SUSSY Y EL SR. H.

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Sussy era una joven muy atractiva, secretaria del  Sr. H, el «Gran jefe» (Director General de la empresa), por lo tanto, todos los empleados jóvenes, recién recibidos la rondaban, pero no se acercaban demasiado, sobre todo cuando observaban cómo veía ella a su jefe; aunque Sussy siempre pregonaba que nunca saldría con un casado y que los hombres de más de 30 años ya eran viejos (ella tenía 21 años y el Sr. H., 36).

En la oficina había un chiste con Sussy como protagonista, debido a sus exuberantes atributos femeninos; se decía que cuando veías a todos los muchachos de contabilidad, auditoría, contraloría y presupuestos (unos 250 jóvenes recién graduados de la universidad) mover la cabeza de arriba abajo al unísono, era que Sussy pasaba corriendo por el pasillo.

Cuando Sussy escuchó el “chiste”, trató de no correr por el pasillo, pero su jefe todo lo quería “para ayer”, copias fotostáticas incluidas y para ir a sacarlas, tenía que pasar por el pasillo y si no correr, al menos caminar muy rápido.

(Acotación al margen, esta historia ocurrió en tiempos en los que se sacaban copias fotostáticas, no había computadoras personales, teléfonos celulares, internet, ni pantimedias –aunque parece que éstas ya tampoco se usan – en ese entonces se usaban las medias nylon, con costura en medio y que se “corrían” con cualquier jaloncito o atorón y literalmente, “se iban como punto de media”.

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En esa época se usaban los ligueros como única opción, las mujeres, todas, eran más sexys, a pesar de no usar las faldas tan cortas como ahora; a los hombres les encantaban los ligueros y el movimiento de torsión –tipo torero- que hacían las mujeres para ver si las costuras de las medias quedaban a la mitad de las pantorrillas, muchos les decían: “ole”, como si dieran un pase taurino).

 

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El Sr. H era un hombre atractivo, interesante, rubio, de ojos azules, era muy especial, sabía de todo, contabilidad, leyes laborales, de inquilinos, de contratos, de todo lo que se vendía en las tiendas de la compañía (que eran muchas cosas distintas) y Sussy se quedaba embobada de verlo cómo manejaba todos los asuntos de la compañía. Lo admiraba al máximo, cuando él llegaba era como si saliera el sol para ella.

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-Sussy, ojalá mi esposa me recibiera con esa sonrisa – le dijo un día el Sr H, porque ella no podía ocultar la alegría cuando lo veía.

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-Usted es como mi esposa de la oficina – le dijo otro día y ella salió de su oficina caminando entre nubes.

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Todos percibían los sentimientos de Sussy por el Sr. H y circulaban rumores de que “tenían algo que ver”, y que por eso ella no salía con nadie de la oficina, pero eran sólo rumores.

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Se llegó la época de navidad, el Sr. H. la llamó para decirle que ella sería la encargada de organizar la comida para ejecutivos Sr. y Jr., que sería aparte del brindis normal para todo el personal y tendría un costo para los que quisieran asistir, no como el de la oficina, que siempre era a cargo de la empresa.

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Ahí aprendió a organizar festejos, así como había aprendido a organizar los viajes de los ejecutivos y diversas tareas que lleva a cabo una secretaria ejecutiva.

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Organizó el evento y recabó el importe de los boletos. Al ir con cada ejecutivo tuvo que aguantar sus avances e insinuaciones, hacerse la que no entendía y salirse por la tangente con una sonrisa.

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Llegó el día de la comida, ninguna secretaria había aceptado ir debido al costo del boleto, así que Sussy era la única mujer (no había mujeres a nivel ejecutivo).

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Se contuvieron en chistes y comentarios, pero no lo suficiente, ella estaba ruborizada, se sentía oveja entre lobos. Estaba sentada junto al Sr. H., brindaron con todos y luego a ellos dos los forzaron a brindar en un “cruzado” con tequila, porque el tema elegido para el evento era mexicano, había tequila y mezcal.

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A la hora de los postres y el café el Sr. H. se levantó y le dijo a Sussy,

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-Vámonos tenemos trabajo pendiente.

 .

Silencio total.

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No se hicieron comentarios picantes delante de ellos, porque era el jefe. Sussy se levantó con cara de niña regañada ¿de qué se trataba? ¿iban a estar solos en la oficina? Y todos los demás pensando…

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Al cruzar la puerta del restorán, él la tomó del brazo, ella sintió un choque de energía, así caminaron hasta su carro deportivo, ella iba nerviosa, se subieron en silencio y en silencio fueron todo el camino.

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Llegaron a la oficina, ella tomó su libreta y lápiz y entró a la oficina del Sr. H., amueblada elegantemente, con cortinas para que tuviera privacidad, con un cómodo sofá y dos sillones para cuando tenía junta informal ahí, todo confortable.

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Ella se sentó frente a él, como siempre y el Sr. H. empezó a dictarle una carta.

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Le estaba dictando la despedida cuando Sussy se movió en el asiento, deslizó la pantorrilla en la orilla del sillón y lanzó un pequeño grito.

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-¿Qué pasa?

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-Que el sillón tiene una rebaba y me jaló la media- se levantó en un impulso espontáneo y se torció para ver si se había corrido el hilo de la media. Sí se había corrido y no era un hilo, era una “carrera” bastante ancha en su media.

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El jefe la miraba apreciativamente de arriba a abajo, ella no lo notó.

 .

-Pues resulta que la compañía me debe un par de medias – dijo Sussy medio en broma.

 .

El la vio fijamente.

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-No me haga decirle que sí, pero sólo si yo se las pongo… –la miró inquisitivo.

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Ella ni lo pensó, sólo supo que su vida no sería la misma después de este momento crucial.

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-Para eso tendría que quitarme éstas primero- dijo avanzando lentamente hacia él.

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El Sr. H. (Hugo), separó su sillón del escritorio.

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-Pues ven acá, acércate.

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Ella con paso felino se acercó lentamente, llegó junto al Sr. H. y se paró enfrente de él, desafiante, con las piernas ligeramente abiertas, sus rodillas tocando las de él.

 .

Él puso sus manos en las pantorrillas femeninas, mirándola a los ojos.

 .

Ella suspiró.

 .

Él subía lentamente las manos, llegó a donde terminaba lo sedoso de las medias y empezaba la tersura de su piel en la parte interior de sus muslos cálidos y ya húmedos…

***

-Pues resulta que la compañía me debe un par de medias – dijo Sussy medio en broma.

 .

Él la vio fijamente.

 .

-No me haga decirle que sí, pero sólo si yo se las pongo… –la miró inquisitivo.

 .

Ella se ruborizó y bajó la vista, su sueño a punto de hacerse realidad, pero…

 .

-¿Con cuántas copias?

 .

Su vida seguiría siendo la misma…

 

Continúa en:  https://serunserdeluz.wordpress.com/2016/09/14/el-flechazo-sussy-y-sus-historias-2/

 

***

© Silvia Eugenia Ruiz Bachiller. CDMX, septiembre, 2016

Los personajes son ficticios cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.

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Imágenes tomadas de internet,   Creo que no es necesario advertir que algunas fotos son  sólo para dar una idea de cómo fueron aquellos tiempos.

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34 comentarios en “SUSSY Y EL SR. H.”

    1. Para mi no es un sueño un interés o gusto, a veces tenemos que sacrificar esos placeres y cosas que van en contra de lo que hemos decidido ser, por una real y verdadera felicidad, por un gran sueño se debe muchas veces decir que no a pequeños sueños. Porque hubiera podido ser solo un instante para el Sr H, pero Sussy tal vez lo quiso eterno y muy valioso, así como su personalidad aunque muchos no lo.comprendan y etiquetan esto como miedo! Más valiente para dónde! Decirle no a algo tan llamativo para decirle sí a su decisión de ser o no ser.

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  1. Me hiciste llegar a mi época, todo con copia, a las máquinas de escribir y en especial a las medias con costura, y el portaligas.. Para mí espléndidas y el cuidado que había que tener con ellas, y el remallado.
    Las aventuras que había y hay en las oficinas, algunas llegaron a ser grandes romances y otras olvidados encuentros.
    Un relato real muy compartible.
    Un abrazo mi querida Silvia.

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    1. Me alegra mucho haberte hecho recordar esa época y dime si no era más sexy usar ligueros y esas medias? tanto así que ahora cuando se quiere algo especialmente erótico, se usan, para ocasiones especiales…
      Muchas gracias por leerme y por tu comentario.

      Abrazo de luz desde México

      PD. Al mencionar las aventuras y romances de oficina me diste ganas de escribir algo al respecto… a ver si lo hago, quizá haga a Sussy protagonista de una saga «Las anécdotas de Lucy» o algo así.

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    1. Hola Felipe, gracias, me gustó tu símil, en efecto, los escritores «guisamos» hacemos una mezcla y la cocinamos, gracias por pensar que estuvo delicioso, quizá para algunos muy condimentado, depende del gusto de cada quién.
      Gracias por comentar, saludos

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  2. Reblogueó esto en Descubriendo un verdadero amor…y comentado:
    Me ha encantado ésta historia, por eso comparto para que la lean también si gustan de historias como estas, que poco se ven en la realidad, como lo es una mujer que no ceda ante su jefe jajajaj ( mas si le gusta, lo admira, etc) o ante quien le gusta tanto, o en el peor, de los casos no ceda ante la pasión de quien ama, algo loco que poco se ve en la realidad, y si se viera debe ser un caso muy excepcional, algo muy especial. Esta genial la Historia, por ello la recomiendo.

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