Un grupo de chicas de la Universidad Complutense de Madrid acaba de realizar un performance en grado extremo: se desnudaron en uno de los vestíbulos de la institución, pero no en silencio, sino para leer un manifiesto ante lo que consideran “una situación intolerable”.
Dicen no soportar más el acoso de los profesores: manos que se deslizan por sus cinturas, como quien no quiere las cosas; mensajitos de texto de contenido sexual, insinuaciones de chantajes docentes si no acceden al “manoseo”.

Mientras las situaciones de acoso son reiteradas, los gestores del campus no les proporcionan el medio legal ni la protección necesaria para poder efectuar las denuncias. En un comunicado las estudiantes afirman que la Universidad se encuentra «en una situación ilegal» desde 2007. En ese año se aprobó la ley Orgánica 3/2007 para la Igualdad Efectiva de Mujeres y Hombres (LOIEMH), que estipula que las Administraciones Públicas, y las que dependen de ellas, deben elaborar un protocolo frente al acoso sexual.
Pero el tema concierne también a otros confines del mundo. En septiembre de 2013, la Universidad Nacional del Comahue, en la provincia argentina de Neuquén, exoneró a un docente de su cargo. Había sido denunciado por abuso de poder y maltrato sexista. La resolución es un hecho sin precedentes y constituye un antecedente fundamental, indica la periodista Belén Spinetta, que se dedica a investigar el tema. La denuncia ya estaba puesta desde el 2010.
No se trata de un caso aislado ya que en otras universidades argentinas se han presentado denuncias similares. En otros países de la región hay encuestas que hablan de entre un 25% y un 30% de estudiantes que admiten haber sido víctimas de acoso.
Por su parte, el diario norteamericano on line The Huffintong Post acaba de publicar que el Departamento de la Oficina de Educación para los Derechos Civiles de EE.UU. ha puesto en marcha una investigación sobre presuntas agresiones sexuales en el Harvard College, y sobre fallas en la gestión por parte de los administradores del campus.
El Departamento de Educación –dice el periódico- investigará las acusaciones sobre un ambiente sexualmente hostil. En algunos casos, los sobrevivientes de ataques fueron obligados a vivir en los mismos edificios con sus presuntos agresores.
Tras el informe del HuffPost, la presidenta de Harvard, Drew Faust, anunció la formación de un grupo de trabajo para enfrentar conductas sexuales inapropiadas en la universidad. La revisión de las políticas sobre violencia sexual en Harvard son propulsadas por dos plataformas de estudiantes, una coalición de pregrado llamada Nuestro Harvard puede hacerlo mejor, y un grupo de estudiantes de postgrado bajo el nombre Los Estudiantes de Harvard exigen respeto.
La desnudez del primer caso, de forma general, nos permite plantear metafóricamente el desamaparo con que en diferentes partes del mundo las jóvenes tienen que lidiar con el abuso de poder de sus profesores.
FUENTE:
Reblogueó esto en bibliotecadealejandriaargentina.
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Ciertamente, serunserdeluz, este tipo de comportamientos son repugnantes.
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Así es y hay cosas peores…
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Por cierto, serunserdeluz, ser mujer no es una desgracia, es una bendición. Lo que es una desgracia es ser un mal nacido como esos a los que denuncian las chicas.
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Pero la desgracia para las mujeres es tener que convivir con ese tipo de fulanos, que además están en posiciones de poder. Por otro lado, sí, tienes toda la razón, es una bendición ser mujer, pero depende de quienes y cómo manejan el poder los que están alrededor.
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