SUSSY Y SUS HISTORIAS (3), EL FLECHAZO V, LA OPORTUNIDAD Y LA FAMILIA

Su marido no había tenido trabajo por mucho tiempo, apenas había conseguido un puesto de regular importancia en oficinas del gobierno. Sussy había estado 3 años sin conseguir un empleo a su nivel, porque nadie la quería contratar por ser casada y tener un bebé. En una agencia le sugirieron decir que era soltera y, por supuesto, no mencionar a su bebé, a lo que se negó, desde luego.

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No tuvo más remedio que ir a una agencia de empleos eventuales y de ahí cada semana (a veces cada día) la enviaban a una compañía diferente, diversos trabajos, gente distinta, pero así eran estas agencias y tuvo que aceptarlo.

Por su desempeño la fueron subiendo de categoría, obteniendo cada vez mejores trabajos y de más larga duración.

El destino (y Manpower) la enviaron como temporal a una empresa trasnacional que apenas estaba iniciando, donde descubrió que había varias empleadas casadas, tenían hijos y algunas eran ejecutivas. Esa compañía le pareció como un paraíso, el trato era diferente, todos se hablaban de tú, el mozo tuteaba al Director General, había confianza y buen ambiente.

Por angas o mangas, por varios hechos “fortuitos” (causalidades, no casualidades) la secretaria del Director de la planta dejó de trabajar ahí y a ella la pusieron en el puesto, como eventual, todavía, pero su trabajo fue tan bueno, que su jefe peleó porque le dieran contrato definitivo, y peleó, porque por alguna razón el Director General le tenía tirria y la discriminaba cada vez que podía, pero su jefe, Douglas White, un inglés que tenía apariencia de todo menos de británico, lo convenció, diciendo que en la planta él era el que decidía quiénes serían sus empleados.

Así que ya siendo empleada con contrato, Sussy dio lo mejor de sí a su puesto, adecuándose a las características de su jefe, que hacía citas cada hora, sabiendo que se tardaría más, y retrasándose a partir de la segunda cita, esperando que su secretaria solucionara sus líos, que hiciera todo rápido y bien y le adivinara el pensamiento.

Todo eso lo cumplía Sussy y su desempeño fue tan apreciado, que cuando la planta estuvo construida, la maquinaria instalada, las secretarias y empleados de oficina contratados, las oficinas amuebladas, las máquinas de escribir, la copiadora y demás equipos de oficina comprados, la bodega de artículos de oficina surtida (todo lo relativo a las oficinas organizado y elegido por Sussy), cuando ya se iban a mudar a Morelia, Michoacán a dar inicio a la actividades de la planta, Douglas White la llamó a su oficina, le pidió que tomara asiento y aclarándose la garganta, le dijo:

-Sussy, ya sabes que en dos semanas nos mudamos a la planta y que yo ya no voy a estar en las oficinas de México, así que tu puesto desaparecerá.

Sussy se puso pálida, así que ahí acababa su maravilloso empleo, con alto estatus y un excelente sueldo… tuvo que retener las lágrimas y sonrió forzadamente.

-Sí, me doy cuenta.

-Entonces, te ofrezco el puesto de Gerente Administrativo en la planta, de hecho tú organizaste todo de una manera impecable, eso necesito en la planta, alguien que lleve la oficina sin que yo tenga que involucrarme, para poder dedicarme 100% a la producción. Sé que tú tomas buenas decisiones y no necesitas de mi opinión.

Ella sonrió, recordando que en muchas ocasiones cuando Douglas estaba fuera de la ciudad y había que decidir una compra o la contratación de una secretaria, ella había tomado las decisiones, con la anuencia posterior de su jefe, que siempre la apoyaba.

Pero lo más importante era el puesto que le estaba ofreciendo ¡dar un salto gigantesco de secretaria (aunque fuera de un Director) a nada menos que Gerente Administrativo de la planta!… ¡wow! Sin pasar por puestos de mando medios, directo a la cima ¡La oportunidad de su vida! Sonrió más ampliamente.

-Gracias Douglas, es una gran oportunidad.

-Estarás consciente de que tendrás que irte a vivir a Morelia…

Ella se mordió el labio, por el entusiasmo no había pensado en eso.

Douglas prosiguió

– Piénsalo por una semana, sé que eres casada y tienes un niño pequeño, habla con tu esposo. La compañía les pagará la mudanza, dará el aval si rentan y si organizas –risa- que algunas compras se hagan en conjunto, todos obtendrán muchos descuentos.

-Está bien y muchas gracias por la gran oportunidad.

-Te la mereces, Sussy.

Ella salió de la oficina sintiéndose feliz, ya hacía años que quería ser algo más que secretaria, pero se casó, se embarazó y en lugar de subir en la escala como siempre lo había hecho, bajó de nivel, hasta que encontró esta magnífica empresa en la que sí la aceptaron casada y con un hijo pequeño.

En esos tiempos no había muchos lugares de trabajo así, aún se pensaba que el lugar de la mujer era su casa y su labor cuidar de sus hijos, así que había que elegir entre carrera y familia.

Llegó feliz a su casa, esperando que su esposo llegara temprano esa noche, pero era viernes y si toda la semana llegaba tomado a las 2 ó 3 de la mañana, los viernes era peor, llegaba a las 4 am. Todas las noches se dormía de inmediato y empezaba a roncar como borracho y no la dejaba dormir, Sussy se molestaba mucho porque ella sí tenía que entrar a trabajar a las 8 am, no como él, que podía llegar a su trabajo a las 11 de la mañana, dado que las borracheras se las ponía con el jefe y otros compañeros de la oficina de gobierno donde laboraba.

Como se lo imaginó, dieron las 4 de la madrugada y él no aparecía. Trató de dormir, pensando en darle la noticia en la mañana, cuando despertara de dormir la mona.

El sábado en el desayuno, él estaba con cara de pocos amigos, sufriendo los estragos de la cruda y leyendo su periódico, pero aún así Sussy le dijo.

-Te tengo una gran noticia…

-¿Sí? – sin despegar la vista del diario.

-Sí, me ofrecen el puesto de Gerente Administrativo de la planta.

Él le prestó atención -¿Cómo dijiste? ¿gerente?

-Sí, Gerente, en la planta.

Él se tardó unos segundos en asimilarlo – ¿En Morelia?

Ella se mordió el labio – Sí, en Morelia, nos pagarían los gastos de la mudanza y…

-No, yo no voy a dejar mi trabajo, recuerda cuánto me tardé en conseguirlo y ahora que ya estoy empezando a subir y colocarme, no, no voy a dejarlo.

Ella vio que él estaba decidido a no aceptar irse a vivir a Morelia para que ella aceptara esa oportunidad.

-Bueno ¿y si yo me voy en la semana y regreso los fines de semana, me vendría los viernes en la tarde y saldría los lunes en la madrugada…?–lo miró con la interrogación en la mirada.

-No ¿y el niño? ¿No te vería en toda la semana?

-¿Y si me lo llevo y venimos los fines de semana?

-No.

Ella se engalló -¿Y por qué no? yo te seguí a Guadalajara, donde nos fue tan mal que yo tuve que sacar adelante a la familia ¿recuerdas? Te acuerdas que me puse a vender cosméticos de puerta en puerta y así tuvimos dinero para regresarnos, porque ni para eso teníamos? No se te olvide que yo mantuve a la familia con mi sueldo de eventual mientras tú entraste a trabajar al gobierno, los 4 primeros meses en que no te pagaron ¿y ahora que yo tengo la oportunidad de mi vida, te niegas?

Él vio a Sussy totalmente decidida, pero no cedió.

-Pues no voy a dejar mi empleo, ¿mientras consigo otro, de nuevo tú nos mantendrías?

-Puedes pedir tu cambio a Morelia.

-No lo creo factible y no me conviene, bajaría mi estatus.

Ella entrecerró los ojos y apretó los labios, él conocía ese gesto, no presagiaba nada bueno.

-Pues el niño y yo nos vamos, podemos venir o tú puedes ir los fines de semana, pero esta oportunidad no me la pierdo.

Su marido se levantó furioso de la mesa, fue al mueble cantina que tenían en la sala y sacó una botella de tequila llena, la abrió y se echó un trago a pico de botella.

-¿Y así lo vas a solucionar? – dijo ella más enojada.

-No te vayas – le dijo en tono más amigable después de tomar otros tres tragos.

-¿Tú crees que es muy agradable vivir con un alcohólico?

-No soy alcohólico, me gusta beber, pero lo hago socialmente.

-¿Cómo ahorita? – su tono era sarcástico.

Siguió bebiendo de la botella mientras se acercaba a ella -No te vayas.

-Es mi gran oportunidad – lo miró con la determinación en la mirada.

Su tono ahora era de ruego -No te lleves al niño – se acercó a ella, tomó otros tragos, la miró con ojos inyectados,.

-Yo lo cuidaría mejor, si tú llegas en la madrugada y borracho ¿qué futuro le espera contigo?

-Por eso no te vayas – más tragos, llevaba más de media botella ingerida. Se dejó caer de rodillas a sus pies –por favor, no te vayas, te lo ruego – le abrazó la cintura y comenzó a sollozar.

Era demasiado para Sussy, ella lo quería, era su esposo, su mejor amigo, su pareja, el padre de su hijo, tenía muchas fallas, pero ella lo quería. No sabía qué hacer, trató de zafarse del abrazo, pero él no la dejó y siguió rogándole.

Consideró irse de cualquier modo, llevarse al niño y verse los fines de semana, pero también pensó, ¿qué sería de él, solo y con su alcoholismo? Por otro lado, lo que él hiciera era su decisión, no la de ella.

Ella tenía la oportunidad de su vida, saltar de secretaria a Gerente Administrativo, una enorme, gran oportunidad, de las que se dan una sola vez en la vida y su marido alcohólico se la obstaculizaba.

Su cerebro le decía que debía pensar en ella, incluso en beneficio de su hijo, si ella hacía carrera en puestos gerenciales, tendría mejor sueldo, podría tener quien lo cuidara, en las tardes, como ahora en la Capital, y en ciudades de provincia se encuentran mejores elementos, más confiables como nanas o podía encontrar una escuela en la que se quedara a comer y tuviera actividades por la tarde, de todos modos era algo que, como estaban ahora, tenía que ser resuelto de un modo u otro, porque los dos trabajaban y él nunca estaba en las tardes de entre semana en la casa, en la noche tampoco veía al niño, porque llegaba en la madrugada… así que Arturito no lo echaría de menos y si veía a su papá los fines de semana sería casi igual que ahora…

-No te vayas – Sergio seguía llorando rogándole que no se fuera.

Su corazón no pudo resistir verlo así, no quería pensar que se tirara más al alcohol y hasta perdiera el empleo que ahora se resistía a dejar.

Lo pensó durante una eternidad, sopesando las alternativas, mientras él lloraba y le rogaba.

El corazón pudo más que el cerebro, aunque no tenía buenos argumentos, ella midió las posibilidades y no pudo pensar en ella, cedió, pensó en él y en seguir como estaban, con sus borracheras, pero juntos, no separados y creyó que eso, el no separar a la familia, sería bueno para su pequeño Arturo.

Levantó a su ya borracho esposo. Con todo el dolor y la frustración que podían caberle en el alma le dijo cariñosamente.

-Está bien, levántate… no me voy – Las lágrimas de Sussy brotaban de sus ojos como una cascada, sin sollozos, sin sonido, lágrimas silenciosas y amargas, muy amargas.

Él la abrazó llorando más, sus lágrimas se mezclaron, ella hacía lo posible por abrazarlo también, pero en ese momento no le nacía.

¿Por qué es tan difícil ver llorar a un hombre? – se preguntó Sussy- Como los enseñan a a no hacerlo, no estamos acostumbradas a que dejen salir sus sentimientos; me doblegué por la ternura que sentí al verlo así y cedí, dejé ir mi sueño, la oportunidad de mi vida .

El lunes se presentó a renunciar, había elegido a la familia y perdido su oportunidad.

Douglas se molestó, ya contaba con ella y no pudo menos que decirle

-Por eso no se les dan empleos de responsabilidad a las mujeres casadas, todavía están acostumbradas a renunciar a ellas mismas en aras de la familia. Se necesita otra educación para todos, hombres y mujeres, con el objetivo de que las mujeres no tengan que resignarse a dejar de existir al momento de casarse y ser madres; para que no ahoguen sus sueños.

Ella, bajando la cabeza se preguntaba si había hecho una buena elección, pero ya estaba hecho.

Su marido siguió bebiendo, la familia se fue a pique…

Estaba llorando y sudando, con la respiración agitada; eran las 5 am, extendió el brazo y buscó en la cama, estaba sola, se levantó aún entre sueños, temblorosa, lo fue a buscar a las otras habitaciones… nada… no había nadie, no estaba él, ni su ropa, ni sus cosas, nada, ni esposo ni hijo, Sussy estaba sola…

¿Todo fue sólo un sueño, una pesadilla?

Continuará…

 

Ciudad de México, octubre de 2016

© Silvia Eugenia Ruiz Bachiller.

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Imágenes tomadas de internet.

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Silvia Eugenia Ruiz Bachiller, Autora de “TÚ Y YO SIEMPRE”, novela romántica. La historia de amor de Almas gemelas, su karma, reencarnación y regresiones a vidas pasadas.

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23 comentarios en “SUSSY Y SUS HISTORIAS (3), EL FLECHAZO V, LA OPORTUNIDAD Y LA FAMILIA”

  1. Sussy, mala elección. Tener un marido alcohólico es lo peor que le puede pasar a una mujer. Nada, absolutamente nada de lo que dicen es cierto y todos lloran. Bueno, al final fue un sueño de Sussy, pero es la purita verdad para muchas. Muy bueno, Silvia.

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    1. Así es Melbag123, lo peor es caer ante esas muestras de dolor o de arrepentimiento, porque nunca dejan el alcohol (salvo muy honrosas excepciones).
      Sé que es la realidad para muchas y sé que es difícil salir de eso.
      En el cuento, no sabemos qué tanto fue sueño y qué tan basado en su realidad estuvo, ya lo iremos descubriendo.

      Muchas gracias por tu comentario, amiga.

      Abrazos de luz

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      1. Yo estuve casada con uno, pero pude romper. Es horrible ver a un hombre consumirse con el alcohol, es como ver a alguien a punto de tirarse de un puente y no poder hacer nada. Es una gran pena. Doy gracias porque salí de eso rápido, pero otras nunca lo hacen. Besos y abrazos a ti también, amiga.

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