivo y ver pasar a la gente, aunque su costo subió bastante.

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-Se sentaron frente a la basílica de San Marcos, comentaron sobre ella y luego cosas más personales, Sussy se enteró que él vivía en el León, Gto., bastante lejos de ella (cerca de donde vivía Jaime) y que había vivido en la Ciudad de México pero no le gustaba. Al enterarse de su lugar de residencia, automáticamente dejó de ser una opción para algo más que amistad, Sussy ya no quería más amores de lejos ¡Nunca más!

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.-Merece la pena una vez en la vida –dijo Javier cuando le presentaron la cuenta, que no dejó ver a Sussy que insistía en pagar su parte.

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Terminaron de almorzar y se reunieron con las demás parejas para regresar al hotel e ir a un tour de compras con Ernesto (por supuesto a donde le daban comisión). Sussy odiaba esos tours de compras, no quería que le dijeran dónde comprar y estar atenida al tiempo que el guía decidiera, además, ya no quería pasar tanto tiempo con Javier, por más que le encantara… o precisamente por eso… así que le dijo a Ernesto, sin que nadie la escuchara.

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-Yo me voy por mi cuenta.

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-¿Segura? Te puedes perder.

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-No te preocupes, ya tengo mi guía, mira – y le enseñó un mapa turístico.

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De mala gana Ernesto aceptó –Está bien, pero nosotros vamos a ir a cenar a un lugar especial, regresaremos a dejar las compras y saldremos de inmediato, espero que llegues a tiempo.

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-Trataré, gracias.

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El vaporetto estaba esperando al grupo, llegó Javier y confianzudamente la tomó del brazo para subir juntos, Sussy aparentó haber olvidado algo.

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-Voy a mi cuarto corriendo, olvidé algo – y se zafó de la mano de Javier, él se quedó sorprendido, pero no pudo decir nada, sin embargo, la espero sin meterse al vaporetto.

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-Súbete Javier – lo urgió Ernesto desde adentro.

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-Estoy esperando a Sussy.

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-Ni la esperes, ella se va a ir por su cuenta, ya me avisó, ¡sube! Estos cuates no esperan.

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Javier se asombró y enojó porque ella no se lo había dicho, porque de ser así, se hubiera ido con ella… tal vez por eso no se lo dijo, hummm entonces no iba tan bien como creía.

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Sussy salió en cuanto el vaporetto desapareció de su vista, llamó una góndola y le pidió la llevara a la zona de tiendas; una vez ahí, siguió el mapa que tenía y se dirigió a las tiendas que le interesaban. Ahí entró a las que le llamaron la atención, vio lo que se le antojó e hizo algunas pequeñas compras.

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Al llegar a una de ellas, con curiosidades locales y muchas figuras de Murano, pensó en entrar, cuando salió a recibirla un italiano de esos de “cuento”: guapísimo, alto, un cuerpazo, moreno claro y unos ojos de ensueño.

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-Avanti bella Signorina – la saludó con una sonrisa encantadora y una mirada coqueta.

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Se dice que las turistas no se resisten a los italianos, Sussy entendió por qué.

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-Gracias.

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-Ah ¿mexicana?

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-¿Cómo lo supiste?, el español se habla en muchos países.

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-El acento, ya lo reconozco.

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-Ah, muy bien, eres experto – mientras entraba y observaba los artículos en venta.

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-No mucho, pero pienso que las mexicanas son muy bellas y tú eres una muestra de eso ¡bellisima! (en italiano).

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Sussy sólo sonrió.

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-¿Y qué andas haciendo tú sola? ¿no vienes en un tour? ¿O vienes con tu esposo?

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Sussy se dio cuenta de hacia dónde iba el interrogatorio, siguió el juego.

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-Vengo en un tour y no soy casada.

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Molto bene! ¿y en qué tour vienes? No me digas que en el de Ernesto.

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Asombrada – Sí ¿cómo lo sabes?

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– Porque van a venir al rato.

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-Ah, ¿así que le das comisión?

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-Secreto profesional, jajaja –lo dijo acercándose demasiado a ella, que se retiró un poco, pero sólo un poco.

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Siguieron platicando y en cada frase él le decía un piropo,

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-Por lo visto los italianos dicen más piropos que los españoles.

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-Jajaja, no precisamente, es que te veo y salen solos, me encantas, por cierto, me llamo Roberto.

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-Mucho gusto, soy Susana, pero todos me dicen Sussy . se dieron la mano.

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-Susana, me gusta ¿puedo llamarte así?

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-Jajaja, por supuesto, para los minutos que vamos a hablar puedes llamarme así.

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-Eso no tendría por qué ser así, ¿qué te parece ir conmigo a cenar a un sitio no turístico, tú no eres como los demás turistas, quieres conocer los lugares más a fondo ¿è vero?

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-Es verdad, pero…

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-Hecho, paso a tu hotel a las 7:15, porque cierro a las 7.

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-Pero…

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-No hay pero que valga, allá nos vemos. De hecho, hasta cerraría la tienda si tú quisieras.

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-No, no es para tanto ¿tu jefe no se molestaría?

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-Yo soy el dueño, y no, no me molestaría, jajaja

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Sussy lo miró dubitativa, pero le quiso creer.

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-Bueno, deja ver qué me llevo.

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Roberto se le acercó, puso la mano entre ella y el anaquel, movió la cabeza de un lado a otro.

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-No tienes que comprar nada, lo que quieras te lo obsequio.

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Ella no quiso aceptar.

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-No, está bien, sólo era cortesía.

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-Jajaja, no, por favor, nada de eso.

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Ella sonrió – entonces nos vemos en la noche ¿sabes en qué hotel estamos?

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-Claro, es un lugar pequeño y nos enteramos de todo, además Ernesto es mi amigo.

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-Ah, está bien, hasta la noche – y siguió su camino entre las tiendas de curiosidades.

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Compró tres mascadas, una para su madrina, una para su tía y una para ella misma y una corbata para su tío, nada para su papa y madrastra. Llegó al hotel, tomó un baño y se arregló para la noche. La cita con Roberto la haría olvidar a Javier.

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Sonó el teléfono, contestó, era Javier.

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-Te extrañe –iba a preguntarle a dónde había ido, pero se retuvo.

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-¿Y eso?

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-No hay nadie interesante con quien platicar, me hiciste falta.

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-Gracias.

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-¿Tú me extrañaste?

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-¿La verdad?

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-No contestes, jajaja

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-Jajaja

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-Nos vemos al rato para cenar nos va a llevar Ernesto a un lugar especial, aunque muy turístico; no está incluido, pero yo te invito.

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A ella no le gustaba que la invitara, porque parecería que aceptaba sus acercamientos y sí… pero no, no quería iniciar nada con Javier ahora que sabía lo lejos que él residía.

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-Humm, no puedo, ya tengo una invitación para cenar.

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-Ah, vaya, eres rápida –cambió su tono, ella lo notó, Javier, en seguida se llamó a sí mismo “¡estúpido!”.

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-Bueno, nos vemos mañana – no quiso preguntar por qué el tono, después de todo, no había nada entre ellos, aunque ganas no faltaban, pero si hubiera algo con Javier, sería algo más serio (al menos para ella), con Roberto era una cena, un coqueteo, quizá unos besos y nunca más lo volvería a ver.

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Javier colgó, “entonces sí era ella con quien iba a salir Roberto, el de la tienda, que les presumió que iba a salir con una de sus compañeras más sexis”.  Recordó la conversación de hombres, mientras las mujeres veían qué comprar.

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Roberto con un dejo despectivo les había dicho:

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-¿Qué pasa con ustedes, mexicanos?

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-¿Por qué? –Ernesto contestó medio molesto.

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-Porque dejan escapar a una de sus compañeras más sexys –dijo dando una ojeada panorámica a las demás muchachas del grupo – En la noche la voy a llevar a cenar y…

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Javier puso atención, la única que faltaba era Sussy, ¿qué habría pasado?

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-Ah, bueno al mejor cazador se le va la liebre – contestó Ernesto viendo a Javier, que recibió las palabras y la mirada como un insulto a su hombría ¡cómo era posible!, en una visita a una tienda ¿y Susana había aceptado? Si con él era tan circunspecta y algo lejana y con este imbécil a las primeras, a cenar!!! Y ya se sabe qué más, se preguntó si ella estaría consciente de lo que implicaba una cena en Italia y en esas circunstancias, porque la notaba a veces muy ingenua. Algo tendría que hacer…

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A las 7:20 Sussy bajó y se encontró con Roberto en el lobby, él saludó a varios empleados, por lo visto ahí todos se conocían, eso la hizo sentir segura, ya que muchas personas habían visto que se iba con él.

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Bellisima bambina!

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Grazie –gran sonrisa “¿por qué los piropos en italiano se oían más románticos?”, pensó.

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-Te voy a llevar a una trattoria local, no turística, si es que quieres conocer la verdadera Venecia, si no, podemos ir a algún lugar turístico, tú decides.

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– A la trattoria; no quiero lo turístico.

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Va bene, vamos, tomaremos el vaporetto y luego vamos por tierra firme un pequeño tramo ¿está bien?

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-Sí, claro, eres el guía – y se dejó llevar a recorrer la bella Venecia.

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Durante el viaje platicaron sobre México, mientras él estaba demasiado cerca de ella, haciéndola sentir un poco incómoda, él la atraía, pero no estaba acostumbrada a que en la primera cita hubiera tanta cercanía, estaba tan cerca, que podía percibir el aroma a “italiano”, las muchachas ya habían comentado sobre la higiene de los europeos y la opinión general era que los italianos eran los de olores más fuertes, pero no era desagradable, por un momento recordó el primer beso de Jaime, pero ahuyentó esos pensamientos, había ido a olvidar, no a recordar.

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En el restaurante, Roberto se sentó junto a ella y casi todo el tiempo tuvo su brazo recargado en el respaldo de la silla de Sussy y de vez en cuando le tocaba el hombro con caricias que le daban escalofríos.

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Cuando estaban esperando el postre, el brindó por ella, levantando su copa de Chianti.

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-Cin cin, por una mexicana hermosa.

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-Cin cin – contestó sonrojándose, cosa que encantó a Roberto: una mujer que aún se sonrojaba ¡increíble!

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Con toda intención Roberto derramó lo que quedaba de su copa sobre su camisa blanca.

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-¡Qué tonto! Un estúpido accidente, lo siento.

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-No te preocupes, lo malo es que el vino tinto no se quita.

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-Lo peor es que quiero pasear contigo y así es vergonzoso.

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-No importa, de todos modos no quiero desvelarme ¿nos vamos?

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-Como tú mandes – pidió la cuenta, pagó y salieron, la noche era bella, la temperatura tibia, la luna casi llena, todo invitaba al romance, pero Sussy no estaba segura de si quería algo con Roberto o no, a cada rato pensaba en Javier, con quien podría estar cenando en ese momento, ella no había contado con ese detalle, de hecho había aceptado a Roberto para no pensar en Javier.

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Roberto la fue guiando por algunos callejones, tomándola por la cintura y platicándole la historia de la ciudad de Venecia. De pronto, en una esquina se detuvo.

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– Mira bella, vivo a media cuadra, ¿te importa si me cambio? Me siento muy incómodo y si vamos a tomar la copa en un bar que sé que te va a gustar, no puedo presentarme así. ¿va bene?

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Sussy lo pensó un poco, pero al fin aceptó.

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Dieron vuelta en la esquina y llegaron a una casa antigua con una reja de hierro, pequeño patio enfrente, una escalera y una puerta de madera labrada, agradable a la vista.

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-¿Esta es tu casa?

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-Y tuya también como dicen en México.

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-Hablas en “mexicano”, ¿cuando estás con españolas hablas en castellano?: “rediez”.

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-Jajaja, no hagas esas preguntas, ahora estoy contigo y eso es lo que importa ¿de acuerdo?

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Sussy estuvo de acuerdo, finalmente nunca se volverían a ver ¿qué importaba? al menos no era un gigoló, no intentó venderle nada, no la dejó pagar ni su parte de la cena y se estaba comportando suficientemente correcto, aunque un poco atrevido.

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-¿Entramos?

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La invitación de él a pasar la sacó de sus pensamientos –No, mejor te espero acá afuera.

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-¿Y qué clase de caballero sería yo dejándote aquí en la calle ¡de ninguna manera amore mío! Pasa, no muerdo.

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-Jajaja, bueno ¿quién sabe?

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-Sólo si tú quieres.

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Seguía indicándole con el brazo extendido que pasara al pequeño patio. Sussy acabó por aceptar y entró. La puerta deba a una escalera de madera que rechinaba en cada escalón. En el tope se encontraba una estancia llena de libreros atiborrados de libros “raro en un lugar tan húmedo” pensó Sussy. Roberto la invitó a sentarse en el cómodo y viejo sofá tapizado con terciopelo color vino, ya muy gastado, el lugar tenía carácter, se sintió cómoda.

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Roberto fue a su pequeño bar y sirvió dos copas de Cinzano Rojo, sin preguntar y le ofreció una copa.

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-Disculpa, es lo único que tengo.

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-No te preocupes – por esa razón ella se sintió obligada a no “hacerle el feo” y aceptó la copa y el brindis “por la mujer bella, que está en mi casa”

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Él se empezó a desabrochar la camisa, Sussy se sintió muy incómoda. Más aún, porque el hombre tenía un torso escultural.

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-¿Por qué no te cambias en tu recámara?

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-Tan desagradable a la vista soy?

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-Bueno… no, pero me siento incómoda.

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-No bella, no tienes por qué –dijo, ya sin camisa, sentándose junto a ella, que se echó para atrás.

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Él volvió a tomar su copa – salud – dijo mirándola fijamente a los ojos. Ella no reaccionó, y él, dejando su copa en la mesa, le puso la mano en la rodilla empezando a deslizarla hacia arriba, mientras ponía el otro brazo sobre sus hombros.

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Sussy retuvo la respiración y se levantó de un salto -yo no vine a eso –agarró su bolsa y bajó las escaleras corriendo.

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Nunca le había pasado algo así a Roberto, que asombrado tardó en darse cuenta de que se le iba la paloma; para cuando reaccionó, ella ya iba a media escalera, corriendo y para cuando la alcanzó ya estaba en el patio, abriendo la baja reja de hierro.

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-No, Susana, no te vayas así, disculpa, mis intenciones son buenas, mi educación muy mala, discúlpame – No podía dejarla ir ¡una mujer que se le escapara! ¡no! ¡imposible! Como ella no soltaba la reja, perdió el “toque” y se puso violento.

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Sin escucharlo, ella iba a abrir la reja, pero él la tomó fuertemente del brazo y la volteó violentamente, Sussy se asustó más; Roberto la pegó a su cuerpo y en el forcejeo que siguió porque él quiso besarla en la boca, ella volteó hacia la calle y le pareció ver a Javier en la acera de enfrente, entre las sombras. No era lógico, pero no estaba para pensar si era posible o no, gritó

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– ¡Javier!

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El hombre que estaba enfrente corrió a donde se encontraba la pareja luchando, ella tratando de zafarse, él intentando besarla a la fuerza.

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Javier abrió la reja de un empujón y los separó, tomando la muñeca de él y girándola de manera que Roberto tuvo que doblar el brazo y, para evitar el dolor, hincar una rodilla en el suelo, Javier, a sus espaldas y aún sosteniendo su mano, le dio una patada en la cintura a Roberto, soltándolo al mismo tiempo, para que diera de cara en el suelo.

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Javier fue hacia Sussy, que ya estaba afuera de la casa, y poniendo su brazo sobre los hombros de ella y empezando a caminar hacia el canal preguntó con voz angustiada y enojada al mismo tiempo.

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-¿Estás bien? ¿qué te hizo este desgraciado?

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-Estoy bien, no me hizo nada más que lo que viste.

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-Si ya estaba sin camisa el –se tragó el insulto – maldito ¿seguro no te hizo nada?

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-Largo de contar, se manchó la camisa en la cena y quiso cambiarse, pero frente a mí, yo me sentí incómoda, aún así se sentó a mi lado y puso la mano en mi rodilla, yo salí corriendo y lo demás lo viste… Por cierto ¿qué hacías aquí?

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Al verse descubierto prefirió decir la verdad y de una vez declararle su amor, o al menos su gran interés en ella.

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-¿La verdad? Te seguí. Este desgraciado nos dijo que iba a salir a cenar contigo.

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-¿¿?? – Lo miró sorprendida.

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.Es amigo de Ernesto, fuimos a su tienda después de que tú habías estado ahí y nos presumió que él iba a… salir con la más sexi de nuestras compañeras, todas estaban ahí, menos tú y sí eres la más sexi; sabiendo que se trataba de ti te invité a cenar, pero lo preferiste a él.

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La miró medio enojado, ella sólo parpadeaba tratando de entender todo el asunto.

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-Eso no responde ¿qué hacías aquí?

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-A eso voy, no me dio buena espina el tipo, así que en lugar de ir a la cena con todos, te seguí, me subí al mismo vaporetto sin que lo notaras, igual al bajar, ustedes iban muy entretenidos, desde afuera de la trattoria vi lo de la copa de vino, es un recurso que no falla.

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Sussy se sintió tonta, estúpida, imbécil.

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Javier prosiguió – los seguí hasta su casa, no creí que entraras…

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Sussy, bajó la vista -le creí lo de la copa derramada y quise esperarlo afuera, pero me convenció

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-Sí, me di cuenta y esperé afuera a ver qué pasaba, esperando que salieras antes de que sucediera lo que él pretendía… y saliste – le acarició la mejilla.

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-¿Por qué nos seguiste? – insistió

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-¿Te lo tengo que decir?

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-Con todas sus letras – le sonrió mientras lo decía. Llegó el vaporetto, se subieron, a esa hora iba casi vacío, su sentaron hasta atrás, solos.

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-Me gustas, me gustas mucho ¿eso querías que te dijera?

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-Quería que me dijeras la verdad.

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-Pues ésa es la verdad – tomó su mano – me gustas mucho ¿soy correspondido? –se arrepintió de preguntar, si ella había preferido salir con el italiano, la respuesta quizá no fuera la que él deseaba.

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Ella lo pensó, se mordió el labio y al fin respondió.

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-Mira Javier, yo vine a este viaje a olvidar, no a ligar…

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-Te soy franco, yo vine a este viaje a pasear y ver con quién podía ligar y al término del viaje, Ciao, pero me encontré contigo y me interesas más de lo que quisiera, si no, no te hubiera seguido, pero lo preferiste a él, bien, allá tú, sin embargo, vine porque quise cuidarte a pesar tuyo, por eso te seguí, porque me interesas más de lo que quisiera.

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– Como decía, no vine a ligar, pero también me encontré contigo y me sentí atraída, pero resides lejos, muy lejos y ya no quiero un amor así, de vernos cada mes o menos, por eso te huía, y a la vez te aceptaba, era querer y no querer al mismo tiempo, no sé si me explico.

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-Perfectamente, mira mi situación es muy complicada, soy divorciado, aparte me voy a quedar sin empleo, no, no te asombres de que así haya hecho este viaje. Se juntaron varias cosas, me van a despedir por recorte de personal, pero me dieron oportunidad de tomar mis vacaciones antes de eso y además tengo un plan de vacaciones y lo de este año ya estaba pagado, o aprovechaba estas oportunidades o se perdían ambas cosas. Por otro lado, habiendo sido ejecutivo corporativo, ahora quiero dedicarme a escribir, no me preguntes cómo le voy a hacer, aún no lo sé, también vine para olvidar mis problemas y me encuentro contigo.

 .

-Otro problema

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-Yo no dije eso

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-No, mira te entiendo, si cedemos a la atracción, vamos a tener más problemas los dos…

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Llegaron frente hotel, el vaporetto se detuvo, bajaron y se dirigieron a los jardines interiores del hotel para seguir hablando.

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-Estábamos en que somos un problema para el otro –dijo Javier mientras se sentaban en un banco de piedra y le tomaba la mano a Sussy.

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-Pues sí, aunque no queramos. Vivimos a una gran distancia, tú tienes más problemas que yo, que sólo quiero olvidar un mal amor de lejos, por cierto.

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-Tú me traes lo suficientemente loco como para intentarlo, sin importar las consecuencias o cómo haríamos ¿y tú? ¿te lanzas?

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-Mira, no lo sé- dijo Sussy poniendo su mano encima de la de Javier, sintiendo ambos un calorcito muy agradable que les recorría todo el cuerpo.

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Javier ya no pidió permiso se abalanzó a ella y le dio un apasionado beso, que ella correspondió, y el calor cambió de calidad e intensidad, se abrazaron, acariciaron y se besaron apasionadamente, su pregunta estaba contestada, ella también sentía lo mismo, pero…

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Mientras se reponía de la intensidad de esos besos, Sussy se puso seria y dijo.

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-Tengo que pensarlo, sé lo que siento, pero no sé si puedo con las circunstancias en que ambos estamos. Dame hasta mañana amor ¿si?

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¿Qué podía hacer Javier? Tuvo que aceptar.

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-Espero ansioso tu respuesta. En el desayuno, si me saludas de beso en la boca, es que sí me aceptas.

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-Mejor te contesto de palabra.

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-Nop, beso – ella rió, me la pones difícil, pero ya vámonos que es tarde y mañana vamos de excursión a Murano y en la noche toca el paseo en góndola.

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-Quiero que nos amemos en una góndola –dijo Javier, ella suspiró, se levantó y le dio un beso en la frente, para desencanto de él.

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-Hasta mañana pues.

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-Te acompaño.

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-Prefiero que no, te veo mañana.

 .

Sussy llegó a su cuarto y pasó la noche sin dormir a pesar de que ya no soportaba tantas noches de dormir poco y traía el sueño atrasado. Tenía que tomar una decisión, Javier la atraía, demasiado, ése era el problema…

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Continuará en :

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Venecia, Góndola, Luna Llena… ¿Amor?

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© Silvia Eugenia Ruiz Bachiller, Puedes copiar y publicar este artículo, siempre y cuando incluyas el enlace al artículo, no lo uses con fines comerciales, no lo modifiques, no quites el © ni este último párrafo que le sigue, enlaces incluidos.

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Imágenes tomadas de internet y Pinterest.

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Silvia Eugenia Ruiz Bachiller, Autora de “TÚ Y YO SIEMPRE”, novela romántica. La historia de amor de Almas gemelas, su karma, reencarnación y regresiones a vidas pasadas.

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5 comentarios en “SUSSY Y SUS HISTORIAS/ EUROPA/VENECIA”

  1. (5)
    Bueno, bueno, qué encuentro con un ligón profesional. Que, vamos a ver, si quieres que algo salga bien, lo mejor es llamar a un buen profesional. ¿O quizá en el amor esto no es lo correcto? ¿Y tirar de experiencia? Porque Javier la trae de serie.
    De todas maneras, Sussy va que arrasa… ¿Lo próximo, acaban en el canal, porque el gondolero se despista mirándola 😉 ?
    Un abrazo gama.

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    1. Jajaja, me haces reír, pues sí Sussy tiene sus pretendientes, como toda mujer ¿no? a ustedes les gustan las galletas de todos sabores, por lo tanto cada chica tiene un montón de pretendientes.
      Creo que en el amor lo bueno es lo que sale del corazón espontáneamente, no alguien como Roberto, tal vez no gigoló, pero sí caza-turistas.
      En fin la próxima Sussy y Javier harán un paseo en góndola en noche de luna llena, veremos qué pasa, depende de ambos.
      Abraso gama

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