¿BOHEMIO O TEPOROCHO?

Edificio Basurto Ciudad de Mexico

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.-Aquí estoy, como todos los días, frente al Parque México y al edificio Basurto, donde viví hace ¿siglos? ¿en otra vida? No lo sé. Estoy en mi lugar de siempre, frente a este parque, donde traía a mi hijo a disfrutar del aire puro, de los árboles, del estanque de los patos, de correr y andar en bici, de caminar de mi mano cuando era más pequeño…

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parque_mexico

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Suspiró.

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Tomó un pequeños trago.

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-Sí… eran tiempos felices, que después cambié por dedicarme tanto al trabajo, “workaholic” (trabajólico) me llamaban, me engolosiné con ganar más y más, poder sostener el departamento en el edificio Basurto, la casa en la Riviera Maya, los viajes de compras de mi esposa, el Mustang, la camioneta para mi mujer… “mi mujer” ¿no la supe entender? No la supe conservar, eso sí es seguro.

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Cuando no estaba en el trabajo, me iba de bohemio, a disfrutar de música, poesía, plática con otros bohemios como yo, en lugar de estar con mi esposa.

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Mi hijo… ¿mi hijo? ¡qué golpe tan duro! ¿yo me lo busqué por no hacerle caso a mi esposa? Ella me pedía más tiempo, más atención, más amor, pero yo estaba muy ocupado para darle “lo que ella merecía”, pero no le daba nada de mí, de mi tiempo, de mi amor, que era lo que ella necesitaba y, puesss…

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Otro trago.

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-Pero, eso sí, era yo importante, mucha gente dependía de mí, yo era el centro del universo, que sólo cedí cuando nació mi hijo ¡un varoncito!, mi heredero, el que continuaría mi labor. A él sí le dedicaba tiempo, mi mujer ya ni me lo pedía, sólo nos observaba con una mirada extraña…

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Bares elegantes

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En esos tiempos, en que vivía en la opulencia, era yo bohemio, todos me festejaban la alegría provocada por este líquido maravilloso (sacó la botella de la bolsa de papel,  la contempló con tristeza, ya casi se terminaba), ahora que vivo en la banqueta, la calle es mi casa… ahora soy un triste «teporocho» (1), que se rehusa a ir a Alcohólicos Anónimos, ¿para qué ir? ¡no pienso dejar el alcohol!

Y esto, tan poquito, tiene que durarme hasta la noche, qué difícil. No concibo cómo la gente no se da cuenta de lo maravilloso que es el alcohol ¿cómo pueden vivir sin beberlo? cómo pueden vivir sin  licor, sin su dulce sabor en la boca , sin su dulce calor en la sangre,  sin sentirlo correr en sus venas, ¿cómo pueden vivir sin percibir ese delicioso sabor en la boca? ¿sin sentir su gran calor recorriendo todo su cuerpo?

Bebió otro trago de su botella.

-No entiendo cómo la gente puede vivir sin esto, que te lleva al cielo, que te hace sentir bien.  ¿no saben lo que es sentir ese calorcito en las venas, que recorre todo tu cuerpo? no sé por qué no entienden que es maravilloso sentir cómo está en tu boca y baja por tu garganta y llega a todo tu cuerpo y a tu mente y te hace saber que todo está bien, que no hay problemas, que eres feliz.

 

Llevó la botella a su boca, sólo un pequeños trago, para que le alcanzara por más tiempo, la gente que pasaba envuelta en abrigos o chamarras debido al intenso frío, iba disminuyendo, ya era tarde.

-No comprendo cómo la gente puede vivir sin  licor, sin su dulce sabor en la boca , sin su dulce calor en la sangre,  sin sentirlo correr en sus venas, no entiendo cómo la gente puede vivir sin esto,  sin percibir su dulce sabor en la lengua, sin su gran calor en la sangre no entiendo como la gente puede vivir sin esto…

Y lo repetía y repetía en su mente, mientras bebía otro trago, porque el alcohol era primordial en su vida.

-Por el contrario, se obsesionan pensando que es malo, dañino, «el enemigo», no, no entienden, sólo nosotros lo sabemos, lo sentimos, lo necesitamos, lo metemos en la boca, el cuerpo, la mente y hasta el alma: el alcohol es una maravilla, es lo mejor de lo mejor, sin él, no existo.

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Puso a un lado la botella, con ya muy poco líquido, mirándola con tristeza.

-Ya es tarde, ya pasaron los que me dan monedas, ya no voy a poder comprar otra botella, ya me voy a pasar la noche en frío, con frío, sin el calorcito esencial que me da la bebida, sin esa sensación de que “todo está bien” mientras tenga otro trago para beberme, para llenarme de paz y dormir sin importar si mi cuerpo se muere de frío en la noche, total, mejor, ya irme, ¿ya qué hago aquí?

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Otro trago, puso la botella ya casi vacía junto a sus pies medio cubiertos por lo que fueron zapatos de diferentes pares, uno negro, otro café. Observó su pantalón, que hacía muchos años había visto mejores tiempos, ahora estaba raído, lustroso, mugroso, asqueroso, como él mismo, que estaba sucio, apestoso, el pelo largo que parecía una pasta de lodo igual que su descuidada barba, la camiseta raída y rota, el saco con las bolsas desgarradas, manchado por todos lados. Tristemente, contemplando el parque, siguió con sus amargos pensamientos.

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-Cuando todo se me derrumbó, cuando supe que mi hijo… no, no puedo recordar eso, no quiero, pero cuando estaba yo entre ruinas llegó “ella” a tenderme la mano, a ser mi estrella polar, mi guía ¿y qué hice? Cometí el mismo error. No la amé bastante, no aprendí mi lección, la dejé con frío, ella pedía mi calor, mi amor, pero ya no pude dárselo y otro derrumbe, pero de éste no me recupero, ya hasta aquí llegué.

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Y el “Teporocho del Parqué México», como lo conocían los vecinos, recargado en la pared del edificio de la esquina del parque, se fue deslizando a un lado y se quedó dormido, para no despertar más…

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En la mañana la Cruz Verde lo recogió, nadie sabía su nombre.  Desde un balcón  del 7º piso del Edificio Basurto, una mujer sólo se asomó un momento  y cuando se lo llevaron, siguió leyendo su revista «Gente», sin importarle la suerte del «Teporocho del Parque México», años atrás, su marido…

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Ciudad de México diciembre 7, 2016.

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NOTAS AL PIE DE PÁGINA

ORIGEN DE LA PALABRA TEPOROCHO

En la época pos-revolucionaria fue tradicional vender café, atole, o té en puestos ambulantes o carritos, a cinco centavos la porción, en algunos lugares se ofrecía agregar por tres centavos más (ocho centavos en total) una porción de aguardiente, de ahí que a los que pedían «té por ocho» se les consideraba alcóholicos, porque generalmente es que estaban “crudos” (con resaca), y de ahí derivó la expresión teporocho. Se usa para los indigentes alcóholicos. Hay otras versiones, pero ésta es la que me parece más acorde a la realidad.

 

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© Silvia Eugenia Ruiz Bachiller, Puedes copiar y publicar este artículo, siempre y cuando incluyas el enlace al artículo, no lo uses con fines comerciales, no lo modifiques, no quites el © ni este último párrafo que le sigue, enlaces incluidos.

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Imágenes tomadas de internet, Pinterest  o de los enlaces relacionados.  Creo que no es necesario advertir que algunas fotos, son imágenes actuales, sólo para dar una idea de cómo fueron en aquellos tiempos y lugares.

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Silvia Eugenia Ruiz Bachiller, Autora de “TÚ Y YO SIEMPRE”, novela romántica. La historia de amor de Almas gemelas, su karma, reencarnación y regresiones a vidas pasadas.

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16 comentarios en “¿BOHEMIO O TEPOROCHO?”

  1. Impresionante. La cantinela alcohólica, la historia previa, el realismo del abandono…
    Incluso con poco tiempo —me parece que los jefes no trabajan si no es hasta finales de año, y ahí se ven apurados… y nos apuran; pero, fíjate, yo sí tengo siempre tiempo para mi familia—, me gusta pasarme por aquí a leerte.
    Un abrazo gama.

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    1. Gracias por el comentario y análisis ¿captaste lo del hijo? si alguien lo captó, tendrías que ser tú ¿o fui demasiado sutil?
      La cantinela se la escuché a un alcohólico, que la dijo con tal pasión, que me hizo recordar a este personaje (que fue real) y me hizo pensar en el cuento. Creo que ningún no alcohólico puede expresarse así del alcohol y lo que le provoca.
      Me alegra y te felicito que le des tiempo a tu familia, eso es primordial.
      Te agradezco que tomes un tiempo, del poco que tienes, para leerme, me halaga.
      Abrazo gama

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      1. Sí que está claro lo del hijo. Creo que está muy bien narrado. Ni demasiado explícito ni demasiado oculto.
        Y leerte es siempre un placer que merece un tiempo para disfrutarlo.
        La lástima es que me tienen agobiado este mes con el trabajo. Pero algo de tiempo siempre se puede sacar.

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    1. Así es, es un relato muy duro, pero quizás la realidad de este señor (de mis respetos) fue mucho peor, cuando lo veía yo al pasar por su lugar, siempre me intrigó cómo llegó a ese extremo y me daba mucha compasión y ternura verlo tan vulnerable.
      Abrazo de luz

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    1. Así es amiga, me fui al extremo porque conocí a alguien en esa situación y se sentaba ahí, a donde coloqué a mi protagonista, la historia es ficción pero pudo ser hasta peor.

      Y aunque, en mi persona, yo no sé lo que es sufrir esa enfermedad, creo que puedo medio vislumbrar por lo que pasan, es muy duro para ellos y necesitan de mucha voluntad para no caer de nuevo cuando han logrado la sobriedad, siempre están en peligro de reincidir y da mucha tristeza.
      Abrazos de luz.

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    1. Muchas gracias Enrique por el reblogueo y por tus palabras.
      Vayan oraciones por ese pobre ser, que seguramente ya pasó a mejor vida (cualquier cosa creo que sería mejor vida para él) hace muchos años.
      Para mí es un personaje difícil de olvidar, me conmovía cada vez que lo veía.
      Abrazos de luz.

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